domingo, 10 de marzo de 2024

EL ESCENARIO Y CAMBIOS


Un shock de realismo antes de un traspié costoso
Milei busca un acuerdo de mínima para mostrar que su plan tiene viabilidad política; el papelón con los sueldos del Presidente y los ministros pega en el corazón del relato oficial
Martín Rodríguez YebraJavier Milei, en el colegio Cardenal Copello
Los anticuerpos del sistema político entraron en acción el viernes a la tarde. Los gobernadores llegaron a la Casa Rosada con la guardia alta después de tres meses de convivencia accidentada con ese objeto extraño en el organismo del poder que se llama Javier Milei. Se fueron aliviados cuatro horas después: los habían citado en son de paz. La propuesta que expuso el jefe de Gabinete, Nicolás Posse, fue un verdadero shock de realismo.
Se intenta avanzar cuanto antes con un set de reformas para las que existe acuerdo, archivar otras más ambiciosas y estudiar una manera viable de repartir las cargas del ajuste fiscal entre la Nación y las provincias.
Milei no quiso mancharse con el ejercicio del consenso, un proceso humano que a menudo equipara con la corrupción. Pero consintió darle una oportunidad a “la casta”. Su estado natural es el conflicto y la construcción narrativa de su personaje público requiere un antagonismo permanente con la dirigencia tradicional. Por eso ni se planteó salir en la foto. Las fuerzas del cielo no se contaminan en esos barros terrenales.
Ni se imaginaba al cerrar otra semana agitada que el sábado lo iba a exponer a un error no forzado que lo golpea en el corazón del relato: la admisión, bajo presión opositora, de que los sueldos del Presidente y los ministros aumentaron alrededor del 48% este mes. Ocurre después de que Milei sobreactuó furia contra los diputados y senadores por una suba incluso menor. ¿Descuido o hipocresía? Cualquier respuesta es incómoda.
Más aún porque el Gobierno necesitaba unos días de sosiego para reacomodar el rumbo.
Milei se ha cansado de decir que no necesita al Congreso ni a los políticos para bajar la inflación y para que su programa económico funcione. El problema es que ya se hacía ensordecedora la inquietud sobre la sustentabilidad política de su plan de ajuste ultraortodoxo. Desde el Fondo Monetario Internacional (FMI) hasta inversores nacionales y extranjeros le plantearon la endiablada cuestión de la gobernabilidad.
“Quedó claro que hay gente en el Gobierno que no quiere comerse la curva”, sintetiza uno de los gobernadores presentes en la cita de la Casa Rosada. Y añade: “Ahora esperemos que lo tengan amordazado a Milei durante un tiempo”.
La ironía desnuda el grado de desconfianza que signa la relación entre el Presidente y las provincias. El intento de acercamiento implica volver el reloj a diciembre, cuando la ley ómnibus se envió por primera vez al Congreso, aunque con las heridas a cuestas de este trimestre de acusaciones, insultos y escraches en las redes sociales.
Hay cierta coincidencia entre los gobernadores en que finalmente fue positivo que Milei se quedara en Olivos y que Posse, a quien muchos de los jefes provinciales no le conocían la voz, se hubiera sentado a la cabecera de la mesa. Al ministro del Interior, Guillermo Francos, le tienen respeto personal, pero sienten que Milei lo ha dejado en offside demasiado seguido. “Posse es el brazo ejecutor directo del Presidente”, acota un referente de la zona centro.
En última instancia la duda que carcome a los gobernadores es simple: ¿de verdad Milei quiere un pacto?
Al Presidente le gusta negar su dependencia de “los políticos” (categoría en la que astutamente no se incluye a pesar de su cargo). Transmite su convicción de que gobernadores, legisladores y líderes partidarios terminarán por alinearse con él a la fuerza, a partir de los éxitos de la economía. Si baja la inflación, se diluye la oposición.
El inconveniente es que la política puede convertirse en un bache peligroso en el camino hacia los resultados que persigue. El nivel de tensión que le inyectó al sistema impidió primero la sanción de la ley ómnibus, a pesar de su aprobación en general en la Cámara de Diputados, y amenazaba con desencadenar el rechazo del DNU de desregulaciones con el que arrancó su dato.
El cambio de juego que significó el llamado a un pacto rebaja al menos hasta finales de mayo la posibilidad de un choque de poderes que embarulle el programa del ministro de Economía, Luis Caputo.
A los gobernadores se les pidió celeridad para votar nueve capítulos de lo que fue la ley ómnibus, además de una nueva fórmula para las jubilaciones atada a la variación del índice de precios. Menos revolución liberal; más pragmatismo.
Se abrió, además, una comisión para discutir cómo aliviar el ahogo fiscal de las provincias. Ese nudo sigue sin desatarse. El proyecto de reinstalar el impuesto a las ganancias con un piso de $1.500.000 no tiene apoyo suficiente y será un punto de discordia. En los próximos días citarán a todos los presidentes de bloque para otra asamblea de la concordia.
De algún modo el Gobierno aceptó a destiempo un consejo de los viejos lobos parlamentarios, que le decían: “Fijen prioridades, escuchen, cuenten los votos y después aceleren”.
La cumbre en la Casa Rosada transcurrió con una “cordialidad suiza”, como retrató uno de los asistentes. En la previa los gobernadores hicieron arder el chat de Whatsapp que comparten, que funciona como un espacio de terapia para hacer catarsis por la falta de fondos. Durante las primeras dos horas de la reunión con Posse y Francos hubo un bombardeo de planteos sobre lo que en las provincias llaman “falencias de gestión”. También se dio una inusual muestra de solidaridad de los gobernadores del interior con el reclamo de Jorge Macri por los fondos de coparticipación que le recorocupación tó por decreto Alberto Fernández.
Posse se mostró receptivo para analizar la propuesta de las provincias de que se coparticipen de manera automática los infames Aportes del Tesoro Nacional (ATN) que los presidentes de turno han usado como herramienta para revolear premios y castigos.
“La impresión es que alguien levantó el teléfono y los convenció de que había que bajar un cambio”, indica un gobernador patagónico. Lo que viene será trabajoso e incierto. La desconfianza funciona como una armadura para todos los actores de esta obra. “Nosotros no nos vamos a arrodillar. Y da la impresión de que ellos lo saben”, aporta un jefe provincial del norte. Pero a un presidente popular nadie le dice que no. Mucho menos a uno que actúa con determinación religiosa.
Los peores meses por delante
Los tres meses que faltan hacia la meta simbólica que puso Milei para el Pacto de Mayo serán traumáticos en términos sociales. La recesión ya retumba en la industria, la construcción y el consumo. Se espera un golpe al empleo y es inminente el impacto de la suba de tarifas de los servicios públicos. La licuadora del gasto empezará a perder efecto. A algunas dependencias se les agotan las partidas y podrá sentirse realmente qué es un Estado que no funciona.
Las provincias tienen caja para aguantar, pero antes de mitad de año podrían experimentar problemas para pagar salarios. Es el infierno más temido de Axel Kicillof.
Los índices de popularidad de Milei y la tolerancia al ajuste que reflejan las encuestas de opinión pueden ser una fortaleza de barro.
Tal vez por eso el presidente que se ufana de “acelerar en las curvas” haya decidido experimentar la conducción responsable. Al menos mientras atraviesa el desierto otoñal.
Entre dirigentes políticos y empresarios miran con enorme prela etapa que comienza. Incluso quienes valoran la cruzada de Milei contra el déficit y la emisión monetaria temen que no pueda sostenerla en el tiempo.
El objetivo del Gobierno es llegar a finales de mayo con una tendencia descendente de la inflación y con una recuperación sensible de las reservas que lo acerquen a levantar el cepo cambiario. Sería un combustible vital para la paciencia.
¿Y si no lo consiguiera? La inquietud en el “círculo rojo” es que si la inflación vuelve a repuntar y el apoyo social flaquea Milei decida apretar el botón nuclear de una dolarización apresurada.
Tanto el FMI como diversos empresarios e inversores han expresado sus dudas sobre un cambio de régimen monetario como el que Milei planteaba en su campaña. El hecho de que no haya mencionado la palabra dolarización en su discurso en la Asamblea Legislativa ayudó al repunte de los títulos argentinos en el principio de esta semana.
El FMI y los jubilados
El sufrimiento por el recorte de gastos ya domina la conversación pública. Esta semana cobró notoriedad lo que dijo Teresa, una maestra jubilada del colegio al que fue Milei de chico: “Estoy esperando que nos mejore la jubilación y no nos apriete tanto con todos los ajustes que está haciendo”. Horas después, como en un mundo al revés, el FMI planteó algo equivalente por medio de su vocera, Julie Kozack. Dijo que “sería importante asegurar una asistencia social adicional y preservar el valor real de las jubilaciones”. Milei reaccionó con furia. Trató de “farsante, embustera, mentirosa y robacámara” a la seño Teresa.
Fue uno de los muchos episodios extravagantes de la visita presidencial al Instituto Cardenal Copello para inaugurar el ciclo lectivo. Entre alumnos que se desmayaban misteriosamente, Milei recitó una oda a sus ideas políticas delante de menores de edad impresionados por su presencia. Habló de “zurditos”, de las “asesinas de pañuelo verde” y de las ventajas del libre mercado con una pasión similar a la que empleaba Cristina cuando pregonaba ante otros chicos las virtudes del peronismo y del Estado presente. La educación parece una materia resbaladiza para los presidentes argentinos. De hecho, ni figura en el decálogo de intenciones del Pacto de Mayo, sin que ninguno de los convocados a firmarlo haya notado la ausencia.
El acto en el colegio donde estudió junto a su hermana Karina abonó la construcción simbólica de la epopeya libertaria, que corre en paralelo al trabajo sucio de la negociación política.
Una batalla perdida
La guerra a “la casta” es un escudo necesario para ocultar... el diálogo con “la casta”. Atender esa narrativa le resulta tanto o más importante que el combate a la inflación. Ahí no se puede permitir fisuras. Por eso las reacciones airadas ante la noticia del aumento del 30% que sus delegados en el Congreso concedieron silbando bajito a los diputados y senadores.
El papelón de este sábado, cuando se descubrió que el Presidente y los ministros también habían tenido una suba salarial, fue un traspié ruidoso que Milei debió corregir con un tuit sobrecargado de indignación. Es lo que tiene andar siempre con el dedo en pose de señalar.
Se trenzó con Cristina, que no se privó de chicanearlo, mientras medio Gobierno se desvivía por encontrar una explicación sobre lo que pasó. Radicales, peronistas y centristas de distinto pelaje hicieron fila para vengarse del Presidente anticasta.
Es de esperar que el Gobierno salga a buscar nafta para el relato. Los anuncios de cesantías en el Estado ya venían dando frutos. El cierre de la agencia Télam (aún incierto) se presentó como una gesta antiestatal. Y todas las áreas de la administración tienen la orden de reportar “curros” que detecten de las gestiones anteriores.
En el apuro por insuflar indignación pueden cometerse olvidos y también deslices, como la noticia falsa sobre las comidas diarias de Alberto Fernández con champagne importado. Milei le pidió perdón a su antecesor después de leer un mensaje indignado que le envió. Un honor que hasta ahora solo tenía el Papa.
La tentación de actuar para la historia suele entrometerse en la urgencia mundana de resolver los problemas del presente.
Milei se fascina con el juego de “ser distinto”. Quedó encantado con el acting de su hermana en la Casa Rosada cuando cambió el nombre del Salón de las Mujeres por el de Salón de los Próceres. Nada menos que en el Día de la Mujer. Ella grabó un spot en el que recorría los retratos de figuras decimonónicas que reemplazaron a las heroínas que había elegido el kirchnerismo y decía: “Homenajes que son válidos hoy y lo serán dentro de 100 años, y no el guiño político estéril a un movimiento militante del momento”. Tuvo su “instante Néstor Kirchner”: ¿quién no se acuerda de cuando ordenó bajar la foto de Videla del Colegio Militar?
El cuadro de Carlos Menem en la nueva galería es acaso un guiño irónico para sugerir que algunas cosas no hay que tomárselas demasiado en serio. ¿O será un agradecimiento formal por la actitud que mostraron los familiares del expresidente riojano el 1° de marzo en un palco del Congreso? Había que ver la convicción con que cantaban el himno de los libertarios: “¡La casta tiene miedo!”
Milei debió corregir con indignación el papelón de los sueldos en el Ejecutivo

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Los nuevos protocolos en la Casa Rosada, que volvió a ser el epicentro del poder
A tres meses de la llegada de Milei se viven nuevas rutinas en el palacio, que había sido vaciado de relevancia en la era Fernández; expectativa por lo que viene
Cecilia Devanna
Tres meses después del cambio de administración que marcó la llegada de Javier Milei a la presidencia de la Nación, la Casa Rosada luce completamente diferente de como estaba el 9 de diciembre. Quizá la muestra más gráfica sea la reunión de este viernes, en la que 19 gobernadores, el jefe de gobierno porteño y cuatro vices estuvieron reunidos en la sede de gobierno pese a las diferencias y los enfrentamientos vividos hasta ahora. Se ratificó así que en estos 90 días el palacio volvió a ser el centro del poder político. Algo que en los últimos 16 meses de gestión de Alberto Fernández se había perdido casi por completo.
Aquel quiebre se dio en agosto de 2022 con la llegada de Sergio Massa al Ministerio de Economía. Desde entonces, los distintos actores que componen la escena política entendieron que el poder real estaba en el Palacio de Hacienda o en el Senado, donde tenía sus oficinas Cristina Kirchner. La actividad en la Casa Rosada mermó drásticamente hasta el cambio de gestión.
Con Milei, eso volvió a girar y desde su jura el lugar recuperó su centralidad y es el escenario no solo de agendas activas, reuniones de gabinete dos veces por semana, sino también de visitas internacionales de alto voltaje, como la de Antony Blinken, secretario de Estado norteamericano, dos semanas atrás, o la subdirectora gerente del FMI, Gita Gopinath.
En tres meses de gestión, puertas adentro del Gobierno el balance que se hace es que el discurso que Milei dio en la apertura de las sesiones ordinarias del Congreso lo “fortaleció” de cara a una sociedad que sufre el fuertísimo ajuste de la economía, pero que sigue dando muestras de apoyo por el hastío frente a la política tradicional. “Decían que marzo iba a ser nuestro diciembre, pero estamos más fuertes que antes”, describió un funcionario del Gobierno a la nacion, en referencia al temor de propios y extraños sobre que el mes que transcurre podría mostrar conflictividad por el ajuste.
“Estamos en marzo y ya mirando a mayo”, completaban en referencia al pacto con el que Milei se plantó el 1° de marzo en la Asamblea Legislativa. “Sabemos que la gente la está pasando mal y lo que viene no es fácil”, sostienen. Insisten en la necesidad de avanzar con la nueva versión de la “Ley de bases”.
Para el Gobierno, lo sucedido con la ley ómnibus en febrero, cuando fue retirada del debate, “sirvió para dejar en evidencia lo que la vieja política traba”. Dicen: “Nosotros noKarina Milei Secretaria de la presidencia
La hermana del presidente es una figura central en el manejo de la administración; en los últimos días se destacó por el anuncio del cambio de nombre del Salón de las Mujeres de la casa rosada vamos para atrás, seguimos a fondo”. Lo mismo, creen, aplica para el conflicto que hubo con el gobernador de Chubut, Ignacio “Nacho” Torres: “Él terminó retrocediendo y nosotros mostrando que vamos siempre hacia adelante”.
Esa línea también aplica para casos donde debe haber marchas y contramarchas públicas, como las que se sucedieron en las últimas horas con las decisiones alrededor de los sueldos parlamentarios y ejecutivos. “Puede haber errores, pero apenas se detectan, se retrotraen. Eso es lo más importante”, buscaban transmitir, al tiempo que admiten que “obviamente siempre sería mejor que no sucedieran”.
En la práctica y en la diaria también se sucedieron cambios que tienen que ver con los modos que impone la nueva administración. En la Casa Rosada cuentan que Milei tiene un trato cercano con quienes trabajan cerca de él y “rompe protocolos no visibles” cuando está allí. Cuentan incluso que el mandatario no dudó en hablarle a uno de los granaderos, al sol, en la puerta del área presidencial. “Te estás cocinando vivo”, le dijo en medio de una jornada de calor agobiante y lo invitó a ponerse a la sombra. También suele hablarle al personal de la casa y, con su estilo, “descontractura” el primer piso de la sede de gobierno. En todo lo que ocurre en el palacio pesa Karina Milei, la secretaria general.
Puertas afuera, Milei actúa con otra lógica: “Cuando es presencia institucional, cumple a rajatabla el protocolo”, distinguen fuentes cercanas al Presidente.
En esa línea ubican el uso de la banda presidencial, como ocurrió en la apertura de sesiones extraordinarias del Congreso. “Era consciente de que lo que iba a hacer era algo de magnitud histórica y por eso la usó”, aseguraban en referencia al Pacto de Mayo, que el mandatario anunció esa noche.

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