domingo, 3 de septiembre de 2023

BEATRIZ GUIDO...LECTURA


Biografía reparadora de una escritora irrepetible
Autores y artistas presentaron Beatriz Guido, espía privilegiada
Constanza Bertolini




Nada tenía que ver un enorme par de alas blancas que invita al público a volar en el hall de acceso a Arthaus con La casa del ángel, novela con la que Beatriz Guido hizo su gran aparición literaria allá por los años 50. Sin embargo, la angelada casualidad era para celebrar. El jueves, en el centro cultural del microcentro, coincidieron la presentación de Espía privilegiada (Eudeba), el libro que José Miguel Onaindia y Diego Sabanés dedicaron al “mundo propio” de la escritora argentina, y la muestra La memoria de los materiales, con obras de un grupo de artistas, mitad inventores, mitad alquimistas, que se recorre con curiosidad, asombro y muchas ganas de tocar.

“Heroína cultural”, “primera artista pop”, creadora de un “realismo increíble”, irreverente y audaz, Guido fue dos veces “pecadora” a los ojos de su época: mujer y best seller. Muchas otras características se recordaron en la charla sobre esta valiosa investigación que a la hora del centenario la rescató de un injusto olvido, tanto en la literatura como en el cine. Junto con los autores y Matilde Sánchez, que moderó la conversación, artistas y escritores que la conocieron –también como guionista de las películas de su marido, Leopoldo Torre Nilsson, a quien había conocido en casa de Ernesto Sabato– acompañaron la presentación y aportaron sus testimonios. Ana María Picchio leyó un fragmento en el que Manuel Antín pinta a una “mentirosa de verdad”, que “no se llevaba mal con nadie excepto con los peronistas”, que “tenía amigos en todas partes” y que era un eficaz remedio para recuperar el amor propio; Víctor Laplace hizo memoria sobre el rodaje de La guerra del cerdo, y Josefina Delgado, autora del anexo “¿Escribir como una mujer?”, recordó anécdotas divertidas con su amiga en Madrid.
“Saltó de la academia a los medios de masas y eso la convirtió en un personaje disruptivo”. ¿En qué sentido? “En principio, en la denuncia de lo que hoy llamaríamos los dogmas del patriarcado”, observó Onaindia. Cada coautor tomó un foco específico: Onaindia, como lector de su obra y observador del espacio que ocupó en el mundo cultural iberoamericano (Guido fue agregada cultural en España durante el gobierno de Ricardo Alfonsín); Sabanés, desde el análisis de su trabajo como guionista. También repararon en la popularidad del personaje, ejemplificada con una nota de revista Gente que la mostraba en un versus con Susana Giménez. Hacia el final, Onaindia se concentró en tres títulos (Fin de fiesta, El incendio y las vísperas y Escándalos y soledades) para entablar la ineludible relación entre su obra y la historia política argentina, un terreno que también parecía ser cosa de hombres. 

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