lunes, 25 de marzo de 2024

ECONOMÍA Y CAFÉ


Un nuevo proyecto de Ganancias que no resuelve la cuestión de fondo
Santiago Saenz Valiente*
El paquete fiscal con propuestas del Gobierno viene con un ofrecimiento a las provincias: reeditar el impuesto a las ganancias para los trabajadores en relación de dependencia.
El nuevo proyecto contiene una disminución del llamado mínimo no imponible, que en los hechos está integrado también por una deducción llamada “especial”, que se incrementa para aquellos que son dependientes.
Nuevamente, está sobre el tapete la discusión de los criterios y valores aplicables a los trabajadores de la Argentina para liquidar el impuesto a las ganancias.
Un nuevo proyecto se asoma en el Congreso, pero, de aprobarse, no resuelve el fondo de la cuestión. Los autónomos inscriptos continúan siendo marginados, sean profesionales, titulares de un negocio, empresas agropecuarias o de otras industrias, que desarrollan su actividad a nombre propio.
Cuando obtengan una ganancia neta promedio mensual superior a $688.000 comienzan a tributar este gravamen. No hay motivo lógico para castigarlos de esta manera, pues son trabajadores igual que los dependientes.
Desde hace atrás, con un manejo político caprichoso y electoralista, se ha manipulado el mínimo no imponible, las deducciones y la tabla que determina el impuesto, y así endulzar al sindicalismo para evitar huelgas o revueltas.
En esta oportunidad se propone una actualización automática trimestral de los montos límites para empezar a tributar, deducciones y escalones que definen el monto a pagar, lo cual es ponderable. Sin embargo, existen varios aspectos que podrían mejorar.
Todos sabemos que la inflación es como el diablo al esconder realidades y mostrar apariencias.
Es correcto volver a la estructura que contempla las características de vida de la persona, su integración familiar, los gastos directamente vinculados de su casa habitación, alimentación, salud, vestimenta, educación, cultura y esparcimiento.
Al admitirse nuevamente las deducciones, se llega a la medición de la efectiva capacidad de contribuir, por ello cada contribuyente con igual sueldo no abonará el mismo impuesto.
En cambio, el impuesto distorsivo denominado “a los ingresos”, que permitió dejar fuera a quienes tenían un sueldo bruto de alrededor de $1.770.000 (15 sueldos mínimos, vitales y móviles) en octubre 2023, quedaría derogado.
Por su parte, el impuesto a las ganancias es legalmente un tributo de ejercicio, por eso hasta que se cierre el período fiscal podrán incluirse cambios que afectan a todo el plazo, sea por aumentos o reducciones de la carga fiscal.
En esta oportunidad, habrá que reliquidar los períodos de enero y febrero de 2024, pero el proyecto dispone la posibilidad de computar una deducción especial equivalente al incremento de la ganancia que se generó por esos meses.
El denominado mínimo no imponible –limite a partir del cual corresponde tributar– sería para un soltero de $1.053.000 mensual, que equivale a una retribución bruta de $1.250.000.
Deducciones
Se podrán deducir conceptos previstos en la ley, cumpliendo los requisitos exigidos y los montos tope. Entre ellos: cónyuge, hijos menores y mayores con capacidades diferentes, cuota médica prepaga, gastos médicos, alquiler de la casa habitación, servicio doméstico, donaciones, los intereses de los préstamos hipotecarios, cursos o seminarios de materias incluidas en planes de enseñanza oficial y gastos de guardería materno infantil.
La actualización prevista de valores se producirá en forma automática trimestralmente desde abril de 2024, utilizando el IPC por la variación entre enero y marzo.
Por el lado de los ingresos, todo concepto vinculado con su relación de dependencia quedará gravado, incluyendo gastos de representación, viáticos, vianda, movilidad, bonificación especial, protocolo, riesgo profesional, coeficiente técnico, dedicación especial o funcional, responsabilidad jerárquica, desarraigo, bono por productividad, horas extras y cualquier otra denominación asignada.
Cualquier beneficio otorgado por el empleador quedará alcanzado, aun cuando no sea remunerativo, como en los casos de los vales de combustibles, vivienda, viajes de recreo y gastos de educación del grupo familiar.
La eliminación de exenciones y deducciones que se disponen incrementará sustancialmente el impuesto a las ganancias a pagar desde 2024
Los haberes de los jubilados quedan exentos hasta un monto de ocho veces el haber mínimo, pero dicha deducción no será considerada si obtienen ingresos de otra naturaleza o bien queden obligados al pago de impuesto sobre los bienes personales.
Estas condiciones ya se aplican, pero resultan una mezquindad extrema que genera en ocasiones distorsiones relevantes.
La Corte Suprema de Justicia de la Nación (CSJN), en el fallo García, consideró su inconstitucionalidad, y hay más de 2000 expedientes con la esperanza de una resolución favorable.
La inexistencia de normas actuales para dar por cerrado el período 2023 con regímenes diferentes obligó al proyecto a disponer normas especiales de liquidación que resultan ultra complejas y con resultados impredecibles.
Reflexiones
Desde el año 1992, con la paridad 1 a 1 del dólar con el peso, los contribuyentes abonaban la tasa máxima del 35% cuando excedían su ganancia gravada por encima de US$120.000 anuales. En el proyecto su equivalente es de US$15.000. Se ha perdido una oportunidad para concretar ese cambio y transformar al tributo en verdaderamente progresivo.
Se exige de los ciudadanos una vez más un esfuerzo relevante, que aumentará la recaudación y por tanto resultará obligatorio la utilización eficiente y prudente en gastos productivos para los servicios esenciales de las provincias y la nación. Asimismo, habrá una reducción del consumo que impactará negativamente.
Al admitirse nuevamente las deducciones, se llega a la medición de la efectiva capacidad de contribuir, por ello cada contribuyente con igual sueldo no abonará el mismo impuesto
La actualización prevista de valores se producirá en forma automática trimestralmente desde abril de 2024, utilizando el ipc por la variación entre enero y marzo


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Café en peligro. La amenaza que pesa sobre una de las bebidas más populares
El cambio climático está afectando cada vez con más fuerza a las principales áreas de producción a nivel mundial; para 2050 entre el 43% y el 58% de las tierras cafetaleras ya no serán aptas para ese cultivo
Traducción de Jaime ArrambideEl problema es que el café es una planta quisquillosa, sobre todo su principal variedad, el cafeto arábigo
La cafeína es una de las drogas más populares del mundo y la forma de administrarla que casi todos prefieren es con una buena taza de café. El café se cultiva en más de 70 países y en el mundo se beben más de 2000 millones de tazas diarias. El producto contribuye al sustento de unos 125 millones de personas y de manera indirecta ayuda a muchas más, aportándoles el empujón que necesitan para arrancar cada mañana.
Pero el calentamiento global amenaza el suministro mundial de café. Las temperaturas aumentan y los patrones de precipitaciones están cambiando en América del Sur, África Central y el Sudeste Asiático, regiones donde crece la mayor cantidad de café que se produce en el mundo. Para fines de siglo, entre el 35% y el 75% de las tierras de cultivo de café de Brasil, el mayor productor del mundo, podrían ser inutilizables, según un reciente estudio publicado en la revista científica Science of the Total Environment por Cássia Gabriele Dias, ingeniera industrial de la Universidad Federal de Itajubá, Brasil.
Otro artículo publicado en 2015 concluyó que para el año 2050 entre el 43% y el 58% de las tierras cafetaleras del mundo ya no serán aptas para ese cultivo, dependiendo de cuánto aumenten los niveles de gases de efecto invernadero. Parte de esa pérdida se compensará a medida que otras zonas de tierra, actualmente demasiado frías para el café, se vayan calentando. Podrían surgir nuevas plantaciones en el sur de China, por ejemplo, o en la costa norte del Golfo de México, pero es poco probable que puedan compensar totalmente el déficit.
El problema es que el café es una planta quisquillosa, y muy especialmente los granos de su principal variedad, el cafeto arábigo, que representa el 70% de la producción mundial. El mayor rendimiento de la planta se da cuando las temperaturas oscilan entre 18°C y 23°C durante todo el año, pero muchos de los lugares donde se la cultiva ya se encuentran cerca del máximo de ese rango. La planta es susceptible a enfermedades como la roya del café (un hongo) y a la depredación de los escarabajos barrenadores, que ponen sus huevos dentro de las bayas en crecimiento. Y en un mundo cada vez más cálido, ambas pestes se propagarán más fácilmente.
Los productores que cultivan la variedad café robusta (Coffea canephora), el duro y amargo primo del cafeto arábigo, tienen un poco menos motivo de preocupación. La variedad robusta prefiere temperaturas más cálidas, pero a los verdaderos amantes del café no les gusta su sabor. El precio de los granos de robusta es inferior al de los de arábiga y se utilizan principalmente para la fabricación de café instantáneo. Por lo tanto, para los amantes del café, la solución no es pasarse a la variedad robusta sino salvar la variedad arábiga.
Hacia adelante y hacia arriba
Una opción para salvar el cafeto arábigo es simplemente empezar a cultivarlo a mayor altitud: en condiciones iguales, las temperaturas caen alrededor de 0,7°C por cada 100 metros por encima del nivel del mar. Tanzania, por ejemplo, tiene importantes zonas cultivables que están 150 o 200 metros por encima de los actuales cultivos de arábiga y donde la variedad podría crecer perfectamente si las temperaturas siguen subiendo. En Etiopía, de hecho, algunos productores ya han movido sus plantaciones hasta 600 metros más arriba.
Pero, a mayor altitud, hay laderas más empinadas y suelos menos profundos, lo que implica que los nutrientes son arrastrados por las lluvias más rápidamente, y suplir esos nutrientes con fertilizantes es muy caro.
Otra posibilidad sería modificar el manejo de las plantaciones existentes. La planta del café es relativamente baja de estatura y evolucionó para crecer a la sombra de la copa de los árboles. De hecho, así se la cultivaba originalmente. Pero en el siglo XX, ante el crecimiento exponencial de la demanda, los productores talaron los árboles más grandes para que en sus terrenos entraran más plantas cafetaleras. Hoy, muchos están reconsiderando volver a las antiguas prácticas.
El año pasado, Nicholas Girkin, científico ambiental de la Universidad de Nottingham, publicó un artículo que revisaba esas técnicas históricas de “agroforestería” o “agrosilvicultura”. En los climas cálidos, señalan Girkin y sus colegas, la sombra que brindan los árboles más altos ayuda a evitar que las plantas de café se quemen. Reinhold Muschler, ecólogo del Centro de Investigación de Agronomía Tropical, Costa Rica, ha encontrado evidencia que sugiere que la sombra retarda el proceso de maduración, mejorando el tamaño y el sabor de los granos de café.
Independientemente de cómo se modifique ese equilibrio entre costo y beneficio, los alcances de la agrosilvicultura tienen su límite. En muchas partes del mundo, los modelos climáticos proyectivos sugieren que las temperaturas acabarán siendo demasiado altas para que el sensible cafeto arábigo pueda soportarlas, por lo que, para seguir cultivando café, habría que cambiar el grano mismo de la planta.
Arábiga y robusta no son las únicas variedades de café: se conocen alrededor de 130, pero la mayoría han sido ignoradas o pasaron al olvido, ya sea por su sabor poco agradable, por su bajo rendimiento o porque sus granos son muy pequeños. Pero un hombre que no las ha olvidado es Aaron Davis, botánico de Kew Gardens, el Real Jardín Botánico de Gran Bretaña. Consciente del peligro que enfrentan los principales cultivos de café, Davis viene recopilando y estudiando todo lo que sabe sobre estas especies perdidas.
Los registros históricos muestran que muchas prosperan en ambientes más cálidos o más secos que allí donde crecen actualmente las variedades arábiga y robusta. Un informe de 1834 del botánico escocés George Don describe una especie de café conocida como Coffea stenophylla, también llamada “café de las tierras altas”, que encontró creciendo de manera silvestre en Sierra Leona.
En 2021, Davis publicó un artículo donde revela que, en comparación con la arábiga brasileña, la stenophylla es más frutada, tenía mejor acidez y un perfil de sabor más complejo, aunque un poco menos que la arábiga etíope. Pero para pasar de la floración a la fructificación, la excelsa necesita entre 11 y 12 meses, en comparación con solo nueve meses para la arábiga. Además, como sus bayas están muchos más adheridas a las ramas, la cosecha es más esforzada y se complica aún más porque la planta de la excelsa es mucho más alta que las de otras especies de café, lo que obliga a los cosechadores a usar escaleras.
En otras palabras, no se ha encontrado ninguna especie que pueda servir como sustituto directo de la arábiga, pero existe la esperanza de que una combinación de ingeniería genética y cruces a la antigua usanza permitan transferirle a la arábiga esos rasgos de las especies redescubiertas, o ayudar a trasladar las virtudes de la arábiga a una nueva especie. Davis está al frente de dos proyectos de investigación que apuntan a hacer exactamente eso, aunque no quiere dar detalles. Gracias al artículo del 23 de enero de la revista Nature, que contiene el genoma de arábiga más completo publicado hasta el momento, se podría avanzar por ese camino.
Pero pasará algún tiempo antes de que esos esfuerzos empiecen a rendir frutos. La ingeniera Dias, de la Universidad de Itajubá, dice que puede pasar una década o más desde la propuesta de cultivar una nueva variedad de café hasta que sea aprobada su comercialización para consumo. Dias sostiene que Brasil tiene que tomar medidas más inmediatas, trasladando algunas plantaciones a terrenos más elevados mientras que otras deberían adoptar la agrosilvicultura. Con eso, los científicos ganarían tiempo hasta encontrar una planta de café que pueda prosperar en un mundo más caluroso
Para fin de siglo, entre el 35% y el 75% de las tierras de cultivo de café de Brasil, el mayor productor global, podrían ser inutilizables

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