La Matanza. Aparato y militancia se activaron para la remontada del PJ en el conurbano
El traslado de votantes, la entrega de boletas “casa por casa” y las medidas de Massa influyeron en la victoria del oficialismo en el distrito más populoso de la provincia; la escuela “emblema”
Mariano Spezzapria y Javier Fuego SimondetLos afiches “paleros”, pegados por miles en las distintas localidades de la Matanza
“De González Catán, en colectivo, a la cancha de Boca”, canta Joaquín Sabina en “Dieguitos y Mafaldas”, con ese tono tan particular que hechiza hasta a quienes nunca hicieron ese recorrido ni estuvieron siquiera de paso por esa localidad de La Matanza. Pero ahora que el país se encamina a elegir a su próximo presidente, convendría saber que ese rincón del conurbano profundo se convirtió en un emblema de la remontada del peronismo en las elecciones del 22 de octubre. Y que, ahora, es el modelo a seguir por Unión por la Patria para que Sergio Massa derrote a Javier Milei en el balotaje del 19 de noviembre.
En González Catán, justamente, se encuentra la escuela en la que más creció el voto a Massa en La Matanza, el bastión histórico del PJ. Se trata del Instituto Puerto Argentino, ubicado en la calle Caxaraville al 300. El candidato oficialista sumó 20,42 puntos porcentuales más que en las PASO, según un relevamiento que hizo LN Data.
Massa pasó de obtener allí el 51,16% de los votos el 13 de agosto, al 71,58% el domingo pasado. No es un porcentaje tomado al azar. Por el contrario, la nueva meta de la campaña oficialista en el conurbano bonaerense –tanto en la tercera sección como en la primera– es sacar el 70% de los votos, según pudo saber la nacion de fuentes cercanas al candidato presidencial de UP. Con esos guarismos, especulan, podrían ganar la provincia de Buenos Aires de forma contundente y contrapesar posibles derrotas en otros distritos relevantes del país, como Córdoba, Santa Fe y Mendoza.
La boleta presidencial de UP sumó en La Matanza casi 150.000 votos entre las primarias y las elecciones generales. Massa logró un 53,2%; Milei fue segundo, con 22,5%, y Patricia Bullrich quedó tercera, con el 16,6% de los sufragios.
¿Pero cómo se gestó semejante remontada del peronismo en González Catán, donde la inflación agudiza el impacto de la pobreza? Los militantes utilizaron un discurso centrado en frenar al candidato de La Libertad Avanza y resaltar la figura de Massa, a lo que, en algunos casos, le sumaron un mayor despliegue en el traslado de votantes a las escuelas. También se les proveyeron folletería y financiamiento.
El crecimiento dibuja una mueca de satisfacción entre los militantes del PJ, que pusieron en marcha una ofensiva de recorridas casa por casa, con una dinámica que les reportó resultados positivos para el candidato oficialista y les permitió contener a Milei, al que identificaron como el principal rival a vencer.
Despliegue territorial
En el Club Estrella Roja, de Laferrère, se concentra una de las tantas patas territoriales que aportaron a la mejor performance de Massa. Se trata de la militancia enrolada en la Federación Nacional Popular y Comunitaria de los Clubes de Barrio, que coordina Gabriel Aranda, presidente el club Laferrère y candidato a concejal en la lista de Unión por la Patria.
Si bien en las PASO este grupo militó por la precandidatura a intendenta de Patricia “Colo” Cubría (diputada provincial y esposa de Emilio Pérsico, jefe del Movimiento Evita), en las generales se enfocaron en lo nacional y pusieron el eje en Massa, sin interferir con la candidatura de Espinoza, el intendente que ganó la interna y, luego, obtuvo la reelección.
Al costado de unas canchas de fútbol que mezclan más tierra que pasto, y mientras un grupo de chicos se entrena, Daniel Acosta, coordinador de la federación en La Matanza, repasa la dinámica que aplicaron para aumentar el caudal de votos. “Después de las PASO, se trabajó más en la calle, puerta a puerta. Una de las prioridades fue explicar lo que era Milei”, señaló Acosta en unas dependencias del club donde funciona un comedor y que, en la planta alta, albergan una sala de salud bautizada Emilio Pérsico (inaugurada antes de las PASO) y un aula con computadoras.
Acosta enumera barrios que recorrieron “todos los días”, como “Don Juan, Villa Mosquito, La Loma, Altos de Laferrère o El Porvenir”. Calcula que en la agrupación son unas cien personas y explica que “fue todo cara a cara, porque la explicación era más convincente”. Agrega que manejarse con las instituciones barriales les facilitó el contacto. “Con los clubes de barrio nos conocen todos. Son 150 clubes afiliados a la federación”, sintetiza. En el club todavía se pueden ver enrolladas las boletas de las PASO que quedaron sin uso, encabezadas en el tramo local por Cubría.
“Laferrère es muy importante. Son más de 400.000 personas. Hubo un gran avance de obra pública, como cuatros pasos bajo nivel. Y las obras se terminaron antes de la general”, advierte un dirigente oficialista del distrito. Ese despliegue llegó desde el Ministerio de Transporte, cuya jefatura política ejerce Massa. En La Matanza, el tigrense sumó trabajo territorial incluso de referentes que habían respondido a Juntos por el Cambio hasta las PASO y que pegaron el salto con galocha porque olfatearon la derrota que estaba por venir.
En Rafael Castillo, otra localidad populosa de La Matanza, los militantes de Somos Barrios de Pie tienen aún a mano la folletería con la que militaron por Massa entre las PASO y las generales. “Barrio por barrio, casa por casa”, rezan los folletos celestes de “Massa presidente”, que llevan la firma “Los movimientos populares en Unión por la Patria”. En la sede de la agrupación, en la calle Carlos Casares al 1100, José Oscari, Silvia Caballero y Lucía Guzmán describen cómo reclutaron a votantes ausentes y aportaron para la mejor cosecha massista.
“Mediante el padrón, fuimos a buscar a la gente que no fue a votar. Las últimas medidas económicas fueron buenas. Y llevamos a 2500 jubilados a votar”, indica Oscari, que también integró la lista de Cubría y, con la performance de las PASO, logró integrarse a la nómina de Espinoza, como concejal suplente. “Alquilamos un colectivo y pusimos coches nuestros”, completa sobre el operativo de traslado de votantes.
“Hicimos un rastrillaje. Nos concentramos en una plaza, en el centro de Castillo, y anotábamos en qué colegio votaba la persona, si tenía vehículo para ir a votar”, comenta Caballero. Con esos datos, los militantes luego salían en busca de convencer a esas personas, casa por casa. Guzmán, otra de las militantes de Somos Barrios de Pie, remarca que apuntaron en particular contra el candidato de La Libertad Avanza: “Fuimos casa por casa a hablar de Milei y de los derechos que íbamos a perder. Y a explicar que Massa era un gobierno popular”.
El ausentismo también fue un factor a atacar para la militancia peronista. Oscari asegura que, en las PASO, fue menos gente a votar en localidades favorables al peronismo. “En Virrey del Pino voto un 60%; en [González] Catán, Laferrère y Castillo, un 70%. En el primer cordón del distrito, más opositor, votó el 80%”, calcula. “Massa mejoró más en el segundo y tercer cordón, adonde llegó el impacto de sus medidas”, añade. En el segundo cordón está González Catán.
El candidato presidencial y ministro de Economía no empeoró su desempeño electoral en ninguna escuela de La Matanza y sumó más votos que en las PASO en todas ellas. En el balotaje, los militantes de base del peronismo consultados prometen mantener el ritmo de campaña a favor de Massa. “Tenemos que salir a buscar el voto en blanco, al votante de Bullrich y a los que no fueron a votar”, dice Caballero.
Esa lógica barrial de la política, conectada con las mañas históricas de los punteros del PJ bonaerense, se mezcla con la más fina campaña profesional que está llevando adelante Massa de la mano de los estrategas brasileños ligados al PT de Lula da Silva y al asesor catalán Antoni Gutiérrez-rubí. Instalados en el búnker nacional de UP sobre la calle Bartolomé Mitre porteña, modelan desde allí el rumbo del postulante, al que le aconsejan insistir en sus propuestas ante la reconfiguración que ensayan LLA y JXC.
Pese a que están en pleno proceso de construir el liderazgo nacional de Massa, tampoco descuidan allí un hecho incontrastable: el peronismo volvió a tomar envión en el conurbano, donde el candidato presidencial oficialista sumó 1.116.038 nuevos votos en los 24 distritos de la región, sobre 3,2 millones de sufragios que agregó a su caudal en todo el país. Es lo que los expertos en ciencia política describen como la conurbanización del PJ, una tendencia que se acentuó durante su fase kirchnerista (2003-2015).
El factor Kicillof
Pero ahora hay otro actor que explica el crecimiento del peronismo en el conurbano: Axel Kicillof. El gobernador viene de obtener su reelección y está en sintonía con Massa, pese a que tienen “matices”, según admite un colaborador directo de mandatario.
No obstante, la buena performance del PJ en La Plata, Bahía Blanca y Tres Arroyos, entre otras ciudades por fuera del conurbano, indican que en esta oportunidad la ola celeste fue importante y esperan que se mantenga de esa misma manera el 19 de noviembre.
“En la provincia vamos por un 60 a 40”, dice un intendente del conurbano que participó de la reunión con Massa y Kicillof la semana que pasó en La Plata. Allí el clima interno fue el de una fuerza que se considera potencialmente ganadora, pese a que la campaña nacional de UP hace un esfuerzo notorio por mantener la “humildad” y los pies sobre la tierra.
Solo en la tercera sección, Massa le sacó a Milei casi un millón de votos. Ahí radica, justamente, la base de la posible continuidad del peronismo en el poder. Si se ajustan las coordenadas, ese mapa debe focalizarse en La Matanza y aplicar el zoom en González Catán
“Después de las PASO se trabajó en la calle para explicar lo que es Javier Milei”
“Fuimos a buscar a la gente que no fue a votar. Y llevamos a 2500 jubilados”
“Massa mejoró más en el segundo y tercer cordón por sus nuevas medidas”
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¿A quién beneficia el voto en blanco?
En el balotaje es excluido del conteo, por lo que no favorece a ninguna candidatura en forma directa
“De González Catán, en colectivo, a la cancha de Boca”, canta Joaquín Sabina en “Dieguitos y Mafaldas”, con ese tono tan particular que hechiza hasta a quienes nunca hicieron ese recorrido ni estuvieron siquiera de paso por esa localidad de La Matanza. Pero ahora que el país se encamina a elegir a su próximo presidente, convendría saber que ese rincón del conurbano profundo se convirtió en un emblema de la remontada del peronismo en las elecciones del 22 de octubre. Y que, ahora, es el modelo a seguir por Unión por la Patria para que Sergio Massa derrote a Javier Milei en el balotaje del 19 de noviembre.
En González Catán, justamente, se encuentra la escuela en la que más creció el voto a Massa en La Matanza, el bastión histórico del PJ. Se trata del Instituto Puerto Argentino, ubicado en la calle Caxaraville al 300. El candidato oficialista sumó 20,42 puntos porcentuales más que en las PASO, según un relevamiento que hizo LN Data.
Massa pasó de obtener allí el 51,16% de los votos el 13 de agosto, al 71,58% el domingo pasado. No es un porcentaje tomado al azar. Por el contrario, la nueva meta de la campaña oficialista en el conurbano bonaerense –tanto en la tercera sección como en la primera– es sacar el 70% de los votos, según pudo saber la nacion de fuentes cercanas al candidato presidencial de UP. Con esos guarismos, especulan, podrían ganar la provincia de Buenos Aires de forma contundente y contrapesar posibles derrotas en otros distritos relevantes del país, como Córdoba, Santa Fe y Mendoza.
La boleta presidencial de UP sumó en La Matanza casi 150.000 votos entre las primarias y las elecciones generales. Massa logró un 53,2%; Milei fue segundo, con 22,5%, y Patricia Bullrich quedó tercera, con el 16,6% de los sufragios.
¿Pero cómo se gestó semejante remontada del peronismo en González Catán, donde la inflación agudiza el impacto de la pobreza? Los militantes utilizaron un discurso centrado en frenar al candidato de La Libertad Avanza y resaltar la figura de Massa, a lo que, en algunos casos, le sumaron un mayor despliegue en el traslado de votantes a las escuelas. También se les proveyeron folletería y financiamiento.
El crecimiento dibuja una mueca de satisfacción entre los militantes del PJ, que pusieron en marcha una ofensiva de recorridas casa por casa, con una dinámica que les reportó resultados positivos para el candidato oficialista y les permitió contener a Milei, al que identificaron como el principal rival a vencer.
Despliegue territorial
En el Club Estrella Roja, de Laferrère, se concentra una de las tantas patas territoriales que aportaron a la mejor performance de Massa. Se trata de la militancia enrolada en la Federación Nacional Popular y Comunitaria de los Clubes de Barrio, que coordina Gabriel Aranda, presidente el club Laferrère y candidato a concejal en la lista de Unión por la Patria.
Si bien en las PASO este grupo militó por la precandidatura a intendenta de Patricia “Colo” Cubría (diputada provincial y esposa de Emilio Pérsico, jefe del Movimiento Evita), en las generales se enfocaron en lo nacional y pusieron el eje en Massa, sin interferir con la candidatura de Espinoza, el intendente que ganó la interna y, luego, obtuvo la reelección.
Al costado de unas canchas de fútbol que mezclan más tierra que pasto, y mientras un grupo de chicos se entrena, Daniel Acosta, coordinador de la federación en La Matanza, repasa la dinámica que aplicaron para aumentar el caudal de votos. “Después de las PASO, se trabajó más en la calle, puerta a puerta. Una de las prioridades fue explicar lo que era Milei”, señaló Acosta en unas dependencias del club donde funciona un comedor y que, en la planta alta, albergan una sala de salud bautizada Emilio Pérsico (inaugurada antes de las PASO) y un aula con computadoras.
Acosta enumera barrios que recorrieron “todos los días”, como “Don Juan, Villa Mosquito, La Loma, Altos de Laferrère o El Porvenir”. Calcula que en la agrupación son unas cien personas y explica que “fue todo cara a cara, porque la explicación era más convincente”. Agrega que manejarse con las instituciones barriales les facilitó el contacto. “Con los clubes de barrio nos conocen todos. Son 150 clubes afiliados a la federación”, sintetiza. En el club todavía se pueden ver enrolladas las boletas de las PASO que quedaron sin uso, encabezadas en el tramo local por Cubría.
“Laferrère es muy importante. Son más de 400.000 personas. Hubo un gran avance de obra pública, como cuatros pasos bajo nivel. Y las obras se terminaron antes de la general”, advierte un dirigente oficialista del distrito. Ese despliegue llegó desde el Ministerio de Transporte, cuya jefatura política ejerce Massa. En La Matanza, el tigrense sumó trabajo territorial incluso de referentes que habían respondido a Juntos por el Cambio hasta las PASO y que pegaron el salto con galocha porque olfatearon la derrota que estaba por venir.
En Rafael Castillo, otra localidad populosa de La Matanza, los militantes de Somos Barrios de Pie tienen aún a mano la folletería con la que militaron por Massa entre las PASO y las generales. “Barrio por barrio, casa por casa”, rezan los folletos celestes de “Massa presidente”, que llevan la firma “Los movimientos populares en Unión por la Patria”. En la sede de la agrupación, en la calle Carlos Casares al 1100, José Oscari, Silvia Caballero y Lucía Guzmán describen cómo reclutaron a votantes ausentes y aportaron para la mejor cosecha massista.
“Mediante el padrón, fuimos a buscar a la gente que no fue a votar. Las últimas medidas económicas fueron buenas. Y llevamos a 2500 jubilados a votar”, indica Oscari, que también integró la lista de Cubría y, con la performance de las PASO, logró integrarse a la nómina de Espinoza, como concejal suplente. “Alquilamos un colectivo y pusimos coches nuestros”, completa sobre el operativo de traslado de votantes.
“Hicimos un rastrillaje. Nos concentramos en una plaza, en el centro de Castillo, y anotábamos en qué colegio votaba la persona, si tenía vehículo para ir a votar”, comenta Caballero. Con esos datos, los militantes luego salían en busca de convencer a esas personas, casa por casa. Guzmán, otra de las militantes de Somos Barrios de Pie, remarca que apuntaron en particular contra el candidato de La Libertad Avanza: “Fuimos casa por casa a hablar de Milei y de los derechos que íbamos a perder. Y a explicar que Massa era un gobierno popular”.
El ausentismo también fue un factor a atacar para la militancia peronista. Oscari asegura que, en las PASO, fue menos gente a votar en localidades favorables al peronismo. “En Virrey del Pino voto un 60%; en [González] Catán, Laferrère y Castillo, un 70%. En el primer cordón del distrito, más opositor, votó el 80%”, calcula. “Massa mejoró más en el segundo y tercer cordón, adonde llegó el impacto de sus medidas”, añade. En el segundo cordón está González Catán.
El candidato presidencial y ministro de Economía no empeoró su desempeño electoral en ninguna escuela de La Matanza y sumó más votos que en las PASO en todas ellas. En el balotaje, los militantes de base del peronismo consultados prometen mantener el ritmo de campaña a favor de Massa. “Tenemos que salir a buscar el voto en blanco, al votante de Bullrich y a los que no fueron a votar”, dice Caballero.
Esa lógica barrial de la política, conectada con las mañas históricas de los punteros del PJ bonaerense, se mezcla con la más fina campaña profesional que está llevando adelante Massa de la mano de los estrategas brasileños ligados al PT de Lula da Silva y al asesor catalán Antoni Gutiérrez-rubí. Instalados en el búnker nacional de UP sobre la calle Bartolomé Mitre porteña, modelan desde allí el rumbo del postulante, al que le aconsejan insistir en sus propuestas ante la reconfiguración que ensayan LLA y JXC.
Pese a que están en pleno proceso de construir el liderazgo nacional de Massa, tampoco descuidan allí un hecho incontrastable: el peronismo volvió a tomar envión en el conurbano, donde el candidato presidencial oficialista sumó 1.116.038 nuevos votos en los 24 distritos de la región, sobre 3,2 millones de sufragios que agregó a su caudal en todo el país. Es lo que los expertos en ciencia política describen como la conurbanización del PJ, una tendencia que se acentuó durante su fase kirchnerista (2003-2015).
El factor Kicillof
Pero ahora hay otro actor que explica el crecimiento del peronismo en el conurbano: Axel Kicillof. El gobernador viene de obtener su reelección y está en sintonía con Massa, pese a que tienen “matices”, según admite un colaborador directo de mandatario.
No obstante, la buena performance del PJ en La Plata, Bahía Blanca y Tres Arroyos, entre otras ciudades por fuera del conurbano, indican que en esta oportunidad la ola celeste fue importante y esperan que se mantenga de esa misma manera el 19 de noviembre.
“En la provincia vamos por un 60 a 40”, dice un intendente del conurbano que participó de la reunión con Massa y Kicillof la semana que pasó en La Plata. Allí el clima interno fue el de una fuerza que se considera potencialmente ganadora, pese a que la campaña nacional de UP hace un esfuerzo notorio por mantener la “humildad” y los pies sobre la tierra.
Solo en la tercera sección, Massa le sacó a Milei casi un millón de votos. Ahí radica, justamente, la base de la posible continuidad del peronismo en el poder. Si se ajustan las coordenadas, ese mapa debe focalizarse en La Matanza y aplicar el zoom en González Catán
“Después de las PASO se trabajó en la calle para explicar lo que es Javier Milei”
“Fuimos a buscar a la gente que no fue a votar. Y llevamos a 2500 jubilados”
“Massa mejoró más en el segundo y tercer cordón por sus nuevas medidas”
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¿A quién beneficia el voto en blanco?
En el balotaje es excluido del conteo, por lo que no favorece a ninguna candidatura en forma directa
Laura Serra El nivel de voto en blanco puede ser clave
La decisión de Patricia Bullrich y del expresidente Mauricio Macri de apoyar a Javier Milei en el balotaje del 19 del mes próximo fracturó a Juntos por el Cambio y abrió una grieta entre sus votantes. Frente a la oferta dicotómica que encarnan el libertario y el candidato oficialista Sergio Massa, parte de este universo de electores, al que se suma un abanico variopinto de simpatizantes de izquierda, peronistas no kirchneristas e independientes, se dirime entre votar en blanco, impugnar el voto o, sencillamente, abstenerse de concurrir a las urnas.
Esta postura desató un acalorado debate mediático y en las redes sociales. Quienes apoyan el pacto electoral entre los libertarios y el ala dura de Pro advierten que no pronunciarse por ningún candidato favorecerá a Massa y perpetuará al kirchnerismo en el poder. Lo mismo postulan sus contrincantes, pero para disuadir a los “neutrales” a que eviten a que el libertario llegue a la presidencia.
¿Beneficia a un candidato en particular el voto en blanco? ¿Perjudica a la oposición que quienes no se sienten identificados con ninguno de los dos candidatos no vayan a votar?
La respuesta la ofrecen la Constitución Nacional y las leyes electorales. La Cámara Nacional Electoral define al voto en blanco como “una manifestación de la voluntad del electorado de abstenerse de elegir entre las diversas propuestas formuladas en un sistema legal de sufragio, expresando así su disconformidad con los candidatos y propuestas formuladas por los partidos políticos”. En definitiva, las opciones que tiene el elector no son dos –Massa o Milei-, sino tres: esta tercera opción representa el descontento hacia ambos candidatos.
Ahora bien, La Constitución establece que tanto en la primera como en la segunda vuelta electoral –si la hubiere- solo se deberán contabilizar los votos válidos afirmativos. Ergo, en este balotaje solo se contarán las boletas emitidas a favor de Massa o de Milei. El voto en blanco, si bien es un voto válido, es negativo, por lo que son excluidos del conteo general. El voto nulo, en tanto, es aquel que se emite mediante boleta no oficializada, o mediante boleta oficializada que con tenga inscripciones y/ o leyendas de cualquier naturaleza. Los votos nulos no son válidos, por lo tanto tampoco se incorporan al conteo.
En resumidas cuentas, en un balotaje el voto en blanco y el nulo no inciden en el resultado de la votación. Ergo, emitir estos tipos de sufragio no beneficia de manera lineal a ningún candidato en particular, aunque en forma implícita ayuda a mantener la ventaja de quien lidera. De ahí la creencia general de que “beneficia” al ganador.
Ahora bien, ¿por qué se dice que el voto en blanco o nulo beneficia “al candidato más votado”? Es la advertencia que agita el antikirchnerismo: alertan que Massa, que aventajó a Milei por 6,7 puntos en la primera vuelta, se favorecería con el voto en blanco. En las redes sociales reflotan lo que sucedió en Venezuela en 1998: en esas elecciones Hugo Chávez salió primero con 3,6 millones de votos, pero 4,4 de venezolanos se abstuvieron de votar o bien lo hicieron en blanco. Fue “la segunda fuerza”. Concluyen, entonces, que la historia de ese país habría sido muy distinta si esos votantes disconformes se hubiesen volcado a la oposición.
El único antecedente de balotaje que se realizó en la historia de nuestro país, se produjo en noviembre de 2015. En la primera vuelta de esas elecciones, el oficialista Daniel Scioli se había impuesto con el 37,08% de los votos válidos afirmativos, mientras que Mauricio Macri, de Cambiemos, obtuvo el 34,15%. Un total de 664.739 electores votaron en blanco, mientras que otros 199.446 optaron por el nulo: entre ambos sumaron 864.185, en una participación que llegó al 81,07%.
En el balotaje, que se realizó en noviembre de ese año, Macri ganó con el 51,34% de los votos frente a Scioli, que obtuvo el 48,66%. En este caso, el que iba segundo revirtió el resultado de la primera vuelta: el candidato de Cambiemos cosechó 12.988.349 votos mientras que el rival oficialista 12.309.575 votos.
Lo llamativo es lo siguiente: el balotaje le dio la presidencia a Macri por 678.774 votos que le sacó de ventaja a Scioli. En la primera vuelta estos votos negativos sumaron 864.185; en el balotaje 637.319 votos. Casi la misma diferencia que le sacó Macri a Scioli en la elección final.
En definitiva, el voto en blanco y el nulo no suman ni restan para ninguno de los dos candidatos en un balotaje. No los favorece ni los perjudica de manera automática, aunque sí cristalizan el resultado que beneficia al que va al frente. Además, cuanta más gente se ausente o bien decida votar en forma negativa, la democracia y el sistema de partidos terminan siendo los más resentidos.
La decisión de Patricia Bullrich y del expresidente Mauricio Macri de apoyar a Javier Milei en el balotaje del 19 del mes próximo fracturó a Juntos por el Cambio y abrió una grieta entre sus votantes. Frente a la oferta dicotómica que encarnan el libertario y el candidato oficialista Sergio Massa, parte de este universo de electores, al que se suma un abanico variopinto de simpatizantes de izquierda, peronistas no kirchneristas e independientes, se dirime entre votar en blanco, impugnar el voto o, sencillamente, abstenerse de concurrir a las urnas.
Esta postura desató un acalorado debate mediático y en las redes sociales. Quienes apoyan el pacto electoral entre los libertarios y el ala dura de Pro advierten que no pronunciarse por ningún candidato favorecerá a Massa y perpetuará al kirchnerismo en el poder. Lo mismo postulan sus contrincantes, pero para disuadir a los “neutrales” a que eviten a que el libertario llegue a la presidencia.
¿Beneficia a un candidato en particular el voto en blanco? ¿Perjudica a la oposición que quienes no se sienten identificados con ninguno de los dos candidatos no vayan a votar?
La respuesta la ofrecen la Constitución Nacional y las leyes electorales. La Cámara Nacional Electoral define al voto en blanco como “una manifestación de la voluntad del electorado de abstenerse de elegir entre las diversas propuestas formuladas en un sistema legal de sufragio, expresando así su disconformidad con los candidatos y propuestas formuladas por los partidos políticos”. En definitiva, las opciones que tiene el elector no son dos –Massa o Milei-, sino tres: esta tercera opción representa el descontento hacia ambos candidatos.
Ahora bien, La Constitución establece que tanto en la primera como en la segunda vuelta electoral –si la hubiere- solo se deberán contabilizar los votos válidos afirmativos. Ergo, en este balotaje solo se contarán las boletas emitidas a favor de Massa o de Milei. El voto en blanco, si bien es un voto válido, es negativo, por lo que son excluidos del conteo general. El voto nulo, en tanto, es aquel que se emite mediante boleta no oficializada, o mediante boleta oficializada que con tenga inscripciones y/ o leyendas de cualquier naturaleza. Los votos nulos no son válidos, por lo tanto tampoco se incorporan al conteo.
En resumidas cuentas, en un balotaje el voto en blanco y el nulo no inciden en el resultado de la votación. Ergo, emitir estos tipos de sufragio no beneficia de manera lineal a ningún candidato en particular, aunque en forma implícita ayuda a mantener la ventaja de quien lidera. De ahí la creencia general de que “beneficia” al ganador.
Ahora bien, ¿por qué se dice que el voto en blanco o nulo beneficia “al candidato más votado”? Es la advertencia que agita el antikirchnerismo: alertan que Massa, que aventajó a Milei por 6,7 puntos en la primera vuelta, se favorecería con el voto en blanco. En las redes sociales reflotan lo que sucedió en Venezuela en 1998: en esas elecciones Hugo Chávez salió primero con 3,6 millones de votos, pero 4,4 de venezolanos se abstuvieron de votar o bien lo hicieron en blanco. Fue “la segunda fuerza”. Concluyen, entonces, que la historia de ese país habría sido muy distinta si esos votantes disconformes se hubiesen volcado a la oposición.
El único antecedente de balotaje que se realizó en la historia de nuestro país, se produjo en noviembre de 2015. En la primera vuelta de esas elecciones, el oficialista Daniel Scioli se había impuesto con el 37,08% de los votos válidos afirmativos, mientras que Mauricio Macri, de Cambiemos, obtuvo el 34,15%. Un total de 664.739 electores votaron en blanco, mientras que otros 199.446 optaron por el nulo: entre ambos sumaron 864.185, en una participación que llegó al 81,07%.
En el balotaje, que se realizó en noviembre de ese año, Macri ganó con el 51,34% de los votos frente a Scioli, que obtuvo el 48,66%. En este caso, el que iba segundo revirtió el resultado de la primera vuelta: el candidato de Cambiemos cosechó 12.988.349 votos mientras que el rival oficialista 12.309.575 votos.
Lo llamativo es lo siguiente: el balotaje le dio la presidencia a Macri por 678.774 votos que le sacó de ventaja a Scioli. En la primera vuelta estos votos negativos sumaron 864.185; en el balotaje 637.319 votos. Casi la misma diferencia que le sacó Macri a Scioli en la elección final.
En definitiva, el voto en blanco y el nulo no suman ni restan para ninguno de los dos candidatos en un balotaje. No los favorece ni los perjudica de manera automática, aunque sí cristalizan el resultado que beneficia al que va al frente. Además, cuanta más gente se ausente o bien decida votar en forma negativa, la democracia y el sistema de partidos terminan siendo los más resentidos.
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