domingo, 10 de marzo de 2024

CARGA MENTAL, LENGUAJE Y MEDIDA




El estrés que, en el hogar, incrementa la desigualdad
El concepto define la cantidad de tareas domésticas y de cuidado que debe asumir la mujer; los expertos explican que esta disparidad se debe a que todavía no se reformularon los roles de género
Texto Evangelina Himitian

Marzo apenas lleva poco más de una semana y Sandra R. ya siente que la cabeza le va a estallar. La lista de pendientes para el día siguiente es interminable: transferir a una madre del colegio la plata para los libros, retirar el uniforme nuevo, llevar al más chico a fútbol y contestar los mensajes del jefe, que está de vacaciones. Sandra, de 45 años, trabaja en una empresa de finanzas y es la madre de Sofía, de 18, y de Mateo, de 9. Antes de irse a la cama, cada noche, hace una nueva lista. Si Rafael, su marido, se quedó dormido, le manda algunos mensajes de Whatsapp con lo que necesita que haga al día siguiente, como por ejemplo llevar y buscar a Mateo en fútbol, pasar por el supermercado y retirar el uniforme. “Sí, sí, mandame que yo mañana me ocupo”, balbucea él, bajo las sábanas.
Hace unas noches, mientras chequeaba el celular, Sandra se encontró con un video que la hizo sentir como si le estuvieran sacando una radiografía a ese agotamiento mental que no sabía cómo describir. Un psicólogo español hablaba de un concepto que jamás había escuchado. Decía que ese repiqueteo de pendientes del día a día que tienen en la cabeza las mujeres en realidad se llama carga mental. Y que no es otra cosa que estrés con sesgo de género.
Esa carga mental supone, explicaba el experto, estar pendiente de todas las tareas de la familia, planificarlas, coordinarlas y tomar decisiones. Para entender ese agotamiento ya no alcanza con contabilizar la cantidad de horas que trabajan hombres y mujeres dentro y fuera de la casa o con decir que si ellas suman todas las actividades su día tendría unas 30 horas. Además, sobre ellas pesa la tarea de organizar y poner en marcha toda la logística familiar y que, incluso cuando delegan actividades, no se les permite renunciar a su rol clave para que todo funcione. por eso la sensación de agotamiento es tan profunda.
La Universidad Siglo 21, a través del Observatorio de Tendencias Sociales y Empresariales, realizó el año pasado un relevamiento sobre la brecha de género y analizó cómo mujeres y varones articulan su vida profesional y personal y cómo evoluciona en función de ello el agotamiento emocional. El informe mostró una tendencia en aumento en la prevalencia de los síntomas: el 28,6% de las mujeres demostraron mayor dificultad para relajarse después de un día de trabajo (vs. el 26,5% de los varones); además, el 27,7% no pueden dedicarse a otras cosas luego de la jornada laboral (en ellos, 20%), mientras que el 33% asumen estar agotadas (26,6% en hombres).
Casi el 23% de las mujeres manifestaron sentirse nerviosas, angustiadas o muy tensas todos los días o, al menos, la mitad de ellos, y un 10,1% de ellas se sentían deprimidas, decaídas o sin esperanzas casi todos los días.
“Ayudar en casa no es suficiente, esa frase quedó obsoleta. Hay que hacerse corresponsable y compartir la carga mental”, dijo Alberto Soler, el psicólogo y terapeuta familiar español que protagonizó un video que lanzó el diario El País hace cinco años y viralizó el concepto de carga mental.
“Se da mucho en la consulta, el marido voluntarioso. Honestamente, dice: ‘Me decís qué hacer y yo lo hago’. Y él, el pobre, ni se entera de lo que está pasando. Lo que él no está entendiendo es el concepto, la carga mental. A las parejas les preguntás: ‘¿Quién lleva en la cabeza el calendario de las visitas al médico?’ Y lo lleva ella. ¿Quién sabe cuántas veces este año se reunieron con el tutor de su hijo? Y lo lleva en la cabeza ella. ¿O quién sabe el tema de las vacunas? Eso es lo que llevan ustedes, las mujeres, de manera casi exclusiva. Eso es lo que se llama carga mental. Y pesa. Suma asuntos personales, asuntos de trabajo, y toda esa coordinación y gestión doméstica”, señaló Soler. Y completó: “¿Cómo se puede aliviar? Sencillo. No preguntés qué hago. ¿Hay ropa sucia acumulada? pon éellav arropas .¿ terminó de lavar? Colgá la ropa .¿ Se secó?bajala, dobla la y guardala .¿ tenés hambre? Prepará la cena. Eso en realidad es compartir la carga”.
Homogeneizar el descanso
Algunas de las parejas, contó entonces Soler, intentan solucionarlo armando listas de tareas compartidas que pegan en la heladera. “Pero no sirve”, afirmó. Porque dura cuatro días y no logra abarcar todas esas actividades que no se escriben y siguen recayendo en la mujer. Lo único que sirve es homogeneizar el descanso: en casa, si uno está lavando los platos y el otro sentado con el celular o viendo la televisión, algo no está bien repartido. “Porque siempre hay cosas para hacer. Entonces, decidimos los dos cuándo nos sentamos a descansar y lo hacemos juntos. Si no lo compartimos, al final no hay justicia, no hay igualdad, no hay corres pon mientras sabilidad en casa”, reflexionó.
Las mujeres argentinas se perciben más estresadas que los hombres y evalúan peor distintos aspectos de su salud, por ejemplo, el sueño, según un estudio internacional que hizo la consultora Voices! en 39 países para el 8-M. El 40% de ellas dicen sufrir estrés y el 42%, problemas de sueño, que en los hombres fueron el 24% y el 30%, respectivamente.
En la Argentina, según este informe, mejoró el uso de tareas compartidas, pero todavía persiste el sesgo de género. Por ejemplo, el 78% de los hombres dijo que hace las compras, contra el 85% de las mujeres. En cambio, el 75% de ellas limpia baños, contra el 38% de ellos.
“Claramente la carga mental es parte de esta carga que llevamos las mujeres entre las tareas de cuidado y domésticas. No solo hay más mujeres que lo hacen, sino que además nos lleva más tiempo. Y se ve en la cantidad de horas dedicadas a tareas de cuidado por hombres y mujeres”, explica Gala Díaz Langou, directora ejecutiva del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec).
“En la carga mental incide mucho la asignación de roles que atribuye nuestra cultura. Son cuestiones soft, pero no es solo que me ocupo de que en la heladera tenga para comer los próximos tres días. Tiene que ver con los roles aprehendidos, de cuidado, invisibilizados, asignados a las mujeres. Y la batalla cultural por la asignación de roles todavía debe llegar a esos rincones, porque es una visión que está muy imbricada en la sociedad y que se ve en las políticas públicas, por ejemplo, con la licencia por maternidad, que se le da a la madre porque se le dice: ‘Ahora tu trabajo es cuidar de esta criatura”, y al hombre, de solo unos pocos días, porque cuando tiene un hijo se le dice: ‘Tu trabajo es cuidar el trabajo’. Mientras la llegada de un hijo en la mujer impacta negativamente en su carrera laboral, y por eso sufre la sobrecarga mental o deja el trabajo, a los hombres los catapulta”, señala Díaz Langou.
Roles
“El ingreso al mercado laboral de las mujeres fue por necesidad de cubrir puestos de trabajo, pero no hubo una reformulación de los roles de género. Además, la mujer sigue siendo la responsable de las tareas domésticas y de cuidado. Esto genera mucha culpa, ese rumiar mental de tener que estar en varios lugares al mismo tiempo, encargándose de varios escenarios. Y con el estigma de ser vista como menos profesional si responde en horario laboral los Whatsapp de cuestiones de su casa. El peso mental es enorme y se ve reflejado en el relevamiento”, afirma Laura Gaidulewicz, directora del Instituto de Género e Inclusión de la Universidad Siglo 21.
“En las encuestas del uso del tiempo, la diferencia de las cuatro horas y 20 minutos en las mujeres y las dos horas y media para los hombres de trabajo en el hogar tiene que ver con cuestiones concretas de cuidado. Ya ahí vemos que tiene una desigualdad enorme. Esto se proyecta sobre la carga mental, que es la obligatoriedad de tener que planificar, delegar o ejecutar esas tareas de cuidado. También en el tiempo de ocio se ve la diferencia muy marcada entre hombres y mujeres”, argumenta Carolina Villanueva, directora de la fundación de estudios de género Grow.
“Incluso en mujeres que lograron abrirse paso, se escucha la frase: ‘Yo hice carrera porque mi madre me cuida los chicos y mi marido me lava los platos’. La mujer sumó funciones, pero no hubo una reorganización real de los roles”, indica Gaidulewicz. “A pesar del impacto que tiene esa tarea invisible en la economía”, agrega.
Para tener una idea, hace un año y medio, ONU Mujeres presentó un informe sobre el impacto de las tareas de cuidado y señaló que si se lo considerara formalmente como una actividad económica, en la Argentina representaría el 15,9% del PBI y así pasaría a ser la principal actividad económica.

Alberto Soler PSICÓLOGO

“Ayudar en casa no es suficiente. Hay que hacerse corresponsable y compartir la carga mental”

Gala Díaz LANGOU DIRECTORA EJECUTIVA DEL CIPPEC

“en la carga mental incide mucho la asignación de roles que atribuye nuestra cultura”

Laura Gaidulewicz DIR. DE GÉNERO DE LA UNIV. SIGLO 21

“la mujer sumó funciones, pero no hubo una reorganización real de los roles”

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El Gobierno impone un “manual de estilo” que se diferencia de la RAE
“Para romper las reglas, primero hay que conocerlas”, reza el documento oficial que se distribuyó en organismos públicos para determinar normas de redacción; el uso de la tilde y las mayúsculas
Daniel Gigena ...A. SábatLas nuevas reglas “discuten” con la Real Academia
Días atrás, la Subsecretaría de Vocería y Comunicación de Gobierno, a cargo de Manuel Adorni, distribuyó en organismos públicos una guía de redacción y estilo. Además de dar de baja el lenguaje inclusivo en cualquiera de sus formas (“quedan excluidas la ‘e’ como género neutro así como la ‘x’ y el ‘@’. No obstante, debe hacerse el esfuerzo por incluir a ambos géneros sin afectar la calidad estética del anuncio”, establece), se hacen recomendaciones destinadas a “marcar lineamientos básicos para que los criterios de escritura sean claros, orgánicos y tengan coherencia editorial”. Algunas de las indicaciones contradicen las pautas de la Real Academia Española (RAE) y de la Asociación de Academias de la Lengua Española (Asale). También hay algunos errores.
El documento está encabezado por una cita entrecomillada: “Para romper las reglas, primero hay que conocerlas”, que evoca una frase atribuida al artista español Pablo Picasso: “Aprende las reglas como un profesional, para entonces poder romperlas como artista”. La comunicación oficial, en el gobierno actual, se ejecuta sobre todo en redes sociales, a través de la cuenta de X “Oficina del Presidente”, donde abundan las palabras escritas con mayúscula inicial. En ese sentido, la guía recomienda que las “entidades se escribirán en todos los casos con mayúsculas, más allá de la costumbre”. Al Presidente se lo debe nombrar como “Presidente Javier Milei”. “La misma lógica utilizaremos para los ministros y ministerios: Ministra de Seguridad Patricia Bullrich / Ministerio de Seguridad”.
En el Diccionario Panhispánico de dudas, la RAE señala: “Aunque tradicionalmente se ha empleado la mayúscula para marcar el respeto o relevancia otorgados social o individualmente a determinadas personas o cosas (papa, rey, misa, patria, bandera…) o para destacar conceptos considerados relevantes en determinados ámbitos o contextos (humanidad, naturaleza, universo…), se recomienda restringir al máximo estos usos, siendo lo más indicado evitarlos, ya que responden a criterios extralingüísticos, y su aplicación es subjetiva y de difícil regularización”.
La subsecretaría establece que no deben utilizarse los términos “vicepresidenta” ni “concejala”. “En todos los casos nos referiremos a Victoria Villarruel como Vicepresidente”. Dice la RAE: “Aunque ‘presidente’ puede usarse como común en cuanto al género (‘el/la presidente’), es preferible hoy usar ‘presidenta’, documentado desde el siglo XV y registrado en el diccionario académico desde 1803”.
También hay recomendaciones para nombrar “cualquier tipo de discapacidad”. “Evitar el lenguaje inapropiado como: enfermo, anormal, deficiente, minusválido, limitado, persona con capacidad diferente, persona con necesidad especial, enfermo mental, perturbado, loco, trastornado, subnormal, afectado”.
Aparecen algunas contradicciones en la terminología. “En las redes del Presidente de la Nación, hora y minutos deben ir separados por dos puntos + el signo h”, se lee. Se llama “signos” a los que son símbolos (h, km, cm), y, en la página 18, se llama correctamente símbolo a la h (de hora y horas). También se pide evitar el uso de los signos de exclamación y de interrogación, y el del gerundio, y evitar en lo posible el uso del punto y coma (mal que le pese a Beatriz Sarlo, que lamentó su escaso uso entre periodistas y estudiantes). En la página 14, la abreviatura de Sociedad Anónima aparece sin espacio, que debe ir porque indica que se abrevian dos palabras: S. A.
No faltan las indicaciones sobre el uso de los símbolos de monedas. “El símbolo ‘$’ precede al número sin dejar espacio. El de dólares sí lleva espacio”. En la Argentina, sin embargo, se deja un espacio entre símbolo y cifra: “$ 10.000”.
“En los últimos años, la Real Academia Española ha ido eliminando progresivamente la utilización de acentos o tildes diacríticas por considerarlas innecesarias en casos de términos que no admiten confusiones –se explica en la guía–. En nuestro caso, seguiremos utilizándolas dado que gran parte de la ciudadanía está acostumbrada a ello”. Sin embargo, en los primeros ejemplos que se indican la tilde no es opcional, sino obligatoria: “Té (sustantivo) / Te (pronombre) El (artículo) / Él (pronombre) Sé (del verbo saber) / Se (pronombre) Mi (posesivo) / Mí (pronombre) Si (conjunción) / Sí (afirmación)”. El adverbio ‘sólo’ debe llevar tilde en los escritos oficiales solamente en casos de ambigüedad.
Varios lineamientos deberían grabarse en piedra: “Nunca utilizar coma entre sujeto y predicado”, “Se escribe acordarse de que. Si suena feo, podemos reemplazar por recordar que. De la misma forma, uno se da cuenta de algo” y “‘Sino’ es una conjunción que se utiliza para contraponer dos términos. En cambio, ‘Si no’, se utiliza para iniciar una oración condicional”. Por último, se recomienda evitar un reiterado de error de concordancia. “El pronombre átono le/les debe concordar al número con su referente”, se recuerda. Son correctas las oraciones “No les des más chances a los mosquitos” e incorrecta, “No le des más manuales a los alumnos”, que aparecen como ejemplos.

Drástica reducción del Programa Sur, que impulsa traducciones de libros argentinos
El plan de subsidios, que depende de la Cancillería, pasaría de US$319.721 a US$30.000, un monto que alcanzaría solo para diez títulos
Daniel Gigena
El ajuste avanza sobre el Programa Sur de traducciones, una de las políticas culturales que sobrevivieron a la grieta, desde su creación en 2009. Fuentes de la Cancillería informaron a la nacion que el presupuesto previsto para este año representaría apenas el 10% del año anterior. Para apoyar las traducciones de libros de autores argentinos a otros idiomas con un monto no mayor de 3200 dólares, el programa dispondría entonces de 30.000 dólares (pesificados), lo que alcanzaría para subsidiar diez libros, que podrían ser de poesía o de humanidades. En 2023, el programa tuvo un presupuesto de 319.721 dólares y se subvencionaron 123 traducciones. Los libros se irán publicando hasta noviembre y los apoyos se pagarán cuando se publiquen (contra entrega de cinco ejemplares).
En la lista de 2023 de autores argentinos cuyos libros se publican en inglés, portugués, francés, sueco, danés, italiano, serbio y ucraniano, entre otros idiomas, figuran Alfonsina Storni, Olga Orozco, Alejandra Pizarnik, Antonio Di Benedetto, Ernesto Sabato, Juan José Saer, Sergio Chejfec, Tamara Kamenszain, Hebe Uhart, Camila Sosa Villada y César Aira, entre otros. Desde su creación, se han subsidiado casi 1800 traducciones a más de cincuenta idiomas. Las subvenciones se otorgan a editores extranjeros que asumen el compromiso de publicar las obras antes del 30 de noviembre del año siguiente a la convocatoria.
En un mercado internacional de alta concentración, los catálogos literarios nacionales pierden competitividad sin traducciones. La Argentina tiene gran potencial en derechos de autor y de obras; basta como ejemplo lo que pasó con la novela de Ariana Harwicz, Matate, amor, que el director estadounidense Martin Scorsese leyó traducida al inglés para luego comprar los derechos.
Las cámaras del sector ya han sido informadas por la directora de Asuntos Culturales de la Cancillería, María Alejandra Pecoraro, que dijo que el Programa Sur sería el “segundo presupuesto del área más alto” después del envío argentino a la Bienal de Venecia. La funcionaria dijo que brindaría más información cuando saliera la “asignación presupuestaria”, que espera en las oficinas de Luis Caputo, ministro de Economía.
También está demorada la fecha de apertura de la convocatoria, que suele hacerse a mediados de febrero y duraba hasta finales de septiembre, en la “temporada alta” de ferias internacionales.
El Programa Sur tiene dos objetivos claros: internacionalizar la literatura nacional y promover la exportación. Hay programas similares en otros países. Libros de autoras argentinas como Mariana Enriquez, Ariana Harwicz y Claudia Piñeiro, traducidos al inglés (la “lengua multiplicadora” del mercado del libro) con apoyo del Programa Sur, compitieron en el Premio Booker Internacional en años recientes; y autores como Jorge Luis Borges, Julio Cortázar y Roberto Arlt se tradujeron a decenas de idiomas, incluido el chino. Hasta 2023, un comité integrado por especialistas universitarios en literatura argentina, el director de la Biblioteca Nacional, un representante de la Fundación El Libro y la directora de Asuntos Culturales, seleccionaba las obras.
“El programa es un caso único de constancia entre las políticas culturales de la Argentina y de Latinoamérica –dijo Gabriela Adamo, gestora cultural e investigadora de la Universidad de San Andrés–. Le agregaría la dimensión económica: lo que este programa hace es apoyar la venta de un producto argentino, los derechos de traducciones de autores argentinos. Cuantos más derechos logremos vender, mayores serán los ingresos en ese rubro para el sector editorial y, por ende, para la economía local. El subsidio para la traducción de un libro a una lengua extranjera puede poner en marcha una cadena de traducciones a más lenguas, todas estas ya sin subsidio. Y genera otros beneficios, como el desarrollo en industrias como el cine y las series”.
“De acuerdo con lo que nos informaron, el programa solo dispondrá de 30.000 dólares –confirmó el presidente de la Cámara Argentina del Libro, Juan Manuel Pampín, a la nacion–. Estamos preocupados porque es una herramienta fundamental para la difusión del libro argentino y es una política de Estado que se sostiene desde hace años”.
La Unión de Escritoras y Escritores de la Argentina (UEE), que preside Marcelo Guerrieri, emitió el comunicado “El Programa Sur de apoyo a las traducciones, en riesgo de desaparecer”. Destaca que se trata de “un programa líder en el continente americano”; en Colombia se lo tomó como modelo en 2019 y en la Feria de Fráncfort se lo usó como ejemplo para los países que no tienen planes similares.

http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA

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