domingo, 3 de marzo de 2024

LA HISTORIA DETRÁS DE LA HISTORIA


Una trama de misterios tras el arte del robo
María Paula Zacharías



“El ladrón y/o la ladrona sigue en el museo”, advertía esta semana un mensaje de Whatsapp que volvió a encender las alarmas. Después de dos años detrás de la pista de las veinte piezas robadas entre enero y febrero de 2022 en el Museo Nacional de Arte Decorativo, por fin creí que daría con la identidad de quien violentó cerraduras de roperos de guarda, reacomodó jarrones para disimular faltantes y puso una fotocopia dentro de un marco para no dejar vacío el espacio de la pintura que se robó. Así, sin operativos comando ni violencia mediante, alguien se llevó cuadros, jarrones, esculturas, artículos de tocador con mangos de marfil y figuritas de terracota. Siempre se dijo. El robo hormiga solo pudo ser perpetrado por alguien de la casa. Y esta semana la subsecretaria de Patrimonio Nacional abonó la misma hipótesis, con su propio nombre de fantasía, alejado de la taxonomía insectívora y más cerca de la jerga delictiva. Habló de un sicariato de robo en museos: “No es el que roba el que sabe dónde está la pieza valiosa mal cuidada”, dijo Liliana Barela a la nacion. Para la funcionaria, hay autores intelectuales puertas adentro, que mandan a otros a concretar el hurto. ¿Cuál es la intención del robo en el Decorativo? Difícilmente sea salir de pobre con estas piezas que, según otro funcionario, pero de la administración anterior, se consiguen por pocos dólares en páginas de comercio electrónico del exterior (“por quinientos o mil dólares comprás esos jarrones en ebay”). No son ni remotamente las más valiosas entre las 6500 piezas que se guardan en el lujoso Palacio Errázuriz Alvear, diseñado en 1911 por el arquitecto René Sergent en un estilo neoclásico francés. Las teorías conspirativas están a la orden del día en una semana convulsionada por el anuncio del desplazamiento de ocho directores de museos y su reemplazo por otros designados a discreción, sin concurso público de por medio. El Decorativo tendrá su cuarto director en los dos años que pasaron desde el robo y eso alienta las especulaciones. Martín Marcos estaba al frente de la institución, tras ganar un concurso público, cuando advirtió los faltantes y radicó la denuncia policial. Cerca de terminar su mandato de cuatro años, aspiraba a prorrogarlo, pero fue apartado de su cargo para poder darle curso a la pesquisa. Fueron sesenta días sin goce de sueldo, que se extendieron a más de 90. El mutituyera seo fue intervenido por la entonces directora nacional de Museos, María Isabel Baldasarre, que realizó el control del inventario, el visu, y la puesta en marcha del monitoreo por cámaras de vigilancia. Llevó seis meses ponerlas a andar. Marcos mandó cartas de lectores y notas a la prensa señalando que la grieta política era lo que subyacía en su apartamiento, y logró que su reclamo se oyera en la Cámara de Diputados de la Nación cuando Hernán Lombardi, presidente de la Comisión de Cultura, hizo una denuncia por “discriminación y persecución política”. Planteaba que era “desproporcionada, injusta, prejuiciosa e infundada la medida de suspensión sin goce de haberes” y pedía que se lo resen su puesto para encabezar la investigación. Fue reincorporado, pero sin funciones ni despacho... y renunció. Entonces asumió Marina Cañardo, por 180 días hábiles con posibilidad de prórroga, mientras avanzaba el proceso del concurso para ocupar su cargo. Ahora Barela, a cargo del área a partir de la asunción de Milei, decidió no esperar los resultados y nombró en su lugar a quien había salido segundo en el concurso anterior, Hugo Pontoriero. Está en funciones desde el viernes (aunque la burocracia hará que su formal designación se demore en los papeles), pero conoce el museo como nadie porque trabaja ahí desde hace más de veinte años. Era, hasta hace dos días, el curador general. “Acá estamos muy felices con su nombramiento”, comentaba una fuente del museo en otro mensaje sotto voce. Justamente, el área que comandaba Pontoriero es la más sensible. Museología tiene en su poder las llaves de todos los muebles y vitrinas. Fuentes de Interpol también aportaban información off the record esta semana. “Uno de los problemas en la Argentina es la Justicia y este caso no escapa a la regla general. Le propusimos tomar declaración a todos los empleados del museo y ver quién tenía pocos argumentos o se mostraba temeroso, y nunca nos autorizaron a ello. Por supuesto, el juzgado tampoco hizo nada”, leía por Whatsapp. La investigación está a cargo del fiscal federal Gerardo Pollicita y la causa N° 462/22, caratulada como “N. N. sobre averiguación de delito”, radicada en el juzgado del juez federal Marcelo Martínez de Giorgi. Interpol, y su división de Protección de Patrimonio Cultural, tienen la alerta internacional por las veinte piezas en su página web. Pero lo más probable es que no hayan salido del país... incluso hay quienes dicen que tal vez estén escondidas en los recovecos del museo con un objetivo más malicioso que económico. Son por ahora puras intrigas palaciegas

Ya se cumplieron dos años del robo hormiga en el Museo de Arte Decorativo; nada ha podido aclararse, pero se sigue escribiendo una novela de misterio


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