El truco de Massa para frenar a Milei
El libertario quedó en el centro de la escena tras las PASO y le permitió al ministro invertir los roles; la crisis no solo impacto en JXC, también arrastró a LLA; el traspaso de poder en el peronismo
Jorge LiottiJavier Milei y sergio Massa, la contracara para el balotaje
Eran las 20 del domingo y el búnker de Unión por la Patria se llenó de algarabía. Los números oficiales confirmaban la tendencia de las mesas testigo y con el 61% de las mesas escrutadas le daban a Sergio Massa el 35% de los votos, contra el 31% de Javier Milei y el 23% de Patricia Bullrich. Allí se decidió anticipar la difusión de datos. Quedaba así refrendado el giro electoral más sorpresivo desde que se instrumentaron las PASO. Del cambio radicalizado y disruptivo de agosto al apoyo al candidato más continuista.
De la revolución de la motosierra a la épica de la moderación.
Eran las 20 del martes y en el Hotel Libertador estaba reunida la cúpula libertaria. Milei, su hermana Karina, Victoria Villarruel, Guillermo Francos, Carolina Píparo, Carlos Kikuchi, Sebastián Pareja, entre otros. Se acababa de conformar la mesa del balotaje para definir la nueva fase de campaña. En ese momento Milei pidió disculpas para correrse y atender un llamado. Al cortar, misterioso, le dijo a su hermana que se tenían que ir, y sin dar señales abandonó la reunión. Nadie sospechaba que del otro lado de la línea había estado Mauricio Macri. Casi al mismo tiempo le sonó el teléfono a Diego Santilli. “Venite a las 23 a ver al hombre”, le dijo Fernando de Andreis, quien solo le comentó que también iría Cristian Ritondo. Al igual que Luis Petri, los diputados se sorprendieron al llegar al country de Acassuso y ver departiendo a Milei, Karina, Macri y Bullrich. En esa cumbre, secreta hasta entonces, se empezó a reconfigurar el espacio opositor, con la ruptura de Juntos por el Cambio (JXC) y el resquebrajamiento interno de La Libertad Avanza (LLA).
Entre la noche del domingo y la noche del martes, el tablero político de la Argentina sufrió la transformación más profunda de los últimos diez años. El peronismo creyó encontrar a su nuevo líder después de una década de transición incierta y experimentos fallidos; JXC asumió públicamente que se había transformado en una coalición que había extraviado su razón de ser; y LLA empezó a exhibir todas las limitaciones propias de un fuerza en gestación.
Esta es la imagen que dejaron las elecciones generales; pero el balotaje es otra partida. No empieza de cero porque Massa arranca con ventaja, pero tampoco está definida. Según un trabajo de la consultora Opinaia, el 47% de los votantes de Bullrich optaría por Milei (le sumaría unos 10 puntos) y el 9% por Massa (le sumaría unos 2 puntos). En el caso de Juan Schiaretti, las preferencias se distribuyeron 37% por Milei (algo más de 2 puntos), 26% para Massa (algo menos de 2 puntos); y en el de Myriam Bregman, 14% para Milei y 52% para Massa. Si estos datos se consolidan en las próximas semanas, la competencia será muy pareja. Federico Aurelio refrenda esta percepción al plantear que “se parte de un escenario de mucha paridad, ahora hay un reseteo. La clave reside en cómo se distribuyen los votos de Bullrich, y en nuestra medición de esta semana se expresa más por el cambio que por la continuidad. Milei debe demostrar que los puede representar y que no los va a espantar. Los votos de Schiaretti se reparten en proporciones similares y los de Bregman van más a Massa”.
El resquebrajamiento
Si bien el melodrama de JXC acaparó toda la atención, después de la cena de Acassuso también LLA sufrió un proceso interno de fuerte convulsión. El pacto inconsulto de Milei con Bullrich-macri no fue inocuo y generó un malestar extra al que había producido la derrota. Algunos que todavía no habían terminado de hacer la autopsia del resultado electoral cuando tuvieron que empezar a evaluar qué implicaba la nueva alianza. Otros hablaron de los riesgos de un desper fil amiento y de la conveniencia de, en el caso de perder, quedarse con todo el mérito de ser la segunda fuerza.
Pero más allá de la estrategia, hubo efectos concretos. La partida de Luis Barrionuevo fue apenas un emergente público. “Patricia en los debates dijo que yo era la casta; creo que al menos merecía una explicación”, se justificó en el momento del adiós. No era el único motivo. Sobre él cayeron parte de las críticas por los enormes problemas de fiscalización que sufrieron esta vez. Se notó el quite de colaboración peronista que tuvieron en las PASO y el operativo naufragó.
Pero el problema mayor es que su argumento fue imitado por otros referentes. Un grupo de legisladores bonaerenses se reunió en el Hotel Madero para firmar un documento de ruptura y amenazó con generar un conflicto con la impresión de boletas. Al menos 7 de los 15 electos están a punto de partir, y por ahora solo fueron retenidos por las gestiones desesperadas de los operadores. También Pablo Ansaloni, diputado nacional electo, de pasado en Cambiemos y en el kirchnerismo, transmitió su disgusto y amenazó con la mudanza. En Entre Ríos ocurrió algo similar: 3 de los 5 legisladores electos anunciaron que como producto del acuerdo con Bullrich, se irían con Massa. “Son excusas que usan para romper. Siempre supimos que eran aliados temporales. Lo que pasa es que pensamos que se quedarían adentro al menos hasta el balotaje”, reconoce uno de los referentes del espacio.
Está claro que en LLA no pensaban en una derrota así. El entusiasmo de las PASO los había llevado a evaluar la posibilidad de un triunfo en la primera vuelta. Milei quedó golpeado. Aunque buscó mostrarse entero, su última aparición en Crónica TV sembró dudas. Para algunos, su inmediata aceptación de la cena del martes demostró su soledad y su disposición a flexibilizar posiciones. Sin embargo, fue reactivo a las propuestas de Macri para avanzar más allá del apoyo electoral. Aunque se buscó instalar la idea de que allí no se habló de un pacto a futuro, todos entendieron que estaba implícito que en el caso de un triunfo habría un cogobierno. También rechazó la idea de Macri de hacer una foto conjunta de las fórmulas de LLA y de JXC, aunque es probable que antes de noviembre haya algunas acciones conjuntas.
Pero los libertarios aún no terminan de procesar qué ocurrió tras las PASO para que lo que parecía una ola imparable se frenara en seco. ¿Dónde quedó el atractivo de la dolarización y la lucha contra la casta? ¿Y el impacto de Tiktok entre los jóvenes? Frente a una sociedad que combina desencanto con volatilidad y desconcierto, la tentación de explicar octubre con los parámetros de agosto quedó fuera de encuadre. Hoy el electorado muta dentro del mismo proceso varias veces; ya no espera dos años para dar su nuevo veredicto.
Evidentemente esa irrupción típica de un outsider le sirvió para escalar hasta los 30 puntos de forma meteórica, pero encontró un techo granítico. Cuando tuvo quepas arde candidato sorpresa a candidato-presidencia ble, el formato alcanzó un límite. Después de agosto cobró una centralidad tan gravitante que se transformó en un mandatario virtual, todos hablaban de él. Y allí se extravió. Su gran problema fue haber quedado atrapado en el medio de la escena, permitiéndole a Massa cambiarla ecuación para transformar se en un opositor al“gobierno de Milei”. El gran truco de Massa fue haber transformado la pregunta de la elección, que no giró sobre la actual gestión, sino sobre una hipotética administración de LLA. Milei pasó a dar explicaciones en el presente y Massa le habló desde el futuro.
Después de arrebatarle la bandera de cambio a JXC, Milei se pasó de largo, y así se filtró el único factor que podía frenar su ascenso: el temor al abismo, el que hace dos meses parecía no existir. Amenazó con romper algunos consensos muy arraigados (salud y educación pública, restricción a la venta de armas, prohibición de la comercialización de órganos, terrorismo de Estado de los 70) y activó el gen conservador que anida en amplios sectores sociales, un displantearon positivo que se incubó como forzosa adaptación a la crisis por declinación que viene sufriendo el país desde hace varias décadas. Antes del proceso electoral, el 80% decía que quería un cambio; pero al mismo tiempo al desglosar lo que ese cambio implicaba aparecían varias líneas rojas. Si el cambio significa amenaza, no florece. Milei no llegó a capturar esa complejidad y así se le esfumó la ventaja en los últimos días. Según relata la consultora Shila Vilker, “en la semana final Massa pasó de 30 a 35 puntos, y Milei de 33 a 30”. Fue el momento fatal para los libertarios. Los preservativos de Lilia Lemoine, la ruptura vaticana de Alberto Benegas Lynch y el show de explosiones y destrucción del acto de cierre fueron un cóctel indigesto para un votante que entró en fase temor. Ahora Milei está ante un dilema: ¿acepta moderar su mensaje para incorporar votantes de JXC y tratar de ganar el balotaje, o mantiene encendido el motor de la motosierra para quedar plantado en el extremo del sistema, aunque pierda?
La ruptura
Desde hace varias semanas Macri venía fatigando los teléfonos con un mensaje de alerta sobre los riesgos que implicaba un triunfo de Massa. intuía el peligro institucional de una nueva hegemonía peronista, pero también traslucía el temor a una persecución judicial. Parecía que lo obsesionaba más un triunfo oficialista que una derrota propia. Esa pulsión manifiesta se sumó a su vieja convicción de que un sector del radicalismo venía solapadamente dialogando con el massismo. Cuando vio los números del domingo en las provincias que ya controla la UCR creyó confirmar su presunción. “Echarles la culpa a los gobernadores radicales sería una injusticia. Nuestra campaña fue mala y Patricia nunca entendió que le habían arrebatado la bandera del cambio”, contrarrestó uno de los pocos ganadores de la jornada. La debacle fue catastrófica. JXC fue la única fuerza que perdió votos, más de 400.000 en dos meses.
Al final de la semana del lado de Macri-bullrich-milei quedaron el núcleo duro de dirigentes de Pro, una treintena de diputados y algunos senadores que si bien adhirieron al texto a favor de mantener la unidad, apoyarán la entente. En la vereda de la neutralidad se pararon los gobernadores, la mayoría de los senadores, unos 40 diputados y las palomas del Pro. La fractura no solo se produjo por el apoyo a Milei, sino también por la conveniencia de forzar un pronunciamiento ahora. Este es el cuestionamiento de los gobernadores, que no quieren condicionar sus gestiones a la suerte electoral. “Massa nos está llamando a varios, nos promete cosas, busca seducirnos. Milei no tiene ni nuestros teléfonos. Pero todos sentimos que si gana Massa nos va a arrastrar y que con Milei estaríamos en una condición de negociación más favorable”, sintetiza uno de ellos.
Macri los llamó a varios mandatarios entre el lunes y el martes (a algunos les admitió sus dudas sobre la personalidad de Milei). No tuvo mucho eco. Del otro lado, Morales trató de volcar a sus pares hacia la confrontación. Tampoco lo logró. “Los gobernadores no tenemos el más mínimo incentivo para jugarnos ahora y forzar una ruptura de JXC. Para nosotros la elección ya terminó y ya estamos pensando en lo que viene”, graficó uno de los radicales.
La expectativa
Nadie duda de que la recuperación de Massa también radicó en el atractivo mítico que aún genera el peronismo en vastos sectores, más allá de su visible merma histórica. Solo así se entiende que en medio de una corrida cambiaria y de una psicosis de consumo de auto preservación massa haya crecido 10 puntos. Fue notable el cambio respecto de agosto. El sábado a la noche estaba todo el aparato movilizado, un vértigo que dos meses antes no había existido. Ganó hasta en Lomas de Zamora, la escandalosa. Martín insaurralde mandó un mensaje a los suyos: “Estoy feliz porque no les costé ni un voto”. Otra ronda de champagne para festejar.
También fue clave el replanteo de la campaña. Massa apareció casi siempre solo, deskirchnerizado, pragmático y propositivo, el plan que mejor le sienta para su habilidad de ilusionista. En el fondo es un gran vendedor de contrafácticos. Así logró quedarse con dos tercios de los nuevos votantes. En caso de ganar, Massa se dispone a iniciar una nueva fase, y solo tendrá como desafiante a Axel Kicillof, el otro gran triunfador del domingo. Pese a sus diferencias ideológicas, ambos se referencian como las nuevas figuras dominantes, en detrimento de Máximo Kirchner y La Cámpora, y en gran medida también de Cristina Kirchner. Opera allí un solapado pase de mando que el peronismo anfibio ya detectó. Máximo estuvo en el búnker del domingo con bajísimo perfil. Cristina mandó sus saludos desde el sur. Distancia y frío. Massa siente que es el único artífice de la recuperación, que no le debe votos al kirchnerismo. Para eso está Kicillof. En su equipo circuló un informe que da cuenta de que en la provincia Massa logró una ventaja de 1.691.055 votos sobre Milei, cuando la diferencia a nivel nacional entre ambos fue de 1.761.647 votos. “Fui yo”, pareció decir. El gobernador también entiende que para él se abre una nueva etapa.
Massa y Kicillof serán los dos nuevos emergentes del ecosistema peronista si el tigrense triunfa en noviembre. Les espera una Argentina indómita, políticamente fragmentada, económicamente quebrada y socialmente desconcertada.
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Macri defiende el pacto con Milei, pese a los costos para JXC
El expresidente confía en que el acuerdo le dará un impulso al libertario en la pelea con Massa; se aceleran los alineamientos
Matías Moreno
Mauricio Macri no se arrepiente ni de las formas ni de los tiempos. Ejecutó su plan para apoyar a Javier Milei de cara al balotaje en el momento que consideró oportuno. Después de coordinar la maniobra en secreto con Patricia Bullrich, apuró el anuncio para despegarlo lo más posible del 19 de noviembre, el día en que Milei se medirá mano a mano con Sergio Massa en la pelea por la conquista del poder. “Hicimos lo que teníamos que hacer”, dice un estrecho colaborador del expresidente.
La jugada de Macri y Bullrich partió a Juntos por el Cambio (JXC) o materializó los deseos de la mayoría de sus jefes de separarse. En el ala dura de Pro asumen que las diferencias sobre el modelo de país o la identidad los habían enredado en una rutina desgastante que les impedía generar expectativas y volver a representar a una porción mayoritaria de la sociedad. “El propósito de JXC entró en crisis”, deslizó uno de los estrategas de Bullrich tras el revés en las urnas.
El expresidente decidió terminar con la agonía y le quitó el respirador al vehículo que lo llevó al poder en 2015 cuando tomó dimensión del riesgo de que Massa llegue a la cúspide del Estado. Bullrich y él consideraron que los tiempos apremiaban y había que darle una mayor celeridad al pacto con los libertarios para aumentar las chances de frenar a Massa. “No se rompió JXC, no al menos el que fundé yo”, dijo Macri el viernes, en Radio Mitre.
En rigor, Macri y los suyos decidieron activar el operativo Milei después de que se enteraran de que el domingo a la noche Gerardo Morales, jefe de la UCR, le advirtiera en una de las salas del búnker del espacio a Bullrich que no pensaba volver a sentarse con el expresidente. También le exigió que no fijara un posicionamiento sobre la segunda vuelta porque planeaban convocar a una convención nacional del radicalismo. La excandidata le advirtió que iba a salir a cuestionar con dureza a Massa. “Morales está para romper”, le avisó a Macri uno de sus leales. Se fue convencido de que ese sector de la UCR cerraría con Massa.
Menos de 48 horas después de la áspera discusión entre Bullrich y Morales en Parque Norte, donde JXC montó su búnker, Macri organizó la cumbre con Milei en su casa de Acassuso. A esa altura, el expresidente ya tenía los resultados de un estudio que le había encargado a Mora Jozami, su analista de opinión pública, para saber si Bullrich le transfería sus votos a Milei. El trabajo se había realizado durante la jornada electoral del domingo pasado. Aprovecharon los boca de urna para indagar a los encuestados sobre qué harían en un eventual balotaje. Entre un 70% y 75% de los seguidores de Bullrich admitían que estaban dispuestos a elegir la boleta de Milei en caso de que la exministra quedara en el camino. Solo un 11% de ese universo se inclinaba por Massa.
En el círculo de confianza del expresidente creen que la transmisión de sufragios a Milei tendrá un impacto aún mayor en la base electoral del macrismo gracias al anuncio de Bullrich y Macri. Creen que el acuerdo equilibra la pelea y ahora hay un final abierto.
La decisión de Macri
Decidido a usar su bala de plata, Macri se comprometió a colaborar con Milei, quien se exhibió dispuesto a negociar puestos de relevancia en un eventual gobierno y aunar fuerzas. El fundador de Pro estima que el universo de sus seguidores no le iba a perdonar que mantuviera la neutralidad. Además, compatibiliza con las ideas de Milei, pese a que algunos de sus planteos le parecen extremistas. Quienes rodean al expresidente repiten que Massa, un hombre con llegada a todas las terminales de poder, podría convertirse en una amenaza para las instituciones.
El exmandatario se hartó de las tensiones con Morales y Lousteau, dos referentes nacionales de la UCR, y la CC, de Elisa Carrió, según sus leales en Pro. El vínculo, aseguran, ya había llegado a un “punto límite” antes de los comicios. “Se cansó y ejerció la jefatura de Pro”, opina un exministro. Está claro que el golpe implicaría una ruptura con sus exsocios en JXC, sobre todo, con Horacio Rodríguez Larreta.
El jefe porteño se enteró en la casa de Bullrich de que Macri y la exministra habían tenido un encuentro con Milei en Acassuso. Corría el miércoles y faltaban pocos minutos para que la titular de Pro encabezara una conferencia de prensa en sus oficinas de la calle Yrigoyen para confirmar su aval a Milei, con vistas al balotaje. “Horacio y María Eugenia [Vidal] no sabían nada. El clima estuvo muy áspero”, admite uno de los asistentes a la cumbre de la mesa chica de Pro. Larreta pidió tiempo y anticipó que se desmarcaría.
Los macristas argumentan que el expresidente evaluó dos posibles escenarios frente a la caída de Bullrich. La neutralidad no era una opción. Para Macri, la disyuntiva es cambio o continuidad y el límite es Massa. Además, proyecta que, en caso de que el actual ministro de Economía gane la compulsa electoral, su sector tendrá legitimidad para liderar la oposición a Massa. Si triunfa Milei, Macri evalúa que tiene una chance para preservar la centralidad y moderar o controlar al libertario desde las sombras, ya sea con el apoyo legislativo o nutriendo de dirigentes de su riñón a una eventual administración del libertario para racionalidad y gobernabilidad.
Juntos por el Cambio atraviesa la etapa inicial de un divorcio. La apuesta de Macri y Bullrich por Milei dividió las aguas. Con matices en sus pronunciamientos, la UCR, la CC de Elisa Carrió, Larreta, Vidal, Miguel Pichetto, GEN, la “liga” de gobernadores y el interbloque de senadores del espacio anunciaron que mantendrán la neutralidad. El lunes se conocerá la decisión de José Luis Espert (Avanza Libertad), quien estaría más cerca de apoyar la opción de Milei.
A los mandatarios provinciales –Rogelio Frigerio, Maximiliano Pullaro, Alfredo Cornejo, Carlos Sadir, Gustavo Valdés, Leandro Zdero, Claudio Poggi, Marcelo Orrego, Ignacio Torres y Jorge Macri– les resulta conveniente no pronunciarse a favor ni en contra de ninguno de los aspirantes. Ellos deberán gestionar y pagar sueldos en sus distritos gane Milei o Massa. Muchos tienen mayor sintonía con el libertario que con el tigrense y hasta preferirían que gane Milei por los riesgos políticos que enfrentarían en sus distritos si Massa llega a la Casa Rosada, pero no se pueden arriesgar a romper los puentes antes del 19 de noviembre.
Macri y Bullrich, en tanto, lograron abroquelar a Néstor Grindetti, Cristian Ritondo, Federico Pinedo, Javier Iguacel y un grupo de diputados de Pro. La mayoría de los “halcones” se alinearon y ya empujan la boleta de Milei. A ellos se sumaría Santilli. Hay excepciones. Nicolás Massot, aliado de Bullrich, rechazó ayer el acuerdo de Macri con Milei. Y Julio Cobos dijo que Massa “no es kirchnerista”
Mauricio Macri no se arrepiente ni de las formas ni de los tiempos. Ejecutó su plan para apoyar a Javier Milei de cara al balotaje en el momento que consideró oportuno. Después de coordinar la maniobra en secreto con Patricia Bullrich, apuró el anuncio para despegarlo lo más posible del 19 de noviembre, el día en que Milei se medirá mano a mano con Sergio Massa en la pelea por la conquista del poder. “Hicimos lo que teníamos que hacer”, dice un estrecho colaborador del expresidente.
La jugada de Macri y Bullrich partió a Juntos por el Cambio (JXC) o materializó los deseos de la mayoría de sus jefes de separarse. En el ala dura de Pro asumen que las diferencias sobre el modelo de país o la identidad los habían enredado en una rutina desgastante que les impedía generar expectativas y volver a representar a una porción mayoritaria de la sociedad. “El propósito de JXC entró en crisis”, deslizó uno de los estrategas de Bullrich tras el revés en las urnas.
El expresidente decidió terminar con la agonía y le quitó el respirador al vehículo que lo llevó al poder en 2015 cuando tomó dimensión del riesgo de que Massa llegue a la cúspide del Estado. Bullrich y él consideraron que los tiempos apremiaban y había que darle una mayor celeridad al pacto con los libertarios para aumentar las chances de frenar a Massa. “No se rompió JXC, no al menos el que fundé yo”, dijo Macri el viernes, en Radio Mitre.
En rigor, Macri y los suyos decidieron activar el operativo Milei después de que se enteraran de que el domingo a la noche Gerardo Morales, jefe de la UCR, le advirtiera en una de las salas del búnker del espacio a Bullrich que no pensaba volver a sentarse con el expresidente. También le exigió que no fijara un posicionamiento sobre la segunda vuelta porque planeaban convocar a una convención nacional del radicalismo. La excandidata le advirtió que iba a salir a cuestionar con dureza a Massa. “Morales está para romper”, le avisó a Macri uno de sus leales. Se fue convencido de que ese sector de la UCR cerraría con Massa.
Menos de 48 horas después de la áspera discusión entre Bullrich y Morales en Parque Norte, donde JXC montó su búnker, Macri organizó la cumbre con Milei en su casa de Acassuso. A esa altura, el expresidente ya tenía los resultados de un estudio que le había encargado a Mora Jozami, su analista de opinión pública, para saber si Bullrich le transfería sus votos a Milei. El trabajo se había realizado durante la jornada electoral del domingo pasado. Aprovecharon los boca de urna para indagar a los encuestados sobre qué harían en un eventual balotaje. Entre un 70% y 75% de los seguidores de Bullrich admitían que estaban dispuestos a elegir la boleta de Milei en caso de que la exministra quedara en el camino. Solo un 11% de ese universo se inclinaba por Massa.
En el círculo de confianza del expresidente creen que la transmisión de sufragios a Milei tendrá un impacto aún mayor en la base electoral del macrismo gracias al anuncio de Bullrich y Macri. Creen que el acuerdo equilibra la pelea y ahora hay un final abierto.
La decisión de Macri
Decidido a usar su bala de plata, Macri se comprometió a colaborar con Milei, quien se exhibió dispuesto a negociar puestos de relevancia en un eventual gobierno y aunar fuerzas. El fundador de Pro estima que el universo de sus seguidores no le iba a perdonar que mantuviera la neutralidad. Además, compatibiliza con las ideas de Milei, pese a que algunos de sus planteos le parecen extremistas. Quienes rodean al expresidente repiten que Massa, un hombre con llegada a todas las terminales de poder, podría convertirse en una amenaza para las instituciones.
El exmandatario se hartó de las tensiones con Morales y Lousteau, dos referentes nacionales de la UCR, y la CC, de Elisa Carrió, según sus leales en Pro. El vínculo, aseguran, ya había llegado a un “punto límite” antes de los comicios. “Se cansó y ejerció la jefatura de Pro”, opina un exministro. Está claro que el golpe implicaría una ruptura con sus exsocios en JXC, sobre todo, con Horacio Rodríguez Larreta.
El jefe porteño se enteró en la casa de Bullrich de que Macri y la exministra habían tenido un encuentro con Milei en Acassuso. Corría el miércoles y faltaban pocos minutos para que la titular de Pro encabezara una conferencia de prensa en sus oficinas de la calle Yrigoyen para confirmar su aval a Milei, con vistas al balotaje. “Horacio y María Eugenia [Vidal] no sabían nada. El clima estuvo muy áspero”, admite uno de los asistentes a la cumbre de la mesa chica de Pro. Larreta pidió tiempo y anticipó que se desmarcaría.
Los macristas argumentan que el expresidente evaluó dos posibles escenarios frente a la caída de Bullrich. La neutralidad no era una opción. Para Macri, la disyuntiva es cambio o continuidad y el límite es Massa. Además, proyecta que, en caso de que el actual ministro de Economía gane la compulsa electoral, su sector tendrá legitimidad para liderar la oposición a Massa. Si triunfa Milei, Macri evalúa que tiene una chance para preservar la centralidad y moderar o controlar al libertario desde las sombras, ya sea con el apoyo legislativo o nutriendo de dirigentes de su riñón a una eventual administración del libertario para racionalidad y gobernabilidad.
Juntos por el Cambio atraviesa la etapa inicial de un divorcio. La apuesta de Macri y Bullrich por Milei dividió las aguas. Con matices en sus pronunciamientos, la UCR, la CC de Elisa Carrió, Larreta, Vidal, Miguel Pichetto, GEN, la “liga” de gobernadores y el interbloque de senadores del espacio anunciaron que mantendrán la neutralidad. El lunes se conocerá la decisión de José Luis Espert (Avanza Libertad), quien estaría más cerca de apoyar la opción de Milei.
A los mandatarios provinciales –Rogelio Frigerio, Maximiliano Pullaro, Alfredo Cornejo, Carlos Sadir, Gustavo Valdés, Leandro Zdero, Claudio Poggi, Marcelo Orrego, Ignacio Torres y Jorge Macri– les resulta conveniente no pronunciarse a favor ni en contra de ninguno de los aspirantes. Ellos deberán gestionar y pagar sueldos en sus distritos gane Milei o Massa. Muchos tienen mayor sintonía con el libertario que con el tigrense y hasta preferirían que gane Milei por los riesgos políticos que enfrentarían en sus distritos si Massa llega a la Casa Rosada, pero no se pueden arriesgar a romper los puentes antes del 19 de noviembre.
Macri y Bullrich, en tanto, lograron abroquelar a Néstor Grindetti, Cristian Ritondo, Federico Pinedo, Javier Iguacel y un grupo de diputados de Pro. La mayoría de los “halcones” se alinearon y ya empujan la boleta de Milei. A ellos se sumaría Santilli. Hay excepciones. Nicolás Massot, aliado de Bullrich, rechazó ayer el acuerdo de Macri con Milei. Y Julio Cobos dijo que Massa “no es kirchnerista”
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