sábado, 9 de marzo de 2024

DE NO CREER Y AL MÁRGEN


El Presi, entre burros, licuadoras y próceres
Carlos M. Reymundo Roberts
Help! Que alguien me ayude: por dónde empiezo. Muchos títulos, y en todos aparece la excelsa figura de nuestro Presi: Milei habló en un colegio y se le desmayaron dos chicos. Milei la rompió en Expoagro. Dólar Milei: bajó de 1000 pesos. Milei disfruta con el escándalo de los seguros. Se desploma la economía: ¡qué está haciendo Milei!
Tranqui, paremos la mano. Hay que explicar, primero, lo de los chicos del Colegio Cardenal Copello, de Villa Devoto, donde estudiaron los infantes Javier y Karina. Imagínense la emoción de esos gurrumines al conocer al Pelu, ver de cerca al Moisés libertario. Es una experiencia sensible, fuerte para cualquiera. En su larga exposición, tan larga como la del viernes en el Congreso, criticó el adoctrinamiento escolar de “los zurditos” con adoctrinamiento de derecha; suerte de reparación histórica. Audaz, les habló sobre la performance sexual de los burros. “El burro –dijo– tiene éxito por insistidor, no por lo otro”. Ahí se desmayó el primer chico, y, calculo, la mitad de las maestras y de los padres. “Lo otro” es una sutileza a la que le debemos que el resto haya logrado mantenerse en pie. Probablemente se trató de un lapsus de tiempo y espacio: pensaba referirse a los atributos del burro en Expoagro, entre gente de campo, conocedora de las capacidades de ese noble animal. Pero en Expoagro casi no hizo falta que hablara: llegó y fue pasión de multitudes. Cuando visité la muestra, al día siguiente, cosechas, rindes, precios o retenciones habían sido desplazados de la conversación: solo era tema el Presidente, con su rara magia marketinera de resultar agradable incluso –o precisamente– cuando se va a la banquina. Un amigo, hombre de Pro línea Mauricio, dice que Milei es una moneda al aire: “Imposible saber hoy si va a caer cara o ceca”. Antes te vas a caer vos, macrista resentido. Caminando por la feria me la encontré a la canciller Diana Mondino, muy agradable ella, y muy atrevida: me preguntó cómo estaba viendo todo. ¡A mí, asesor del Presidente! Le contesté: “Javi es una moneda al aire, que siempre cae bien. Como los burros”.
Qué tierna, se sonrojó.
Es cierto que la economía está en trance: se derrumban la industria, la construcción, el consumo; previsible lo del consumo, porque también están para atriqui salarios y jubilaciones. Lo explicó Javi en el Copello, con su sinceridad salvaje: “Fue tan fuerte lo que empezamos a hacer... mezcla de motosierra y licuadora. No voy a negar que hay licuadora: un ajuste tan rápido tiene licuadora. Lo que pasa es que, si la licuadora se vuelve permanente, se vuelve motosierra”. Interesante esa progresión, en la que, soy sincero, no había reparado: el momento en que la licuadora deviene en motosierra. Votamos motosierra pensando en que era para la casta, y puede ocurrir, Dios no lo quiera, que termine siendo también para nosotros. Sobrevuela una duda: ¿acaso pensará –no Dios: Milei– que somos un poco casta? Entre otras cosas, por votar al peronismo. Locuras que se me ocurren. Soy una moneda que siempre cae mal.
En eso me parezco a Alberto Fernández, complicado como está, pobre profesor, en la causa por tráfico de influencias con las pólizas de seguros de organismos estatales. Todo lo que se va conociendo le mancha las manos. Lo teníamos por holgazán –un vaguito importante–, por torpe, de formas laxas, incapaz de empuñar una lapicera, fabulador… pero no lo imaginábamos cabeza de una trama que además involucra a su secretaria y a brokers amigos suyos, destinada a cobrar multimillonarias regalías. No creo que regalías sea, técnicamente, la palabra correcta, pero cuadra: regalos que se hacían. Me cuentan que el Presi está entretenidísimo siguiendo el curso de la investigación. Alberto lo llamó apenas volvió al país, para hablar de esto; porque el Gobierno es denunciante en la causa. Estoy en condiciones de revelar el pedido que le hizo: “Javier, please, tenemos que ayudar a María, mi querida secretaria. Está hasta las manos”.
Esa fue la inquietud del Beto. Desmiento terminantemente que le haya dicho: “Javier, te estás metiendo con la comida de Francisquito”.
Ayer a la tarde se hizo la reunión con los gobernadores en la Casa Rosada. Fueron todos, lo cual le dio un enorme realce. Por cantidad, el Pacto de Mayo empezó bien; hablar de calidad es prematuro. Hubo discusiones, sí, y pases de facturas, pero apareció una luz al final del túnel. De nuestro lado, la voz cantante fue la de Nicolás Posse, jefe de Gabinete: “Señores, sé que están en dificultades para pagar los sueldos, que podrían verse obligados a echar gente y a cerrar escuelas, hospitales, comisarías. Búsquense otro argumento, porque eso para el Presidente es una buena noticia”. Tremendo este Nico: no tiene filtro.
Justo ayer, Día de la Mujer, se informó que al Salón de las Mujeres de la Casa de Gobierno cambiará de nombre: ahora será “Salón de los Próceres”. No sé qué esperan para colgar el cuadro de Milei.

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La insólita parábola del funcionario ideal
Héctor M. Guyot
Osvaldo Giordano, extitular de la Anses
Y de pronto, cuando nadie lo esperaba, surgió ante nosotros lo que parece el funcionario ideal. Una cualidad lo distinguía: mientras era entrevistado en vivo, por la tele o la radio, no hablaba como si lo hiciera para la cámara o el micrófono. Respondía sin evasivas y con claridad, sin falsa retórica. Por más que se refiriera a hechos muy delicados en los que había sido parte virtuosa, no se arrogaba protagonismo ni buscaba sacar rédito del asunto. Sin énfasis, evitando los juicios de valor, describía las cosas tal como eran, y así demostraba sin proponérselo lo preparado que estaba para la función que tenía a cargo. Entre los malos y lo buenos funcionarios hay una diferencia clave pero difícil de distinguir: los primeros saben lo que tienen que decir, mientras que los segundos dicen lo que saben.
Este funcionario, se ve, está entre los buenos. El único problema es que ya no lo es. Tras una actuación de dos meses en el equipo de gobierno, Osvaldo Giordano pasó a la categoría de exfuncionario. Esta semana, una recorrida por los medios del exjefe de la Anses ayudó a aclarar cómo destapó el escándalo de los seguros estatales, un affaire que involucra al expresidente Alberto Fernández y se suma a la larguísima foja de la corrupción kirchnerista. Pero, en muchos de los que lo escuchamos, Giordano dejó una duda: ¿puede un Gobierno que navega en medio de la tempestad echar por la borda un recurso tan valioso? ¿Puede permitírselo el país?
Nadie dice aquí que Giordano sea un ángel. Solo que exhibió ciertos valores que no sobran en la política. Además de mostrar eficiencia al detectar los millones que los amigos del expresidente Fernández se llevaban por intermediaciones innecesarias, impresionó como un hombre honesto, decidido a sanear las cuentas de un organismo que es caja negra de la política y fuente de enriquecimiento de políticos y empresarios corruptos. Ya había mostrado estas cualidades en Córdoba, como titular de la caja de jubilaciones y como ministro de Finanzas de Juan Schiaretti.
"Al echar a Giordano, Milei se vengó contra quien no correspondía, disparándose además en el pie al debilitar el equipo de gobierno que lo acompaña "
No sobran funcionarios que antepongan el interés del país al de un jefe político al que suelen responder. Esa lealtad acrítica y servil ofrendada al líder que lo ayuda a trepar en la escala del poder es uno de los pecados veniales más extendidos del político vernáculo. No parece este el caso. Giordano demostró, además, no guardar rencor por la forma intempestiva y absurda en que fue corrido del cargo. Otra rareza.
Lo interesante del caso Giordano, más allá del personaje y el escándalo de corrupción que su ojo fino destapó, es que muestra las dos caras tantas veces contradictorias de nuestro paradójico presidente. Primero, fue un acierto que Javier Milei lo incorporara a su gobierno en un organismo de primer orden. Por sus antecedentes, el economista cordobés lucía como un jugador virtuoso y con experiencia. Fortalecía un equipo en el que revistaban varios amateurs y que se disponía a enfrentar la enorme tarea de sanear una administración pública degradada por la ineficiencia y colonizada por la corrupción. Tras el acierto, al poco tiempo, el error.
La forma en que Milei eyectó de su cargo a Giordano por el solo hecho de que su pareja, diputada nacional, votó en contra algunos puntos de la ley ómnibus revela la otra cara de la gestión presidencial: el rapto irreflexivo. Preso de la ira, el Presidente se vengó contra quien no correspondía, disparándose además en el pie al debilitar el equipo que lo acompaña en el cumplimiento del mandato que le asignó el voto. En la próxima, alguien debería recordarle que no solo se representa a sí mismo.
Tras el voto de Alejandra Torres, pareja de Giordano y parte del peronismo cordobés, un usuario de la red X la llamó “traidora” y extendió el calificativo al titular de la Anses. El Presidente compartió el tuit y avaló el mensaje. Lo siguiente fue pedirle la renuncia al “traidor”.
¿No pueden los miembros de una pareja pensar distinto? ¿Uno debe imponer su modo de pensar sobre el otro? ¿O responder por los actos del otro?
Al irse, Giordano tuvo palabras de gratitud hacia Sandra Pettovello, ministra de Capital Humano, que acaso no haya compartido la decisión de su jefe. ¿Podrán sus funcionarios más cercanos atemperar la vehemencia del Presidente cuando se le vuelve en contra? ¿O el temperamento volcánico de Milei produce temor y silencio entre su círculo de colaboradores, tal como pasaba durante el reinado de Cristina Kirchner?
El temperamento del libertario es un arma de doble filo. Por lo inédito, por lo extremo, mantiene la esperanza de un verdadero cambio en una sociedad exhausta que atraviesa el desierto, cuando todo lo conocido ha fracasado dolorosamente y hay que sacárselo de encima a fuerza de convicción. Al mismo tiempo, lo lleva a arrebatos en los que pierde el control, al punto de actuar en contra de aquello que se propone. Estas dos caras, motivo tanto de expectativa como de preocupación, parecen inescindibles.
Tras ser despedido, Giordano le deseó “una gran gestión” al Presidente. Lo mismo le desea la mayoría de los argentinos. Si fracasa, ¿qué nos espera?

http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA

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