viernes, 8 de marzo de 2024

El parador Caribe Patagónico....frente a la Bahía San Antonio, en el puerto de San Antonio Este, en Río Negro.





Paradas ruteras. El food truck que le devolvió el brillo a una paradisíaca playa patagónica
Las empanadas de salmón de Caribe Patagónico
El parador Caribe Patagónico se convirtió en un imán para los turistas que recorren la costa rionegrina; la empanada de salmón, su plato estrella
Leandro Vesco
“El lugar tiene un encanto: todos los que vienen se sienten felices”, dice Nayra Davila, de 24 años, al frente junto a su familia del parador Caribe Patagónico, en la entrada a Punta Perdices. Una de estas playas recibe este nombre por tener aguas cristalinas y una temperatura de 24 grados, frente a la Bahía San Antonio, en el puerto de San Antonio Este, en Río Negro.
“Nuestra musa es la empanada de salmón”, anticipa. Una larga fila de autos frena allí para probarla antes de conocer la paradisíaca playa.
El parador es sencillo: hojas de palmera aseguran sombra en los acalorados días de verano. Unas letras corpóreas señalan que se está en San Antonio Este. Debajo, una playa sin oleaje y mansa invita a refrescarse. Dentro de una reserva natural protegida, el lugar se mantuvo virgen durante años. El boca a boca trascendió y las playas de la Península Villarino se han convertido en las estrellas del verano. Son más de 40 kilómetros de costa, en ambas márgenes de la península. Punta Perdices es la más conocida. “Es la playa más linda del país”, dice Nayra.
La entrada al parador, al que se llega por la ruta 1
El parador nace de una épica familiar. Mónica Sosa, la madre de Nayra, tuvo durante 24 años una boutique en la vecina San Antonio Oeste, una tienda de alta costura. Durante todos esos años, además de su actividad comercial y de embellecer a todas las quinceañeras y novias del pueblo, tuvo una intensa actividad social: realizó 89 desfiles para juntar fondos para causas solidarias para enfermos de cáncer, para el hospital, escuelas y de toda índole. “Cualquier persona que necesitaba ayuda, yo estaba ahí”, dice Mónica.
Dadora y productora, consiguió que figuras como Teté Coustarot, Daniela Cardone y Pamela David participaran de sus desfiles solidarios.
Salvó la vida de muchas personas, hasta que la suya estuvo en jaque. En 2020 la pandemia encerró al todo el mundo y durante dos años estuvieron prohibidas las fiestas. “No pude vender ni un solo vestido y tuve que cerrar”, recuerda.
Mónica Sosa y el food truck familiar
Fueron tiempos difíciles. Comenzó a vender empanadas, y su hija, paltas que tenían en la casa. Amasaban torta fritas, pero no alcanzaba. El horizonte se hizo negro, el único activo que le quedaba a la familia eran unos departamentos que tenían para alquilar al turismo en el puerto de San Antonio Este. En ese entonces también estaba prohibido hacer viajes de esparcimiento. Pasaron esos dos años y los ahorros tocaron fondo.
“Nos quedaban unos pesos y decidimos saltar al vacío, pero con mucha fe”, dice Mónica. Junto a su esposo y Nayra compraron un food truck que llamaron “Caribe Patagónico”.
Corría el año 2022 y lo instalaron en la esquina de sus departamentos en el pueblo. Sobre San Antonio Este, o “El puerto” como lo llaman, sucede algo especial: los turistas lo asocian directamente a este y simplemente pasan de largo; existen marisquerías pero son pocos los visitantes que recorren el pueblo de 300 habitantes, todos eligen el camino hacia Punta Perdices y las demás playas.
Juan, Nayra y Mónica
“No nos fue muy bien el primer verano”, recuerda Nayra. El food truck estaba alejado del movimiento de turistas y una tarde Mónica se fue con una amiga a la entrada del camino de Punta Perdices donde están las letras que anuncian el nombre del pueblo. “Me largué a llorar, y supe que este era el lugar donde debíamos poner nuestro parador”, recuerda.
Movieron cielo y tierra, Nayra presentó el proyecto el Consejo Deliberante y por unanimidad le dieron un terreno que está a un costado de estas letras, en una de las bajadas a la playa, donde su madre se fijó aquella tarde. Se pusieron manos a la obra, corría noviembre de 2023.
Reacción inmediata
“Fue un milagro”, asume Nayra. Sin dinero para invertir, fueron apareciendo personas y sus voluntades en el camino dispuestas a ayudar. Su novio fue una de ellas, y hasta una amiga de la familia les prestó una tarjeta de crédito para comprar un generador. Algo apartado del pueblo, Punta Perdices se encuentra en la boca más profunda de la Bahía San Antonio, allí no hay electricidad ni agua potable. “Apostamos todo para darle a la gente un lugar tranquilo para disfrutar en la puerta del paraíso”, dice Mónica.
Esta temporada abrieron y la reacción de los turistas fue inmediata. “Caribe Patagónico”, se lee en un cartel de madera, el fondo es idílico, las aguas turquesas del Golfo San Matías que en la entrada a la Bahía se sosiegan hasta simular un lago. Algunas gaviotas sobrevuelen el agua, reflejándose en ella. En semanas se convirtió en una parada obligada. “El menú es simple: pescados y mariscos y la mano de mi mamá”, dice Nayra.
Las empanadas y frituras de mar
“Las empanadas de salmón las tenés que comer con las piernas abiertas, son muy jugosas”, agrega. Una fila amplia, ansiosa, las espera y las disfruta en la sombra de un quincho que está en la bajada a la playa. “Es un lugar maravilloso”, afirma Nayra.
La familia se afianzó. Se hizo equipo y uno fuerte. Mónica en las ollas, Nayra y su novio, Juan Saavedra Bovier, en la atención. El menú se completa con rabas, langostinos la pesca del día. Hacen tragos con o sin alcohol. Las hojas de unas palmeras decoran el parador. Tienen un secreto: tuvieron que limpiar seis jardines de San Antonio Oeste para conseguirlas, porque no hay caribe sin ellas. “Estas playas son únicas, producen en la gente encantamiento, tienen magia”, dice Mónica.
Las mesas están frente al mar
La península Villarino se abre hacia el este por el Golfo San Matías hasta enfrentar al puerto de San Antonio Este con el de San Antonio Oeste, la localidad cabecera del departamento, Las Grutas está a 70 kilómetros por la misma costa. Las playas son de conchillas y caracoles. Los regímenes de marea son altos, suele haber hasta diez metros de diferencia entre la pleamar y la bajamar. Cuando el agua se retira el sol calienta el piso de conchillas y cuando entra nuevamente, entibian el agua. Por esta razón a Punta Perdices, Conchillas, Punta Villarino se las conoce como “el caribe patagónico”.
“Algo en la luz, la luz es diferente”, intenta explicar el hechizo que sucede en los atardeceres, cuando la marea suele subir y el agua está en su mayor temperatura.
“Nadie quiere irse ni moverse”, observa Nayra. Mientras el día pasa, Mónica amasa sus empanadas que son el maná de los enmudecidos turistas que cuando el espectáculo natural de tonalidades violáceas y rojas despiden al sol, deben volver a sus hoteles, algunos ya a la vida laboral. “Con mucho amor de madre, ese es el secreto”, sugiere Mónica, así las hace. “Y con el salmón recién pescado”, agrega. Nadie se las quiere perder.
El parador está a pocos kilómetros del Puerto de San Antonio Este...Gentileza: Parador Caribe Patagónico
“Es muy romántico, ver los barcos en el puerto”, dice Mónica. “De vestir a mujeres para fiesta, ahora tengo que amasar y hacer empanadas todo el día: me reinventé y estoy feliz”, confiesa esta mujer que lo dio todo y en amabilidades tuvo la recompensa de trabajar en familia frente a una playa a la que muchos adjudican energías especiales. “Algo tienen, nadie quiere irse”, sugiere Nayra. “Igual que las empanadas de salmón de mamá: el que las prueba, vuelve”, culmina.

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