sábado, 20 de junio de 2020

LA PÁGINA DE LAURA DI MARCO,


El running secreto de Larreta
Laura Di Marco: "Este libro es como haber metido una camarita en ...
Laura Di Marco

Si hay una cultura en las antípodas del running es la del Cuervo Larroque, que esta semana sumó su voz para pegarles de nuevo a los porteños que salen a correr por los bosques de Palermo. Como remarcó el propio Presidente: en esa geografía, que concentra uno de los polos opositores más duros contra su gobierno, “se ve todo lo que no hay que hacer”. Freud y Lacan podrían hacerse un festín con la doble lectura de la frase presidencial. La evidencia científica, sin embargo, no respalda estos prejuicios. Más aún, según el consenso de los ministros de Salud, que se reunieron el último lunes, el problema de los deportistas no es sanitario sino de “imagen”. El kirchnerismo duro terminó de configurar a los runners como el nuevo eje del mal. Aggiornados pecadores que se suman a una conocida lista de villanos, que ya incluía a los empresarios, los chetos, Susana Giménez y los porteños en su conjunto. El pueblo trabajador, en cambio, que vive en el conurbano –la geografía cristinista– encarna el polo del bien, alejado de los devaneos narcisistas de los “millennials estúpidos”. La biblia populista necesita generar estas leyendas, ancladas en el resentimiento, para nutrir sus guerras cotidianas.
Rodríguez Larreta aseguró que "sí o sí", Macri irá por la ...
En medio de este laberinto, Horacio Rodríguez Larreta sigue corriendo su propia carrera, en busca de una identidad política que le permita diferenciarse, no solo de Alberto Fernández –con quien, desde hace dos meses, aparece mimetizado– sino, y sobre todo, de Mauricio Macri, que en los últimos días reapareció, junto con Lilita Carrió, para pulsear en la escena política. “Horacio es como Forrest Gump. Sigue corriendo, más allá de las circunstancias”, afirma un dirigente que está muy cerca de él.
En su incómodo rol de oficialista y opositor, el propio Larreta define la política como una maratón, en la que conviene ir acompasando el ritmo, de acuerdo con las circunstancias. Incluso, antes de la pandemia, había bajado a su equipo una línea clara: no hablar de política durante los dos primeros años de gobierno. La posta final de su running secreto es, indudablemente, 2023. La receta que sigue ha sido exitosa en popularidad, pero popularidad no siempre es sinónimo de liderazgo político: esta es la mutación que, muchos de los que quieren dejar a Macri atrás, le están pidiendo. Pero ¿cuál es la hoja de ruta en la que cree el jefe porteño? Mostrarse como un líder administrativo, sin ambición política; abstenerse de marcar diferencias ruidosas con el oficialismo –“lo último que quiere la gente, en esta pandemia, es ver a los políticos peleando”, se convence, en la intimidad– y reprimirse a la hora de responder las críticas del oficialismo. ¿No es todo lo contrario de lo que debería hacer, si quiere ocupar la cabecera de la mesa opositora?
“Por favor, despegate, Horacio, que corrés el riesgo de terminar en la plaza de Galtieri”, le aconseja, a su modo, Patricia Bullrich, azorada por la mimetización con Fernández, que produjo la pandemia. Tal vez no advierta que Larreta y Fernández comparten una característica en común, que pertenece al mundo emocional pero que impacta (negativamente, en este caso) en la construcción política: buscan ser queridos por todos. Parirse como líder, en cambio, es abandonar el personaje de buen yerno y arriesgarse a ser rechazado por una parte de la sociedad. Es en esa polaridad donde se crece.
Horacio Rodríguez Larreta ✋🏼🧼🤚🏼 (@horaciorlarreta) | Twitter
Un dirigente de Juntos por el Cambio, que busca ayudar a Larreta en esta transfiguración, lo resume así: “Horacio solo puede disputar 2023 adquiriendo volumen político para compensar su falta de carisma. Él no va a adquirir ese volumen por su personalidad; tampoco puede competir con el histrionismo de Cristina, pero sí podría hacerlo a través de una construcción que incluyera desde Urtubey hasta Margarita Stolbizer, y que integrara a Vidal, Lousteau y a todas las figuras marquetineras de la oposición”. Dar ese paso lo convertiría inmediatamente en el blanco preferido de la furia K, pero a la vez lo perfilaría –ahora sí– como un líder opositor. “Si no lo hace, no llega a 2023. Pero además Macri sale en un mes y se lo lleva puesto”, deduce el operador cambiemita.
El día a día de Larreta: running, oficina móvil y reuniones “al alba”
Junto con muchos otros porteños, Larreta también retomó, hace una semana, su propia práctica del running. Sale de su casa a las 6, confiado en sus cálculos personales. Desde que arrancó la pandemia, no bajó en las encuestas; Alberto, en cambio, sí. Dicho de otro modo, la sociedad le va a facturar al Presidente, y no al jefe porteño, el derrumbe económico que sobrevendrá cuando esta pesadilla termine. Al final de la carrera se verá quién tenía razón.

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