“Tener la capacidad de analizar mejor la realidad te reconcilia con ella” Ángel Gargiulo. “Para manejar la ansiedad, hay que aprender a soportarla”
Psiquiatra y director del Centro Integral de Salud Mental Argentino, asegura que es importante exponerse a las emociones que nos generan malestar en lugar de evitarlas
Texto Vivian Urfeig“Las emociones suben y bajan, como las olas”, asegura el médico psiquiatra
Si te persigue un tigre se activan emociones propias de situaciones bajo amenaza. Pensás en escapar, no en comprar bitcoins. En ciertas condiciones, ¿a quién le importa a cuánto está el dólar?”. La reflexión en forma de metáfora corre por cuenta del psiquiatra Ángel Gargiulo, autor del libro Las olas, conceptos y herramientas terapéuticas de salud mental (Editorial El Gato y La Caja), que en un año superó las 85 mil visitas al sitio online de descarga. El especialista es director general del Centro Integral de Salud Mental Argentino (CISMA), donde desarrolla terapias basadas en evidencia científica. “En la salud hay de todo, mucha sarasa. Nosotros ponemos el foco en estadísticas, tratamientos válidos y respaldados por investigaciones”, dice el psiquiatra.
Cuando era chico tenía miedo de meterse en la pileta. Su papá le enseñó a nadar, a respirar y no lo soltó hasta que logró dar sus primeras brazadas. “No me ahogó ni me tiró, me expuso al agua”, destaca Gargiulo, de 37 años, músico y escritor. Ese trabajo fino, paulatino, le permitió conectarse con distintas situaciones de disfrute. “Tener un ‘para qué’ es clave a la hora de exponernos a algo que nos da miedo o ansiedad. Entender que estas sensaciones a veces están bien y aprender a soportarlas poco a poco podría ser un gran entrenamiento para el manejo de la ansiedad”, explica el autor de Las olas, título que remite a cómo la psicología científica fue evolucionando: del conductismo a las terapias cognitivas y luego, en la tercera oleada, a tratamientos que articulan estrategias de otras culturas. “Las emociones suben y bajan, como las olas”, define el profesional.
–Las elecciones generan sentimientos de inquietud, temor por el futuro y preocupaciones. ¿Cómo funciona el termómetro social de la ansiedad en este contexto?
–Los seres humanos no pensamos bien cuando estamos ahogados. Cuando no tenés asegurada la supervivencia no te importa el futuro. En este país un gran porcentaje de gente piensa en sobrevivir. Frente a niveles muy altos de desesperación se hace lo que se puede y, muchas veces, se termina eligiendo por neprimero cesidad. En este sentido empatizar es clave: entender que todo comportamiento es causado y que no sale de un repollo, facilita aceptar la realidad y se convierte en una herramienta de regulación emocional potente.
–¿Cuáles serían las estrategias para analizar la realidad y al mismo tiempo controlar la ansiedad?
–Tener la capacidad de analizar mejor la realidad te reconcilia con ella. Un buen ejercicio es agregar la frase “tal vez sí, o tal vez no” a las aseveraciones terminantes del tipo “si gana tal candidato va a estar todo mal”. La flexibilidad viene del pensamiento dialéctico, busca encontrar puntos medios entre los extremos. La gente poco dialéctica sufre mucho porque ve todo blanco, o todo negro. Defino dos tipos de sufrimientos, el limpio y el sucio. El se basa en los hechos de la realidad: subió mucho la inflación, por ejemplo. El sucio, en tanto, es como echar sal sobre una herida, con juicios y evaluaciones que no admiten flexibilidad ni contemplan causas complejas.
–¿Esta flexibilidad sería un antídoto para acercar diferencias?
–Claro, contemplar la paleta de colores permite entrenar la mente. Notar nuestros propios sesgos solo es posible si hablamos con el auténtico abogado del diablo, el de verdad. Es decir, con gente que genuinamente piense distinto. Sin discutir, tratando de comprender al otro para encontrar información relevante allí donde no la esperamos. Ese es un gran entrenamiento.
–¿Cómo funciona la exposición como mecanismo de regulación emocional?
–La ansiedad baja ante la resolución de problemas y la aceptación de la realidad. En este sentido la técnica de la exposición incluye distintos ejercicios para sentir esas olas que suben y bajan. Para acostumbrarse. Es como ver una película de terror varias veces. A la cuarta, te aburriste y el miedo se reguló. El libro cuenta con un cuadernillo con distintos ejercicios basados en evidencia que resumen descubrimientos científicos importantes. La gente está muy desesperanzada, cansada de escuchar las sarasas de la salud mental cuando hay investigaciones científicas de gran solidez. Tenemos que leer más literatura científica.
–¿Cuál es su opinión sobre el avance de los psicofármacos para afrontar los trastornos de ansiedad?
–Casi nunca receto psicofármacos en base a benzodiacepinas. Esta familia de medicamentos es muy eficiente para mitigar la ansiedad a corto plazo. Actúa rápido, pero genera un problema: aumentan las probabilidades de volverse adicto ya que es más fácil tomarse una pastilla que aprenderse las habilidades para regular la ansiedad. Además, bloquea el aprendizaje y la aceptación de la emoción. Y es otro problema, porque las emociones tienen funciones. La ansiedad me dice que hay un problema, sea real o imaginario. Si la apago no la analizo. Si en el auto se prende la luz que indica la falta de combustible no se puede romper la luz, hay que cargar nafta porque tarde o temprano se para el motor. Con respecto a las benzodiacepinas hay evidencia médica de que alteran la arquitectura del sueño y aumentan la probabilidad de caídas en personas mayores. Se pusieron de moda en los 80, se pensaba que eran inocuas. Ahora se sabe que no. Son buenos bajo ciertas circunstancias controladas y hasta pueden cambiar la vida de un paciente. No medicar en algunos casos sería provocar un sufrimiento sucio.
–¿La angustia tiene origen en la ansiedad?
–La angustia está relacionada con la tristeza, miedo o ansiedad, a tal punto que algunos autores la utilizan como sinónimos. La palabra proviene del término “angosto”, y se relaciona con la sensación física de opresión en el pecho y garganta, y la percepción de falta de aire que genera esta emoción. Esta ansiedad desregulada o desadaptativa se puede manifestar en distintos escenarios, lo que genera los llamados trastornos de ansiedad. En todos ellos, los cambios fisiológicos son prácticamente los mismos, lo que cambia son los disparadores y las interpretaciones que hacemos de la situación. Como la ansiedad es una emoción, se convierte en una herramienta importante para la supervivencia. No la podemos erradicar. Lo que necesitamos es aprender a tolerarla, manejarla y hacer un uso efectivo.
–¿Se puede controlar el miedo que genera la ansiedad?
–No podemos controlar la presencia del miedo y la ansiedad, pero podemos modificar nuestra percepción de estas emociones y de las situaciones que las disparan. Si en lugar de evitar una situación estresante, nos exponemos a ella, el malestar decrecerá paulatinamente. Uno se acostumbra a todo. Pero si cortamos o dejamos de exponernos en el punto en que la ansiedad se vuelve más intensa, estamos escapando y no generamos habituación a la ansiedad; en otras palabras, no aprenderemos a tolerarla ni a reducirla. La evitación genera una disminución instantánea del malestar, pero a largo plazo este volverá y nos encontrará nuevamente sin herramientas. La cura radica en evitar la evitación a fin de generar una habituación a las sensaciones y pensamientos asociados a la ansiedad. Recordemos que la ansiedad es una emoción y, como tal, es útil. No podemos amputarla porque nos quedaríamos sin una herramienta importante para nuestra supervivencia. Lo que necesitamos es aprender a tolerarla y manejarla, y hacer un uso efectivo de ella. Es decir, no tiene sentido sufrir por sufrir.
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