Peter Lanzani
“El cine es un poco para ofender”

Texto de Fabiana Scherer // Fotos: Fernando Gutiérrez
“Nos gustan los imposibles y no nos apura nadie”, dice Peter Lanzani con la mirada puesta en el Río de La Plata y apenas envuelto por el humo del cigarrillo que se desarma en el aire húmedo, primaveral. “Luca Prodan es un emblema, lo es para mí. Y no sólo desde lo musical. No me interesa entrar en polémicas, sino en la vida, en la autosuperación, en su intento por encajar en este mundo. Su sufrimiento, su mensaje, la vida que se lo llevó por delante en un mundo en el que no preguntamos si estamos tristes, deprimidos. Nos enseñaron a decir ¿cómo estás? Y a responder estoy bien, aunque no lo estemos. La salud mental es una de las deficiencias en salud más grande que tenemos en la humanidad, en el mundo entero, y me parece que está bueno que podamos hablar de esto”. Para la ley italiana yo soy un enfermo mental. Cuando me quisieron meter en la colimba dije no. Por eso estuve preso dos veces en la cárcel militar hasta que me agarró un médico y me dio el artículo 28b que quiere decir que sos un enfermo mental. El 28a era puto y el 28c, drogadicto. A mí me pusieron el b y me avisaron que a partir de ese momento no iba a poder votar más ni laburar en empleo público. Me cagué de risa…. ¡Qué éxito!, contó Luca alguna vez. El 20 de julio de este año, Variety, el semanario estadounidense dedicado al mundo del entretenimiento, dio a conocer la noticia de que Peter Lanzani, el actor de Argentina, 1985 codirigirá y protagonizará una película biográfica dedicada a Luca Prodan. Armando Bo y Luis Ortega serán los productores ejecutivos del film y Martín Fisner el codirector. El guion estará a cargo de Rodolfo Palacios, Sergio Olguín, Lanzani y Fisner. “El film recorrerá los primeros años de Prodan, una figura extraordinaria de la escena del rock argentino de los 80, educado como el rey británico Carlos III en el internado Gordonstoun de Escocia, un ejecutivo musical de Virgin en Londres y fundador en la Argentina de Sumo, cuya combinación de rock al estilo Joy Division, funk post-punk y el reggae-ska conquistó a la juventud de Buenos Aires”, destacó la publicación. En Londres, Prodan sufrió profundamente el suicidio de su hermana Claudia [en julio de 1979, junto a su novio inhaló monóxido de carbono en un auto. Antes se habían inyectado heroína]. Tras este episodio, Luca, que era un adicto a la sustancia, cayó en coma tras una sobredosis. Dicen que él había iniciado a Claudia en el consumo. Decidido a desintoxicarse, el cantante, que nació en Roma en 1953, llegó a la Argentina en 1981. El líder de Sumo tenía 34 años cuando lo encontraron muerto, el 22 de diciembre de 1987 en una pensión de San Telmo.
“Queremos hacer el cine que nos llega, el que nos genera algo, el que te hace pensar, sentir. Luca es un héroe y por eso queremos contar una historia de la mejor manera posible”–¡Qué ruido generó la noticia del film! Las redes se colmaron de fotos comparativas, voces a favor, en contra… –Estuvo bien el ruido. Para nosotros que se diera a conocer la noticia fue una especie de compromiso asumido. Imagínate que lo primero que queremos es a salir a filmar. Ya rodamos algo, pusimos plata y salimos a experimentar. Somos un equipo de 10 personas, toda gente de cine que fuimos a ver qué nos pasaba, por dónde ir. Estamos tratando de encontrar el corazón a la historia. Porque una historia sin corazón qué sentido tiene, ¿no? –Por lo que comentás va a estar lejos de ser una biopic tradicional. –No pensamos contar la historia lineal, de cómo se formó Sumo. Se trata de encontrar ese corazón que tiene que tener cada película. Luca llegó a mí. Y en este proyecto no me considero el director, ni el escritor. Todos hacemos un poco de todo. Estamos desarrollando una película que sabemos que parece imposible porque, principalmente, queremos hacer el cine que nos llega, que nos genera algo, el que te hace pensar, sentir. Luca es un héroe y por eso queremos contar una historia de la mejor manera posible. Ser meticulosos, cuidadosos, y no solo hacerlo porque es un ídolo, no queremos cargar con esa mochila. –El desafío de cómo encarnar la historia es atractiva pero también sabés que ciertos personajes generan expectativa y para muchos son “intocables”. –Hay que estar a la altura. Vamos a meternos también con un tema muy difícil, digo, hablar de salud mental y centrarnos en una persona que acá influye muchísimo. A la vez, Luca en el mundo no es un tipo sumamente conocido, entonces hay que encontrar la manera de contar su historia, pero sin caer en ese tipo de biopic, llena de datos. Eso ya está escrito y lo podés leer en cualquier lado. –¿Tuviste contacto con Andrea, el hermano de Luca? –Sí, es una persona muy abierta. Queremos romper un poco con el mito de Luca, sacarlo de ese lugar. Pensá que llegó al país en plena dictadura argentina y en la Guerra de Malvinas cantaba en inglés. Tenía una cabeza tan creativa. –¿Vas a cantar en la película? –No lo sé. Podría, son decisiones a tomar, hoy no es lo que más nos preocupa. Las canciones de Luca son tremendas, tienen conceptos tan complejos traídos a tierra de una manera tan simple, tan genuina. Eso, Luca era genuino. Es un tipo que mamó los 70 en Inglaterra, el punk, cosas que acá no llegaban, hoy la música está industrializada, escuchas lo mismo que en otro lado, pero en los 70, tenías qué hacer que esos discos llegarán acá, que te los dieran a escuchar. Luca llegó con todo eso, a romper con su música, con sus dichos. –Como cuando se metió con los tangueros… –(Risas) Luca les pegaba a los tangueros, decía que eran todos trolos porque cantaban que sus minitas los dejaban y ellos las querían recuperar. Trata mal a la mujer, después llora, toma y canta un tango. Para eso tratala bien, hermano, así no te dejan. Para qué llorar y pedirle perdón. No la fajes, tratala bien y hace un tema de amor–parafrasea Lanzani–. Me gustan las películas que te dicen fíjate, métete por acá, escucha su música, leé más. Siempre se dice que el espectador, el lector, el público es el que completa la historia y es así. ¿De qué sirve que te diga todo? Para eso googleá. Imaginá que estamos trabajando con la creatividad de Luis [Ortega], que a mí me encantan sus búsquedas, su mirada. Tiene una cabeza muy loca para ver el cine, no te digo que vamos a hacer una película al estilo de Luis, pero me gusta ese vuelo. Es nuestro mentor. Colo [Fisner], mi amigo, con quien vivo y con el que voy a codirigir, laburó toda su vida con él. Tenemos nuestros gustos, estilos, pero contar con un mentor que te puede dar una devolución de lo que estás haciendo, que te encamine y lo haga un tipo en el que creés... Yo soy un agradecido. Está Armando [guionista de Birdman, ganadora del Oscar], tenemos esas miradas, esas devoluciones. Ojalá cuando terminen de verla la gente diga qué onda esto, busque, vaya más allá y se meta a escuchar a Luca. –¿Querés trabajar con esa idea, la de que el público complete? –Como pasó con Argentina, 1985. En la película, Santiago [Mitre] contó el juicio desde otro lugar. Está la mirada de los jóvenes, de los que conformaron la fiscalía, los que se cargaron el laburo. Les habla mucho a estas nuevas generaciones y está bueno que así sea. Los llevó a preguntar. La película está ahí, para que después debatas, busques info, veas documentales, videos. Despertó mucho el interés de la gente joven en nuestro país, que iban con los padres o con amigos y después se sentaban a hablar de este tema. Y está bueno que se genere este interés, de saber lo que sucedió, que empiece a instalarse en los colegios, que no sea un tema del que no se habla, al contrario, que sea un tema del que se hable porque tiene que ver con nuestra historia, me parece positivo, necesario. –A 40 años de la vuelta de la democracia y en plena campaña electoral se vuelve a instalar el tema de lo ocurrido en la dictadura militar. –La democracia se construye todos los días, es como una relación. Yo me enamoro de vos, nos enamoramos, pero no es para toda la vida, hay que construirlo, hay que elegirse todos los días y ese es un laburo que hay que asumir. Vos, yo. La democracia es cosa de todos los días y por eso es importante entender bien nuestra historia. Por lo general, se habla de la dictadura, del juicio, en los últimos años del colegio. La película me parece un gran puntapié para charlar, porque el juicio fue el gran puntapié para nuestra democracia. Tenemos que saber de qué estamos construidos para poder hacer un mejor país. No sé cuántos juicios existen en el mundo como éste, con estos tópicos, el de Nuremberg [tras el final de la Segunda Guerra Mundial, un tribunal militar internacional sometió a juicio a los nazis de alto rango por crímenes contra la paz, crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad]. Cuando presentamos la película en España tuvo un efecto fuertísimo. Ellos vivieron largos años de franquismo y nunca pudieron hacer lo que nosotros hicimos. No digo que porque tengas un juicio vas a solucionar todos los problemas de un país, pero sí es un inicio para fortalecer la democracia, para hablar, para ver…Estamos en un momento en el que también hay muchos opinólogos. –¿Te molesta que te pregunten sobre ciertos temas? –Yo no tengo la sabiduría para hablar de todo y a veces prefiero no exponerme porque siento que si hablo pondría más palos en la rueda… Soy actor, no un político, ni sociólogo, ni filósofo. Digo lo que tengo que decir con mi trabajo, con lo hago… Busco que te emociones, que me detestes porque soy el malo y me putees si me cruzas por la calle. Aportar desde ahí, hacer cosas que te lleve a moverte, a buscar, a sentir. Mi trabajo no es cambiarle el pensamiento a nadie, eso es de uno. Con esto no digo que no me gusta debatir, claro que sí, me gusta y lo hago con mis amigos. Pero eso de salir a decir esto está bien, esto está mal, esta es la manera de hacerlo o no... Mi mamá sabe de economía, yo no. Justamente, Argentina, 1985 tiene algo muy interesante que va más allá de tu forma de pensar políticamente porque habla de humanidad y eso es lo que me emocionó, porque el verdadero mensaje es: hay que seguir luchando por nuestra democracia. –La película también incomodó. Hubo voces que mostraron su malestar. –Podés estar de acuerdo o no con la película y está bien, preguntá, debatí, cuestioná, investigá, buscá, eso para mí es el cine. Siento que el cine en los últimos años se volcó hacia un lado, el de querer cuidar, y se volvió muy condescendiente para no ofender. Y el cine es un poco para ofender, no te estoy ofendiendo para imponerte algo sino para que te genere algo. Yo prefiero lo políticamente incorrecto, porque de esa manera, cuando me contás algo políticamente incorrecto yo ratifico mi pensamiento políticamente correcto y ante eso salgo a debatir, que es lo más importante que tenemos. Yo no me puedo hacer más el boludo con un montón de cosas que me muestres, al contrario, me lleva a pensar. No se trata de tener razón. En el cine, en el arte, se empiezan a notar las ausencias, te muestro solo esto, te lo doy digerido, no te molesto. Me da lástima que se pierda esa otra manera de contar. Hoy, La Haine (El odio, de Mathieu Kassovitz), con [Vincent] Cassel estaría mal vista. Si está mal lo que hacen estos chabones, entiendo que está mal, entiendo el contexto social y que genera debate. Pero no por eso vas a quitar la oportunidad de ver una película como esta. No hay nada mejor que salir del cine e irte a tomar una birra con un amigo y discutir lo que te gustó, lo que no. Te tiene que pasar algo. –El año pasado, Variety te incluyó en la lista de posibles candidatos a las nominaciones a los premios Oscar. Una excelente puerta de entrada a Hollywood. –No sé si iría a probar suerte a esta altura de mi vida, a vivir solo allá, a entrar en una sociedad que no conozco, a castear mil veces para que te llamen, no sé si estoy para eso. En verdad, no sé si quiero. –¿Y si te llegan propuestas? –Me llegaron, pero no me gustaron, en realidad no empaticé con los personajes, con las historias. Dije no y quizá era un montón de guita, pero siento que mi búsqueda no va por ahí. Hoy no es así, mañana no sé, quizá llegue una historia que me despierte algo, un personaje que me mueva, pero ir solo por hacer algo afuera... –Lo que decís me trae a la memoria la entrevista de Alejandro Fantino con Ricardo Darín en la que decía que no necesitaba de Hollywood, “que estaba bien, que se conformaba con dos duchas calientes al día”. –[risas] Soy un afortunado ante todo de tener trabajo, de poder vivir bien, de tener amigos, de tener familia. Eso para mí es la punta de mi tótem. En mí accionar necesito de mis amigos, de mi familia y cuando voy a laburar me gusta hacerlo en equipo. Es triste ensimismarse en uno... Laburo en lo que quiero, lo hago con esfuerzo, con búsquedas, mi trabajo es la actuación. Necesito estar constantemente en movimiento, no dormirme en los laureles porque nunca llegás a ningún lado, menos cuando creés que te la sabés todas. Este oficio, porque la actuación es un oficio, es como el juego de la oca, avanzás, perdés un turno, dos, retrocedés, avanzás y podés volver a la casilla de salida. Es como la vida misma: cuando te da un revés, buscas la manera de salir, de transformarte. –¿Siempre intentaste salir de tu zona de confort? –Mis viejos se rompieron el lomo toda su vida. Esa es la mejor enseñanza que tuve. Puede gustarte o no lo que yo hago, y está bien. Pongo el eje en el esfuerzo, en lo que me mueve, en lo que me convoca. Busco que nazca desde el lugar más puro. Quizá no te gusto, esto eso es lo que soy, así me nació. Busco la incomodidad, un lugar que me obligue a ir espacios donde no sienta el confort, que me lleve a construir, ir más allá para poder expresarme. Estoy atento a lo que hacen los que saben. Me encanta patear, mirar, escuchar. Estar acá con vos, mirar lo que sucede alrededor, mirar el río, lo que le pasa a otros con este lugar. La curiosidad, el mirar, es importantísimo en este medio.
“Siento que el cine en los últimos años se volcó hacia un lado, el de querer cuidar, y se volvió muy condescendiente para no ofender”–En una charla que compartimos, allá por 2017, decías: “Quiero hacer de todo y curtirme”. –Sigue siendo así, me contagia mucho lo que veo, lo que aprendí y aprendo con los mejores Pablo Trapero [El clan], Luis Ortega [El ángel], Bruno Stagnaro [Un gallo para Esculapio], Marcelo Piñeyro [El reino]. Pregunto, miro. Son tiempos, son procesos. La película que estamos haciendo es eso, preguntas, búsquedas. ¿Por dónde ir? ¿Qué contar? Un día escribís una frase y esa frase te dispara a otra. Escuchas una canción, una frase de Luca. –Hubo un tiempo en el que considerabas al teatro como un lugar de experimentación. –Es un espacio de entrenamiento purísimo y voy a seguir haciendo teatro toda mi vida. Me tomé un año sabático para poder dedicarle, de verdad, el tiempo que necesita esta película. También para descansar un poco. Quizá esté equivocado y tendría que estar haciendo algo. Cada tanto me llegan proyectos, no es algo que descarto, al contrario, me fascina. Para mí fue re importante hacer Equus [la polémica obra de Peter Shaffer], estuve detrás de ella, compré los derechos [se presentó con dirección de Carlos Sorín], me metí en 14 personajes con El emperador Gynt [pieza de Henrik Ibsen], casi dos horas arriba del escenario. Fue de una gran exigencia física, mental… al final te sacudía. –Recuerdo la frase del personaje, ya viejo, que dice: “Es caro pagar con la vida el propio nacimiento”. –[piensa] Al final de la obra te das cuenta de que la vida pasa por otro lado, es imposible que tu vida sea perfecta y está bien que así sea, porque te van a cagar a palos muchas veces, así es la vida. –Al comienzo de la nota hablábamos de salud mental y eso me lleva a Las cosas maravillosas, el unipersonal que interpretaste en 2022, después de la pandemia, y que sigue en cartel con otros actores. –Una historia muy profunda sobre la salud mental y, como decís, después de una pandemia que nos arrasó. Qué importante poder expresar, decir no estoy bien, estoy mal, estoy feliz, estoy triste, llorar, reír. Hay tantas cosas maravillosas que se nos escapan como estar con amigos, admitir que no todo está bien, porque no lo está. Sentir que podés pedir ayuda, sentirte acompañado. Muchas veces uno se aleja porque no quiere joder al otro, pero tenés que hacerlo. Si estoy mal, llamo a un amigo, lloramos juntos, y al final nos damos un abrazo, y terminamos un poquito mejor. Hoy se habla un poco más de todo esto, los pibes creo que la tienen un poco más clara… –Puede ser, pero hoy el ciberbullying, la presión de las redes es compleja de manejar. –Genera mucha ansiedad, es cierto, siento que estamos en una era muy narcisista de la humanidad. Y me asusta un poco porque te vas contagiando y es un problema. Si cada uno está en la suya como podés ayudar al otro. Pasaron los años, nos dimos palos y se vuelve a los extremos. Nos tenemos que acompañar un poco más. Da una pitada rápida al cigarrillo, mira el mismo río que pisó descalzo hace instantes para las fotos. “Sigo una página en Instagram, creo que se llama fotos antiguas [@fotos.antiguas.ba] que hace comparaciones de Buenos Aires de ayer y de hoy. Y el río era playa, la costanera a la que venían a bañarse. Lástima que hoy este así, descuidado… Me gustan ese tipo de cuentas –dice entusiasmado y arremete–. En estos días, Dua Lipa recomendó el libro de Patti Smith, Éramos unos niños, el que cuenta la relación con Robert Mapplethorpe”. –¿Qué estás leyendo? –Estoy por arrancar uno de Borges. Soy de leer lo que me recomiendan, los que me regalan. Yo soy de regalar libros también, eso es algo que heredé de Rodolfo Palacios [autor, con Luis Ortega trabajó en el guion de El ángel]. Cada vez que lo veo me da dos, tres. Él cree que los libros son para eso, para compartir, para que pasen de mano en mano. Si venís a mi casa y te gusta algo de mi biblioteca te lo doy, es una filosofía que adopté desde hace un tiempito y me gusta. Sería muy egoísta de mi parte no compartir esta filosofía de vida.
http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA
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