Una fachada vintage en el barrio de Saavedra
Un artista tapizó la entrada de su casa con casetes, walkmans y teléfonos a disco que apuntan al centro de la memoria emotiva
Vivian UrfeigOda a la nostalgia en pasaje Cisne al 4000
Saavedra esconde un pasaje de apenas una cuadra con una fachada tapizada de tecnología obsoleta. Los walkmans que marcaron una generación o los VHS que se rindieron ante el recambio tecnológico, pero también DVD, disquetes, máquinas de escribir, teléfonos a disco, videocaseteras, controles remoto, calculadoras y registradoras. Los dispositivos amurados en la puerta y las paredes de la casa del artista Lucas Stoessel invitan a viajar en el tiempo y reconocer artefactos que forman parte de la memoria emotiva. Pero también invitan a reflexionar sobre la vida útil de los aparatos, la llamada obsolescencia programada. La instalación, de hecho, se llama Obopop, un nombre responde a “Objetos de botonera obsoleta con perillas o palancas”.
“Más del 50% de lo que está amurado llegó de donaciones o lo encontré en la calle. Cada tanto me ofrecen plata, quieren comprar la colección. Pero no se vende”, advierte Stoessel, el artista que inició la colección con su propio discman. “Me quería sacar cosas de encima y se me dio vuelta la tortilla”, se ríe. Y los vecinos se sumaron al juego: cada mañana encuentra en la puerta del pasaje Cisne al 4000 monitores de TV, teclados, repuestos insólitos. La colección que lleva más de 100 objetos está en plena mutación: “La pared es mi límite, cuando se termine… quién sabe cómo seguirá la historia”, dice Stoessel. Entre sus fans hay chicos de 3, 4 y 5 años. “Abren y cierran las caseteras, aprietan los botones, accionan las palancas, discan los teléfonos. Están fascinados”.
Atornillada a la pared, una vieja calculadora de almacén se impone como el aparato más antiguo. Stoessel revela las claves de su selección. “Los objetos tienen que ser lindos además de ser Obopop. No amuro placas que no digan nada o que no tengan una historia detrás”.
Saavedra esconde un pasaje de apenas una cuadra con una fachada tapizada de tecnología obsoleta. Los walkmans que marcaron una generación o los VHS que se rindieron ante el recambio tecnológico, pero también DVD, disquetes, máquinas de escribir, teléfonos a disco, videocaseteras, controles remoto, calculadoras y registradoras. Los dispositivos amurados en la puerta y las paredes de la casa del artista Lucas Stoessel invitan a viajar en el tiempo y reconocer artefactos que forman parte de la memoria emotiva. Pero también invitan a reflexionar sobre la vida útil de los aparatos, la llamada obsolescencia programada. La instalación, de hecho, se llama Obopop, un nombre responde a “Objetos de botonera obsoleta con perillas o palancas”.
“Más del 50% de lo que está amurado llegó de donaciones o lo encontré en la calle. Cada tanto me ofrecen plata, quieren comprar la colección. Pero no se vende”, advierte Stoessel, el artista que inició la colección con su propio discman. “Me quería sacar cosas de encima y se me dio vuelta la tortilla”, se ríe. Y los vecinos se sumaron al juego: cada mañana encuentra en la puerta del pasaje Cisne al 4000 monitores de TV, teclados, repuestos insólitos. La colección que lleva más de 100 objetos está en plena mutación: “La pared es mi límite, cuando se termine… quién sabe cómo seguirá la historia”, dice Stoessel. Entre sus fans hay chicos de 3, 4 y 5 años. “Abren y cierran las caseteras, aprietan los botones, accionan las palancas, discan los teléfonos. Están fascinados”.
Atornillada a la pared, una vieja calculadora de almacén se impone como el aparato más antiguo. Stoessel revela las claves de su selección. “Los objetos tienen que ser lindos además de ser Obopop. No amuro placas que no digan nada o que no tengan una historia detrás”.
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