El método invertido de Macri, la estrategia de Milei
Pelearse siempre, con casi todos y al mismo tiempo, es el camino emprendido por el Presidente, muy alejado del gradualismo y de las formas del exmandatario
Francisco Olivera
Una de las grandes dificultades que la dirigencia política tradicional tiene todavía para entender a Milei parte de una incógnita no resuelta: casi nadie tiene claro si está frente a un líder visceral, propenso a crear los conflictos que le dicte su temperamento en el momento menos oportuno, o si, en cambio, quien encabeza el Gobierno es un político calculador. No saberlo aún tiene bastante perdida a la mayor parte de la oposición, en especial al kirchnerismo, los sindicatos y los movimientos sociales, donde tampoco hay consenso sobre el modo de pararse frente al nuevo gobierno. ¿Conviene, por ejemplo, una protesta frontal o es algo prematuro? El dilema debilitó los últimos paros de la CGT, los ferroviarios y Aerolíneas Argentinas: hay referentes que suponen que no es el momento.
Por eso el acto reflejo de muchos es el del formoseño José Mayans, que pidió para el Presidente un peritaje psicológico, lo que equivale a admitir que no se siente capaz de anticipar ninguno de sus movimientos. Es justamente el juego que propone Milei. En el PJ están desorientados.
“Tendríamos los votos hasta para un juicio político, pero, si lo hiciéramos ahora, nos lincharían en la plaza”, se oyó en las últimas horas en el Congreso.
Parte de la nebulosa ha empezado a aclararse para los pocos que pueden acercarse al núcleo de intimidad del Presidente, que integran su hermana Karina, Santiago Caputo y, a veces, Nicolás Posse, y donde se descubre que todo está infinitamente más pensado de lo que se supone a simple vista. Hace tiempo, bastante antes de las elecciones primarias, Milei le pidió un consejo a un viejo amigo de la universidad que se dedica a la política: le preguntó si, ya avanzada la campaña electoral, le convenía seguir adelante con el perfil que había construido hasta ese momento, incluidas algunas de sus excentricidades, o era mejor convertirse en un candidato más clásico. “Si te fue bien con eso, seguí”, recomendó el consultado.
Quienes están en el armado político del Gobierno dan de vez en cuando algún detalle de la estrategia, a la que le agregan un rasgo ya constatable: Milei ha tomado nota de la experiencia de Macri en el gobierno y decidió hacer el recorrido inverso. ¿Lo habrán hablado ambos? Es probable. La consigna es entonces no solo evitar el gradualismo económico, lo más obvio, sino revertir el método de Macri de un modo integral. En la relación con las provincias o la oposición, por ejemplo, y en lo más significativo, lo que los libertarios llaman “batalla cultural”. Es cierto que el contexto y la sociedad han cambiado. Durante la campaña de 2015, Macri se sintió obligado a prometer que no privatizaría Aerolíneas Argentinas y hasta se cuidó de no cambiarle el nombre al Centro Cultural Kirchner. Son tabúes que ya no existen. Hasta hace dos años, a nadie se le habría ocurrido pensar en que podría prosperar una reforma laboral; hoy, hasta algunos referentes de la CGT la creen necesaria bajo determinadas condiciones. La reversión de la fórmula incluye, por lo tanto, todo. Milei parece dispuesto a librar todas las batallas al mismo tiempo y con la mayor cantidad de adversarios.
La discusión con los gobernadores no es ajena a esta lógica. No bien llegó, Macri dotó a las provincias de recursos que les permitieron llegar al equilibrio o al superávit fiscal mientras la Nación hacía el ajuste, pero aquel gesto no le garantizó después ningún respaldo. Milei, en cambio, parece coincidir con lo que Cavallo dice de la convertibilidad: que aquel plan no era insostenible, pero en eso lo convirtió el gasto en las provincias. El mensaje del Gobierno y sus aliados es entonces que los gobernadores deberán ahora ajustar a la par del Estado nacional. “Incluso más que la Nación”, agregó esta semana José Luis Espert.
Como Macri entonces, Milei tiene poco tiempo para intentar revertir la decadencia. Incluso menos. Pero tampoco viene con “el mejor equipo de los últimos 50 años”: necesita ser audaz y sorprender. Por eso son desoídos quienes le aconsejan negociar. Martín Menem lo ha escuchado más de una vez de aliados de Pro: “¿Por qué no les decís que dejen de tirar bombas y te dejen trabajar tranquilo?”. Imposible por ahora. Toda una frustración para quienes, dentro del propio espacio, sueñan todavía con un Milei moderado.
La desventaja de este modo de gobernar, sustentado principalmente en el hartazgo de la sociedad con la dirigencia política, es que necesita rápidamente resultados constatables. Si afloja la inflación, será más digerible la caída en la actividad. Que es muy significativa. Las verificaciones que hace la policía bonaerense por la compra de autos usados en la provincia, por ejemplo, que llegaban a 42.000 por mes, cayeron este año a menos de la mitad. La recaudación se desplomó en febrero en todo el país y volverá a tensionar la relación entre Milei y los gobernadores, porque hizo caer también casi 20% en términos reales la coparticipación. Y algunos empresarios han empezado a advertir que la recesión los perturba incluso más que la escalada de precios.
El último encuentro de la Unión Industrial Argentina, el martes, fue una concatenación de lamentaciones. Casi no hay sector que no esté sufriendo pérdidas a las que, por la crisis en las provincias, se suman ahora discusiones con gobernadores e intendentes que buscarán recuperar recursos mediante impuestos y tasas. Otro clásico argentino. La UIA acaba de pedirle por carta una reunión a Cristian Girard, director de ARBA. Necesita que la última medida de Kicillof, exhortar a grandes contribuyentes a adelantar parte de Ingresos Brutos, sea atenuada al menos con planes de pagos. Ese martes, los textiles Jorge Sorabilla y Luis Tendlarz, por ejemplo, encabezaron las quejas por el impacto en las ventas. Hay bajas que llegan al 50%. Se les sumó Alberto Sellaro, de la industria del calzado, que agregó que la protección del sector está por vencer y no parecen en condiciones de enfrentar la apertura a las importaciones.
Son los meses que vienen. En la intimidad, Milei se muestra confiado en atravesarlos. Dice que podrá salir del cepo pronto, probablemente en el tercer trimestre del año, lapso al cabo del cual espera una recuperación de la economía. Supone, además, que tampoco necesitará todavía de las reformas estructurales, medidas que en realidad serán vitales para otra etapa, una vez estabilizada la economía. “Para el crecimiento de largo plazo”, aclara, y agrega que la Argentina podría representar desde entonces una oportunidad de negocios porque está subinvertida en muchos sectores. Habrá que ajustar antes algunas cuestiones. Regulatorias, desde ya, pero también de corte organizativo: ¿se puede, por ejemplo, tentar a empresas mineras sin que estén todavía designados el secretario de Minería o el ministro de Infraestructura? Apuros de los tiempos.
El Presidente necesitará además, para esa etapa, de sustento político. ¿Será la hora del Milei moderado? Difícil saberlo. Para entonces, él imagina una alianza con Pro pensando en las elecciones legislativas. “No nos dividamos; demostremos que podemos trabajar juntos”, le dijo anteayer a Cristian Ritondo en una reunión que duró dos horas. Pero son proyecciones demasiado extensas; la Argentina se juega su propia viabilidad todos los meses.
Como Macri entonces, Milei tiene poco tiempo para intentar revertir la decadencia
El Presidente necesitará además, para esta etapa, de sustento político
Una de las grandes dificultades que la dirigencia política tradicional tiene todavía para entender a Milei parte de una incógnita no resuelta: casi nadie tiene claro si está frente a un líder visceral, propenso a crear los conflictos que le dicte su temperamento en el momento menos oportuno, o si, en cambio, quien encabeza el Gobierno es un político calculador. No saberlo aún tiene bastante perdida a la mayor parte de la oposición, en especial al kirchnerismo, los sindicatos y los movimientos sociales, donde tampoco hay consenso sobre el modo de pararse frente al nuevo gobierno. ¿Conviene, por ejemplo, una protesta frontal o es algo prematuro? El dilema debilitó los últimos paros de la CGT, los ferroviarios y Aerolíneas Argentinas: hay referentes que suponen que no es el momento.
Por eso el acto reflejo de muchos es el del formoseño José Mayans, que pidió para el Presidente un peritaje psicológico, lo que equivale a admitir que no se siente capaz de anticipar ninguno de sus movimientos. Es justamente el juego que propone Milei. En el PJ están desorientados.
“Tendríamos los votos hasta para un juicio político, pero, si lo hiciéramos ahora, nos lincharían en la plaza”, se oyó en las últimas horas en el Congreso.
Parte de la nebulosa ha empezado a aclararse para los pocos que pueden acercarse al núcleo de intimidad del Presidente, que integran su hermana Karina, Santiago Caputo y, a veces, Nicolás Posse, y donde se descubre que todo está infinitamente más pensado de lo que se supone a simple vista. Hace tiempo, bastante antes de las elecciones primarias, Milei le pidió un consejo a un viejo amigo de la universidad que se dedica a la política: le preguntó si, ya avanzada la campaña electoral, le convenía seguir adelante con el perfil que había construido hasta ese momento, incluidas algunas de sus excentricidades, o era mejor convertirse en un candidato más clásico. “Si te fue bien con eso, seguí”, recomendó el consultado.
Quienes están en el armado político del Gobierno dan de vez en cuando algún detalle de la estrategia, a la que le agregan un rasgo ya constatable: Milei ha tomado nota de la experiencia de Macri en el gobierno y decidió hacer el recorrido inverso. ¿Lo habrán hablado ambos? Es probable. La consigna es entonces no solo evitar el gradualismo económico, lo más obvio, sino revertir el método de Macri de un modo integral. En la relación con las provincias o la oposición, por ejemplo, y en lo más significativo, lo que los libertarios llaman “batalla cultural”. Es cierto que el contexto y la sociedad han cambiado. Durante la campaña de 2015, Macri se sintió obligado a prometer que no privatizaría Aerolíneas Argentinas y hasta se cuidó de no cambiarle el nombre al Centro Cultural Kirchner. Son tabúes que ya no existen. Hasta hace dos años, a nadie se le habría ocurrido pensar en que podría prosperar una reforma laboral; hoy, hasta algunos referentes de la CGT la creen necesaria bajo determinadas condiciones. La reversión de la fórmula incluye, por lo tanto, todo. Milei parece dispuesto a librar todas las batallas al mismo tiempo y con la mayor cantidad de adversarios.
La discusión con los gobernadores no es ajena a esta lógica. No bien llegó, Macri dotó a las provincias de recursos que les permitieron llegar al equilibrio o al superávit fiscal mientras la Nación hacía el ajuste, pero aquel gesto no le garantizó después ningún respaldo. Milei, en cambio, parece coincidir con lo que Cavallo dice de la convertibilidad: que aquel plan no era insostenible, pero en eso lo convirtió el gasto en las provincias. El mensaje del Gobierno y sus aliados es entonces que los gobernadores deberán ahora ajustar a la par del Estado nacional. “Incluso más que la Nación”, agregó esta semana José Luis Espert.
Como Macri entonces, Milei tiene poco tiempo para intentar revertir la decadencia. Incluso menos. Pero tampoco viene con “el mejor equipo de los últimos 50 años”: necesita ser audaz y sorprender. Por eso son desoídos quienes le aconsejan negociar. Martín Menem lo ha escuchado más de una vez de aliados de Pro: “¿Por qué no les decís que dejen de tirar bombas y te dejen trabajar tranquilo?”. Imposible por ahora. Toda una frustración para quienes, dentro del propio espacio, sueñan todavía con un Milei moderado.
La desventaja de este modo de gobernar, sustentado principalmente en el hartazgo de la sociedad con la dirigencia política, es que necesita rápidamente resultados constatables. Si afloja la inflación, será más digerible la caída en la actividad. Que es muy significativa. Las verificaciones que hace la policía bonaerense por la compra de autos usados en la provincia, por ejemplo, que llegaban a 42.000 por mes, cayeron este año a menos de la mitad. La recaudación se desplomó en febrero en todo el país y volverá a tensionar la relación entre Milei y los gobernadores, porque hizo caer también casi 20% en términos reales la coparticipación. Y algunos empresarios han empezado a advertir que la recesión los perturba incluso más que la escalada de precios.
El último encuentro de la Unión Industrial Argentina, el martes, fue una concatenación de lamentaciones. Casi no hay sector que no esté sufriendo pérdidas a las que, por la crisis en las provincias, se suman ahora discusiones con gobernadores e intendentes que buscarán recuperar recursos mediante impuestos y tasas. Otro clásico argentino. La UIA acaba de pedirle por carta una reunión a Cristian Girard, director de ARBA. Necesita que la última medida de Kicillof, exhortar a grandes contribuyentes a adelantar parte de Ingresos Brutos, sea atenuada al menos con planes de pagos. Ese martes, los textiles Jorge Sorabilla y Luis Tendlarz, por ejemplo, encabezaron las quejas por el impacto en las ventas. Hay bajas que llegan al 50%. Se les sumó Alberto Sellaro, de la industria del calzado, que agregó que la protección del sector está por vencer y no parecen en condiciones de enfrentar la apertura a las importaciones.
Son los meses que vienen. En la intimidad, Milei se muestra confiado en atravesarlos. Dice que podrá salir del cepo pronto, probablemente en el tercer trimestre del año, lapso al cabo del cual espera una recuperación de la economía. Supone, además, que tampoco necesitará todavía de las reformas estructurales, medidas que en realidad serán vitales para otra etapa, una vez estabilizada la economía. “Para el crecimiento de largo plazo”, aclara, y agrega que la Argentina podría representar desde entonces una oportunidad de negocios porque está subinvertida en muchos sectores. Habrá que ajustar antes algunas cuestiones. Regulatorias, desde ya, pero también de corte organizativo: ¿se puede, por ejemplo, tentar a empresas mineras sin que estén todavía designados el secretario de Minería o el ministro de Infraestructura? Apuros de los tiempos.
El Presidente necesitará además, para esa etapa, de sustento político. ¿Será la hora del Milei moderado? Difícil saberlo. Para entonces, él imagina una alianza con Pro pensando en las elecciones legislativas. “No nos dividamos; demostremos que podemos trabajar juntos”, le dijo anteayer a Cristian Ritondo en una reunión que duró dos horas. Pero son proyecciones demasiado extensas; la Argentina se juega su propia viabilidad todos los meses.
Como Macri entonces, Milei tiene poco tiempo para intentar revertir la decadencia
El Presidente necesitará además, para esta etapa, de sustento político
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