miércoles, 2 de mayo de 2018

LA PÁGINA DEL MORDAZ


MILOS FORMAN
Ese día de 1942, Milos Forman quien tenía 10 años faltó a la escuela porque estaba con fiebre. Su madre había echado las cortinas y él estaba descansando en la penumbra dispuesto a gozar de un día de cama. De pronto escuchó el ruido de un auto que se detenía frente a su casa. Aquello era totalmente inusual en la calle tranquila donde vivían y tuvo miedo, mucho miedo, que se convirtió en terror cuando golpearon la puerta salvajemente y se escucharon las pisadas fuertes de varias botas.
Forman tenía entonces sobradas razones para entrar en pánico. Dos años atrás la Gestapo se había llevado a su padrastro y ahora venían por su madre, quien ingresó a la habitación con el rostro desencajado, lo miró con ojos de angustia y ternura y sin decirle nada, porque tenía un nudo en la garganta, se volvió hacia el hombre que estaba detrás de ella y se la llevó. Nunca más la vería, víctima de los nazis en un campo de concentración. Esas imágenes quedaron grabadas a fuego en su memoria.
Forman acababa de ingresar al mundo de los huérfanos que en aquellos tiempos pululaban en Praga. Unos vecinos se contactaron con sus tíos que lo fueron a buscar y que se transformaron en sus padres adoptivos. Con ellos creció, estudió filmación en la escuela de Praga y revolucionó la cinematografía checoslovaca con Pedro el negro, Los amores de una rubia y Al fuego, bomberos, producidas entre 1964 y 1967.

Milos Forman (1932-2018)
El país formaba parte del sistema comunista supervisado desde Moscú y Forman sabía que no podía filmar cualquier cosa que se le antojara sin caer en la censura, pero su tolerancia se vio superada cuando en la llamada Primavera de Praga de agosto de 1968, los tanques soviéticos invadieron la ciudad. En ese momento se encontraba en París gestionando contratos con Hollywood y tomó la decisión de no regresar.
Sus primeros intentos como cineasta no tuvieron éxito y entró en un cuadro depresivo encerrado en la habitación de su hotel en Chelsea, Nueva York, hasta que dos productores, uno de ellos Michael Douglas, en busca de un director barato recurrieron a Forman. Así nació Atrapado sin salida (Someone flew the cocoo’s nest).

Atrapado sin salida, que arrasó con todos los Oscars, además de catapultar a Forman al éxito y al bienestar económico, está considerada entre las mejores películas que Hollywood haya producido, por la fuerza del guión, la calidad de los intérpretes y el mensaje social que conlleva.
El protagonista principal es Randle McMurphy (Jack Nicholson), sujeto hiperactivo, alegre, despreocupado, que por haber tenido sexo con una menor y por considerárselo un limítrofe mental es enviado a un instituto psiquiátrico. La realidad es que McMurphy se hizo pasar por tonto para evitar la cárcel.
La monotonía del lugar, las tediosas sesiones grupales y la repetitiva vida cotidiana de los internados, abrumados con pastillas tranquilizantes, es totalmente rota por McMurphy. Bajo su liderazgo, los internados comienzan a participar en juegos deportivos, ven televisión a escondidas y en una ocasión escapan transitoriamente y viven una breve aventura que los llena de felicidad, hasta que atrapados por la policía, son reintegrados a la institución.
Ratched (Louis Fletcher), directora del instituto, mujer, insípida, de técnicas ortodoxas y principios rígidos, observa con disgusto creciente, cómo la estructura del orden esquemático instaurado por ella, es alterada por este advenedizo. La oportunidad de eliminarlo se le da cuando una noche McMurphy, sobornando a uno de los guardias, ingresa clandestinamente, a varias prostitutas amigas. Se desata una gran diversión, donde abunda el alcohol, que dura toda la noche.
A la mañana siguiente Ratched contempla el desorden de botellas esparcidas, mujeres en ropas íntimas y varios internados tirados en el piso semiborrachos. Increpa a uno de ellos con graves amenazas, sabiendo que es el más lábil de todos y el paciente entra en estado de desesperación y se quita la vida. Furioso McMurphy trata de estrangular a Ratched quien es salvada por los guardianes, mientras que él es sometido a una lobotomía frontal.
Cuando regresa a la sala en una camilla, su mejor amigo, un gigantesco indio contempla con dolor que lo han transformado en un vegetal, lo asfixia con una almohada y escapa de la institución.
La película tiene varios enfoques, es una alabanza a la libertad y la creatividad, representada en la personalidad de McMurphy. También es una crítica despiadada a los métodos obsoletos, rígidos y punitorios que caracterizan a muchos institutos psiquiátricos que se limitan a mantener a los pacientes semi aletargados con tranquilizantes. Finalmente fue un alegato despiadado a la técnica de la lobotomía frontal y contribuyó al abandono total de este procedimiento.
Nueve años más tarde, Forman produce su segunda obra maestra: Amadeus, sobre la relación entre Wolfgang Amadeus Mozart y Antonio Salieri. Es una obra espléndida y atrapante, que invita a ser vista una y otra vez. La estética es impecable y lo mismo puede decirse sobre la adaptación a la época. Un aspecto sobresaliente es la forma en que el director ensambló distintas escenas con segmentos musicales y arias de la creatividad mozartiana, dándole al film un valor agregado notable. O Forman sabía mucho de música, o se supo asesorar por un experto en efectos sonoros con amplio conocimiento de la obra del genio de Salzburgo.

La película fue rodada en Praga ciudad a la que Forman regresó por primera y última vez. Era 1984 y seguía imperando el régimen comunista, pero como había adoptado la ciudadanía estadounidense, pudo regresar triunfante.
Lamentablemente esta obra maestra, adolece de un pecado original. Todo lo que se dice de la figura de Salieri es falso. En el guión se lo representa como un músico casi mediocre, que mantenía enorme envidia y celos hacia Mozart, incluso se sugiere que lo pudo haber envenenado.
Si bien Salieri es un talento muy inferior a Mozart, y aquí podemos agregar a muchos otros compositores, sus obras se siguen dando, fue popular en su época y como profesor de música, fue maestro de Beethoven y de Schubert. No tenía ningún motivo de sentir envidia por Mozart.
Ignoramos cuales fueron los motivos para que Alexander Pushkin escribiera una novela, hoy casi olvidada, sobre esta falsa relación entre ambos compositores, pero el hecho es que el tema fue retomado por el dramaturgo inglés Peter Shaffer, quien realizó la obra de teatro Amadeus, sobre la cual se basaron Forman y los productores y para hacer el guión de la película.
Es lamentable que los millones de espectadores que vieron Amadeus, se levantasen de sus butacas convencidos con la imagen de un Salieri ahogado en celos, que hizo todo lo posible para interferir con la vida musical de Mozart.
El artículo que escribo tiene dos pretensiones, por un lado hacer justicia a Salieri y por otro destacar mi admiración por Milos Forman, ese gigante del séptimo arte recientemente fallecido.
Luciano Monteagudo. El humor amargo de la tradición checa. Página 12, 14/04/2018
Elvira Lindo. Los fantasmas de su pasado. El País, 19/11/2008
Gregorio Belinchon. Muere el director Milos Forman, grande del cine europeo. El País 15/04/2018
Ronald Bergan. Milos Forman obituary. The Guardian, 15/04/2018.

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