“Creo que abordaré el período actual cuando tenga cien años”
El autor francés publicó El silencio y la cólera, segunda parte de su saga familiar de la posguerra
Texto Berna González Harbour El País Lemaitre: “No soy historiador, soy novelista”
Pierre Lemaitre es un gran partidario de la edad. Escucharle hablar mientras vamos cumpliendo años es un bálsamo aún mejor que sus libros. El autor francés ganador del Goncourt acaba de publicar en Hispanoamérica El silencio y la cólera (Salamandra), segunda entrega de su saga familiar situada en la posguerra francesa, una entretenidísima trama con la que amplía un público que ya conquistó con Nos vemos allá arriba. Nació en París hace 72 años y los defiende como el gran motor de su creación.
–Es psicólogo, profesor y escritor. ¿Qué le ha aportado cada oficio?
–Creo que nada. Lo que sí me ha aportado a mi trabajo es la edad, la multitud de experiencias. No escribimos la misma primera novela con 25 años que con 56 y yo publiqué mi primera novela con 56. Eso no lo haces sin beneficiarte de todo el background que representan los 40 años de vida profesional y social. Mi única ventaja es que soy viejo. Envejecer no tiene muchas, pero sí una, que es capitalizar tu experiencia.
–¿Novela negra o histórica? ¿Ventajas e inconvenientes?
–Me encanta el género policíaco pero no el histórico porque la historia se vuelve más importante que la novela. Yo no soy historiador, soy novelista. Me apoyo en la historia, pero sitúo mi trabajo en el género de aventuras. Intento que la documentación no esté por encima de mis personajes y que la historia no supla sus emociones. Utilizo todas las herramientas del género policial: el suspense, los giros, la sorpresa, las pistas falsas… pero para escribir novelas que no son policíacas. Es decir: he cambiado de registro literario, pero lo hago con las mismas herramientas que usaba para lo policial.
–Incluso el folletín.
–El folletín es lo más moderno que existe. Todas las series se construyen sobre su sistema narrativo: un episodio con un giro final que te hace querer ver el segundo y así sucesivamente. Las series han tomado prestado ese sistema narrativo, pero somos nosotros, los novelistas, los que lo inventamos. Lo prestamos voluntariamente, sí, pero no significa que renunciemos a ello.
–Ha planeado terminar esta segunda trilogía situada en la posguerra y aún una tercera hasta llegar al presente. ¿Cuándo escribirá sobre hoy?
–Según mis cálculos, cuando tenga 93 años. Mi serie de diez novelas llegará hasta 1989, cuando yo tenga 78 o 79. Creo que abordaré el período actual cuando tenga cien años.
–¡Eso es optimismo! ¿Por qué ha elegido contar un siglo entero?
–Es mi siglo. Nací en 1951, en la mitad de este siglo y le tengo apego. Soy un hombre del siglo XX y un escritor del XXI. Y, como tal, intento contar el siglo de referencia para la mayor parte de mi vida. Y hay otra razón. Cuando he entendido cómo funcionaba el XX he pensado que podemos cortarlo en tres períodos que duran 30 años cada uno: las entreguerras; una segunda parte, tras la Segunda Guerra Mundial, que llamo “los años gloriosos”, en la que estoy trabajando; y desde 1973 al 1989, cuando cae el Muro. Es como si el siglo me hubiera dicho: mira, he hecho la estructura para ti, ahora solo tienes que cumplir.
–Esta vez ha elegido el tema del aborto. ¿Por qué?
–Quería apuntar a la dominación masculina y el aborto es una de sus peores figuras. Los hombres han querido ejercer el poder sobre las mujeres a partir de su cuerpo y la maternidad.
–¿Cómo se documentó sobre el aborto en los años cincuenta?
–Ha sido difícil porque había muy poco material. El aborto es una especie de ángulo muerto de la historia. He trabajado con dos historiadores que eran especialistas en ello y los he exprimido a fondo.
–¿Disfruta documentándose?
–¡No, en absoluto! Lo hago por respeto a mis lectores y a la verdad, casi por razones morales, pero ese no es el núcleo de mi trabajo. El núcleo de mi trabajo es contar historias.
–¿Y el mayor placer? ¿Es la pura escritura?
–Sí. También la programación, la estrategia narrativa, pensar qué va a pasar y qué puedo hacer.
–Sus personajes se tratan mal.
–Hitchcock decía que cuanto peor es el malo, mejor es la película. En una novela necesitas antagonistas fuertes.
–También a borda el inicio del consumismo .¿ Cuáles el cambio social más grande en ese tiempo?
–En aquel tiempo no se daban cuenta de que estaban fabricando el cambio climático, que seguramente será nuestro fin. Creían que había que consumir mucho petróleo, plástico, vivían en una euforia y un entusiasmo económico como si el mundo fuera adolescente y no hubiera un mañana. Estamos en ese mañana.
–Recoge el miedo al comunismo, a los derechos laborales.
–Sí, era un tiempo de miedo. La dominación del capitalismo siempre ha generado miedo: al desclasamiento, a la pobreza, a la catástrofe ecológica, a las jerarquías. El capitalismo es un arma que ha conseguido jugar con todos los miedos. Y el siglo XX es el de la dominación del capitalismo. La crisis ecológica es una crisis del capitalismo, no hay otro culpable. Es el que nos ha hecho creer que estaba bien consumir tanto, como si fuera sinónimo de bienestar. Ayer llegué a Barcelona y mi mujer me avisó que falta agua. Es la primera vez en 72 años que me piden tener cuidado, es una novedad increíble para mí. El capitalismo hace que pensemos que lo más importante es que tome el avión para llegar a Barcelona, nada más. Un día no podremos tomar ese avión. Estará prohibido salvo por causas excepcionales. Solo cuando tengamos la nariz contra el muro haremos algo. © El País, SL.
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