La invención de los libros raros, de David McKitterick
La bibliofilia tiene su larga historia
Eduardo Lamarche
“Cada generación decide qué designar como raro o curioso”, anota el bibliotecólogo David McKitterick (Inglaterra, 1948) en su voluminoso La invención de los libros raros. Interés y memoria pública (1600-1840). En un mundo en que los libros empiezan a descuidarse y las bibliotecas a recibir menos financiamiento, un volumen como este tiene una secreta nota de urgencia, por mucho que sus primeros destinatarios sean los apasionados por las viejas ediciones.
¿Qué es un libro raro y cómo surgió, después de Gutenberg, el afán de buscarlo a veces con manía detectivesca? McKitterick explora esa genealogía desde los comienzos hasta la aparición de las bibliotecas nacionales, a comienzos del siglo XIX, en que el interés pasó de lo privado (o las colecciones reales) a lo público, acumulación que implicó un modo de preservar –y modelar– una idea de lo nacional.
Las definiciones de libro raro son numerosas. Lo principal es que el ejemplar así considerado recibe un valor menos por su contenido que por sus características físicas. Es entre mediados del siglo XVII y mediados del XVIII que el concepto se establece, a partir del surgimiento de los mercados de usados, que con el tiempo propondrán catálogos que describen las características del objeto: tamaño, encuadernación, tipografía. El término “bibliofilia” se reconoce por primera vez en 1734. El libro de McKitterick –claro está– es un placer para los fervorosos que salen a la caza de primeras ediciones, aunque sean más recientes de las que habla el autor. Siempre es bueno saber que una pasión tiene una larga historia.
La invención de los libros raros
Por David McKitterick
Ampersand. Traducción.: Márgara Averbach
676 páginas, $9900
http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA
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