Procesaron a la banda de colombianos que fabricaba drogas en un departamento
El grupo delictivo fue descubierto por el envío de una encomienda hacia los Estados Unidos que contenía una mezcla de sustancias conocida como tusi o cocaína rosa
Gabriel Di NicolaPolicía de la ciudad..La droga sintética era producida en un departamento ubicado en Villa Crespo
Tiene 31 años. Llegó desde Colombia a la Argentina a mediados de 2015. Viajó con la intención de estudiar medicina. Para comenzar a cubrir sus gastos y tener dinero para poder viajar a su país natal para visitar a sus hijos mellizos, M. F. P. G. comenzó a trabajar como escort (acompañante sexual) y terminó en pareja y enamorada de un cliente, compatriota suyo. Ahora, está presa, acusada de ser parte de una organización narcocriminal que producía, comercializaba y traficaba Tusi, droga sintética también conocida como cocaína rosa.
“M. F. P. G. brindaría los medios logísticos (auto y cajas de seguridad) para llevar adelante la distribución de la sustancia estupefaciente, como así procurar el resguardo de las ganancias en cajas de seguridad, y puesta en circulación de las mismas, mediante la compra de otros vehículos a su nombre”, sostuvo el juez en lo penal económico Pablo Yadarola al dictar el procesamiento con prisión preventiva de la sospechosa. El magistrado trabó un embargo sobre los bienes de la ciudadana colombiana hasta cubrir la suma de $40.000.000.
La sospechosa fue detenida por detectives de la Policía de la Ciudad en un exclusivo country de Escobar, donde vivía con su pareja, un excliente, identificado solo por sus iniciales, J. F. S. P., de 31 años; su beba de nueve meses y sus hijos mellizos, que habían venido de Colombia.
”Llegué a Argentina a mediados de 2015 con el propósito de estudiar medicina. Con el pasar del tiempo empiezo a laburar [sic] de escort y así suplirme mis gastos y para poder viajar a Colombia y ver a mis hijos. A fines de 2021 conozco a J. F. S. P. como mi cliente, al pasar los meses se fue formalizando la relación y tuvimos una beba que ahora tiene nueve meses”, dijo la sospechosa en su declaración indagatoria.
J. F. S. P. también fue detenido. Según el juez Yadarola era un eslabón superior en la banda y “se encargaría del traslado de la sustancia estupefaciente hacia los eslabones inferiores y a recaudar el [dinero] producido de las actividades ilícitas llevadas adelante por ellos. También serviría de nexo con eslabones superiores de la organización, aún no identificados”.
Además de la pareja, otros dos sospechosos, también de nacionalidad colombiana, fueron detenidos y procesados con prisión preventiva. Según el expediente judicial, “conformarían el eslabón más bajo de la organización, teniéndose por corroborado que se dedicarían a la comercialización de sustancia estupefaciente y a dar apoyo logístico en las restantes actividades de la banda”.
Como informó en su momento, la investigación, delegada en la fiscal en lo penal económico María Gabriel Ruiz Morales, comenzó el 30 de noviembre de 2022, cuando se interceptó una encomienda que tenía como destino la ciudad de Nueva York, en los Estados Unidos.
El paquete despachado, supuestamente, tenía un libro de cuentos. Pero “al ser sometido a control dicho envío mediante rayos X, permitió visualizar imágenes sospechosas con una textura y densidad inusual. En presencia de dos testigos y por disposición del magistrado, se procedió a la apertura de la encomienda internacional, hallándose en su interior: un formulario original 08 y una copia; dos copias de facturas de ventas emitidas por una concesionaria de autos y un libro de cuentos que registraba un peso excesivo, constatándose posteriormente que en una de sus tapas, se hallaba oculta una bolsa plástica de color negro que contenía una sustancia pulverulenta de color rosa, de la que separada una pequeña muestra, arrojó resultado positivo al reactivo específico de cocaína”, según se desprende del expediente judicial, al que tuvo acceso
La sustancia oculta en el libro era, según la muestra analizada, una mezcla MDMA y ketamina (un poderoso analgésico usado para animales) con un peso de 118,3 gramos. Fue ese el inicio de la investigación que un año después llevó a desbaratar a la banda conocida como Los Intelectuales.
“De las grabaciones de las cámaras de seguridad del correo correspondientes al momento en que se depositó la encomienda que contenía la sustancia ilícita, surge que la persona que efectuó el envío no sería la misma que presentó la documentación y registró los datos al momento de la imposición de la encomienda. El individuo que hizo el envío es un joven de entre 20 y 30 años, que llegó al comercio en una moto negra . En contraste, la persona registrada como remitente tiene 75 años”, según se explicó en la resolución donde fueron procesados los detenidos.
La pista para llegar a los sospechosos surgió de un análisis de las direcciones de IP desde las cuales se hicieron varias consultadas del estado de la encomienda despachada, que orientó a los investigadores a un domicilio situado en Beccar, en San Isidro. En esa casa vivían J. F. S. P. y M. F. P. G. y sus hijos. Poco después se mudaron a un exclusivo country de Escobar. La Justicia ordenó intervenciones telefónicas, que fueron fundamentales para avanzar en la investigación.
“Es dable destacar que en virtud de los producidos de las intervenciones de diversas líneas telefónicas, también se puede observar la vinculación de J. F. S. P. con organizaciones de orden internacional, dedicadas al tráfico internacional de estupefacientes a gran escala. En tal sentido, el referido imputado mantuvo una conversación con otra persona que posteriormente fue identificada y cuya línea fue intervenida, y en tal sentido, habló acerca de un ‘chino’ al que habría de echarle una ‘oportunidad’. En tal sentido, del producido de la intervención del abonado telefónico de su interlocutor se pudo obtener información sobre el ‘chino’, quien sería una persona a la que posiblemente utilizarían para trasladar 30 toneladas de ‘keta’ (diminutivo de ketamina) hacia Chile. Sin embargo, según se indica en dicha conversación, se habría frustrado la utilización del ‘chino’ y tal circunstancia podría generar cierto peligro, ya que los que habrían dispuesto dicha operación tendrían vínculos por todo Sudamérica”, explicó el juez Yadarola al dictar la prisión preventiva de los cuatro sospechosos.
Los investigadores descubrieron que en el piso 17 de un edificio situado en el barrio porteño de Villa Crespo la banda habían instalado un laboratorio producía tusi, droga también conocida como cocaína rosa. Los narcos tenían una variante de tusi que también elaboraban en “la cocina” del departamento que alquilaban por 500 dólares mensuales en Villa Crespo y que no pasó desapercibida por el color de la droga: lila. El tusi, cuyo nombre proviene de la deformación de la pronunciación en inglés de la sigla 2C-B es una mezcla de varias sustancias como la ketamina y MDMA. Tiene un alto poder adictivo y produce efectos alucinógenos.
La investigación y los operativos estuvieron a cargo de la División Investigaciones de Organizaciones Criminales de la Policía de la Ciudad.
“De las conversaciones intervenidas puede visualizarse la existencia de una organización narcocriminal transnacional dedicada al transporte de sustancia estupefaciente de gran importancia”, sostuvo el juez Yadarola.
El magistrado ordenó clausurar las cajas de seguridad que pudieran estar a nombre de los cuatro ciudadanos colombianos y le solicitó al Banco Central el bloque de todas las cuentas bancarias que hayan estado a nombre de los integrantes de la organización narcocriminal.
“Al pasar del tiempo de vivir con mi pareja, comencé a cuestionarle su trabajo. Él me respondió que mientras yo tuviera la heladera llena y mis hijos estuvieran bien, no hiciera preguntas. Y que si no le gustaba, que me consiguiera un médico”, se defendió en su indagatoria la sospechosa.
La Policía de la Ciudad allanó el edificio ubicado en Villa Crespo donde los sospechosos producían la droga que combina éxtasis y ketamina, entre otros elementos
Tiene 31 años. Llegó desde Colombia a la Argentina a mediados de 2015. Viajó con la intención de estudiar medicina. Para comenzar a cubrir sus gastos y tener dinero para poder viajar a su país natal para visitar a sus hijos mellizos, M. F. P. G. comenzó a trabajar como escort (acompañante sexual) y terminó en pareja y enamorada de un cliente, compatriota suyo. Ahora, está presa, acusada de ser parte de una organización narcocriminal que producía, comercializaba y traficaba Tusi, droga sintética también conocida como cocaína rosa.
“M. F. P. G. brindaría los medios logísticos (auto y cajas de seguridad) para llevar adelante la distribución de la sustancia estupefaciente, como así procurar el resguardo de las ganancias en cajas de seguridad, y puesta en circulación de las mismas, mediante la compra de otros vehículos a su nombre”, sostuvo el juez en lo penal económico Pablo Yadarola al dictar el procesamiento con prisión preventiva de la sospechosa. El magistrado trabó un embargo sobre los bienes de la ciudadana colombiana hasta cubrir la suma de $40.000.000.
La sospechosa fue detenida por detectives de la Policía de la Ciudad en un exclusivo country de Escobar, donde vivía con su pareja, un excliente, identificado solo por sus iniciales, J. F. S. P., de 31 años; su beba de nueve meses y sus hijos mellizos, que habían venido de Colombia.
”Llegué a Argentina a mediados de 2015 con el propósito de estudiar medicina. Con el pasar del tiempo empiezo a laburar [sic] de escort y así suplirme mis gastos y para poder viajar a Colombia y ver a mis hijos. A fines de 2021 conozco a J. F. S. P. como mi cliente, al pasar los meses se fue formalizando la relación y tuvimos una beba que ahora tiene nueve meses”, dijo la sospechosa en su declaración indagatoria.
J. F. S. P. también fue detenido. Según el juez Yadarola era un eslabón superior en la banda y “se encargaría del traslado de la sustancia estupefaciente hacia los eslabones inferiores y a recaudar el [dinero] producido de las actividades ilícitas llevadas adelante por ellos. También serviría de nexo con eslabones superiores de la organización, aún no identificados”.
Además de la pareja, otros dos sospechosos, también de nacionalidad colombiana, fueron detenidos y procesados con prisión preventiva. Según el expediente judicial, “conformarían el eslabón más bajo de la organización, teniéndose por corroborado que se dedicarían a la comercialización de sustancia estupefaciente y a dar apoyo logístico en las restantes actividades de la banda”.
Como informó en su momento, la investigación, delegada en la fiscal en lo penal económico María Gabriel Ruiz Morales, comenzó el 30 de noviembre de 2022, cuando se interceptó una encomienda que tenía como destino la ciudad de Nueva York, en los Estados Unidos.
El paquete despachado, supuestamente, tenía un libro de cuentos. Pero “al ser sometido a control dicho envío mediante rayos X, permitió visualizar imágenes sospechosas con una textura y densidad inusual. En presencia de dos testigos y por disposición del magistrado, se procedió a la apertura de la encomienda internacional, hallándose en su interior: un formulario original 08 y una copia; dos copias de facturas de ventas emitidas por una concesionaria de autos y un libro de cuentos que registraba un peso excesivo, constatándose posteriormente que en una de sus tapas, se hallaba oculta una bolsa plástica de color negro que contenía una sustancia pulverulenta de color rosa, de la que separada una pequeña muestra, arrojó resultado positivo al reactivo específico de cocaína”, según se desprende del expediente judicial, al que tuvo acceso
La sustancia oculta en el libro era, según la muestra analizada, una mezcla MDMA y ketamina (un poderoso analgésico usado para animales) con un peso de 118,3 gramos. Fue ese el inicio de la investigación que un año después llevó a desbaratar a la banda conocida como Los Intelectuales.
“De las grabaciones de las cámaras de seguridad del correo correspondientes al momento en que se depositó la encomienda que contenía la sustancia ilícita, surge que la persona que efectuó el envío no sería la misma que presentó la documentación y registró los datos al momento de la imposición de la encomienda. El individuo que hizo el envío es un joven de entre 20 y 30 años, que llegó al comercio en una moto negra . En contraste, la persona registrada como remitente tiene 75 años”, según se explicó en la resolución donde fueron procesados los detenidos.
La pista para llegar a los sospechosos surgió de un análisis de las direcciones de IP desde las cuales se hicieron varias consultadas del estado de la encomienda despachada, que orientó a los investigadores a un domicilio situado en Beccar, en San Isidro. En esa casa vivían J. F. S. P. y M. F. P. G. y sus hijos. Poco después se mudaron a un exclusivo country de Escobar. La Justicia ordenó intervenciones telefónicas, que fueron fundamentales para avanzar en la investigación.
“Es dable destacar que en virtud de los producidos de las intervenciones de diversas líneas telefónicas, también se puede observar la vinculación de J. F. S. P. con organizaciones de orden internacional, dedicadas al tráfico internacional de estupefacientes a gran escala. En tal sentido, el referido imputado mantuvo una conversación con otra persona que posteriormente fue identificada y cuya línea fue intervenida, y en tal sentido, habló acerca de un ‘chino’ al que habría de echarle una ‘oportunidad’. En tal sentido, del producido de la intervención del abonado telefónico de su interlocutor se pudo obtener información sobre el ‘chino’, quien sería una persona a la que posiblemente utilizarían para trasladar 30 toneladas de ‘keta’ (diminutivo de ketamina) hacia Chile. Sin embargo, según se indica en dicha conversación, se habría frustrado la utilización del ‘chino’ y tal circunstancia podría generar cierto peligro, ya que los que habrían dispuesto dicha operación tendrían vínculos por todo Sudamérica”, explicó el juez Yadarola al dictar la prisión preventiva de los cuatro sospechosos.
Los investigadores descubrieron que en el piso 17 de un edificio situado en el barrio porteño de Villa Crespo la banda habían instalado un laboratorio producía tusi, droga también conocida como cocaína rosa. Los narcos tenían una variante de tusi que también elaboraban en “la cocina” del departamento que alquilaban por 500 dólares mensuales en Villa Crespo y que no pasó desapercibida por el color de la droga: lila. El tusi, cuyo nombre proviene de la deformación de la pronunciación en inglés de la sigla 2C-B es una mezcla de varias sustancias como la ketamina y MDMA. Tiene un alto poder adictivo y produce efectos alucinógenos.
La investigación y los operativos estuvieron a cargo de la División Investigaciones de Organizaciones Criminales de la Policía de la Ciudad.
“De las conversaciones intervenidas puede visualizarse la existencia de una organización narcocriminal transnacional dedicada al transporte de sustancia estupefaciente de gran importancia”, sostuvo el juez Yadarola.
El magistrado ordenó clausurar las cajas de seguridad que pudieran estar a nombre de los cuatro ciudadanos colombianos y le solicitó al Banco Central el bloque de todas las cuentas bancarias que hayan estado a nombre de los integrantes de la organización narcocriminal.
“Al pasar del tiempo de vivir con mi pareja, comencé a cuestionarle su trabajo. Él me respondió que mientras yo tuviera la heladera llena y mis hijos estuvieran bien, no hiciera preguntas. Y que si no le gustaba, que me consiguiera un médico”, se defendió en su indagatoria la sospechosa.
La Policía de la Ciudad allanó el edificio ubicado en Villa Crespo donde los sospechosos producían la droga que combina éxtasis y ketamina, entre otros elementos
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