El byte se corta por lo más delgado, Parte XI: el misterio del celular que andaba mal y sin embargo no tenía ningún problema
El Motorola Edge 30 Fusion en sus tres colores; su batería de 4400 mAh no duraba nada, y la causa estaba en el único lugar donde no miramos
Un equipo recién comprado al que no le dura nada la batería. ¿Qué puede ser? Una falla del dispositivo, una batería en malas condiciones, ¿cierto? Nada de eso. ¿Un malware? Tampoco. ¿Wifi, 4G? Tibio, pero la causa es la más insólita que he visto en años
Ariel Torres
Cuando después de casi 40 años de responder consultas de amigos, lectores y familiares sobre computadoras, celulares y todo lo demás todavía podés aprender algo nuevo, sonreís. Simplemente, sonreís. Confieso que más o menos a principio de siglo tomé en consideración que alguna vez las nuevas tecnologías iban a dejar de ofrecernos titulares. Las comparé, en mi razonamiento, con el audio de alta fidelidad, que tuvo su momento y luego pasó. No puse en la balanza que los dispositivos digitales sirven para hacer todo, no para una sola tarea, y que, en ese sentido, la necesidad de más poder de cómputo y, con eso, la aparición de noticias de primera plana no iban a extinguirse. Es el caso de ChatGPT. O del iPhone en su momento. Quiero decir: para cuando apareció el iPhone venía cubriendo estas noticias desde hacía más de 20 años. Casi otros veinte años después, aparecieron OpenAI y GPT. Notable.
Todo este introito es para contarles que me escribió un amigo para consultarme por un celular que acaba de comprarse. Es un Motorola Edge Fusion 30 y, para decirlo sin muchas vueltas (las vueltas ya llegan), la batería no le duraba nada. El hombre es ingeniero, así que sabe de lo que habla. En su mensaje me contó que incluso lo dejó cargado al 100% durante la noche, para encontrárselo descargado por completo a la mañana siguiente.
Por supuesto, buscó en internet y descubrió en varios foros que “ese era un problema del teléfono”. Se los garantizo, no importa la marca, el modelo o la procedencia planetaria del teléfono, si buscan en internet van a encontrar a varios diciendo que “es un problema del teléfono”. La cosa conspiranoica es el par de pantuflas más confortable del planeta.
El Edge Fusion 30 no tiene ningún problema de batería, anoten, así que o era ese equipo en particular o era otra cosa. Si era el equipo, había tenido mucha mala suerte, porque resulta que compró dos, uno para él y otro para su esposa; ambos son usuarios de celulares de la primera hora. Y a ambos teléfonos les pasaba lo mismo: se quedaban sin batería en unas pocas horas. Así que debería haber tenido dos equipos fallados a la vez. Muy, pero muy, pero muy raro.
La batería de los celulares actuales (un iPhone, en la foto) ocupa gran parte del interior del equipo
Fue a un local de Motorola, donde le dijeron que el problema era la batería, que es de solo 4400 mAh. “¡Qué le va a hacer!”, se lamentaron, resignados. Marcelo, mi amigo, estaba indignado con semejante respuesta. “No es para menos –apunté–. Mi celular tiene una batería de 3900 mAh y dura dos días; salvo que lo use mucho, en cuyo caso dura dos días también, pero llega con lo justo.”
El olfato que uno adquiere con el paso del tiempo nos sugería que casi seguramente era un tema de telecomunicaciones. Marcelo lo dejó en Modo Avión una noche, para ver qué pasaba. Esta vez no perdió nada de carga.
Esto no debería estar pasando
Bueno, teníamos a los sospechosos arrinconados. Ahora había que ver cuál de todos estaba usando la batería como si no hubiera un mañana. Intercambiamos ideas y un clásico era wifi. Si el modelo no tiene una buena solución inalámbrica, puede consumir mucha batería solo para mantenerse conectado. Pero el router no estaba tan lejos como para atribuirle el problema, y además se le ocurrió hacer la prueba de apagar datos y dejar solo wifi. De esta forma, la batería duraba, como corresponde a un teléfono nuevo de última generación, un par de días.
Fantástico, pasaba algo con 4G. O eso creímos, ingenuamente. Nos rompimos la cabeza un poco más (OpenSignal de por medio), pero no podíamos ir más abajo; al revés que una PC de escritorio, los celulares son casi enteramente cajas negras. Y cada vez más se hacía improbable que se tratara de un problema de software. Era la típica situación de esto no debería estar pasando, que es de por sí odiosa. Porque estaba pasando.
Como los teléfonos se encontraban todavía en garantía le dije que hablara con con el soporte de Motorola. Hicieron lo previsible: le indicaron que actualizara el firmware, y la situación mejoró un poco. Dato: cuando tenés un problema realmente serio con un dispositivo y un cambio de lo que sea “mejora un poco la situación”, significa que no arreglaste nada. Arreglar algo significa notar un cambio rotundo, consistente y obvio.
Al instalar el nuevo firmware perdió la configuración previa, pero era un costo que ameritaba pagar, porque así como estaba el teléfono no servía para nada. El siguiente paso era cambiar el equipo y ya. Solo que, por lo que estábamos a punto de averiguar, eso tampoco habría arreglado nada. Emoji de El Grito de Edvard Munch aquí.
El caso es que el técnico de Motorola le dedicó casi una hora de asistencia (bien ahí la compañía), hasta que, lógicamente, ni él ni el técnico ni el inventor de los celulares, Martin Cooper, tenían la más mínima idea de qué se estaba comiendo la batería del móvil. Unos días antes, claro está, habíamos sopesado la alternativa de que fuera un malware. Pero mi amigo hizo de todo, incluido el sumergirlo dos horas en lavandina (eso fue un chiste, por favor), y no, tampoco era un virus o equivalente.
Martin Cooper, inventor del teléfono celular, en 2009
Entonces, el técnico, que para entonces ya sabía que hablaba con un ingeniero electrónico, le preguntó cuánto hacía que tenía el chip. “¿El chip? –la pregunté, cuando me narró esta conversación–. ¿El SIM?” Sí, el SIM. Emoji pensativo aquí.
Caramba. No lo habíamos pensado. Le respondió que tenía ese SIM desde hacía unos tres años. El técnico le recomendó que lo cambiara por uno nuevo. Perdido por perdido, fue a la telefónica unos días después, cambió el SIM y adivinen qué. Se resolvió el problema y ahora la batería del teléfono duraba dos días, como corresponde. ¿Con datos encendidos? Con todo encendido, hasta la losa radiante.
Cuando cambió el chip (o sea, el SIM) del teléfono de su mujer, ocurrió lo mismo. La falla se resolvió. En la telefónica le dijeron que nunca habían visto algo así. Bueno, hagan fila, muchachos.
Un chip SIM en malas condiciones o de una generación previa y no del todo compatible puede consumir más energía de la prevista
El incidente se me cruzó con un montón de otras cosas y un poco me olvidé del asunto, pero un par de semanas después Marcelo me escribió para contarme que había hablado con un par de veteranos de la industria, que le confirmaron que un SIM con fallas o, en este caso, de una generación anterior (acaso parcialmente incompatible) podía consumir más energía de la prevista, con las consecuencias antedichas. Así que ese técnico se merece un aplauso, mínimo. Y tal vez un ascenso.
http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA
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