EL TRÁGICO FINAL DE LOS BEATLES IRLANDESES
A MEDIO SIGLO DEL ATENTADO QUE MATÓ A TRES INTEGRANTES DE UNA FAMOSA BANDA MUSICAL, UNO DE LOS SOBREVIVIENTES BUSCA JUSTICIA
Fran O’toole era el cantante de Miami Showband en 1974. Tenía 28 años y con su esposa Valerie eran padres de dos hijas pequeñas. Era el suceso local de una banda que se había iniciado en 1962 atravesando decenas de formaciones hasta estabilizarse con su presencia y la participación del guitarrista Tony Geraghty, el trompetista Brian Mccoy, el saxofonista Des Lee y el bajista Stephen Travers. Cuando se juntaron desconocían su condición de origen, su opinión política y su religión. Eran tiempos de “The Troubles” (los problemas), el conflicto que mantuvo en vilo a Irlanda del Norte entre fines de los 60 y 1998. Un movimiento político nacionalista que enfrentó a protestantes y católicos, sin una base fuertemente religiosa. En Irlanda del Norte (en su mayoría protestantes) aspiraban a que la región permaneciera dentro del Reino Unido. Los nacionalistas y republicanos irlandeses (católicos), que Irlanda del Norte abandonara el Reino Unido para formar una Irlanda unida.
El conflicto se disparó durante una campaña de la Asociación de Derechos Civiles de Irlanda del Norte con la idea de dar fin a la discriminación contra la minoría católica/nacionalista. El gobierno intentó reprimir las propuestas con la presencia de oficiales de la Royal Ulster Constabulary
(RUC), protestante casi en su totalidad y reconocida por su estilo brutalmente sectáreo. Se involucró a la policía británica, se establecieron “muros blancos” para mantener separados a los bandos y emergieron organizaciones paramilitares que intentaron defender sus posturas. Entre ellos, el Ejército Republicano Irlandés Provisional (IRA) y el Ejército de Liberación Nacional Irlandés (INLA). También se encontraban paramilitares de las provincias históricas de Irlanda, como la Ulster Volunteer Force (UVF) y la Ulster Defense Association (UDA).
En medio de los disturbios quedaba la música. Stephen Travers nació en 1951, en Carrick-on-suir, República de Irlanda. Desde que obtuvo su primer bajo nunca pudo separarse de él. Era un músico nato. Para principios de los 70 era uno de los bajistas más admirados de Irlanda y en mayo de 1975 se unió a la legendaria Miami Showband Eran tiempos de check point, barreras de control impuestas por las autoridades policiales que intentaban evitar el tráfico de explosivos o posibles atentados. Los únicos exceptuados libres para pasar sin restricciones eran las bandas musicales. Travers recuerda que solían tener más de una presentación por noche, “éramos el suceso que nuestro público igualaba a los Beatles –revela
. Circulábamos por las barreras de control todos los días. Los grupos musicales eran una especie de bandera blanca en el conflicto, un encuentro para escuchar a los cantantes y tomar un trago. La primera vez que nos interesamos por saber dónde habíamos nacido y qué religión profesaba nuestra familia debe haber sido la tercera o cuarta vez que nos tocó pasar un check point. El grupo estaba dividido: éramos dos protestantes y cuatro católicos. No nos interesaba en absoluto. Nos encantaba tocar. La música era nuestra religión. Incluso en esa hora más oscura, la música fue la magia que nos unió”.
A Travers sólo le quedaba un mes de disfrute en la banda. El 31 de julio de 1975 Miami Showband dio un concierto en Banbridge, Irlanda del Norte. El Castle Ballroom, Co Down, había estado repleto. Al término de la presentación, los músicos transitaban por la carretera principal A1 hacia el sur, en una furgoneta Volkswagen de regreso a Dublin, donde vivían. Era cerca de la medianoche cuando se toparon con lo que parecía un control de rutina. Sin embargo, no se limitaron a pedirles sus documentos. Los hicieron descender a todos y les solicitaron que se alinearan al costado del vehículo. No era el procedimiento habitual, salvo que hubiera sospechas de algo.
Se trataba de un operativo: habían sido detenidos por soldados británicos en connivencia con miembros de la Fuerza Voluntaria del Ulster (UVF), un grupo paramilitar defensor del Reino Unido en Irlanda del Norte. Dos integrantes de esas fuerzas intentaron colocar un explosivo en el vehículo, pero explotó inesperadamente. Muchos años más tarde, por investigaciones del propio Travers, se sabría que pertenecía a una partida fallada.
El imprevisto hizo que los supuestos controles abrieran fuego contra los integrantes de la banda. El cantante Frank O’toole, el guitarrista Tony Geraghty y el trompetista Brian Mccoy fueron ejecutados. El saxofonista Des Lee logró huir en la confusión y se introdujo tierra adentro en la ruta. El bajista Stephen Travers fue lanzado por el aire por la explosión y recibió un disparo con una bala explosiva dum-dum, diseñada para expandirse tras el impacto. Boca abajo, sobre un campo lateral, escuchaba cómo los soldados remataban a sus amigos. Alertado por pisadas que se acercaban, estimó que harían lo mismo con él, pero una voz desde las cercanías de la furgoneta alertó a las fuerzas sobrevivientes para que se fueran, “estos bastardos ya están muertos, los exterminé con dum-dum”, dijo. Travers recuerda el “acento nítido y elegante de un inglés que estaba a cargo”.
Ray Millar, el sexto integrante, partió solo aquella noche, de modo que no estaba con la banda cuando su camioneta fue emboscada. La bala que hirió a Travers se deshizo en 16 partes, una de ellas lo atravesó de lado a lado y perforó su pulmón.
“Cuando me estaba recuperando en el hospital, me resultaba difícil hablar de mis amigos de Miami Showband”, rememora. Los primeros tiempos pensó en volver a la música, pero no pudo soportar la presión de vivir allí. Se fue a Inglaterra, donde hizo una nueva vida. Aún con buenos tiempos, la desazón seguía siendo profunda. Sintió que debía dar marcha atrás. “Quería reencontrarme con mi pasado y entender qué sentía. Volví de visita varias veces, hasta que me quedé de modo definitivo. Fue por entonces que empecé a identificar que el descontento estaba atado a la injusticia que se abrió ante mis ojos de manera inesperada”.
Como una forma de tratar su síndrome de estrés postraumático, junto con Eugene Reavey Stephen creó una organización llamada Truth and Reconciliation Platform. Su compañero es sobreviviente de otro ataque del mismo grupo que perpetró el de Miami Showband, pero unos días más tarde. Los tres hermanos de Eugene, que por entonces tenían entre 17 y 24 años, fueron asesinados mientras veían la televisión en su casa, simplemente porque eran católicos.
Reavey y Travers habían intentado reconstruir los hechos, pero les quedaban pistas sin cierre. Luego de salir del hospital fue indagado por la policía. Entonces habló de la misteriosa voz británica que seguía resonando en su cabeza. Fue un hecho desestimado de manera sistemática. Cuando tuvo ocasión de conocer a Eugene coincidieron ambos en esa voz. Ese fue el gran megáfono que gritó la verdad que buscaron desde entonces.
Solos y juntando voluntades civiles enfrentadas a la versión oficial lograron reunir nueva evidencia junto al Equipo de Investigaciones Históricas, una entidad que, luego del Acuerdo de Viernes Santo de 1998 que inició la pacificación de Irlanda, intentó revisar delitos ocurridos en los 30 años de conflicto.
“Pudimos probar la participación del líder Robin The Jackal Jackson, que se cree que fue un agente de la Rama Especial de la RUC, así como la intervención de fuerzas de la UDR –explica–. Las huellas dactilares de Jackson se encontraron en un silenciador de una pistola Luger que se utilizó en ambos hechos. El informe revela que uno de los asesinos leales más prolíficos del conflicto fue ese agente”. En las investigaciones del HET, acompañadas por Travers, que se convirtió en un detective más, notaron que al día siguiente de los atentados le dieron a Jackson indicaciones desde la sede de la RUC para que se mantuviera oculto. Pero eso fue todo. No se realizaron investigaciones alrededor de su figura.
“Se nos plantearon cuestionamientos sobre un comportamiento colusorio y corrupto –sigue Travers–. Lo que se presentó a la Justicia fue una supuesta intención, ahora probada, de la Fuerza Voluntaria del Ulster (UVF) de esconder una bomba debajo del minibús de nuestra banda que explotaría en su viaje de regreso a Dublín, matándonos a todos y presentándonos como traficantes de explosivos para el IRA. El fin era destruir nuestra imagen y utilizarnos como ejemplo para imponer más controles de circulación”. Una de las consecuencias fue la paralización de la escena musical en vivo de Irlanda del Norte durante décadas”. La ‘voz culta inglesa’ habría sido identificada como el espía Robert Nairac, asesinado por el IRA poco tiempo después de los atentados.
Tres hombres fueron condenados por la masacre de Miami Showband: Thomas Crozier, James Mcdowell y James Somerville recibieron cadena perpetua, pero luego fueron liberados bajo los términos del Acuerdo del Viernes Santo. Jackson recién compareció en juicio en 1976, acusado de posesión del silenciador. Fue absuelto. Murió en 1998.
Con todas las pruebas reunidas, los herederos y sobrevivientes de mandaron al Ministerio de Defensa y al Servicio de Policía de Irlanda del Norte por su inacción en la investigación. “Queremos probar que los asesinatos fueron parte de una política sistémica –afirma–. Las autoridades no están preocupándose por sus soldados, fingen que sí, pero los han usado. Se están autoprotegiendo para no dejar en evidencia cuál era la política. Los acuerdos de paz implican otras responsabilidades, como lograr que alguien pueda levantar la mano y asumir que se hicieron cosas terribles, mirarlas de frente, reconocerlas y comprometerse públicamente a que no vuelvan a suceder. Que los Bloody Sunday no sean sólo un recuerdo en un título.
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