El inédito de García Márquez, según el académico de Harvard experto en el Nobel
A diez años de la muerte del colombiano y pocos días antes del lanzamiento de En agosto nos vemos, el español Álvaro Santana Acuña advierte a los lectores: “Se llevarán una sorpresa”
Gisela Antonuccio ulf andersen - Hulton archiveEn abril se cumplen diez años de la muerte de García Márquez
CIUDAD DE MÉXICO.– Más de una sorpresa espera a los lectores apasionados por la obra y figura de Gabriel García Márquez,cuando faltan pocos días para el que sería su cumpleaños número 97 y a una década de su fallecimiento. En paralelo a la expectativa por la publicación de En agosto nos vemos, la esperada novela póstuma del premio Nobel de Literatura, se acaba de anunciar el veredicto de la Unesco que confirma la inscripción del único mecanuscrito original en Iberoamérica de Cien años de soledad en el Programa Memoria del Mundo de esa agencia de las Naciones Unidas. El documento, con correcciones autógrafas del escritor, fue sometido a evaluación por iniciativa de Museo Soumaya, Fundación Carlos Slim, y se encuentra en ese recinto en Ciudad de México, accesible de modo gratuito a todos los visitantes.
El mecanuscrito –al igual que la novela que Sudamericana sacará a la luz el miércoles 6– proporciona una revelación en torno a la figura de Gabo, cuya reticencia a mencionar la muerte era bien conocida y negarla era tanto un conjuro como una superstición. La más increíble de sus supersticiones acaso sea aquella que le hizo temer por su vida. Gabo sostenía que les quedaba poco tiempo a quienes ganaban un Nobel. El día que él lo obtuvo, temió a la muerte, al tiempo que concretaba su paso a la eternidad.
En relación con la novela, Gabo, de cuya muerte se cumplirán diez años el próximo 10 de abril, en varias oportunidades dijo que había destruido el original corregido a mano, pues deseaba ocultar sus “trucos de carpintería”. Pero era consciente de las copias que había compartido, también de la destrucción del primer original corregido. Eran cuatro: la que envió a Editorial Sudamericana en Buenos Aires, la que llevó de refuerzo también a la capital porteña su amigo Álvaro Mutis, la que leyeron sus amigos en México y la que leyeron los de Colombia. La copia colombiana es la que hoy integra el acervo del autor en el archivo del Ransom Center de la Universidad de Austin, Texas; se exhibió en 2022 en la muestra Gabriel García Márquez: el ascenso de un escritor global en Ciudad de México, a cargo del académico Álvaro Santana Acuña, comisario de la exposición internacional.
CIUDAD DE MÉXICO.– Más de una sorpresa espera a los lectores apasionados por la obra y figura de Gabriel García Márquez,cuando faltan pocos días para el que sería su cumpleaños número 97 y a una década de su fallecimiento. En paralelo a la expectativa por la publicación de En agosto nos vemos, la esperada novela póstuma del premio Nobel de Literatura, se acaba de anunciar el veredicto de la Unesco que confirma la inscripción del único mecanuscrito original en Iberoamérica de Cien años de soledad en el Programa Memoria del Mundo de esa agencia de las Naciones Unidas. El documento, con correcciones autógrafas del escritor, fue sometido a evaluación por iniciativa de Museo Soumaya, Fundación Carlos Slim, y se encuentra en ese recinto en Ciudad de México, accesible de modo gratuito a todos los visitantes.
El mecanuscrito –al igual que la novela que Sudamericana sacará a la luz el miércoles 6– proporciona una revelación en torno a la figura de Gabo, cuya reticencia a mencionar la muerte era bien conocida y negarla era tanto un conjuro como una superstición. La más increíble de sus supersticiones acaso sea aquella que le hizo temer por su vida. Gabo sostenía que les quedaba poco tiempo a quienes ganaban un Nobel. El día que él lo obtuvo, temió a la muerte, al tiempo que concretaba su paso a la eternidad.
En relación con la novela, Gabo, de cuya muerte se cumplirán diez años el próximo 10 de abril, en varias oportunidades dijo que había destruido el original corregido a mano, pues deseaba ocultar sus “trucos de carpintería”. Pero era consciente de las copias que había compartido, también de la destrucción del primer original corregido. Eran cuatro: la que envió a Editorial Sudamericana en Buenos Aires, la que llevó de refuerzo también a la capital porteña su amigo Álvaro Mutis, la que leyeron sus amigos en México y la que leyeron los de Colombia. La copia colombiana es la que hoy integra el acervo del autor en el archivo del Ransom Center de la Universidad de Austin, Texas; se exhibió en 2022 en la muestra Gabriel García Márquez: el ascenso de un escritor global en Ciudad de México, a cargo del académico Álvaro Santana Acuña, comisario de la exposición internacional.
La copia mexicana, trabajada entre 1965 y 1966, la conservó un amigo de Gabo, el crítico y cronista Emmanuel Carballo, con correcciones del autor y fojas de papel que se corresponden con las de Austin. Entre modificaciones y supresiones, destaca la foja 2, donde García Márquez decidió cambiar el nombre de su protagonista, de “José Buendía” a “José Arcadio Buendía”.
El mecanuscrito fue evaluado por el doctor Santana Acuña (Tenerife, España), de la Universidad de Harvard, profesor de sociología en Whitman College y autor de Ascent to Glory: How One Hundred Years of Solitud Was Written and Became a Global Classic, publicado por la Universidad de Colombia. Santana Acuña es un gran experto en la obra de Gabo, reconocido así por los mismos hijos del Nobel, Rodrigo y Gonzalo. Tras un agudo análisis, determinó que cuenta con dos tipos de lotes de papel intercalados, dijo la Fundación Carlos Slim a la nacion. “Por la intensidad de la tinta y la marca de la tecla de papel”, el académico supo que parte de las fojas se corresponden con la primera copia, mientras que el resto, con la tercera.
En un encuentro exclusivo , en una de sus frecuentes visitas a Ciudad de México, el académico –cuyo trabajo ha recibido premios de la American Sociological Association– compartió una certeza sobre la salida de En agosto nos vemos: “Esta novela corta generará controversias”.
En primer lugar, a partir del acceso único y previo a su publicación que Santana Acuña tuvo con este manuscrito en la Universidad de Austin, que forma parte del lote que en 2015 se envió al Ransom Center. Es sabido que Gabo destruía todo aquello que a su juicio no merecía su consideración, por lo que es una manera de “dejar clara” su “voluntad” de que el texto viera la luz. Meses atrás, entre los detractores de la publicación de obras póstumas, el escritor Salman Rushdie salió repentinamente a afirmar que esa publicación es un error que le “preocupa”. “Él no quería que esto se publicara. La escribió mientras padecía demencia y me preocupa que llegue a las librerías”, dijo el autor de Los versos satánicos.
“La familia consideró no publicarla al inicio, pues quedaban cosas por pulir. Pero estamos ante una obra perfectamente reconocible de García Márquez y de alta calidad. Gabo siempre tuvo intenciones de publicarla, como consta en el manuscrito con fecha 2003/2004 que le envió a su agente Carmen Ballcells. De 2004 a 2008, cuando dejó aparcado el texto, se notan los saltos de escritura, con las diferencias del proceso creativo”, dijo Santana Acuña, descartando la idea de que la familia haya desconocido la voluntad del escritor con la publicación. Y enfatizó: “Quienes dicen que mejor era no publicarla se llevarán una sorpresa”
En agosto nos vemos, donde la protagonista es una mujer, Ana Magdalena Bach, García Márquez “ofrece un mensaje de libertad en torno a la figura femenina, en batalla por su libertad sexual, la infidelidad, el matrimonio, las prohibiciones sociales”. Nos encontramos –dice el académico– con un García Márquez que rebota en temas del patriarcado. Ello, considerando que a raíz de Memoria de mis putas tristes, aun siendo del género de ficción, le valió que fuera alcanzado por “cancelaciones”, las mismas que cuestionaban que el protagonista tuviera una relación con una niña.
“La obra de García Márquez es mucho más que una cancelación por el hecho de que esté presente la violencia o la prostitución en su literatura. Ese tipo de realidades incómodas y complejas integran la vida y no dejarán de existir por el hecho de que no se escriba de ellas”, opina.
Por lo demás, Santana Acuña da fe de que el Nobel trabajó con intensidad en esta obra, que debió interrumpir a causa de su enfermedad. Lo prueban, cuenta, “las dos cajas con diferentes versiones de esta novela corta, con diez carpetas”. Porque lo maravilloso en García Márquez, recuerda, era su capacidad para “autoeditarse, sentarse y rever el manuscrito. No te puedes creer que haya escrito tantas versiones, y es que va nutriendo y mejorando el manuscrito”.
Lo que parece también cierto, o al menos creíble, es que García Márquez puede que siga “nutriendo” los universos de lectores incluso en el futuro: Santana Acuña, investigador y curioso por cada una de las cajas y folders que integran el archivo del Nobel, ha visto que aún quedan cosas inéditas de Gabo. Ya no hay novelas, advierte, pero sí “manuscritos de cuentos sin publicar, junto con inéditos de años más tempranos, además de guiones”. En cada uno de ellos, dice fascinado, es posible “reconstruir el proceso creativo” de este escritor global que pertenece a la memoria del mundo; ya pronto cumplirá una década burlando a la tan temida muerte
El mecanuscrito fue evaluado por el doctor Santana Acuña (Tenerife, España), de la Universidad de Harvard, profesor de sociología en Whitman College y autor de Ascent to Glory: How One Hundred Years of Solitud Was Written and Became a Global Classic, publicado por la Universidad de Colombia. Santana Acuña es un gran experto en la obra de Gabo, reconocido así por los mismos hijos del Nobel, Rodrigo y Gonzalo. Tras un agudo análisis, determinó que cuenta con dos tipos de lotes de papel intercalados, dijo la Fundación Carlos Slim a la nacion. “Por la intensidad de la tinta y la marca de la tecla de papel”, el académico supo que parte de las fojas se corresponden con la primera copia, mientras que el resto, con la tercera.
En un encuentro exclusivo , en una de sus frecuentes visitas a Ciudad de México, el académico –cuyo trabajo ha recibido premios de la American Sociological Association– compartió una certeza sobre la salida de En agosto nos vemos: “Esta novela corta generará controversias”.
En primer lugar, a partir del acceso único y previo a su publicación que Santana Acuña tuvo con este manuscrito en la Universidad de Austin, que forma parte del lote que en 2015 se envió al Ransom Center. Es sabido que Gabo destruía todo aquello que a su juicio no merecía su consideración, por lo que es una manera de “dejar clara” su “voluntad” de que el texto viera la luz. Meses atrás, entre los detractores de la publicación de obras póstumas, el escritor Salman Rushdie salió repentinamente a afirmar que esa publicación es un error que le “preocupa”. “Él no quería que esto se publicara. La escribió mientras padecía demencia y me preocupa que llegue a las librerías”, dijo el autor de Los versos satánicos.
“La familia consideró no publicarla al inicio, pues quedaban cosas por pulir. Pero estamos ante una obra perfectamente reconocible de García Márquez y de alta calidad. Gabo siempre tuvo intenciones de publicarla, como consta en el manuscrito con fecha 2003/2004 que le envió a su agente Carmen Ballcells. De 2004 a 2008, cuando dejó aparcado el texto, se notan los saltos de escritura, con las diferencias del proceso creativo”, dijo Santana Acuña, descartando la idea de que la familia haya desconocido la voluntad del escritor con la publicación. Y enfatizó: “Quienes dicen que mejor era no publicarla se llevarán una sorpresa”
En agosto nos vemos, donde la protagonista es una mujer, Ana Magdalena Bach, García Márquez “ofrece un mensaje de libertad en torno a la figura femenina, en batalla por su libertad sexual, la infidelidad, el matrimonio, las prohibiciones sociales”. Nos encontramos –dice el académico– con un García Márquez que rebota en temas del patriarcado. Ello, considerando que a raíz de Memoria de mis putas tristes, aun siendo del género de ficción, le valió que fuera alcanzado por “cancelaciones”, las mismas que cuestionaban que el protagonista tuviera una relación con una niña.
“La obra de García Márquez es mucho más que una cancelación por el hecho de que esté presente la violencia o la prostitución en su literatura. Ese tipo de realidades incómodas y complejas integran la vida y no dejarán de existir por el hecho de que no se escriba de ellas”, opina.
Por lo demás, Santana Acuña da fe de que el Nobel trabajó con intensidad en esta obra, que debió interrumpir a causa de su enfermedad. Lo prueban, cuenta, “las dos cajas con diferentes versiones de esta novela corta, con diez carpetas”. Porque lo maravilloso en García Márquez, recuerda, era su capacidad para “autoeditarse, sentarse y rever el manuscrito. No te puedes creer que haya escrito tantas versiones, y es que va nutriendo y mejorando el manuscrito”.
Lo que parece también cierto, o al menos creíble, es que García Márquez puede que siga “nutriendo” los universos de lectores incluso en el futuro: Santana Acuña, investigador y curioso por cada una de las cajas y folders que integran el archivo del Nobel, ha visto que aún quedan cosas inéditas de Gabo. Ya no hay novelas, advierte, pero sí “manuscritos de cuentos sin publicar, junto con inéditos de años más tempranos, además de guiones”. En cada uno de ellos, dice fascinado, es posible “reconstruir el proceso creativo” de este escritor global que pertenece a la memoria del mundo; ya pronto cumplirá una década burlando a la tan temida muerte
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