El sueño antikirchnerista de Massa para diciembre
Parte de su equipo en Economía confía en avanzar en un esquema compatible con un plan de estabilización; se vislumbra un foco de tensión con Axel Kicillof y La Cámpora
Pablo Fernández Blanco
Sergio Massa confunde a todo el mundo. En caso de ser presidente, ¿manejará la economía según los designios del autor del “plan platita”, que le permitió inyectar miles de millones de pesos en la calle para mejorar su imagen electoral y acercar al país al riesgo de la hiperinflación? ¿O practicará la precaución, como cuando reemplazó a Silvina Batakis en medio de dudas de su propia fuerza política sobre la posibilidad de que Alberto Fernández y Cristina Kirchner terminaran el gobierno?
Una parte de la respuesta se puede empezar a buscar en los sueños inconclusos del equipo que acompaña al ministro desde hace más de un año. Su segundo, Gabriel Rubinstein, nunca terminó de digerir el hecho de que no pudo aplicar un plan de estabilización de la economía.
Un plan de estabilización contempla, dicho de forma esquemática, aplicar un ajuste fiscal que reduzca el gasto público, limpiar el balance del Banco Central, aplicar tasas de interés positivas (que los plazos fijos le ganen a la inflación, por ejemplo) y restringir la emisión de dinero. Es el sueño antikirchnerista de una parte del equipo que maneja los hilos técnicos del país.
Sergio Massa sigue escuchando el mismo mensaje proveniente de sus funcionarios de mayor confianza, incluso después del triunfo electoral del domingo pasado. Esa mesa chica, compuesta por Rubinstein, Leonardo Madcur y Lisandro Cleri, entre otros, ya le repitió que la única chance que tiene la Argentina el año próximo es mostrar un resultado fiscal sin déficit.
Fuera de eso, no hay nada que hacer, porque el país no tiene otras anclas, como la posibilidad de tomar deuda o recibir, de inmediato, dólares provenientes del comercio. Massa lo sabe.
Una reducción fuerte del déficit es toda una agresión para el costado kirchnerista de la coalición que sacó la mayor cantidad de votos en las elecciones presidenciales. El ministro asume que será su primer gran desafío. Ya no le alcanzará con decir que equilibrará las cuentas. También tendrá que mostrar que sus socios políticos están alineados detrás de una causa en la que no creen.
Habrá más sorpresas incluso mientras dure la campaña. En reuniones que se desarrollaron en Economía entre el lunes y el miércoles pasados, se discutieron alternativas para bajar impuestos, pensar en la apertura del mercado de comercio exterior e iniciar un camino hacia la normalización.
La próxima ventana para devaluar es otra revelación de los últimos días. Mientras que los actores económicos asumen que habrá un salto cambiario en diciembre, las discusiones al interior del Ministerio apuntan a otra fecha en el calendario.
Una devaluación se convalida para que entren dólares. Según las cuentas del Banco Central, en cambio, no habrá más dólares para liquidar mientras dure el verano y al principio del otoño. De manera que la devaluación del peso aumentará la demanda de dólares, pero no favorecerá su llegada.
El año próximo será mejor en cuanto al ingreso de divisas porque estará por primera vez operativo de punta a punta el Gasoducto Néstor Kirchner y debido a que se espera el aporte de la soja. Son unos US$20.000 millones ausentes este año por la sequía.
Massa ya fue advertido. La plata de la soja no llegará toda junta, y mucho menos estará disponible en la primera parte del año. La oportunidad que se baraja hoy para convalidar un salto discreto del tipo de cambio es abril, cuando la oferta de dólares del campo permita atender la demanda cada vez mayor de divisas. Es por eso que, en Economía, cada vez que llueve en la zona núcleo se celebra como un gol de la selección nacional.
Escenarios de transición
Conversaciones informales al máximo nivel de gobierno comenzaron a delinear posibles escenarios de transición hasta que llegue el dinero de la soja. Sucede que desde hoy hasta abril el plazo es enorme. El equipo económico espera un nuevo salvavidas del sector privado.
Sin nadie que le preste al país, empresas grandes con buena imagen podrían colocar deuda afuera para traer dólares a la Argentina. Ya se habla de nombres: Pan American Energy, comandada por Marcos Bulgheroni; Pampa Energía, a cargo de Marcelo Mindlin, y Vista, cuya cara visible es el expresidente de YPF en el gobierno de Cristina Kirchner, Miguel Galuccio.
Las menciones no son ingenuas. Se trata de empresas del sector energético, con un negocio altamente dolarizado y vínculos con el mercado mundial de capitales. La propia petrolera estatal también se sumaría a la lista.
El plan para el día después implica, también, que Massa vuelva a echar mano a una de las habilidades de las que presumió en su paso por el Gobierno. Habrá discusiones con organismos multilaterales para que continúen aportando dólares. Antes, deberá desandar el enojo del FMI por el “plan platita”.
Sucede que la Argentina luce un poco menos mal a los ojos del mundo cuando Washington habla bien de ella. Es una relación clave: solo cuando lleguen los dólares, se podrá avanzar en el plan que le arranca suspiros a Rubinstein, más allá del equipo que conduzca el Ministerio en caso de que Massa sea presidente.
¿Cuál será el destino de los primeros dólares que lleguen al país? Ese dinero es un trofeo en disputa. Una parte del gabinete de Massa cree que debe ir a la producción. Otra, a pagar las deudas comerciales de las empresas privadas, una de las bombas encubiertas que distorsiona minuto a minuto el funcionamiento del país.
Hoy no hay dólares para nadie. Eso hace que una compañía deba buscar alternativas para convencer a sus proveedores del exterior de que le “fíen” hasta que tenga acceso a las divisas. En la medida en que esos billetes no aparecen, crece la demanda en los mercados financieros legales, como el contado con liquidación, que sirve para sacar plata del país (una de las alternativas para pagar afuera). Esa es la tensión permanente que hay detrás del dólar a gran escala en la Argentina.
La comprensión cruda de la crisis en el Banco Central fabricó un eslogan provocador que recorre los pasillos de Hacienda. Según el diccionario kirchnerista, sacar plata del país es sinónimo de fuga. El próximo gobierno, según la mirada del actual, tendrá la obligación de “fugarla” toda. Es decir, conseguir los dólares para bajar la deuda comercial en el exterior, reducir la presión sobre la demanda de divisas y aspirar a reducir la brecha cambiaria.
Volvió a ponerse sobre la mesa la alternativa de desdoblar el tipo de cambio hasta que lleguen los dólares. Es una decisión arriesgada que dejaría muchos heridos, por el problema de responder una pregunta simple. ¿Quién accede al dólar más conveniente y quién no? La resolución puede desatar peleas encarnizadas entre vecinos de actividades económicas muy similares.
Hay garabatos con números crudos. El año 2022 terminó con un déficit de 2,4% del PBI y reservas en el Banco Central por US$8000 millones. Este año finalizaría, de acuerdo con información interna de Economía, en un número cercano al 3% y sin dólares. Para 2024, entonces, la cuenta es el resultado de este año menos el ingreso adicional que se espera del campo sin sequía. En resumen: hay que recortar el déficit en 1,5% del producto. Falta determinar quién lo paga.
La recomendación de orden fiscal es tan fuerte que sus asesores ya le sugieren a Massa enviar al Congreso un nuevo proyecto de presupuesto, más agresivo, para el año próximo. Quedaría de lado, así, la pantomima de mandar una separata al Congreso con posibles eliminaciones de exenciones impositivas para que los legisladores muestren voluntad de pagar los costos políticos del ajuste.
Hacia fines de 2022, hasta el ministro hizo algún intento por llevar adelante la idea que luego postergó y le aconsejan recuperar si es presidente. Eran épocas distintas a las actuales. Fernández no había delegado del todo el gobierno en su ministro de Economía y Cristina Kirchner estaba más activa que ahora. Falta saber qué haría Massa con el último término fuera de la ecuación y la vicepresidenta lanzada en un viaje que la aleja de la centralidad.
Rubinstein conserva los papeles de la primera época. En mayor o menor grado, son ideas compartidas por el ala ortodoxa de la que se rodeó Massa en Economía.
El propio Massa, cuyas decisiones no pasarían por el tamiz de una u otra escuela económica, dio en varias ocasiones indicios de inclinarse a favor de un plan de estabilización moderado que necesariamente implica un ajuste. Son todas palabras fuera del diccionario de néstor y de Cristina Kirchner.
Un documento recuerda su intento original por tratar de darle un poco de orden a la economía, algo que no logró. El plan original contemplaba suspender el financiamiento por emisión monetaria, aplicar tasas de interés positivas –la sugerencia permanente del FMI–, bajar el gasto público, reordenar los planes sociales y aumentar las tarifas de los servicios públicos.
Sergio Massa y su equipo, en su casa de Tigre
Cambio de estrategia
Massa abandonó por completo sus ideas originales a medida que se acercó la elección. De hecho, hizo todo lo contrario.
El conjunto de decisiones que tomó para mejorar su performance tras la derrota en las elecciones primarias serán la condena de la próxima gestión nacional. Es decir, el Massa candidato le podría haber dejado la peor penitencia al Massa presidente.
El ministro enfrentará una tentación fuerte si llega a la Casa Rosada. Tras el triunfo del último domingo, las variables que lo volvían loco comenzaron a moderarse. Bajó la espuma de la dolarización a cualquier costo con Javier Milei algo más alejado en la carrera y obligado a negociar sus ideas más extremas; los bancos, que habían pasado muchas de sus tenencias de Leliq a pases (para tener el dinero rápido y poder salir del peso si era necesario), revisaron su postura, y los tenedores de bonos empezaron a ver con mejores ojos los títulos que ajustan por CER (inflación) en detrimento de los vinculados al dólar. El riesgo es confundir esa foto con una tendencia.
El día después de una eventual victoria, el sucesor de Alberto Fernández verá que tiene que administrar tierra arrasada. Sin dólares, con una deuda mayor, atraso en las tarifas de servicios públicos y la devaluación más anunciada de la historia, no tendrá más alternativa que avanzar en el ajuste. El ministro de Economía lo sabe, porque se lo hacen saber.
El sueño más ortodoxo del massismo considera que hay que mantener la estabilidad durante al menos cinco años, hasta que todo el mundo se enamore de los pesos. Ganar una elección no parece una tarea tan difícil en comparación con lo que viene después.
Para la mesa chica de Economía, la única chance que tiene la Argentina es mostrar un resultado fiscal sin déficit
Un plan de estabilización contempla la aplicación de un ajuste fiscal que reduzca el gasto público, entre otras medidas
Una reducción fuerte del déficit es toda una agresión para el costado kirchnerista de Unión por la Patria
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Se extienden las penurias por la falta de nafta
Las estaciones de servicio, con larguísimas colas o surtidores vacíos; aseguran que la situación recién se va a normalizar en unos días; esperan el combustible importado
Sergio Massa confunde a todo el mundo. En caso de ser presidente, ¿manejará la economía según los designios del autor del “plan platita”, que le permitió inyectar miles de millones de pesos en la calle para mejorar su imagen electoral y acercar al país al riesgo de la hiperinflación? ¿O practicará la precaución, como cuando reemplazó a Silvina Batakis en medio de dudas de su propia fuerza política sobre la posibilidad de que Alberto Fernández y Cristina Kirchner terminaran el gobierno?
Una parte de la respuesta se puede empezar a buscar en los sueños inconclusos del equipo que acompaña al ministro desde hace más de un año. Su segundo, Gabriel Rubinstein, nunca terminó de digerir el hecho de que no pudo aplicar un plan de estabilización de la economía.
Un plan de estabilización contempla, dicho de forma esquemática, aplicar un ajuste fiscal que reduzca el gasto público, limpiar el balance del Banco Central, aplicar tasas de interés positivas (que los plazos fijos le ganen a la inflación, por ejemplo) y restringir la emisión de dinero. Es el sueño antikirchnerista de una parte del equipo que maneja los hilos técnicos del país.
Sergio Massa sigue escuchando el mismo mensaje proveniente de sus funcionarios de mayor confianza, incluso después del triunfo electoral del domingo pasado. Esa mesa chica, compuesta por Rubinstein, Leonardo Madcur y Lisandro Cleri, entre otros, ya le repitió que la única chance que tiene la Argentina el año próximo es mostrar un resultado fiscal sin déficit.
Fuera de eso, no hay nada que hacer, porque el país no tiene otras anclas, como la posibilidad de tomar deuda o recibir, de inmediato, dólares provenientes del comercio. Massa lo sabe.
Una reducción fuerte del déficit es toda una agresión para el costado kirchnerista de la coalición que sacó la mayor cantidad de votos en las elecciones presidenciales. El ministro asume que será su primer gran desafío. Ya no le alcanzará con decir que equilibrará las cuentas. También tendrá que mostrar que sus socios políticos están alineados detrás de una causa en la que no creen.
Habrá más sorpresas incluso mientras dure la campaña. En reuniones que se desarrollaron en Economía entre el lunes y el miércoles pasados, se discutieron alternativas para bajar impuestos, pensar en la apertura del mercado de comercio exterior e iniciar un camino hacia la normalización.
La próxima ventana para devaluar es otra revelación de los últimos días. Mientras que los actores económicos asumen que habrá un salto cambiario en diciembre, las discusiones al interior del Ministerio apuntan a otra fecha en el calendario.
Una devaluación se convalida para que entren dólares. Según las cuentas del Banco Central, en cambio, no habrá más dólares para liquidar mientras dure el verano y al principio del otoño. De manera que la devaluación del peso aumentará la demanda de dólares, pero no favorecerá su llegada.
El año próximo será mejor en cuanto al ingreso de divisas porque estará por primera vez operativo de punta a punta el Gasoducto Néstor Kirchner y debido a que se espera el aporte de la soja. Son unos US$20.000 millones ausentes este año por la sequía.
Massa ya fue advertido. La plata de la soja no llegará toda junta, y mucho menos estará disponible en la primera parte del año. La oportunidad que se baraja hoy para convalidar un salto discreto del tipo de cambio es abril, cuando la oferta de dólares del campo permita atender la demanda cada vez mayor de divisas. Es por eso que, en Economía, cada vez que llueve en la zona núcleo se celebra como un gol de la selección nacional.
Escenarios de transición
Conversaciones informales al máximo nivel de gobierno comenzaron a delinear posibles escenarios de transición hasta que llegue el dinero de la soja. Sucede que desde hoy hasta abril el plazo es enorme. El equipo económico espera un nuevo salvavidas del sector privado.
Sin nadie que le preste al país, empresas grandes con buena imagen podrían colocar deuda afuera para traer dólares a la Argentina. Ya se habla de nombres: Pan American Energy, comandada por Marcos Bulgheroni; Pampa Energía, a cargo de Marcelo Mindlin, y Vista, cuya cara visible es el expresidente de YPF en el gobierno de Cristina Kirchner, Miguel Galuccio.
Las menciones no son ingenuas. Se trata de empresas del sector energético, con un negocio altamente dolarizado y vínculos con el mercado mundial de capitales. La propia petrolera estatal también se sumaría a la lista.
El plan para el día después implica, también, que Massa vuelva a echar mano a una de las habilidades de las que presumió en su paso por el Gobierno. Habrá discusiones con organismos multilaterales para que continúen aportando dólares. Antes, deberá desandar el enojo del FMI por el “plan platita”.
Sucede que la Argentina luce un poco menos mal a los ojos del mundo cuando Washington habla bien de ella. Es una relación clave: solo cuando lleguen los dólares, se podrá avanzar en el plan que le arranca suspiros a Rubinstein, más allá del equipo que conduzca el Ministerio en caso de que Massa sea presidente.
¿Cuál será el destino de los primeros dólares que lleguen al país? Ese dinero es un trofeo en disputa. Una parte del gabinete de Massa cree que debe ir a la producción. Otra, a pagar las deudas comerciales de las empresas privadas, una de las bombas encubiertas que distorsiona minuto a minuto el funcionamiento del país.
Hoy no hay dólares para nadie. Eso hace que una compañía deba buscar alternativas para convencer a sus proveedores del exterior de que le “fíen” hasta que tenga acceso a las divisas. En la medida en que esos billetes no aparecen, crece la demanda en los mercados financieros legales, como el contado con liquidación, que sirve para sacar plata del país (una de las alternativas para pagar afuera). Esa es la tensión permanente que hay detrás del dólar a gran escala en la Argentina.
La comprensión cruda de la crisis en el Banco Central fabricó un eslogan provocador que recorre los pasillos de Hacienda. Según el diccionario kirchnerista, sacar plata del país es sinónimo de fuga. El próximo gobierno, según la mirada del actual, tendrá la obligación de “fugarla” toda. Es decir, conseguir los dólares para bajar la deuda comercial en el exterior, reducir la presión sobre la demanda de divisas y aspirar a reducir la brecha cambiaria.
Volvió a ponerse sobre la mesa la alternativa de desdoblar el tipo de cambio hasta que lleguen los dólares. Es una decisión arriesgada que dejaría muchos heridos, por el problema de responder una pregunta simple. ¿Quién accede al dólar más conveniente y quién no? La resolución puede desatar peleas encarnizadas entre vecinos de actividades económicas muy similares.
Hay garabatos con números crudos. El año 2022 terminó con un déficit de 2,4% del PBI y reservas en el Banco Central por US$8000 millones. Este año finalizaría, de acuerdo con información interna de Economía, en un número cercano al 3% y sin dólares. Para 2024, entonces, la cuenta es el resultado de este año menos el ingreso adicional que se espera del campo sin sequía. En resumen: hay que recortar el déficit en 1,5% del producto. Falta determinar quién lo paga.
La recomendación de orden fiscal es tan fuerte que sus asesores ya le sugieren a Massa enviar al Congreso un nuevo proyecto de presupuesto, más agresivo, para el año próximo. Quedaría de lado, así, la pantomima de mandar una separata al Congreso con posibles eliminaciones de exenciones impositivas para que los legisladores muestren voluntad de pagar los costos políticos del ajuste.
Hacia fines de 2022, hasta el ministro hizo algún intento por llevar adelante la idea que luego postergó y le aconsejan recuperar si es presidente. Eran épocas distintas a las actuales. Fernández no había delegado del todo el gobierno en su ministro de Economía y Cristina Kirchner estaba más activa que ahora. Falta saber qué haría Massa con el último término fuera de la ecuación y la vicepresidenta lanzada en un viaje que la aleja de la centralidad.
Rubinstein conserva los papeles de la primera época. En mayor o menor grado, son ideas compartidas por el ala ortodoxa de la que se rodeó Massa en Economía.
El propio Massa, cuyas decisiones no pasarían por el tamiz de una u otra escuela económica, dio en varias ocasiones indicios de inclinarse a favor de un plan de estabilización moderado que necesariamente implica un ajuste. Son todas palabras fuera del diccionario de néstor y de Cristina Kirchner.
Un documento recuerda su intento original por tratar de darle un poco de orden a la economía, algo que no logró. El plan original contemplaba suspender el financiamiento por emisión monetaria, aplicar tasas de interés positivas –la sugerencia permanente del FMI–, bajar el gasto público, reordenar los planes sociales y aumentar las tarifas de los servicios públicos.
Sergio Massa y su equipo, en su casa de Tigre
Cambio de estrategia
Massa abandonó por completo sus ideas originales a medida que se acercó la elección. De hecho, hizo todo lo contrario.
El conjunto de decisiones que tomó para mejorar su performance tras la derrota en las elecciones primarias serán la condena de la próxima gestión nacional. Es decir, el Massa candidato le podría haber dejado la peor penitencia al Massa presidente.
El ministro enfrentará una tentación fuerte si llega a la Casa Rosada. Tras el triunfo del último domingo, las variables que lo volvían loco comenzaron a moderarse. Bajó la espuma de la dolarización a cualquier costo con Javier Milei algo más alejado en la carrera y obligado a negociar sus ideas más extremas; los bancos, que habían pasado muchas de sus tenencias de Leliq a pases (para tener el dinero rápido y poder salir del peso si era necesario), revisaron su postura, y los tenedores de bonos empezaron a ver con mejores ojos los títulos que ajustan por CER (inflación) en detrimento de los vinculados al dólar. El riesgo es confundir esa foto con una tendencia.
El día después de una eventual victoria, el sucesor de Alberto Fernández verá que tiene que administrar tierra arrasada. Sin dólares, con una deuda mayor, atraso en las tarifas de servicios públicos y la devaluación más anunciada de la historia, no tendrá más alternativa que avanzar en el ajuste. El ministro de Economía lo sabe, porque se lo hacen saber.
El sueño más ortodoxo del massismo considera que hay que mantener la estabilidad durante al menos cinco años, hasta que todo el mundo se enamore de los pesos. Ganar una elección no parece una tarea tan difícil en comparación con lo que viene después.
Para la mesa chica de Economía, la única chance que tiene la Argentina es mostrar un resultado fiscal sin déficit
Un plan de estabilización contempla la aplicación de un ajuste fiscal que reduzca el gasto público, entre otras medidas
Una reducción fuerte del déficit es toda una agresión para el costado kirchnerista de Unión por la Patria
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Se extienden las penurias por la falta de nafta
Las estaciones de servicio, con larguísimas colas o surtidores vacíos; aseguran que la situación recién se va a normalizar en unos días; esperan el combustible importado
Marcelo Aguilar Marcelo ManeraEn Mendoza (foto) el faltante es muy extendido
La falta de combustibles complica ya en distintos frentes; afecta, por supuesto, al transporte individual y de pasajeros, pero también empieza a preocupar en ámbitos productivos como el del campo, donde la escasez de gasoil genera serios trastornos. Ayer, muchas estaciones de servicio (como esta YPF de La Plata que aparece en la foto) directamente se quedaron con los surtidores vacíos; en otras había larguísimas colas.
Fue un sábado marcado por las colas en las estaciones de servicio. En muchos casos, se demoraban más de dos horas para poder llegar a un surtidor. El desabastecimiento se agudizó en las últimas horas y se siente con fuerza en todo el país.
Muchas estaciones, sobre todo de YPF, directamente no tenían combustible para despachar. En otras fijaron cupos: se vendía hasta determinada cantidad de litros por vehículo o hasta determinado monto.
Desde el sector petrolero aseguraron ayer que el abastecimiento “se irá normalizando en los próximos días”.
Por medio de un comunicado conjunto firmado por las compañías YPF, Raízen, Trafigura y Axion Energy, desde el sector explicaron los motivos por los que el sistema de combustible llegó a su “límite de capacidad”. Mencionaron, en ese sentido, los siguientes factores: niveles extraordinarios de demanda, especialmente en los últimos 15 días por el fin de semana largo y las elecciones, cuando se produce un pico de movilidad de personas; inicio de la siembra agrícola; una dependencia mayor que la habitual de importaciones de combustibles por paradas programadas en algunas refinerías, y, más recientemente, una sobredemanda generada por una expectativa de desabastecimiento”, detallaron.
“La infraestructura de producción y suministro de combustibles de la Argentina es robusta”, destacaron desde el sector. Y en esa línea agregaron: “Hoy el sistema funciona con producción y transporte récord de crudo, refinerías a máxima carga –salvo dos que se encuentran transitando procesos de paradas técnicas totales o parciales por obras de ampliación y mantenimiento–, lo cual es absolutamente habitual y necesario en nuestra actividad para el resguardo de personas, activos, calidad y volumen del producto”.
Por último, las petroleras aseguraron, una vez más, que la situación se regularizará en los próximos días. “El crudo va a seguir fluyendo, las refinerías procesando, las importaciones entrando al país y la estructura logística se irá normalizando para el abastecimiento, considerando la gran dispersión geográfica del país”.
La secretaria de Energía, Flavia Royon, se reunió el viernes pasado con las cuatro empresas refinadoras que firmaron el comunicado, tras el faltante de nafta y gasoil registrado en varios puntos del país.
En la reunión entre la secretaria de Energía y los representantes del sector no hubo definición sobre la cuestión de los precios, pese a que los valores en surtidor tienen un atraso de más del 25% y a que faltan solo cuatro días para que finalice el congelamiento. Tan solo se acordó la importación de 10 barcos de combustible para abastecer a las estaciones de servicio.
El desabastecimiento amplificado en los últimos días choca con un deseo del candidato y ministro de Economía, Sergio Massa: que hasta el balotaje no haya aumentos de precios.
Desde el congelamiento de precios de combustibles a fines de agosto, solo YPF logró mantener prácticamente sin cambios sus valores en surtidor, a excepción del incremento de 3% del lunes último. El resto de las petroleras aplicó al menos tres aumentos de 2,5%, lo que hizo crecer aún más la brecha de precios entre YPF y su competencia. Solo en la ciudad de Buenos Aires (CABA), en algunas estaciones hay más de $30 de diferencia por litro de nafta, mientras que en el interior la brecha es mayor.
YPF tiene una participación de mercado de 55% en el despacho de combustibles, con una demanda que crece aún más a medida que aumenta la brecha de precios.
Esta semana, además, se sucedieron otros problemas para la compañía, que está controlada en un 51% por el Estado, luego de que la Secretaría de Comercio les restringiera también el acceso a dólares a empresas controladas por el Estado, debido a la escasez de reservas. Al menos tres buques cisterna tuvieron que hacer tiempo en la costa hasta que YPF les girara los dólares de pagos, como reveló el jueves Bloomberg.
A mitad de semana, el desabastecimiento empezó a sentirse con fuerza en el interior, pero ya entre el jueves y el viernes se extendió a la capital federal y el conurbano.
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El campo, en alerta por la falta de insumos y gasoil
Temen que los problemas de abastecimiento afecten el inicio de la cosecha y otras actividades claves del sector
La falta de combustibles complica ya en distintos frentes; afecta, por supuesto, al transporte individual y de pasajeros, pero también empieza a preocupar en ámbitos productivos como el del campo, donde la escasez de gasoil genera serios trastornos. Ayer, muchas estaciones de servicio (como esta YPF de La Plata que aparece en la foto) directamente se quedaron con los surtidores vacíos; en otras había larguísimas colas.
Fue un sábado marcado por las colas en las estaciones de servicio. En muchos casos, se demoraban más de dos horas para poder llegar a un surtidor. El desabastecimiento se agudizó en las últimas horas y se siente con fuerza en todo el país.
Muchas estaciones, sobre todo de YPF, directamente no tenían combustible para despachar. En otras fijaron cupos: se vendía hasta determinada cantidad de litros por vehículo o hasta determinado monto.
Desde el sector petrolero aseguraron ayer que el abastecimiento “se irá normalizando en los próximos días”.
Por medio de un comunicado conjunto firmado por las compañías YPF, Raízen, Trafigura y Axion Energy, desde el sector explicaron los motivos por los que el sistema de combustible llegó a su “límite de capacidad”. Mencionaron, en ese sentido, los siguientes factores: niveles extraordinarios de demanda, especialmente en los últimos 15 días por el fin de semana largo y las elecciones, cuando se produce un pico de movilidad de personas; inicio de la siembra agrícola; una dependencia mayor que la habitual de importaciones de combustibles por paradas programadas en algunas refinerías, y, más recientemente, una sobredemanda generada por una expectativa de desabastecimiento”, detallaron.
“La infraestructura de producción y suministro de combustibles de la Argentina es robusta”, destacaron desde el sector. Y en esa línea agregaron: “Hoy el sistema funciona con producción y transporte récord de crudo, refinerías a máxima carga –salvo dos que se encuentran transitando procesos de paradas técnicas totales o parciales por obras de ampliación y mantenimiento–, lo cual es absolutamente habitual y necesario en nuestra actividad para el resguardo de personas, activos, calidad y volumen del producto”.
Por último, las petroleras aseguraron, una vez más, que la situación se regularizará en los próximos días. “El crudo va a seguir fluyendo, las refinerías procesando, las importaciones entrando al país y la estructura logística se irá normalizando para el abastecimiento, considerando la gran dispersión geográfica del país”.
La secretaria de Energía, Flavia Royon, se reunió el viernes pasado con las cuatro empresas refinadoras que firmaron el comunicado, tras el faltante de nafta y gasoil registrado en varios puntos del país.
En la reunión entre la secretaria de Energía y los representantes del sector no hubo definición sobre la cuestión de los precios, pese a que los valores en surtidor tienen un atraso de más del 25% y a que faltan solo cuatro días para que finalice el congelamiento. Tan solo se acordó la importación de 10 barcos de combustible para abastecer a las estaciones de servicio.
El desabastecimiento amplificado en los últimos días choca con un deseo del candidato y ministro de Economía, Sergio Massa: que hasta el balotaje no haya aumentos de precios.
Desde el congelamiento de precios de combustibles a fines de agosto, solo YPF logró mantener prácticamente sin cambios sus valores en surtidor, a excepción del incremento de 3% del lunes último. El resto de las petroleras aplicó al menos tres aumentos de 2,5%, lo que hizo crecer aún más la brecha de precios entre YPF y su competencia. Solo en la ciudad de Buenos Aires (CABA), en algunas estaciones hay más de $30 de diferencia por litro de nafta, mientras que en el interior la brecha es mayor.
YPF tiene una participación de mercado de 55% en el despacho de combustibles, con una demanda que crece aún más a medida que aumenta la brecha de precios.
Esta semana, además, se sucedieron otros problemas para la compañía, que está controlada en un 51% por el Estado, luego de que la Secretaría de Comercio les restringiera también el acceso a dólares a empresas controladas por el Estado, debido a la escasez de reservas. Al menos tres buques cisterna tuvieron que hacer tiempo en la costa hasta que YPF les girara los dólares de pagos, como reveló el jueves Bloomberg.
A mitad de semana, el desabastecimiento empezó a sentirse con fuerza en el interior, pero ya entre el jueves y el viernes se extendió a la capital federal y el conurbano.
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El campo, en alerta por la falta de insumos y gasoil
Temen que los problemas de abastecimiento afecten el inicio de la cosecha y otras actividades claves del sector
Pilar Vazquez
Fernando Hernández puso el despertador para que sonara a las 4.30 con la intención de levantarse temprano y hacer fila en una estación de servicio en Tandil. Su objetivo era cargar combustible para la camioneta: después de esperar durante más de dos horas solo le permitieron cargar por 15.000 pesos. “No alcanzó con la sequía y todos los problemas que ya teníamos: ahora cortamos clavos para ver si conseguimos el combustible”, dice el productor, que además hace tareas de inseminación de vacas para otros productores.
No es un caso aislado. En el sector hay preocupación por los faltantes del combustible en un momento clave: la siembra de soja y de maíz y el comienzo en el norte de la cosecha de trigo. También el combustible es clave para el traslado de la producción y para realizar tareas vinculadas con la ganadería. Las advertencias no son solo por el gasoil: a las empresas proveedoras de agroquímicos y fertilizantes se les va agotando el stock de productos y la demora en la aprobación de las SIRA (los permisos así llamados por el Sistema de Importaciones de la República Argentina, SIRA) complica la reposición. Es otro problema más para el campo, que ya viene golpeado por el impacto económico de la sequía de este año. Un combo explosivo de cara a una nueva campaña y pensando que el próximo gobierno necesitará como nunca que haya una buena cosecha luego de la pérdida de más de US$21.000 millones por el último desastre climático.
Hernández, criador ganadero y un asesor genético que insemina vacas para otros productores, explicó: “Estos trabajos requieren el uso de un vehículo para transportar embriones, realizar inseminaciones y llevar a cabo varias tareas, como la colocación de dispositivos. Por eso hay preocupación y dudas de si vamos a poder cumplir con el trabajo”, dijo.
Horacio Salaverri, presidente de la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa (Carbap), destacó que la escasez de combustible agrava la ya complicada situación que vienen sufriendo los productores en lo que respecta al suministro de insumos, ya que muchos no están disponibles y en otros casos las entregas se efectúan sin precio o con boleta abierta. “El productor, ya sea ganadero, lechero, de economías regionales o de granos, ya tiene un problema para acceder a insumos y encima a eso se le adiciona la falta de previsibilidad, porque no sabe si habrá combustible o no”, afirmó. La organización había alertado sobre una entrega “irregular” del producto.
En este contexto, Luis Simone, presidente de la Federación Argentina de Contratistas de Máquinas Agrícolas (Facma), alertó: “Estamos en las primeras etapas de la siembra de soja y maíz en el centro del país y es evidente que se avecina una alta demanda de combustible”. La siembra de maíz ya avanzó a nivel país al 22% de una superficie prevista de 7,3 millones de hectáreas. En tanto, en trigo ya se recolectó casi el 7% en el norte.
Según datos proporcionados por la Sociedad Rural Argentina (SRA), el sector agrícola consume el 28% del gasoil utilizado en la Argentina, 3,8 millones de metros cúbicos, lo que implica un gasto anual de US$3535 millones. Se estima que US$1660 millones son para la agricultura, US$1025 millones para producciones regionales y aproximadamente US$850 millones para actividades ganaderas.
En este contexto, Simone señaló que los informes que reciben sobre el estado del suministro de combustible son variados, ya que en algunas localidades la provisión es normal, mientras que en otras escasea, no se consigue o, en su defecto, está disponible, pero a precios más elevados. Por ejemplo, el dirigente mencionó que les notificaron que en Entre Ríos, en las zonas de Gualeguaychú y Colón, no tenían gasoil. En Chivilcoy, Buenos Aires, la situación es irregular. “Cuando el combustible empieza a escasear en estaciones de servicio esto luego se traslada a la venta en el sector agropecuario”, dijo.
Esta preocupación fue también advertida por diversas entidades del sector esta semana. La SRA difundió un relevamiento donde observó escasez del producto, cupos y dispersión de precios. “La falta de gasoil provocaría potenciales pérdidas que los productores no pueden afrontar, especialmente luego de una sequía histórica que aún continúa en diversas zonas”, advirtió.
También Confederaciones Rurales Argentinas (CRA) habló de un “caos productivo” y demoras en las labores agropecuarias. Por su parte, la Confederación de Asociaciones Rurales de Santa Fe (Carsafe) dijo que es imperativo “corregir esta situación”. Se refirió al gasoil y a otros problemas: “Nuevamente enfrentamos escasez en el aprovisionamiento de recursos e insumos básicos, como gasoil, harina de soja y repuestos de maquinarias y tractores, entre otros; y aquel que puede conseguirlo lo debe pagar a valores que no tienen explicación”.
Esta semana, desde una empresa multinacional de semillas y agroquímicos dijeron a la nacion : “Está comenzando a haber problemas con la producción de nuevos productos (fitosanitarios) porque los proveedores globales no nos envían nuevas materias primas hasta que no se salden deudas de importaciones vencidas”.
Si bien los problemas generados por las restricciones a las importaciones es algo que las empresas vienen alertando desde hace tiempo, con la llegada de las lluvias durante el pasado fin de semana se evidenció un aumento creciente en la demanda de los productores, lo que ha puesto de manifiesto las dificultades para comprar al exterior.
Armando Allinghi, director ejecutivo de la Cámara de la Industria Argentina de Fertilizantes y Agroquímicos (Ciafa), señaló que, “de no regularizarse la importación o tener una dinámica más ágil, indefectiblemente puede haber demora en el abastecimiento y que el producto no llegue en tiempo y forma”.
Según indicó, en cuanto a la importación de fertilizantes, que representa aproximadamente el 80% del total utilizado en el país, se registra un retraso de aproximadamente el 20% en volumen en comparación con el mismo período del año anterior.
Fernando Hernández puso el despertador para que sonara a las 4.30 con la intención de levantarse temprano y hacer fila en una estación de servicio en Tandil. Su objetivo era cargar combustible para la camioneta: después de esperar durante más de dos horas solo le permitieron cargar por 15.000 pesos. “No alcanzó con la sequía y todos los problemas que ya teníamos: ahora cortamos clavos para ver si conseguimos el combustible”, dice el productor, que además hace tareas de inseminación de vacas para otros productores.
No es un caso aislado. En el sector hay preocupación por los faltantes del combustible en un momento clave: la siembra de soja y de maíz y el comienzo en el norte de la cosecha de trigo. También el combustible es clave para el traslado de la producción y para realizar tareas vinculadas con la ganadería. Las advertencias no son solo por el gasoil: a las empresas proveedoras de agroquímicos y fertilizantes se les va agotando el stock de productos y la demora en la aprobación de las SIRA (los permisos así llamados por el Sistema de Importaciones de la República Argentina, SIRA) complica la reposición. Es otro problema más para el campo, que ya viene golpeado por el impacto económico de la sequía de este año. Un combo explosivo de cara a una nueva campaña y pensando que el próximo gobierno necesitará como nunca que haya una buena cosecha luego de la pérdida de más de US$21.000 millones por el último desastre climático.
Hernández, criador ganadero y un asesor genético que insemina vacas para otros productores, explicó: “Estos trabajos requieren el uso de un vehículo para transportar embriones, realizar inseminaciones y llevar a cabo varias tareas, como la colocación de dispositivos. Por eso hay preocupación y dudas de si vamos a poder cumplir con el trabajo”, dijo.
Horacio Salaverri, presidente de la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa (Carbap), destacó que la escasez de combustible agrava la ya complicada situación que vienen sufriendo los productores en lo que respecta al suministro de insumos, ya que muchos no están disponibles y en otros casos las entregas se efectúan sin precio o con boleta abierta. “El productor, ya sea ganadero, lechero, de economías regionales o de granos, ya tiene un problema para acceder a insumos y encima a eso se le adiciona la falta de previsibilidad, porque no sabe si habrá combustible o no”, afirmó. La organización había alertado sobre una entrega “irregular” del producto.
En este contexto, Luis Simone, presidente de la Federación Argentina de Contratistas de Máquinas Agrícolas (Facma), alertó: “Estamos en las primeras etapas de la siembra de soja y maíz en el centro del país y es evidente que se avecina una alta demanda de combustible”. La siembra de maíz ya avanzó a nivel país al 22% de una superficie prevista de 7,3 millones de hectáreas. En tanto, en trigo ya se recolectó casi el 7% en el norte.
Según datos proporcionados por la Sociedad Rural Argentina (SRA), el sector agrícola consume el 28% del gasoil utilizado en la Argentina, 3,8 millones de metros cúbicos, lo que implica un gasto anual de US$3535 millones. Se estima que US$1660 millones son para la agricultura, US$1025 millones para producciones regionales y aproximadamente US$850 millones para actividades ganaderas.
En este contexto, Simone señaló que los informes que reciben sobre el estado del suministro de combustible son variados, ya que en algunas localidades la provisión es normal, mientras que en otras escasea, no se consigue o, en su defecto, está disponible, pero a precios más elevados. Por ejemplo, el dirigente mencionó que les notificaron que en Entre Ríos, en las zonas de Gualeguaychú y Colón, no tenían gasoil. En Chivilcoy, Buenos Aires, la situación es irregular. “Cuando el combustible empieza a escasear en estaciones de servicio esto luego se traslada a la venta en el sector agropecuario”, dijo.
Esta preocupación fue también advertida por diversas entidades del sector esta semana. La SRA difundió un relevamiento donde observó escasez del producto, cupos y dispersión de precios. “La falta de gasoil provocaría potenciales pérdidas que los productores no pueden afrontar, especialmente luego de una sequía histórica que aún continúa en diversas zonas”, advirtió.
También Confederaciones Rurales Argentinas (CRA) habló de un “caos productivo” y demoras en las labores agropecuarias. Por su parte, la Confederación de Asociaciones Rurales de Santa Fe (Carsafe) dijo que es imperativo “corregir esta situación”. Se refirió al gasoil y a otros problemas: “Nuevamente enfrentamos escasez en el aprovisionamiento de recursos e insumos básicos, como gasoil, harina de soja y repuestos de maquinarias y tractores, entre otros; y aquel que puede conseguirlo lo debe pagar a valores que no tienen explicación”.
Esta semana, desde una empresa multinacional de semillas y agroquímicos dijeron a la nacion : “Está comenzando a haber problemas con la producción de nuevos productos (fitosanitarios) porque los proveedores globales no nos envían nuevas materias primas hasta que no se salden deudas de importaciones vencidas”.
Si bien los problemas generados por las restricciones a las importaciones es algo que las empresas vienen alertando desde hace tiempo, con la llegada de las lluvias durante el pasado fin de semana se evidenció un aumento creciente en la demanda de los productores, lo que ha puesto de manifiesto las dificultades para comprar al exterior.
Armando Allinghi, director ejecutivo de la Cámara de la Industria Argentina de Fertilizantes y Agroquímicos (Ciafa), señaló que, “de no regularizarse la importación o tener una dinámica más ágil, indefectiblemente puede haber demora en el abastecimiento y que el producto no llegue en tiempo y forma”.
Según indicó, en cuanto a la importación de fertilizantes, que representa aproximadamente el 80% del total utilizado en el país, se registra un retraso de aproximadamente el 20% en volumen en comparación con el mismo período del año anterior.
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