En un festival de Francia, murió un reconocido barítono argentino
Alejandro Meerapfel se descompensó en plena función durante un concierto en la localidad de Ambronay
Mauro Apicella
“Su repentina desaparición nos deja en shock”. De este modo, la dirección del Centro de Encuentro Culturales de la localidad de Ambronay, a unos 400 km de París, resumió la sensación ante la noticia de la muerte del barítono argentino Alejandro Meerapfel, que ocurrió anteayer, mientras el cantante participaba en una nueva edición del festival que cada año organiza la institución. Tenía 54 años.
“Nos entristece anunciar que el barítono Alejandro Meerapfel falleció anoche [por anteanoche] de un infarto en el escenario durante un concierto en el marco del 44º Festival Ambronay. Alejandro, un renombrado barítono, fue compañero durante mucho tiempo del director argentino Leonardo García Alarcón y de la soprano Mariana Flores. Había actuado muchas veces en la iglesia de la Abadía de Ambronay y su repentina desaparición nos deja en shock. Nuestro pensamiento acompaña a su familia, sus seres queridos, los artistas del Cappella Mediterránea y el Coro de Cámara de Namur, y a todos aquellos que, como nosotros, se sienten devastados por la muerte de un hombre de inestimable bondad y de un artista cuya modestia y talento excepcionales permanecerán en nuestros corazones”, agregó la institución en un comunicado.
Por su parte, el director García Alarcón señaló: “Alejandro era un ángel en la Tierra. Antes del concierto, su sonrisa y buen humor llenaron el alma de todo el equipo artístico y del festival. Lo extrañaremos, pero estará con nosotros para siempre”.
El barítono interpretaba el papel de Dios Padre en el oratorio Dono della Vita Eterna, de Antonio Draghi, cuando sufrió una descompensación y se desplomó sobre el escenario, a media hora de comenzada la obra. Según indicó el medio especializado Resmusica, el espectáculo fue inmediatamente interrumpido y el público fue desalojado de la sala. Si bien tuvo atención médica, el cantante no pudo ser reanimado.
Sus primeros años con la música fueron en San Carlos de Bariloche. Cuando tenía apenas seis años ingresó al coro de niños de esa ciudad y no paró hasta pisar los escenarios líricos más importantes: el Teatro Colón, el Konzerthaus de Viena, el Victoria Hall, el Grand Theatre de Ginebra, el Auditori de Barcelona, el Hebbel Theatre de Berlín, el Concertgebow de Amsterdam, el Theatre des Champs Elysées, el Teatro de Caen, el Villete de París y el Khaai Theatre de Bruselas, entre otros.
Egresado de la carrera de Canto y Maestría del Instituto Superior de Arte del Teatro Colón, estudió con maestros como Lucka Jerman y Nino Falzetti, y se perfeccionó luego con María Rosa Farré. Entre sus protagónicos en teatros de Europa y América Latina se destacan Leporello (Don Giovanni), Marcello (La Boheme), Rodrigo (Don Carlo) y Guglielmo (Cosi fan tutte), entre otros. Participó en los álbumes Judas Maccabeus, Le Phoenix du Mexique y Nabucco, para los sellos Ambronay y K617. Asumió el rol de Germont en una producción de La Traviata, en el Festival de Moutier (Suiza). En 2016 protagonizó Bomarzo, de Alberto Ginastera, con la Orquesta Sinfónica Nacional Romulus der Grosse, en Basilea. Integró los elencos de Fidelio y Die Soldaten en el Teatro Colón.
Más recientemente, interpretó a Valentín en el Fausto de Gounod. Fue Sancho Panza en el Don Quijote de Massenet y Rodrigo en Don Carlo, de Verdi, junto con el tenor Ramón Vargas.
Meerapfel era licenciado en Artes Musicales por la Universidad Nacional de las Artes y fue ganador del Concurso Internacional de Canto de Atenas.
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Luego de 30 años, lograron restaurar un sector de un hotel emblemático de la costa
A finales de octubre, abrirá un restaurante en la planta baja del Boulevard Atlantic; estaba cerrado desde 1993 cuando se incendió
Darío Palavecino
El hotel fue construido en 1888 y tiene 76 habitaciones
MAR DEL SUD.– Manuel tiene 70 años, pero todavía tiene la cuchara de albañil ágil para cargar en el balde y revocar paredes que lucirán lisas y suaves, en este caso sobre los últimos detalles de las columnas del acceso principal al Hotel Boulevard Atlantic. El edificio ayer abrió sus puertas con una primera presentación en sociedad en camino a su reapertura parcial, es esta instancia, con su salón comedor que, en pocas semanas, tendrá su estreno como una nueva cafetería y restaurante de esta pequeña localidad balnearia.
Habrán pasado hasta entonces 30 años desde que el edificio construido en 1888 tuvo su última actividad comercial con la tanda de huéspedes que pasó por sus habitaciones antes de un incendio que, en 1993, fue el principio del fin de su servicio de alojamiento y el puntapié de nuevas páginas en su historia de abandonos, desidia, desencuentros, disputas y restauraciones estrelladas entre burocracia y cruces políticos.
Más de una decena de obreros aceleraron durante la semana los pasos para finalizar con todas las tareas pendientes para dejar en condiciones el hall de acceso y el ala de la planta baja que da hacia el mar, donde en poco tiempo se podrán disfrutar desde desayunos hasta cenas, al igual que en el jardín que acompaña la fachada, donde aparecerán mesas y sombrillas para que la propuesta de sabores se viva también a cielo abierto.
Los invitados que estuvieron ayer para la presentación encontraron una imagen del frente de la construcción a mitad de camino hacia la búsqueda de una renovada imagen. A la instancia de impermeabilización le seguirá la de pintura definitiva.
El proceso de recuperación de este edificio de 4500 m² había tenido unos primeros intentos hace más de una década y el resultado, según señalaron desde entonces algunos especialistas en patrimonio y restauración arquitectónica, respetaba poco los trazos y estilo de la construcción original.
Lo que se intenta y sobre lo que se avanza ahora sufre los faltantes de buena cantidad de piezas originales, que desaparecieron durante las últimas décadas, cuando el edificio sobrevivió entre sombras. Faltan aberturas, mobiliario y pisos de pinotea.
A cambio hoy lucen en el interior flamantes pisos cerámicos, techos con placas ignífugas, iluminación con plafones, un colorido mural con motivos marinos que luce un timón real rescatado de las profundidades del Río de la Plata y una escalera hacia el primer piso que también debió ser renovada.
El último gran traspié en el intento de un plan de obras firme se había dado hace alrededor de siete años, cuando el municipio tomó intervención y paralizó aquel proyecto por una serie de incumplimientos. Entre ellos, el techo de pizarra negra derruido por el paso del tiempo estaba siendo reemplazado por una cubierta de chapa del mismo color.
“Ahora por fin pudimos superar situaciones para avanzar con los trabajos y que el Hotel Boulevard Atlantic por fin vuelva a tener vida”, explica a la nacion Horacio Domenicone, que desde aquellas épocas está al frente de esta aventura que tiene su primer objetivo a un paso y el siguiente, a corto plazo, con los cerramientos de la planta alta y su adecuación como un gran salón de eventos.
El pasado
Historia y anécdotas le sobran a este Boulevard Atlantic, que fue de las primeras y majestuosas construcciones que se intentaron sobre fines del siglo XIX en estas playas. Las solía contar en persona Eduardo Gamba, que hasta hace poco más de una década se presentaba como propietario del lugar, casero y guía de recorridas que cobraba y era su ingreso diario.
A pesar de las complejidades de la geografía virgen de aquellos inicios, plena de médanos y matorrales, la construcción prosperó desde la confianza en que la inminente y proyectada llegada del ferrocarril derivaría en una demanda de servicios. Pero ese tren nunca llegó.
Tampoco llegó esa escalada de turismo de alto nivel y familias aristocráticas, que a comienzos del siglo XX hizo suya Mar del Plata y dejó a las localidades de los alrededores, entre ellas Mar del Sud, en el intento de un futuro mejor y resignadas a ofrecer instalaciones de lujo a turistas de clase media.
Domenicone estima que en el transcurso de octubre, más hacia el final que a mediados, se abrirán las puertas al público con los servicios de gastronomía. Planifica una continuidad de obras que tras la escala inmediata que será el salón de planta alta continuaría con las alas donde funcionaron alguna vez 76 habitaciones, hoy todas sin techo, con ladrillo y vigas a la vista por el deterioro de revoques y la pérdida de la totalidad de puertas, ventanas y pisos.
Eugenia Bove, responsable de Turismo de General Alvarado, reconoció que este paso con el Hotel Boulevard Atlantic “es una gran noticia” y “un salto de calidad” para Mar del Sud. “Sin ninguna duda y más allá de la actividad que tiene Mar del Sud en temporada, será una oportunidad para tener turismo durante el resto del año”, anticipó y detalló a la nacion que este edificio y monumento histórico “es un hito, un emblema de esta localidad y creemos que su reapertura le va a dar mucha fuerza y protagonismo al balneario”.
El hotel Boulevard Atlantic lleva el nombre que se había dado a ese sector del distrito, llamado a distinguirse de Mar del Sud, la denominación de otro establecimiento del ramo que avanzó del otro lado del arroyo hasta quedar a mitad de camino, sepultado por arena.
Fue iniciativa de Carlos Mauricio Schweitzer, por entonces presidente del Banco Constructor de La Plata. Se quitó la vida al poco tiempo, el edificio fue a remate y sus nuevos dueños lo reabrieron en 1904.
Su mejor época fue a partir de la década del 20, cuando sus 76 habitaciones se completaban durante los veranos. No tenían baños.
La aparición en escena de Gamba se dio en la década del 70. Proyectaba cine en el mismo salón que ayer se habilitó como confitería. Avanzado el deterioro de las instalaciones, cambió por las visitas guiadas hasta que aparecieron nuevos inversores.
MAR DEL SUD.– Manuel tiene 70 años, pero todavía tiene la cuchara de albañil ágil para cargar en el balde y revocar paredes que lucirán lisas y suaves, en este caso sobre los últimos detalles de las columnas del acceso principal al Hotel Boulevard Atlantic. El edificio ayer abrió sus puertas con una primera presentación en sociedad en camino a su reapertura parcial, es esta instancia, con su salón comedor que, en pocas semanas, tendrá su estreno como una nueva cafetería y restaurante de esta pequeña localidad balnearia.
Habrán pasado hasta entonces 30 años desde que el edificio construido en 1888 tuvo su última actividad comercial con la tanda de huéspedes que pasó por sus habitaciones antes de un incendio que, en 1993, fue el principio del fin de su servicio de alojamiento y el puntapié de nuevas páginas en su historia de abandonos, desidia, desencuentros, disputas y restauraciones estrelladas entre burocracia y cruces políticos.
Más de una decena de obreros aceleraron durante la semana los pasos para finalizar con todas las tareas pendientes para dejar en condiciones el hall de acceso y el ala de la planta baja que da hacia el mar, donde en poco tiempo se podrán disfrutar desde desayunos hasta cenas, al igual que en el jardín que acompaña la fachada, donde aparecerán mesas y sombrillas para que la propuesta de sabores se viva también a cielo abierto.
Los invitados que estuvieron ayer para la presentación encontraron una imagen del frente de la construcción a mitad de camino hacia la búsqueda de una renovada imagen. A la instancia de impermeabilización le seguirá la de pintura definitiva.
El proceso de recuperación de este edificio de 4500 m² había tenido unos primeros intentos hace más de una década y el resultado, según señalaron desde entonces algunos especialistas en patrimonio y restauración arquitectónica, respetaba poco los trazos y estilo de la construcción original.
Lo que se intenta y sobre lo que se avanza ahora sufre los faltantes de buena cantidad de piezas originales, que desaparecieron durante las últimas décadas, cuando el edificio sobrevivió entre sombras. Faltan aberturas, mobiliario y pisos de pinotea.
A cambio hoy lucen en el interior flamantes pisos cerámicos, techos con placas ignífugas, iluminación con plafones, un colorido mural con motivos marinos que luce un timón real rescatado de las profundidades del Río de la Plata y una escalera hacia el primer piso que también debió ser renovada.
El último gran traspié en el intento de un plan de obras firme se había dado hace alrededor de siete años, cuando el municipio tomó intervención y paralizó aquel proyecto por una serie de incumplimientos. Entre ellos, el techo de pizarra negra derruido por el paso del tiempo estaba siendo reemplazado por una cubierta de chapa del mismo color.
“Ahora por fin pudimos superar situaciones para avanzar con los trabajos y que el Hotel Boulevard Atlantic por fin vuelva a tener vida”, explica a la nacion Horacio Domenicone, que desde aquellas épocas está al frente de esta aventura que tiene su primer objetivo a un paso y el siguiente, a corto plazo, con los cerramientos de la planta alta y su adecuación como un gran salón de eventos.
El pasado
Historia y anécdotas le sobran a este Boulevard Atlantic, que fue de las primeras y majestuosas construcciones que se intentaron sobre fines del siglo XIX en estas playas. Las solía contar en persona Eduardo Gamba, que hasta hace poco más de una década se presentaba como propietario del lugar, casero y guía de recorridas que cobraba y era su ingreso diario.
A pesar de las complejidades de la geografía virgen de aquellos inicios, plena de médanos y matorrales, la construcción prosperó desde la confianza en que la inminente y proyectada llegada del ferrocarril derivaría en una demanda de servicios. Pero ese tren nunca llegó.
Tampoco llegó esa escalada de turismo de alto nivel y familias aristocráticas, que a comienzos del siglo XX hizo suya Mar del Plata y dejó a las localidades de los alrededores, entre ellas Mar del Sud, en el intento de un futuro mejor y resignadas a ofrecer instalaciones de lujo a turistas de clase media.
Domenicone estima que en el transcurso de octubre, más hacia el final que a mediados, se abrirán las puertas al público con los servicios de gastronomía. Planifica una continuidad de obras que tras la escala inmediata que será el salón de planta alta continuaría con las alas donde funcionaron alguna vez 76 habitaciones, hoy todas sin techo, con ladrillo y vigas a la vista por el deterioro de revoques y la pérdida de la totalidad de puertas, ventanas y pisos.
Eugenia Bove, responsable de Turismo de General Alvarado, reconoció que este paso con el Hotel Boulevard Atlantic “es una gran noticia” y “un salto de calidad” para Mar del Sud. “Sin ninguna duda y más allá de la actividad que tiene Mar del Sud en temporada, será una oportunidad para tener turismo durante el resto del año”, anticipó y detalló a la nacion que este edificio y monumento histórico “es un hito, un emblema de esta localidad y creemos que su reapertura le va a dar mucha fuerza y protagonismo al balneario”.
El hotel Boulevard Atlantic lleva el nombre que se había dado a ese sector del distrito, llamado a distinguirse de Mar del Sud, la denominación de otro establecimiento del ramo que avanzó del otro lado del arroyo hasta quedar a mitad de camino, sepultado por arena.
Fue iniciativa de Carlos Mauricio Schweitzer, por entonces presidente del Banco Constructor de La Plata. Se quitó la vida al poco tiempo, el edificio fue a remate y sus nuevos dueños lo reabrieron en 1904.
Su mejor época fue a partir de la década del 20, cuando sus 76 habitaciones se completaban durante los veranos. No tenían baños.
La aparición en escena de Gamba se dio en la década del 70. Proyectaba cine en el mismo salón que ayer se habilitó como confitería. Avanzado el deterioro de las instalaciones, cambió por las visitas guiadas hasta que aparecieron nuevos inversores.
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