jueves, 3 de mayo de 2018

ECONOMÍA.....OPINA MIGUEL WIÑAZKI

Resultado de imagen para Miguel Wiñazki
El filósofo y periodista Miguel Wiñazki brindó una nueva clase magistral sobre la filosofía de la inflación. Mediante el repaso de la obra de tres reconocidos pensadores, Wiñazki explica cómo el proceso inflacionario -y la devaluación de la moneda- se encuentra fuertemente ligado al miedo individual de cada persona.
Inflación
La injerencia de las ideas de Elias Canetti, escritor búlgaro ganador del Nobel de Literatura, es fundamental para comprender la filosofía de la inflación. Su obra, junto a la de diversos pensadores, revela un patrón en el análisis de la inflación y es que, detrás de esta, se esconde siempre el miedo. En el trasfondo de cada proceso inflacionario e hiperinflacionario.
“Cuando hay mucho miedo, se produce lo que Canetti denomina la inversión del miedo a ser tocado. La primera reacción de una sociedad temerosa es decir: ‘No me toques’. Eso se conjura apretujándose con los demás. Convirtiéndose en masa. En la masa, donde ya no soy exactamente yo sino todos nosotros, la sociedad de masas contemporáneas, ahí se produce una inversión del miedo al ser tocado y una conducta irracional con consecuencias disparatadas“, observa Miguel Wiñazki.
Sobre la constitución de la masa como inversión del miedo a ser tocado, Canetti establece una cierta correlación con la inflación. “Cuando hay inflación, hay una indiferenciación de cada unidad. Ya no es una moneda sino que siempre es un montón. Ese tumor que crece, indeferenciando la unidad, y daña a todos”, agrega Wiñazki. Según el filósofo, la inflación no es la devaluación de la moneda sino que es la depreciación del individuo. Cada sujeto genera la rueda inflacionaria por temor.
El prestigioso economista canadiense John Galbraith sostiene que el miedo a la suba generalizada de precios es tan perjudicial como la suba en sí misma: es la inflación. También analiza los orígenes de la inflación, las monedas y los tesoros. La moneda surge en el reino de Lidia, entre el siglo VII y VIII antes de Cristo. Al poco tiempo de acuñarse, comienza a devaluarse ya que rápidamente los mismos que acuñan la moneda y la poseen -gobernantes o comerciantes- comienzan a limarlas y guardarse el oro en polvo o convirtiéndola en aleaciones. El proceso devalúa el precio debido a que los ciudadanos advierten que decae el valor de la moneda porque fue falsificada.
Otra visión es la de Paul Tabori. En Historia de la estupidez humana, estudia el fenómeno de una isla llamada Yalp. “Tienen una moneda hasta el día de hoy. Son piedras como círculos gigantes que aún están vigentes. Hoy viven 6300 personas. En ese sitio, la moneda no se mueve porque es de piedra. No hay devaluación posible. Una vez hubo un huracán y todas las grandes monedas de Yalp se hundieron en las aguas transparentes. Todo el mundo sabe quién es el dueño de cada una de las monedas. Están en el fondo del océano y no sirven. Es decir, la moneda petrificada es inexistente, inútil“, concluye Wiñazki

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.