Milei: más logros que pifiadas
Andrés Oppenheimer MIAMI
Un año después de asumir el cargo, el excéntrico presidente Javier Milei –el primer mandatario extranjero que se reunió con el presidente electo Donald Trump tras las elecciones estadounidenses del 5 de noviembre– puede ser criticado por varias cosas. Pero, hasta ahora, sus éxitos superan sus pifiadas. Antes de analizar el costado negativo de Milei, permítanme comenzar citando algunos de sus logros. Milei, un economista pro libre mercado que se describe como “anarcocapitalista” o “libertario”, está logrando revertir la inflación galopante que heredó de desastrosos gobiernos peronistas.
Tal como me recordó Milei en una extensa entrevista a principios de este año, cuando asumió el cargo la Argentina estaba al borde de la hiperinflación. En la semana anterior a su toma de posesión, el 10 de diciembre de 2023, la inflación se encaminaba hacia una tasa anualizada del 3700%, me dijo Milei. Hoy, la inflación ha caído a una tasa anual del 107%, y todo indica que seguirá bajando. “Estábamos en un túnel hiperinflacionario, y en camino a chocar a 500 kilómetros por hora de frente contra una pared”, me dijo el portavoz presidencial Manuel Adorni la semana pasada. “Ahora, en octubre, [tuvimos] un 2,7% de inflación mensual. Ha sido un logro fabuloso”.
Ciertamente, el éxito de Milei en hacer bajar la inflación ha tenido un gran costo social. Sus drásticos recortes del gasto público, incluidos los despidos de 33.000 empleados estatales, hicieron subir la pobreza a un 53% de la población a mediados de este año. Pero la pobreza ha comenzado a disminuir en la segunda mitad de este año, ya está por debajo del 50%, según estimaciones oficiales. La mayoría de los economistas coinciden en que lo peor del ajuste ya pasó. El Fondo Monetario Internacional proyecta que la economía del país se contraerá un 3,5% este año y crecerá un 5% el año próximo. En política exterior, Milei merece crédito por llamar sin pelos en la lengua a los presidentes de Venezuela, Cuba y Nicaragua lo que son: dictadores. Milei dice que sus dos principales aliados en el mundo son Estados Unidos e Israel.
Milei también merece aplausos por apoyar inequívocamente a Ucrania después de la invasión rusa y por apoyar a Israel después del ataque del grupo terrorista Hamas, que asesinó a unos 1200 civiles indefensos, lo que desencadenó la actual guerra en Gaza. Quizás el principal logro de Milei haya sido empezar a revertir décadas de engaño por parte de gobiernos populistas, que les hacían creer a los argentinos que el país podía crecer y reducir la pobreza sin atraer inversiones. Muchos argentinos se creyeron ese cuento durante mucho tiempo. ¿Cuáles son las cosas de Milei que deberían ponernos nerviosos?
En primer lugar, su visión del mundo dividido entre países conservadores y “comunistas”, en lugar de verlo dividido entre democracias y autocracias. Milei hace bien en arremeter contra los dictadores de izquierda, pero hace mal en elogiar a los autócratas de derecha como el húngaro Viktor Orban. Milei también se ha negado a criticar los impulsos autoritarios de Trump, como su apoyo a los grupos violentos que tomaron el Capitolio del 6 de enero de 2021 en un intento de golpe de Estado para revertir la derrota electoral del expresidente. Milei debería criticar a los autócratas de todos los colores políticos, porque no hay tal cosa como un dictador bueno.
Tal vez la amistad de Milei con Trump y Elon Musk lo ayude a traer inversiones o préstamos al país, lo que sería una buena noticia para la Argentina. Según Milei, Trump le dijo en una conversación telefónica el 12 de noviembre: “Usted es mi presidente favorito”. El peligro es que Milei se vea tentado a seguir los pasos de algunos de sus amigos de la derecha autoritaria y viole las reglas democráticas. Milei ha adoptado varios de los peores hábitos de algunos autócratas, como insultar a políticos y periodistas, incluidos muchos que apoyan sus políticas, pero que ocasionalmente expresan una opinión divergente.
Sin embargo, hasta ahora, Milei ha enderezado la economía argentina sin violar las reglas de la democracia. Por eso, el balance general de su primer año es positivo. Si se mantiene dentro de los carriles de la democracia, puede convertirse en un gran presidente.
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Redescubrir quiénes somos y hacia dónde vamos
Marcelo Vázquez Ávila
¿ Quién soy? Es una pregunta esencial que rara vez nos detenemos a explorar en profundidad. Santiago Álvarez de Mon, en su libro Mi agenda y yo, nos invita a enfrentar este interrogante desde una perspectiva poco común: la relación con nuestro tiempo. Mientras tanto, los ejercicios de coaching personal y las reflexiones íntimas que realizamos cuando se acerca el fin de año son herramientas poderosas para despejar las capas de rutina y obligación que a menudo ocultan lo que realmente importa.
Álvarez de Mon nos ofrece una clave aparentemente sencilla pero de gran profundidad: “Dime qué haces con tu tiempo y te diré quién eres”. Esta afirmación resuena con una verdad ineludible. Nuestro tiempo, más allá de los discursos aspiracionales que construimos, refleja nuestras verdaderas prioridades. Si decimos valorar la familia, pero nuestras agendas están llenas de compromisos laborales y escasas en momentos compartidos con nuestros seres queridos, debemos cuestionarnos la congruencia entre nuestras acciones y nuestros valores. El cierre de año es una oportunidad para este tipo de análisis. Vale la pena hacernos preguntas sobre este 2024 –¿qué logros destacas?, ¿qué aprendizajes me dejó este año?– y permitirnos mirar nuestra vida con honestidad. ¿Cuánto de 2024 dedicamos a lo que realmente nos llena de vida? ¿Cuántas veces postergamos aquello que decimos valorar por cumplir con expectativas externas, de otras personas?
Enfrentar estas preguntas puede generar miedo. Puede ocurrir que muchas personas no quieran ahora mirar de cerca sus agendas porque temen descubrir que lo que mueve sus vidas no es lo que realmente desean. El ejercicio de reflexión personal nos lleva a un lugar similar: ¿hay algo que nos hubiera gustado lograr este año pero no concretamos? Esta pregunta no es para juzgarnos, sino para redirigirnos, para encontrar ese “misterio interior” que define nuestra esencia y alinear nuestra vida con ella. No habrá otro diciembre de 2024. Es una verdad de Perogrullo, pero olvidamos que nadie vive en borrador.
Otro punto crucial es la necesidad de identificar qué deberíamos dejar de hacer. Nos aferramos a responsabilidades y actividades que ya no nos aportan valor, como quien guarda ropa que nunca más usará. Este hábito, arraigado en el miedo al cambio o a perder el control, limita nuestro crecimiento. Los ladrones de tiempo (reuniones innecesarias, compromisos vacíos, distracciones) son los principales culpables de agendas saturadas que nos impiden vivir con plenitud.
Aquí el coaching ofrece una solución práctica: ¿qué hábitos o prácticas podemos adoptar para alcanzar nuestros objetivos en los pocos días que quedan del año? ¿Qué recursos podemos movilizar para cerrar 2024 con intención y comenzar 2025 con propósito? Delegar, priorizar y soltar aquello que no nos impulsa hacia adelante son acciones esenciales para liberarnos del caos cotidiano y reencontrarnos con nuestras metas.
La conclusión es clara: vivir implica estar presente. No se trata solo de gestionar mejor el tiempo, sino de darle significado. Al analizar nuestra agenda o nuestras reflexiones del año, la pregunta central no es solo “¿qué hice?”, sino “¿esto me hizo vivir mejor?”. El próximo 31, cuando miremos hacia atrás, las emociones que queremos sentir –orgullo, satisfacción, gratitud– no surgirán de agendas llenas, sino de momentos vividos con sentido. Tal vez, una experiencia especial que cierre el año o una pequeña acción significativa puedan ser el símbolo de ese cambio hacia una vida más alineada con nuestra esencia.
¿Quién soy? Soy el dueño de mi tiempo, el arquitecto de mis días, el autor de mi vida. Que estas palabras no sean un ideal distante, sino el inicio de un compromiso real con lo que nos hace profundamente humanos. Autor de Del caos al conocimiento. Conversaciones con un hombre agobiado
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Construir una nueva Siria
WASHINGTON.– Si la vida está llena de sorpresas, la vida en Medio Oriente está llena de sobresaltos. Incluso desde ese punto de vista, la caída de Damasco es sorprendente. Hasta hace dos semanas, nada en la región parecía más permanente que el odiado régimen del presidente sirio Bashir al-Assad. Sin embargo, el domingo, las milicias antigubernamentales culminaron una ofensiva relámpago en todo el país, tomando la capital de Siria mientras el ejército de Assad se desvanecía. Assad ha huido del país, poniendo así fin a una brutal dinastía de medio siglo.
Al señor Assad le decimos: buen viaje. La velocidad de su caída es testimonio de la ilegitimidad de su terrible gobierno, marcado por ejecuciones masivas, torturas y apoyo al terrorismo. Durante los últimos 13 años de guerra civil, el régimen dependió de Rusia, que llevó a cabo devastadores ataques aéreos, de Irán y de su grupo proxy libanés, Hezbollah. Pero Rusia había retirado tropas para su guerra con Ucrania, Hezbollah ha sido diezmado por su guerra con Israel, e Irán, también debilitado, descartó a Assad.
Podría resultar tentador suponer que cualquier cosa es mejor que Assad. Eso sería un error.
Medio Oriente necesita urgentemente una historia de éxito: un país árabe pluralista y democrático comprometido con la defensa de los derechos humanos. Durante más de 50 años, bajo el régimen de la familia Assad, Siria personificó muchos de los errores que afectan a la región. Con una diplomacia comprometida, Estados Unidos puede ayudar a escribir un próximo capítulo más brillante para este país estratégicamente ubicado y sufrido durante mucho tiempo.
http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA
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