ACÁ LA HIZO ELENA ROGER EL AÑO PASADO
Edith Piaf: la cantante que no le permitió al dolor opacar su vida
Una historia de vida. Una historia clínica. Una biografía sobre personalidades que brillaron hasta su extinción, pero que permanecerán iluminándonos para siempre.
"Je ne regrette rien", cuya traducción al español es "No me arrepiento de nada", podría considerarse el mayor éxito de Édith Piaf. Compuesta a medida por Charles Dumont y Michel Vaucaire, esta canción refleja la vida de la icónica dama de la canción francesa, quien, durante sus 47 años de existencia, experimentó el abandono, las pérdidas, las adicciones, los problemas de salud y el dolor, pero también vivió intensos amores.
"No, nada de nada. No, no me arrepiento de nada. Ni del bien que me hicieron, ni de la maldad; todo es lo mismo para mí". Estas frases parecen ser el mantra que encapsula una existencia marcada primero por la miseria y más tarde por el dolor, los fracasos amorosos y la pérdida de su única hija. Estas heridas se reflejaban en una voz desgarradora que brillaba tanto en canciones como esta así como también en su famoso “Himno al amor”. En cada actuación, Piaf arriesgaba su vida al punto de desplomarse en el escenario, y, a pesar de estar en pie, sus articulaciones parecían a punto de ceder cada vez que cantaba con el corazón en la mano.
Édith Giovanna Gassion nació el 19 de diciembre de 1915. Su padre, el acróbata Louis Alphonse Gassion, abandonó a su madre, la cantante callejera Annetta Maillard. Édith solía decir que ella nació en la calle, debajo de una farola en la calle Belleville, en un suburbio de París, donde hoy hay una placa conmemorativa. Sin embargo, existen dudas sobre este relato, ya que otro testimonio sitúa su nacimiento en el hospital Tenon.
Debido a la pobreza para criar a una niña, Anetta dejó a Édith bajo la custodia de su madre Emma, quien, según se dice, llenaba la mamadera con vino en lugar de leche para “eliminar microbios”. Más tarde, Emma entregó a la niña a su padre, quien partió a la guerra. La pequeña Édith quedó entonces bajo la custodia de su abuela materna, dueña de un prostíbulo en Bernay, Normandía. Creció en ese establecimiento hasta que su padre regresó del frente, momento en el que Édith forjó al igual que él su faceta de artista callejera, al proyectar su excepcional voz desde su pequeño cuerpo para hacerse escuchar entre el bullicio del tráfico.
También en la calle conoció en 1933 a un mensajero del cual se enamoró, a sus 17 años. Con él tuvo a su única hija, Marcelle, que por desgracia falleció de meningitis a los dos años.
La vida de Piaf dio un giro cuando un transeúnte distinguido, Louis Leplée, propietario del famoso cabaret Gerny's de París, la descubrió. Rápidamente, se convirtió en "Môme Piaf" ("pequeño gorrión"). Sin embargo, el asesinato de Leplée en su domicilio reveló que éste tenía conexiones con los bajos fondos de Pigalle, sumiendo a Édith en un escándalo mediático que la envió nuevamente a la calle.
Un año después, debutó en el music-hall en el teatro ABC de París, transformándose en una estrella. Durante la ocupación alemana, cambió su nombre artístico de "La Môme Piaf" a "Édith Piaf" y continuó dando conciertos más allá de la ocupación nazi. Además de entonar canciones de doble sentido que evocaban la resistencia, Piaf se erigió como protectora de los artistas judíos perseguidos.
Auge de la carrera y grandes amores
En la primavera de 1944, Édith Piaf se presentó en el Moulin Rouge, donde el joven cantante de music-hall Yves Montand desempeñó un papel crucial en el espectáculo. Entre ambos artistas surgió un flechazo, y Piaf lo introdujo a las personalidades más destacadas de la época. Para 1945, con el fin de la guerra, Piaf escribió "La vie en rose", una de sus canciones más célebres. Un año después, se fue de gira con Montand, quien ya se había convertido en una estrella del género. Sin embargo, en 1946, terminaron con su relación.
Pero la historia de amor más significativa de la vida de Piaf tuvo lugar en 1948, en Nueva York, con un boxeador francés de origen español llamado Marcel Cerdan, quien trágicamente falleció en un accidente de avión el 28 de octubre de 1949, mientras viajaba de París a Nueva York para encontrarse con ella. Cerdan estaba casado y se dice que cambió su vuelo a pedido de Édith para poder reunirse. En su memoria, ella interpretó su gran éxito "Hymne à l'amour". Devastada, Piaf cayó en la adicción a la morfina.
En 1951, Charles Aznavour, un joven cantautor, se convirtió en su secretario, asistente, chófer y confidente, pero también en su amante. Piaf fue una de las principales impulsoras de su carrera. Sin embargo, un año después, se casó con Jacques Pills, momento en el que también inició un programa de desintoxicación para superar su dependencia de los medicamentos que afectaban su salud. En 1956, dos eventos significativos marcaron su vida: su divorcio y su consagración mundial, convirtiéndose en una artista habitual en Carnegie Hall de Nueva York.
Poco después, en 1958, comenzó una historia de amor con Georges Moustaki, a quien también apoyó en su carrera musical. Sin embargo, sufrieron un grave accidente automovilístico que agravó su ya precario estado y su dependencia de la morfina. A pesar de ello, continuó cantando hasta que en 1959 se desplomó en un escenario de Nueva York y, después de diversas operaciones quirúrgicas, regresó a París en un estado lamentable, sin Moustaki, quien la abandonó.
En 1961, a petición de Bruno Coquatrix, Édith Piaf ofreció una serie de conciertos memorables en el Olympia de París, establecimiento que estaba a punto de cerrar. En esos recitales, interpretó por primera vez "Non, je ne regrette rien", canción que se adaptaba perfectamente a su persona. Salvó al Olympia a pesar de que apenas podía mantenerse en pie y solo podía cantar tras administrarse importantes dosis de morfina.
En su momento más vulnerable, encontró el amor en un joven admirador, el peluquero y cantante Theo Sarapo, 20 años menor que ella, con quien terminó cantando a dúo una canción. Sarapo llegó a la vida de Piaf cuando ella estaba muy enferma, con artrosis que le impedía caminar normalmente que la obligaba a pasar la mayor parte de su tiempo en una silla de ruedas. En una entrevista con el periodista español Manuel Román, Sarapo afirmó: "La gente cree que me casé con ella por dinero y me criticaba también por la diferencia de edad. Que yo lo que deseaba era aprovecharme de su fama y dinero. La edad nunca fue obstáculo para que nos quisiéramos. Cierto que compartí sus últimos momentos de fama, pero en cuanto al dinero... Verá: mi difunta esposa me dejó un montón de deudas, que yo trato de pagar ahora con mis actuaciones".
Fue él quien la acompañó hasta el día de su muerte. La dama de la canción francesa falleció el 10 de octubre de 1963, a sus 47 años, debido a un cáncer hepático, pero la noticia se confirmó un día después.
El amor, más allá de la muerte
El 11 de octubre de ese año, cuando el mundo entero se enteraba de la muerte de la dama de la canción francesa, también falleció su íntimo amigo, el cineasta Jean Cocteau. Al conocer la noticia del fallecimiento de Piaf, Cocteau expresó: “El barco se acaba de hundir. Este es mi último día en esta tierra”. Luego agregó: “Nunca he conocido a alguien tan desprendido de su alma. Ella no la gastaba, la regalaba, la prodigaba, tirando el oro por las ventanas”.
Una multitud de admiradores se congregó en un extenso cortejo fúnebre en París para rendirle su último homenaje desde el Boulevard Lannes hasta el cementerio Père-Lachaise. Édith Piaf fue embalsamada antes de ser enterrada en el cementerio del Père-Lachaise junto a su padre, Louis Alphonse Gassion, quien había fallecido en 1944, y a su hija Marcelle, que murió en 1935. Su último esposo, Theo Sarapo, quien falleció el 28 de agosto de 1970, siete años después de la muerte de Piaf en un accidente automovilístico, está enterrado con ella en la misma tumba.
Películas y espectáculos teatrales rinden homenaje a esta mujer de estatura pequeña que supo proyectar su voz hasta el infinito y a su vida, marcada por el abandono y la enfermedad, pero también por las grandes pasiones. Su historia demuestra que sólo cuando se conoce de memoria el color negro (que siempre usaba en sus vestidos) se podía ver la vida en rosa. Y, por supuesto, no arrepentirse de nada.
Textos de Celina Abud.
Carencias, desamor, adicciones y tragedias: la dramática vida de Édith Piaf
La cantante parisina de la voz inigualable nació el 19 de diciembre de 1915 y, desde el primer minuto, su destino estuvo marcado por el dolor
Nancy Duré
Édith Piaf
El mundo no le dio una grata bienvenida. Su madre, Annetta Maillard, era una cantante ambulante sumida en el alcohol, a la que su padre, un acróbata llamado Louis Alphonse Gassion, había decidido abandonar justo en el momento en el que había comenzado con el trabajo de parto. Y la mujer, que salió a la calle a pedir ayuda para llegar al hospital pero no la consiguió, la dio a luz a la intemperie, debajo de un farol de la calle Belleville, en París, dando lugar a una triste escena que parecía presagiar lo que sería su vida. Era el 19 de diciembre de 1915. Así nació Édith Giovanna Gassion, con el tiempo conocida como Piaf.
La pequeña quedó al cuidado de su abuela materna, quien no tuvo mejor idea que alimentarla en base a vino en lugar de biberones de leche. Y, al tiempo, fue su padre quien decidió hacerse cargo de ella. Sin embargo, por entonces Europa se encontraba inmersa en la Primera Guerra Mundial y el hombre, nacido en Normandía, fue convocado para sumarse al ejercito. De manera que Édith terminó en manos de su abuela paterna, una madama que se ocupó de su crianza junto a las prostitutas de su maison que se turnaban para acompañarla.
Lo cierto es que, tras el final del conflicto bélico, Louis volvió por su hija y se la llevó consigo a un circo itinerante. Pero la necesidad llevó a Édith, desde muy chica, a repetir la historia de su madre cantando en las esquinas de la Ciudad de la Luz a cambio de unas monedas que recolectaba en su boina. Claro que su talento era mayúsculo. Y, consciente de eso, con apenas 14 años y cansada de sufrir carencias, decidió comenzar su camino sola en la Plaza Pigalle, en Ménilmontant, y en los suburbios de París.
Un retrato de Édith Piaf
En 1932 se enamoró por primera vez, de Luis Dupont, un mozo con quien tuvo a su única hija, Marcelle. Pero la niña murió de meningitis con apenas dos años de edad. Y este fue un duro golpe para Édith, quien sentía que el Universo se había complotado en su contra una vez más. No obstante, seguía teniendo una inigualable voz en la que descargaba toda su angustia y soñaba con que, en algún momento, ésta le permitiría cambiar su destino.
Fue Louis Leplée, propietario del cabaret Genry´s, uno de los más conocidos de la región, quien la “descubrió” cuando se topó con ella por la calle de casualidad y la escuchó cantar. Tras una pequeña prueba, el empresario no tardó en contratarla y, en 1937, la bautizó como Môme Piaf, lo que significaba “pequeño gorrión” y hacía clara referencia a su desgarbado aspecto físico. Sin embargo, cuando todo parecía encaminarse, el hombre apareció muerto con un disparo en el club que regenteaba y Édith fue injustamente señalada por la prensa como una de las sospechosas del asesinato, por lo que todo lo que había construido hasta entonces se derrumbó. Y las adicciones se apoderaron de ella.
De todas formas, la cantante no bajó los brazos. Ya convertida en Édith Piaf, nombre con el que logró su consagración a nivel internacional tras la Segunda Guerra Mundial en la que tuvo un papel preponderante ayudando a salvar a miles de judíos de los nazis, se convirtió en una verdadera estrella tanto en Europa como en América. Y, de la mano del compositor Raymong Asso, su pareja de entonces, se posicionó como una profesional del music hall. Con el tiempo, en tanto, se encargó de colaborar con jóvenes talentos emergentes de la época como Charles Aznavour, Georges Moustaky, Yves Montand o Gilbert Bécaud. También se relacionó con intelectuales como Jean Cocteau. Y tuvo amoríos con varios de ellos.
Édith Piaf junto a Yves Montand
En 1947, la cantante comenzó su primera gira por los Estados Unidos, donde un año más tarde conoció al boxeador francés de origen argelino Marcel Cerdan, quien había ganado el campeonato mundial de peso medio. Él se convirtió en el gran amor de su vida. Pero, una vez más, la tragedia le jugó una mala pasada. Y el 28 de octubre de 1949, el hombre murió cuando el avión en el que viajaba de París a Nueva York para encontrarse con su amada se estrelló sobre el Pico da Vara, una montaña de la isla de São Miguel, en el archipiélago de las Azores.
Al inmenso dolor que sentía en su corazón, se le empezaron a sumar los dolores del cuerpo. Y Édith terminó haciéndose adicta a la morfina. El 29 de julio de 1952 volvió a contraer matrimonio con otro cantante francés, Jacques Pills, de quien se divorció en 1956. Luego tuvo una historia con Georges Moustaki, junto a quien sufrió un accidente automovilístico que le dejó graves secuelas e hizo que el sufrimiento físico se hiciera cada vez más insoportable. En 1959, de hecho, la cantante se desplomó en medio de un concierto en Nueva York. Y final de su carrera parecía inevitable.
A los 46 años de edad, ya muy enferma, Édith se casó con Théo Sarapo, un joven cantante de apenas 26. Corría el año 1962 y ella sabía que le quedaba poco tiempo de vida, así que lo tomó como a “un hijo”, sabiendo que él también la iba a cuidar como a una madre. El 11 de octubre de 1963, finalmente, la cantante murió tras una larga lucha contra un cáncer de hígado. Algunos dicen que, en realidad, había fallecido un día antes y que su pareja había decidido trasladarla a París para hacer ver que había partido en su ciudad natal. Conoció la miseria y la riqueza, el abandono y el éxito, la soledad y el amor. Pero sólo ella sabrá, esté donde esté, si alguna vez llegó a conocer la felicidad.
Édith Piaf junto a Théo Sarapo
http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA
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