Milei convocó a un gran acuerdo, con duras críticas a toda la política
Quiere que el pacto se firme el 25 de mayo, pero lo condicionó a que los gobernadores apoyen la ley ómnibus y un paquete fiscal; dedicó casi todo el discurso a denunciar a “la casta”; propuso quitar privilegios y una reforma laboral
Laura Serra Javier Milei, anoche, se fotografía rodeado de legisladores oficialistas
La sorpresa que tanto se había anticipado sobrevino sobre el final de un discurso feroz contra toda la dirigencia política, sindicatos, organizaciones sociales y medios de comunicación. De frente a la Asamblea Legislativa y con la bandera argentina como telón de fondo, el presidente Javier Milei desafió a los gobernadores y líderes de los principales partidos políticos al convocarlos a suscribir un “Pacto de Mayo” sobre la base de diez puntos para establecer “un nuevo orden económico argentino”. Dicho pacto estará condicionado a que el Congreso apruebe su llamada “Ley de Bases”, que naufragó en la Cámara de Diputados el mes pasado, y la firma de un nuevo pacto fiscal con las provincias.
“Quiero aprovechar para mandarles una invitación: convocar tanto a gobernadores como a expresidentes a que depongamos nuestros intereses personales y que nos encontremos en la provincia de Córdoba el próximo 25 de mayo para la firma de un nuevo contrato social, llamado ‘Pacto de Mayo’ que establezca los diez principios del nuevo orden económico argentino”, enfatizó anoche el presidente Milei en su discurso inaugural del 142° período de sesiones ordinarias del Congreso.
El jefe de Estado, aunque se confesó “escéptico” de que la dirigencia política -a la que fustigó a lo largo de su discurso- acepte el convite, indicó que la semana próxima convocará a los gobernadores a la Casa Rosada para avanzar en los lineamientos del eventual pacto. Los diez puntos que conformarían este acuerdo ya fueron establecidos por el propio Milei y son los siguientes: Inviolabilidad de la propiedad privada, equilibrio fiscal, reducción del gasto público, una reforma tributaria que reduzca la presión impositiva, rediscusión de la coparticipación federal de impuestos, un compromiso de las provincias de avanzar en la explotación de los recursos, una reforma laboral, una reforma previsional, una reforma política y la apertura al comercio internacional.
La convocatoria desató una ovación en la bancada oficialista: libertarios y legisladores de Pro, ya sincretizados en un espacio común, aplaudieron entusiastas. Los legisladores de la oposición dialoguista -UCR, Hacemos Coalición Federal y bloques provinciales- tomaron con cautela y escepticismo la invitación. La bancada kirchnerista, en tanto, mantuvo un silencio adusto a lo largo de todo el discurso pese a que Milei apuntó directo contra la expresidenta Cristina Kirchner por haber encabezado “uno de los peores gobiernos de la historia” y haber calificado a Sergio Massa, Pablo Moyano, Juan Grabois y Máximo Kirchner como los “jinetes del fracaso”.
No solo el kirchnerismo fue blanco de las críticas de Milei. El Presidente también embistió (aunque sin mencionarlo) contra el exgobernador de Jujuy Gerardo Morales, a quien responsabilizó por haber promovido el encarcelamiento durante 50 días de un ciudadano “sin debido proceso, meramente por el crimen de hablar mal de la corona en un chat privado”. “Ofende el silencio de aquellos que se dicen republicanos”, fue el reproche irónico que le dedicó al radicalismo.
El mensaje presidencial, que duró poco más de una hora, estuvo dividido en tres partes. Milei arrancó su alocución con un severo diagnós
CON EL DESEO DE ESTAR EQUIVOCADO EN MI DESCONFIANZA HACIA MUCHOS DE USTEDES, QUIERO APROVECHAR ESTA OCASIÓN PARA EXTENDERLES UNA INVITACIÓN”
Tico de la herencia recibida, responsabilidad -dijo- de una dirigencia política que deliberadamente insistió en los últimos cien años en un “modelo empobrecedor” llevado adelante por una clase política “avara e inoperante”.
“Los últimos años fueron un desastre económico, una orgía de gasto público, emisión descontrolada que tuvo la peor herencia que un gobierno haya recibido jamás”, sentenció Milei, quien, acto seguido, hizo un detalle de los números macroeconómicos que recibió su gobierno al asumir: 5 puntos del PBI de déficit fiscal en el Tesoro y 10 puntos de déficit fiscal generado por el Banco Central; una “deuda descomunal” con importadores y organismos multilaterales de crédito que colocaba al país “al borde del default” y reservas netas negativas en el Banco Central por 11,200 millones de dólares.
Tras insistir en que la inercia inflacionaria iba a llevar al país a un costo de vida anual del 15.000%, reprochó a la que el salario real haya caído a 300 dólares y que la pobreza haya escalado al 60%. “El populismo nos quitó el 90% de los ingresos. Mientras, la mayoría de los políticos, como muchos de ustedes, son ricos”, asestó.
En el segundo tramo del discurso, enumeró los logros conseguidos en sus poco más de 80 días al frente de la gestión, anticipó que la inflación “seguirá cayendo fuertemente” y que “la salida del cepo está cada vez más cerca”, al tiempo que esbozó algunas de las iniciativas que propondrá ante el Congreso. En este punto lanzó una fuerte advertencia: enfatizó que avanzará con estas propuestas aunque deba prescindir del apoyo de la política.
Entre las iniciativas por venir, anunció que propondrá una modificación de la fórmula de movilidad jubilatoria, aunque no dio detalles al respecto.
“Los jubilados continúan atados a una fórmula que quisimos cambiar porque pulverizan sus ingresos en un régimen de alta inflación a causa del gobierno pasado -sostuvo el presidente-. Si no fuera por la recomposición discrecional de los bonos que estamos llevando adelante, hubiera redundado en una pérdida de hasta 40% de su poder adquisitivo”.
A renglón seguido mencionó que enviará al Congreso un paquete de leyes “anticasta”, entre ellas, la obligación a los sindicatos a elegir sus autoridades a través de elecciones periódicas, libres y supervisadas por la Justicia Electoral, con un límite de cuatro años a sus mandatos.
Una iniciativa que despertó los pocos aplausos en las distintas bancadas de la oposición fue la de “ficha limpia”; en este sentido, Milei propondrá que las personas condenadas por corrupción en segunda instancia no puedan presentarse como candidatos en elecciones nacionales. Lo que no fue bien recibido, ni siquiera por el bloque de Pro, fue la propuesta de acabar con el financiamiento público de los partidos políticos. Fue entonces cuando, desde las galerías, la militancia estalló con cánticos. “¡La casta no aplaude!”, exclamaban, eufóricos. “Nosotros no vinimos a jugar el juego mediocre de la política, no vinimos a prestarnos al toma y daca de siempre, a emular esos políticos que supeditan sus proyectos al intercambio de favores, cargos y negocios. No vinimos a hacer más de lo mismo. Vinimos a cambiar el país en serio”, enfatizó al final.
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Una asamblea atípica con frialdad en el recinto y fervor en los palcos
Las barras jugaron un papel clave para apoyar las palabras presidenciales; hubo incomodidad en la UCR y malestar del peronismo en varios tramos del mensaje
Gustavo YbarraMartín Menem y Victoria Villarruel
Fue una Asamblea Legislativa atípica. No solo por el inédito horario nocturno o el atril desde el que Javier Milei dio su discurso sobre el estado de la nación, sino porque como nunca antes una apertura de sesiones ordinarias del Congreso mostró a tantos legisladores incómodos e incrédulos que prefirieron seguir en silencio las palabras presidenciales.
El contraste del clima glacial del recinto estuvo en las barras, en particular las del tercer piso, que acompañaron con ovaciones, gritos, arengas y hasta interrupciones al jefe del Estado. Fue un escenario copado por seguidores libertarios que en los pasajes de mayor entusiasmo de la noche hizo recordar a los palcos militantes de La Cámpora y los discursos de Cristina Kirchner.
El clima de las barras llegó a rozar el desafío a los legisladores presentes. “¡No aplaude, la casta no aplaude!”, arrancaron los militantes de la tercera bandeja en el momento de mayor tensión en el hemiciclo y de regocijo para los seguidores de Milei.
Claro que también hubo reacciones favorables en el recinto, pero estuvieron impulsadas en su mayoría por los pocos legisladores libertarios, que aplaudieron cada vez que el Presidente hacía silencio para recibir apoyo, y que en su mejor momento mereció el apoyo de una parte de la bancada de diputados de Pro.
En el resto de los bloques políticos imperó el desagrado y el rechazo a las palabras presidenciales, aunque sin entrar en confrontaciones con el jefe del Estado. Kirchneristas y radicales estuvieron a la cabeza de los más incomodados por el clima generado por las barras libertarias y las palabras presidenciales.
El ingreso del jefe del Estado al recinto anticipó el clima de euforia militante que iba a dominar la Asamblea. Los palcos estallaron en una ovación cuando, en una situación inédita desde el retorno de la democracia, Milei entró al recinto desde la primera puerta de la derecha de la presidencia de la Cámara y bajó los ocho escalones hasta ubicarse en el atril que lo esperaba en el centro del hemiciclo. A sus espaldas, en el estrado de conducción de la Diputados, quedaron la vicepresidenta Victoria Villarruel y el presidente de la Cámara baja, Martín Menem.
La ovación llegó a su clímax cuando el Presidente alcanzó el atril. “¡Viva la libertad, carajo!”, gritaron en dos oportunidades desde los palcos. Milei respondió levantando el brazo derecho. Se reservaría la frase, que popularizó durante la campaña presidencial, para el remate de su discurso, más de una hora después, cuando la repitió en tres oportunidades antes de abandonar el recinto.
Más allá de sus palabras contra la clase dirigente, Milei pudo hablar sin interrupciones por parte de legisladores de la oposición. La posibilidad de que hubiera intentos por desconcentrar al Presidente fue uno de los temores que habían circulado en la previa. Muchos recordaron la queja contras “los tosedores de Massa” que lo distrajeron en uno de los debates de la campaña presidencial.
El cambio de época inaugurado el 10 de diciembre pasado quedó reflejado en los palcos. Muy pocas caras conocidas en los lugares reservados para los invitados. De hecho, entre los poco destacados estuvieron dos funcionarios como Eduardo “Lule” Menem, flamante subsecretario bajo la órbita de la Secretaría General de la Presidencia que conduce la hermana presidencial, Karina Milei, que se sentó al lado de Zulemita Menem. Unos lugares más allá y aplaudiendo cada vez que el discurso presidencial así lo indicaba, estuvo Santiago Caputo.
La expectativa por la cita se empezó a sentir más de dos horas antes del inicio, cuando los primeros legisladores se ubicaron en el recinto. En animada charla esperaron con paciencia los diputados macristas Patricia Vázquez y Martín Ardohaín. El podio de madrugadores lo completó el libertario José Luis Espert. El recinto fue poblándose poco a poco, pero recién se completó cuando faltando 15 minutos antes de las 20, hora de inicio de la Asamblea Legislativa, entraron senadores y diputados kirchneristas para ocupar el ala izquierda del hemiciclo.
Milei llegó al Congreso quince minutos antes de las 21 y fue recibido por Villarruel en la explanada del Congreso. Se dieron un extenso y sentido abrazo, como dos personas que llevan tiempo sin verse, lapso en el que se dijeron algo al oído. La vicepresidenta siguió de atrás al jefe del Estado durante el saludo con los legisladores de las comisiones interior y exterior, pero lo tomó del brazo para acompañarlo en el Salón Azul a firmar al libro de visitas y saludar a la Constitución.
Un capítulo aparte de la Asamblea merece las condiciones impuestas por el equipo de Presidencia en el armado de la sesión. Por ejemplo, por primera vez desde que se instalaron en el recinto se impidió que se proyecte la transmisión oficial de la cadena nacional por las pantallas gigantes del recinto de Diputados.
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