Un museo que recuerda la tragedia de los Andes
Funciona en Montevideo y exhibe elementos originales que utilizaron los sobrevivientes del accidente aéreo
Vivian UrfeigLos paneles del museo relatan la historia en orden cronológico
Una zapatilla chiquita y la factura de compra de ese regalo que nunca pudo ser entregado. Lentes de sol fabricados con el elástico del asiento del avión y el plexiglass del manual del piloto. También, el cinturón original de Roberto Canessa, el jugador de rugby que estudiaba medicina y asumió la asistencia a los heridos de una de las tragedias, o milagros, más impactantes de la historia.
El Museo Andes 1972, de Montevideo (calle Rincón 619), atesora piezas sueltas, vestigios del accidente del vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya en la cordillera de los Andes, en el que viajaban 45 personas: 15 jugadores del equipo de rugby del Old Christians Club de Montevideo, 5 tripulantes y 25 pasajeros más.
Una zapatilla chiquita y la factura de compra de ese regalo que nunca pudo ser entregado. Lentes de sol fabricados con el elástico del asiento del avión y el plexiglass del manual del piloto. También, el cinturón original de Roberto Canessa, el jugador de rugby que estudiaba medicina y asumió la asistencia a los heridos de una de las tragedias, o milagros, más impactantes de la historia.
El Museo Andes 1972, de Montevideo (calle Rincón 619), atesora piezas sueltas, vestigios del accidente del vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya en la cordillera de los Andes, en el que viajaban 45 personas: 15 jugadores del equipo de rugby del Old Christians Club de Montevideo, 5 tripulantes y 25 pasajeros más.
La historia del santuario que recuerda tanto a los muertos como a los sobrevivientes de la tragedia corre por cuenta de Jörg P. A. Thomsen, el director y curador del museo que transformó el edificio familiar en un contenedor de memoria, vínculos y resiliencia.
“La película española La sociedad de la nieve funciona como un tsunami emocional que envuelve a Uruguay. Provocó que muchos descubran y reinterpreten lo que pasó”, señala Thomsen.
Una gorra y manopla cosidas a mano con tela de los asientos del avión también figura tras la vitrina, junto a la única botella (de ginebra Bols) que contaban para tomar agua. “Es increíble el desarrollo del colector solar que construyeron con una chapa de aluminio que permitía derretir la nieve. Para la época, esa fue una solución de avanzada”, destaca el director.
“La película española La sociedad de la nieve funciona como un tsunami emocional que envuelve a Uruguay. Provocó que muchos descubran y reinterpreten lo que pasó”, señala Thomsen.
Una gorra y manopla cosidas a mano con tela de los asientos del avión también figura tras la vitrina, junto a la única botella (de ginebra Bols) que contaban para tomar agua. “Es increíble el desarrollo del colector solar que construyeron con una chapa de aluminio que permitía derretir la nieve. Para la época, esa fue una solución de avanzada”, destaca el director.
También se expone, intacta, la camiseta celeste con el trébol verde que durante esos 72 días usó Gustavo Zerbino, uno de los 16 sobrevivientes. Y tres cinturones: el original, de Roberto Canessa, y los siguientes que formaron parte del vestuario de las películas Viven y la más reciente La sociedad de la nieve.
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