“Estamos todo el tiempo al borde de la hiperinflación”
Esteban Lafuente
Estudió Matemática, Econometría y Economía, y completó su posgrado en Economía y Sociología del Desarrollo en la Universidad Central de Venezuela; es investigador titular del Cedes y docente universitario; fue jefe de asesores del ministro Juan Sourrouille en el gobierno de Raúl Alfonsín y director del Banco Provincia (1999-2003)
“Estamos todo el tiempo al borde de una hiperinflación”, dice Roberto Frenkel, al analizar el escenario económico de la Argentina. Investigador de larga trayectoria académica, quien tuvo también algunos pasos por la función pública (fue jefe de asesores en el Ministerio de Economía en la presidencia de Raúl Alfonsín y director del Banco Provincia), advierte por los desequilibrios que generan la brecha cambiaria y la distorsión de precios relativos, y propone un desdoblamiento formal. “Cuando hay controles de cambio, desaparece la posibilidad de circular dólares de forma legal, porque no tenés cómo facturar”, afirma.
–Antes de las elecciones usted dijo que había riesgos de hiperinflación. ¿Cambió esa percepción con el resultado que hubo?
–Estaba presente antes y está presente ahora. Creo que bajó [el riesgo] por el hecho de que Javier Milei perdió por seis puntos frente a Sergio Massa. Esa diferencia calmó un poco el escenario. Antes se veía más alta la probabilidad de Milei, y como salió segundo con una diferencia significativa, que no es fácil de remontar, bajó un poco. Pero, en el fondo, no cambió nada. El resultado de la elección tiene una incertidumbre enorme.
–¿Y qué es lo que dinamiza ese riesgo? ¿Cuáles son los factores que lo generan?
–Básicamente, lo genera el hecho de que no tenemos divisas, no tenemos cómo pagar importaciones, cómo servir la deuda, cómo pagar la deuda con el FMI. En fin, estamos con un problema de falta de dólares para financiar nuestras importaciones. Con este tipo de cambio a $350 y esta brecha de 150% o más, la economía no puede funcionar de ninguna manera. No hay dólar que pongas ahí, de importaciones, que no se lo lleven. Si podés comprar a $350 y vender a $1100 la demanda es infinita, por más control que pongas. No alcanza nunca.
_¿Qué opina sobre Milei y su idea de dolarizar?
–Cuando Milei hablaba de que el peso es excremento, llamando a no renovar plazos fijos, quedaba claro que lo que querían hacer –y no sé ahora– era provocar una hiperinflación, liderada por el dólar, para que el tipo de cambio alcanzara tal punto que bastara para comprar la base monetaria, las Leliq, etcétera, pero a un nivel de ingreso real de la población que va a ser de hambre. Porque, ¿a qué paridad se haría la conversión?
–¿Cómo analiza las decisiones recientes del Gobierno sobre el tipo de cambio para exportadores?
–Va haciendo devaluaciones cambiando la proporción de lo que se liquida al contado con liquidación, con lo cual se ayuda a promover exportaciones y, a la vez, se genera oferta en el CCL; eso es positivo desde el punto de vista del funcionamiento de la economía, pero la inflación se acelera, obviamente, porque está devaluando. De todas maneras, como muchos bienes están puestos al dólar libre, ya el impacto directo no se siente inmediatamente; pero, de hecho, va a acelerar la inflación.
–¿Y alcanza este plan? ¿Sirve?
–Está esa idea de no devaluar hasta noviembre, pero en los hechos lo están haciendo, y menos mal, porque si no estaríamos peor. Con esta brecha siempre habrá un balance de pagos en gran desequilibrio, porque hay toda clase de incentivos a demandar el dólar más bajo. Ahora viene el swap con China. En la medida en que vayan consiguiendo dólares, eso puede contener la hiperinflación y, tal cono vienen, la están conteniendo. Por eso, el resultado electoral que hubo.
–¿Le preocupa la transición desde la segunda vuelta hasta el 10 de diciembre?
–¡Cómo no me voy a preocupar la transición! Todo lo que está haciendo Massa ahora es para llegar a las elecciones. Y después, ¿qué hacemos? Ese es el tema. Tienen que conseguir bajar la prima de riesgo país y reducir la brecha. Con este riesgo país arriba de 2500 puntos no podemos renovar los vencimientos de deuda ni conseguir financiamiento; menos, encarar un plan de estabilización, y estamos condenados a la hiperinflación. Hay que bajar la prima de riesgo y ayudar a calmar la situación que hay alrededor del tipo de cambio futuro, calmar la amenaza de un dólar escapándose de y una hiperinflación liderada por una burbuja cambiaria, como fueron las últimas dos experiencias, con Alfonsín y Menem. Hoy tenemos más activos externos que deuda, solo que a la deuda la tiene el Gobierno, y a los activos los tienen los argentinos. Está bien calculado que tenemos alrededor de US$260.000 millones en billetes. Es un número ridículo.
–¿Y cómo se puede avanzar?
–La Argentina es una economía bimonetaria, por ley. Es algo que quedó de la Convertibilidad y que funcionó durante la época de Lavagna, mientras estuvo Redrado en el Banco Central, con un tipo de cambio único. Incluso, se pusieron controles a la entrada de capital. Era una economía integrada financieramente, como funcionaba en Perú, Chile o Uruguay. Lo que lo mató fue el control de cambios que puso Cristina Kirchner, en lugar de devaluar tras haber atrasado el tipo de cambio. Y cuando hay control de cambio desaparece la posibilidad de circular dólares de forma legal, porque no tenés cómo facturar. Hoy la única forma es en negro. Uno no puede sacarles a los argentinos el derecho a cancelar cualquier deuda en moneda nacional. Puede haber facturas en dólares, pero para poder cancelar en moneda nacional tiene que haber un solo tipo de cambio, que es lo que dice la factura. Pero eso no existe. Entonces, hay que desdoblar el mercado cambiario, dejarlo flotar en el mercado libre, que puede ser el MEP u otro mercado ad hoc que se especifique, gestionado por el propio Banco Central, y que ese sea el de referencia para los bienes más importantes, como inmuebles y vehículos. Porque las transacciones más importantes las hacemos hoy en dólares, aunque mantenemos la ficción de hacer los registros escriturales en pesos. Lo hace hasta el Estado cuando remata terrenos, como los del Tiro Federal.
–¿Y qué implica ese esquema?
–Eso puede bajar un poco la ansiedad en la formación de precios, pero es más secundario. Lo principal es que empiece a circular esa masa de dólares, que financie transacciones y que, a través de impuestos, lleguen a quien más los necesita, que es el Estado. Sería un desdoblamiento, como hubo en el pasado. Al FMI no le gustaba, pero es mejor un desdoblamiento que cien, como ahora. Hay que aspirar a un tipo de cambio único porque, si no, la economía no puede funcionar. Eso ayuda a bajar la espuma, bajar la prima de riesgo país, pero no resuelve todos los problemas.
–El temor de los gobiernos a una devaluación es cómo impacta en los precios…
–Eso es así. Hay que corregir el tipo de cambio y eso acelerará la inflación. Lo mismo con el aumento de las tarifas de luz y gas. Eso va a pasar. Uno no puede estabilizar un programa teniendo así los precios relativos. Te condena a un déficit fiscal creciente con los subsidios ridículos que tenemos al transporte y los servicios. Las cosas hay que pagarlas por lo que cuesta y subsidiar a quien lo necesita. Hay distorsiones tremendas, pérdidas, ineficiencias, costos excesivos. Y eso lo tendrá que hacer cualquiera que gane. La idea de dolarizar a través de una híper es delirante, porque la híper uno sabe cuándo empieza, pero no cómo termina.
–¿Qué hace falta para estabilizar?
–Para el gradualismo se necesitan al menos dos períodos presidenciales, y este país, con su situación política, no planifica ni 15 minutos. Para empezar, hace falta un período de normalización de precios relativos, ajuste fiscal y reformas en las leyes, en el cual la inflación no va a bajar. En el primer año inevitablemente habrá un ciclo de ajuste, en el sentido de la corrección de cosas para después estabilizar. Por eso, la idea de desdoblar permite circular dólares existentes en Argentina, ayuda en ese proceso desde el punto de vista financiero y desde calmar las decisiones de precios por las expectativas de devaluación. Hoy hay gente que vende bienes importados y no tiene precio, o no vende porque no sabe a qué precio va a reponer. Incluso, cuando lo echaron a Martín Guzmán, el salto de precios se dio sin devaluación. La gente se cubrió de la pérdida de capital, por el solo hecho de que se generó un grado de incertidumbre tremendo y se cubrieron de la posible devaluación subiendo los márgenes y haciendo overshooting. Si puede vender en dólares, está dispuesto a vender, y baja mucho la incertidumbre. –¿Cómo ve el nivel del dólar libre?
–Es muy competitivo, muy alto, y podemos pensar en que la brecha baje, porque el dólar libre está altísimo. Hay récord de ingresos de chilenos en el sur, llenan las camionetas de mercadería. Toda la frontera está así. Es un tipo de cambio altísimo, y hay que estabilizar con un tipo de cambio competitivo. Hay mucha gente que está pasada, con precios de lista que no son los que pueden cobrar, y están liquidando, pero mantienen esos precios de lista porque están constantemente amenazados. –¿Cuál es su análisis de la gestión económica del gobierno?
–El problema de Cristina Fernández no solo es que es chorra, sino que cree que sabe, y que tiene poder para influir. Las macanas que se han hecho en esta economía las hizo ella. Desde echar a Martín Redrado del Banco Central, porque él no podía autorizar el uso de reservas para pagar la deuda, y atrasar el tipo de cambio como hizo los años siguientes, con Mercedes Marcó del Pont, y después poner el control de cambios por haber atrasado el dólar. Y ella, en el gobierno de Alberto Fernández fue la principal autora de las desgracias, aparte de los problemas de conducta del Presidente. Ella saboteó todo el tiempo la política económica con las tarifas, poniendo gente que no respondía a la conducción, echándolo a Guzmán, a quien ella puso. Esa es una de las dificultades que hay alrededor de la candidatura de Massa, que ella sigue estando ahí. El primer candidato a diputado es Máximo Kirchner. Estamos en la misma de siempre. Hay un mascarón, con una persona que dice que va a cambiar, y veremos. Yo hablo de la política económica; esta vez no tenemos muchas más chances. –¿Por qué?
–Estamos al borde de una híper todo el tiempo. Eso es cierto. Si el dólar flota o se escapa, no consiguen –a través de las progresivas devaluaciones o regulaciones que van a llegar– mantener controlados los dólares libres, y también podemos tener una híper. –¿En qué lugar queda el programa con el FMI?
–Quien quiera que gane va a tener que renegociar el acuerdo con el FMI, que está prácticamente caído, porque las metas del trimestre pasado no se van a cumplir de manera ostensible. Lo de Ganancias es una barbaridad: paga más impuestos un monotributista de categorías más bajas que una persona que gana $1,5 millones. Es una locura, y más en un momento en el que no podés darte lujos fiscales de ese tipo. Habrá que renegociar el acuerdo. El Fondo son los otros países. Y eso nos da una gran ventaja con respecto al mercado, porque la deuda con el FMI no se defaultea. En todo caso es incumplimiento con socios internacionales, que incluso, desde un punto de vista político, es más grave. Las medidas que estaba pidiendo el FMI, si bien eran moderadas o graduales, permitían ir haciendo un ajuste progresivo. Pero eso se violó y ahora hay que empezar de nuevo.
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