Los 70: el barco 33 Orientales, la prisión que la Armada asignó a Carlos Menem, Antonio Cafiero y otros dirigentes del peronismo
El barco 33 Orientales, que albergó a presos políticos en 1976 y años más tarde funcionó como crucero de placer
Producido el golpe de 1976, funcionarios y dirigentes del gobierno de Isabel Perón permanecieron varios meses recluidos en un buque, en el Apostadero Naval de Buenos Aires
Mariano De Vedia
Bajo el control estricto de la Armada, apenas instalada la dictadura militar de 1976, el buque 33 Orientales albergó durante varios meses a detenidos políticos, principalmente del peronismo, luego del derrocamiento del gobierno de María Estela Martínez de Perón. El nombre del barco, que pertenecía a la Flota Fluvial del Estado, hacía referencia a la gesta de la cruzada libertadora uruguaya de 1825, pero el almirante Eduardo Emilio Massera, el hombre fuerte de la Armada en ese tiempo dominado por la violencia y la interrupción del orden constitucional, le dio un nuevo significado.
En camarotes convertidos en celdas, recluyó en su interior a exgobernadores, exministros y dirigentes políticos depuestos. Carlos Menem, Raúl Lastiri, Antonio Cafiero, el médico Jorge Alberto Taiana, Miguel Unamuno, Guido Di Tella y los gremialistas Lorenzo Miguel y Jorge Triaca, entre otros, formaron parte del “presidiario de la política”.
Anclado en el Apostadero Naval de Buenos Aires, a pocas cuadras de la Casa Rosada, el barco estaba al mando del capitán Juan Antonio Pesado. Los presos compartían pocos espacios comunes, como el comedor y los pasillos, y no podían salir al exterior. Antes del golpe militar, el buque cubría viajes en la ruta del estuario del Río de la Plata, entre Buenos Aires y Montevideo, y tenía capacidad para 792 pasajeros -500 en primera clase- y una dotación de 98 tripulantes. Estuvo trece años al servicio del Estado, entre 1966 y 1979, cuando fue dado de baja.
Puesto en venta y acondicionado como crucero, el barco fue transferido sucesivamente a cuatro armadores distintos, dos griegos y dos chipriotas, y cambió de nombre varias veces. Se llamó Queen Constantine, Ciudad de Rodas, Joywave y Queen Eleni, y terminó convertido en un confortable crucero de placer que navegaba por las aguas del mar Egeo.
Carlos Menem, junto a Carlos Spadone y Lorenzo Miguel, en un acto de campaña en 1983
Muy distintas fueron las vivencias de los presos políticos, que en 1976 tenían los movimientos limitados. Según los testimonios brindados por muchos de ellos una vez liberados y, especialmente, tras el retorno de la democracia, no fueron sometidos a torturas, aunque hubo simulacros de fusilamientos y se escuchaban ruidos de cadenas que provenían de las bodegas. Circulaban, incluso, versiones de que había cadáveres que flotaban en el río.
Prisioneros políticos
Osvaldo Papaleo, Juan Gabriel Labaké, Diego Ibáñez, Norma Kennedy, Norma López Rega (esposa de Lastiri), Torcuato Di Tella, José Deheza (exministro de Defensa), Pedro Arrighi (Educación), Jorge Vázquez (subsecretario de Asuntos Exteriores), Pedro Eladio Vázquez (secretario de Deportes), Miguel Angel Davico, Pedro D’Attoli y José Javier Cornejo Solá (ambos funcionarios de la Presidencia), sumados a Julio González, que fue secretario legal y técnico del gobierno de Isabel Perón y había permanecido a su lado cuando fue detenida, al descender del helicóptero que partió de la terraza de la Casa de Gobierno en la madrugada del 24 de marzo, fueron también pasajeros a la fuerza de la emblemática cárcel naval.
Emilio Eduardo Massera, durante el Juicio a las Juntas
El golpe militar terminó con el primer gobierno de Menem como gobernador de La Rioja. Detenido en el Regimiento de Infantería 15, el mismo cuartel en el que había hecho el servicio militar, tres días después fue trasladado al barco 33 Orientales, donde permaneció siete meses. Más de una vez, Menem recordó los malos tratos que recibió del comodoro Ataliva Fernández cuando llegó a la embarcación. Compartió la celda-camarote con el médico Pedro Eladio Vázquez.
Algunas voces dejaron trascender que la decisión de alojar a los presos políticos en el barco, que respondía al jefe de la Armada, era una señal de que no iban a recibir los malos tratos y torturas que se impartían en el centro clandestino de detención montado en la ESMA. Así lo reflejaron testimonios como los recogidos hace unos años en el ciclo Documenta, que condujo el periodista Roman Lejtman y que se puede ver en Youtube, al señalar que el interés del almirante Massera era congraciarse con dirigentes peronistas para construir una base de apoyo a su proyecto político, que luego naufragó.
Los dos primeros meses los detenidos tuvieron restricciones rigurosas y a partir de mayo de 1976, comenzaron a recibir cartas y visitas de sus familiares. Cafiero, que había sido ministro de Economía y al producirse el derrocamiento del gobierno daba sus primeros pasos como embajador ante la Santa Sede, volvió al país con su mujer y en una escala del avión en Río de Janeiro se le informó que en Ezeiza lo esperaba la Policía Federal para detenerlo. Fue conducido al 33 Orientales.
Entre julio y septiembre, los detenidos comenzaron a ser trasladados a unidades carcelarias, como Villa Devoto o el penal de Magdalena. Algunos fueron liberados y la presión de varios economistas, entre ellos el entonces ministro del área, José Alfredo Martínez de Hoz, habría influido para que Guido Di Tella recuperara su libertad. El futuro canciller de Menem partió a Gran Bretaña para ejercer la docencia en la Universidad de Oxford.
La obligada convivencia llevó a varios de los prisioneros a forjar lazos de amistad. Varios de ellos, por ejemplo, fueron convocados por Menem cuando asumió la presidencia, como Di Tella y Triaca, que fueron ministros. Incluso, el presidente riojano organizó una recepción en Olivos para sus excompañeros de encierro. Algunos de los presos desconfiaban del gremialista Triaca por considerar que había forjado lazos con los jefes navales.
El buque 33 Orientales, que luego de ser enajenado del Estado adoptó sucesivos nombres
El destino del barco
Ante una consulta , una fuente de la Liga Naval Argentina dijo que el buque 33 Orientales fue “apropiado por la Armada para que funcionara como cárcel destinada a alojar a prisioneros políticos, pero en los papeles siempre siguió siendo propiedad de la Flota Fluvial del Estado”.
En los últimos años circuló la versión de que el barco quedó desactivado y sufrió un desguace en la India, en 2006, pero los registros de la Organización Marítima Internacional (OMI), que asigna un número de identificación a cada buque que navega en el mundo, dan cuenta de que el barco que en su momento fue botado como 33 Orientales cambió de dueño y de denominación, pero “no existen constancias fehacientes de que haya sufrido un desguace”, confió la fuente de la Liga Naval.
Una crónica de la corresponsal Silvia Pisani publicada el 9 de julio de 2000 narró los contrastes entre aquella cárcel del buque 33 Orientales y el lujoso crucero Queen Constantine, que 24 años después se desplazaba en las aguas de islas cercanas a Grecia y Chipre.
“Alfombrado de punta a punta, con aire acondicionado en todas sus salas, pileta de natación, disco con rayos láser, casinos y bares distribuidos en cada una de sus siete cubiertas de pasajeros, ninguno de los turistas que pagan hasta 1000 dólares de precio básico por un crucero de siete días se atrevería a decir que el Constantine oculta un pasado tan negro: el que le asignó el gobierno militar, luego de haber trabajado durante años en la línea del desaparecido Vapor de la Carrera que unía Buenos Aires con Montevideo”.
http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA
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