jueves, 21 de marzo de 2024

EL CAFÉ Y EL CALENTAMIENTO GLOBAL....SERIOS PROBLEMAS...


Café en peligro: la amenaza que pone en riesgo a una de las drogas más populares del mundo
El calentamiento global amenaza la droga favorita del mundo
The Economist
Entre el 35% y el 75% de las tierras de cultivo de café de Brasil podrían ser inutilizables a causa del calentamiento global
La cafeína es una de las drogas más populares del mundo, y la forma de administrársela que casi todos prefieren es con una buena taza de café. El café se cultiva en más de 70 países y en el mundo se beben más de 2000 millones de tazas diarias. El producto contribuye al sustento de unos 125 millones de personas, y de manera indirecta ayuda a muchísimos más, aportándoles el empujón que necesitan para arrancar cada mañana.
Pero el calentamiento global amenaza el suministro mundial de café. Las temperaturas aumentan y los patrones de precipitaciones están cambiando en América del Sur, África Central, y el Sudeste Asiático, regiones donde crece la mayor cantidad de café que se produce en el mundo. Para fines de siglo, entre el 35% y el 75% de las tierras de cultivo de café de Brasil, el mayor productor del mundo, podrían ser inutilizables, según un reciente estudio publicado en la revista científica Science of the Total Environment por Cássia Gabriele Dias, ingeniera industrial de la Universidad Federal de Itajubá, Brasil.
Otro artículo publicado en 2015 concluyó que para el año 2050 entre el 43% y el 58% de las tierras cafetaleras del mundo ya no serán aptas para ese cultivo, dependiendo de cuánto aumenten los niveles de gases de efecto invernadero. Parte de esa pérdida se compensará a medida que otras zonas de tierra, actualmente demasiado frías para el café, se vayan calentando. Podrían surgir nuevas plantaciones en el sur de China, por ejemplo, o en la costa norte del Golfo de México, pero es poco probable que puedan compensar totalmente el déficit.
La principal variedad de café es el arábigo, que representa el 70% de la producción mundial
El problema es que el café es una planta quisquillosa, y muy especialmente los granos de su principal variedad, el cafeto arábigo, que representa el 70% de la producción mundial. El mayor rendimiento de la planta se da cuando las temperaturas oscilan entre 18°C y 23°C durante todo el año, pero muchos de los lugares donde se la cultiva ya se encuentran cerca del máximo de ese rango. La planta es susceptible a enfermedades como la roya del café (un hongo) y a la depredación de los escarabajos barrenadores, que ponen sus huevos dentro de las bayas en crecimiento. Y en un mundo cada vez más cálido, ambas pestes se propagarán más fácilmente.
Los productores que cultivan la variedad café robusta (coffea canephora), el duro y amargo primo del cafeto arábigo, tienen un poco menos motivo de preocupación. La variedad robusta prefiere temperaturas más cálidas, pero a los verdaderos amantes del café no les gusta su sabor. El precio de los granos de robusta es inferior al de los de arábiga y se utilizan principalmente para la fabricación de café instantáneo. Por lo tanto, para los amantes del café, la solución no es pasarse a la variedad robusta sino salvar la variedad arábiga.
Hacia adelante y hacia arriba
Una opción para salvar el cafeto arábigo es simplemente empezar a cultivarlo a mayor altitud: en condiciones iguales, las temperaturas caen alrededor de 0,7°C por cada 100 metros por encima del nivel del mar. Tanzania, por ejemplo, tiene importantes zonas cultivables que están 150 o 200 metros por encima de los actuales cultivos de arábiga y donde la variedad podría crecer perfectamente si las temperaturas siguen subiendo. En Etiopía, de hecho, algunos productores ya han movido sus plantaciones hasta 600 metros más arriba.
Pero a mayor altitud, laderas más empinadas y suelos menos profundos, lo que implica que los nutrientes son arrastrados por las lluvias más rápidamente, suplir esos nutrientes con fertilizantes es muy caro. Las laderas empinadas suelen estar cubiertas de un monte denso y de especies muy variadas. Talar esos árboles y desmontar en terreno para plantar café podría no ceñirse a los compromisos climáticos de determinado país. Además, el traslado de una plantación no se hace de la noche a la mañana: un cultivo nuevo necesita más de cinco años para empezar a rendir una buena cosecha, y para los pequeños productores, esa espera no es una opción.
Otra posibilidad sería modificar el manejo de las plantaciones existentes. La planta del café es relativamente baja de estatura y evolucionó para crecer a la sombra de la copa de los árboles. De hecho, así se la cultivaba originalmente. Pero en el siglo XX, ante el crecimiento exponencial de la demanda, los productores talaron los árboles más grandes para que en sus terrenos entraran más plantas cafetaleras. Hoy muchos están reconsiderando volver a las antiguas prácticas.
El año pasado, Nicholas Girkin, científico ambiental de la Universidad de Nottingham, publicó un artículo que revisaba esas técnicas históricas de “agroforestería” o “agrosilvicutlura”. En los climas cálidos, señalan Girkin y sus colegas, la sombra que brindan los árboles más altos ayuda a evitar que las plantas de café se quemen. Reinhold Muschler, ecólogo del Centro de Investigación de Agronomía Tropical, Costa Rica, ha encontrado evidencia que sugiere que la sombra retarda el proceso de maduración, mejorando el tamaño y el sabor de los granos de café.
Girkin también cita evidencia de que los árboles son hogar de depredadores y polinizadores muy útiles. Un estudio realizado en Kenia concluyó que las plantaciones con sombra de árboles y con presencia de especies polinizadores producían un 10,8% más de granos de café por rama que las plantaciones a pleno sol. Además, los murciélagos, pájaros e insectos depredadores que viven en los árboles se alimentan de las plagas que afectan al cafeto, como el escarabajo barrenador.
Los árboles también pueden atraer monos que se alimentan de frutos de café, pero según Girkin, la evidencia sugiere que esa pérdida se compensa holgadamente por los efectos positivos de los árboles. En cuanto al hecho de que los árboles consumen agua y nutrientes del mismo suelo que los cafetos, el tema sigue abierto a debate. La sombra y la humedad que proporcionan reducen la cantidad de agua que las plantas de café pierden por evaporación, lo que podría compensar aquel efecto eventualmente negativo.
Y luego está el “coste de oportunidad” de los propios árboles. Agregar árboles deja menos espacio para las plantas de café, que fue la razón por la cual los agricultores los talaron en primer lugar. Por otro lado, varias especies de árboles que crecen bien en las plantaciones de café, como los bananos y los paltos, producen cosechas que los agricultores pueden vender además de sus granos de café. Y más árboles implica más hojarasca, lo que puede atrapar los nutrientes en el suelo.
Se conocen alrededor de 130 variedad de café, pero la mayoría tienen sabor poco agradable o bajo rendimientoCC BY-SA 4.0 - CC BY-SA 4.0
Independientemente de cómo se modifique ese equilibrio entre costo y beneficio, los alcances de la agrosilvicultura tienen su límite. En muchas partes del mundo, los modelos climáticos proyectivos sugieren que las temperaturas acabarán siendo demasiado altas para que el sensible cafeto arábigo pueda soportarlas, por lo que para seguir cultivando café, habría que cambiar el grano mismo de la planta.
Arábiga y robusta no son las únicas variedades de café: se conocen alrededor de 130, pero la mayoría han sido ignoradas o pasaron al olvido, ya sea por su sabor poco agradable, por su bajo rendimiento o porque sus granos son muy pequeños. Pero un hombre que no las ha olvidado es Aaron Davis, botánico de Kew Gardens, el Real Jardín Botánico de Gran Bretaña. Consciente del peligro que enfrentan los principales cultivos de café, Davis viene recopilando y estudiando todo lo que sabe sobre estas especies perdidas.
Los registros históricos muestran que muchas prosperan en ambientes más cálidos o más secos que allí donde crecen actualmente las variedades arábiga y robusta. Un informe de 1834 del botánico escocés George Don describe una especie de café conocida como coffea stenophylla, también llamada “café de las tierras altas, que encontró creciendo de manera silvestre en Sierra Leona. Según la descripción de Don, una taza elaborada con las bayas de esa planta era incluso más gratificante que una elaborada con arábiga.
Objetos perdidos
Intrigado por ese viejo informe de hace casi dos siglos, Davis y sus colegas fueron a buscar la planta, que aún prospera de manera silvestre en Sierra Leona. También lograron localizar otra especie perdida, la coffea affinis, que en un informe de 1925 también se había destacado por su agradable sabor. Ambas especies provienen de las colinas bajas, cálidas y estacionalmente secas de Sierra Leona, lo que sugiere que probablemente puedan soportar mayores temperaturas que la arábiga o la robusta. Fue una suerte que Davis encontrara las plantas en el momento en que lo hizo, ya que el achicamiento de su hábitat implica que ambas están en peligro de extinción.
En 2021, Davis publicó un artículo donde revela que, en comparación con la arábiga brasileña, la C. stenophylla es más afrutada, tenía mejor acidez y un perfil de sabor más complejo, aunque un poco menos que el arábiga etíope. En una prueba de sabor a ciegas, el 81% de los jueces que la bebieron pensaron que estaban bebiendo arábiga. Davis dice que C. affinis ha demostrado una aceptación similar.
La tolerancia al calor y el buen sabor no son los únicos factores importantes para el cultivo. La coffea libérica, conocida como “excelsa”, es fácil de cultivar, de alto rendimiento y buen sabor. Su mayor ventaja podría ser su resistencia al hongo de la roya del café. La variedad fue descubierta en 1902 en la actual República Democrática del Congo, y se convirtió rápidamente en el cultivo de café predominante en algunas partes de África Central. Pero en 1933 llegó la catástrofe: la aparición de una nueva enfermedad llamada “marchitez del cafeto”, que devastó los cultivos y llevó a los productores a la ruina. A partir de entonces, renunciaron a la variedad excelsa y se centraron en arábiga y robusta.
Puede pasar más de una década desde la propuesta de cultivar una nueva variedad de café hasta que apruebe la comercialización para consumoG. Nespresso
Ahora que el cambio climático está haciendo que la oxidación sea un problema más grave, los investigadores como Davis tienen un renovado interés por la excelsa. Si bien aún no se conocen los límites de su resistencia al calor, está claro que puede tolerar temperaturas más altas que la arábiga y la robusta, y también parece ser más tolerante a la sequía.
Por otra parte, para pasar de la floración a la fructificación, la excelsa necesita entre 11 y 12 meses, en comparación con solo nueve meses para la arábiga. Además, como sus bayas están muchos más adheridas a las ramas, la cosecha es más esforzada, y se complica aún más porque la planta de la excelsa es mucho más alta que las de otras especies de café, lo que obliga a los cosechadores a usar escaleras. Y la “marchitez del cafeto” sigue siendo una enfermedad poco entendida, aunque un artículo publicado en junio sugiere que a mayor temperatura sus efectos dañinos serían menores.
En otras palabras, no se ha encontrado ninguna especie que pueda servir como sustituto directo de la arábiga, pero existe la esperanza de que una combinación de ingeniería genética y cruces a la antigua usanza permitan transferirle a la arábiga esos rasgos de las especies redescubiertas, o ayudar a trasladar las virtudes de la arábiga a una nueva especie. Davis está al frente de dos proyectos de investigación que apuntan a hacer exactamente eso, aunque no quiere dar detalles. Gracias al artículo del 23 de enero de la revista Nature, que contiene el genoma de arábiga más completo publicado hasta el momento, se podría avanzar por ese camino.
Pero pasará algún tiempo antes de que esos esfuerzos empiecen a rendir frutos. La ingeniera Dias, de la Universidad de Itajubá, dice que puede pasar una década o más desde la propuesta de cultivar una nueva variedad de café hasta que sea aprobada su comercialización para consumo. Dias sostiene que Brasil tiene que tomar medidas más inmediatas, trasladando algunas plantaciones a terrenos más elevados mientras que otras deberían adoptar la agrosilvicultura. Con eso, los científicos ganarían tiempo hasta encontrar una planta de café que pueda prosperar en un mundo más caluroso.

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