“Yo lo voté”. Lo mejor, lo peor y lo que falta: apostaron por Milei y, a un año, cuentan qué opinan del Gobierno
Entrevistó a votantes libertarios: alivio por la baja de la inflación y una luz de alerta por las formas del discurso
Delfina Celichini
Javier Milei llegó al poder como un fenómeno disruptivo en la política argentina tras canalizar el hastío de una sociedad golpeada por la crisis económica, el descontento con los partidos tradicionales y las secuelas de la pandemia. Con un discurso radical contra la “casta” y propuestas económicas audaces, su ascenso marcó una ruptura con las formas establecidas de hacer política.
A un año de asumir la presidencia, votantes de Milei entrevistados evaluaron su gestión con una mezcla de esperanza, alivio por una sensación de estabilidad económica, miedo al pasado y críticas a su estilo personal. Son piezas que retratan los primeros doce meses del libertario en la Casa Rosada y que dan cuenta de las exigencias de su electorado hacia el futuro.
Todos los consultados destacaron la desaceleración de la inflación como un hito en estos 12 meses. Como contrapartida, pocos creen que el ajuste lo esté haciendo la “casta”, como repite Milei.
La pandemia de Covid-19 fue un punto de quiebre para la política argentina. Las restricciones estrictas, la crisis sanitaria y económica, y escándalos como el Vacunatorio VIP y la fiesta de cumpleaños de Fabiola Yañez en plena cuarentena minaron la confianza en el gobierno de Alberto Fernández. Este contexto fue el caldo de cultivo para el mensaje disruptivo de Milei, quien se posicionó como el outsider que prometía cortar de raíz los vicios del sistema.

“Estábamos en plena pandemia y teníamos familiares que se estaban muriendo... a mí se me murió mi hermano y ellos festejando el cumpleaños de la supuesta señora Fabiola”, recordó al borde de las lágrimas Marisa Rajoy, una empleada doméstica que en el ballotage cambió su voto peronista por el de Milei. Para ella y muchos otros, Milei representó no solo una esperanza de cambio, sino también un castigo simbólico a una dirigencia que percibían como desconectada de los problemas reales.
El camino de Milei hacia la presidencia fue meteórico. Desde su irrupción como economista mediático hasta su consolidación como candidato, supo capturar la atención de un electorado diverso que incluyó a jóvenes desilusionados, profesionales de clase media, empresarios en búsqueda de estabilidad macroeconómica y jubilados cansados de que los distintos gobiernos metan mano a sus ahorros. Sedujo, incluso, a aquellos completamente alejados de la política. “Fue el primer voto que hice”, se sincera Pablo, un productor musical, quien a sus 47 años nunca antes había participado en elecciones.
El primer año de gestión de Milei estuvo marcado por decisiones económicas de alto impacto y un estilo personal que no fue indiferente para nadie. Su promesa de “ajustar el gasto” para reducir el déficit fiscal se tradujo en una batería de medidas: eliminación de subsidios, recortes en el Estado, despidos masivos, desregulaciones económicas, anuncios de privatizaciones, licuación del haber de los jubilados y recorte de partidas a los gobernadores.
“Nos está sacando de la inflación”, celebra Emilce Lorena Cieza, ingeniera informática de 52 años y una seguidora convencida de Milei. Aunque muchos ponderan la desaceleración de precios como un logro, otros, como Ernesto, un ingeniero jubilado, señalan los costos sociales. ”Mi jubilación disminuyó en términos reales”, subrayó.
Fabio Ferrero, un abogado de 65 años, cree que las medidas son dolorosas pero necesarias. Como él, Rafael Ganem, un docente jubilado, habla de la cara B del ajuste y remarca los aumentos en la medicación, el traslado y la vivienda. Sin embargo, concluye: “Hay que ir para adelante”.

Rajoy, que viaja todos los días en tren hacia la ciudad desde Berazategui, lamenta el incremento del pasaje de tren en tanto persiste su mal funcionamiento. “Todos los días hay un paro, todos los días es un problema”, resumió. No obstante, culpa al sindicalismo y no tanto a Milei.
La estabilización de precios fue clave para el negocio de Sebastián Pérez, de 29 años, quien junto a su padre lleva adelante una pequeña empresa de transporte. Destaca la mejora en el abastecimiento de combustible y las facilidades de financiamiento para repuestos y cubiertas. “Antes te daban 3 o 4 meses y hoy ya estamos hablando de 12″, explica sobre la cantidad de cuotas con las que actualmente cuenta para invertir en su emprendimiento.
La reestructuración del funcionamiento del sector público es otro de los cambios encarados por Milei. Entre despidos y retiros voluntarios, la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) cuenta alrededor de 25.000 bajas de empleados públicos. Aunque la medida fue bien recibida por quienes buscan una burocracia más eficiente, generó críticas incluso entre sus votantes. Guillermina, secretaria y jubilada con la mínima, opina: “Creo que es más maquillaje que para mejorar la situación económica”. “Los empleados del Estado están viviendo un infierno”, lamentó Ernesto.
Mucho optimismo y alguna desilusión
La ilusión se impone entre los votantes de Milei. Incluso aquellos que muestran ciertos reparos consideran que todavía es pronto para un juicio definitivo. La mayoría da cuenta de dos factores que se cuelan en su de revalidar su voto: el peso de los logros económicos por sobre las debilidades institucionales y el temor a que una vuelta al pasado eche por tierra el esfuerzo asumido hasta ahora.
Lara, una joven estudiante de gastronomía, aplaude la reciente decisión de priorizar a los ciudadanos argentinos en los servicios del Estado: “Lo mejor es que los extranjeros tengan que pagar por la salud y la educación pública”. Pero dicen que no le gusta la “mirada cerrada” del Presidente sobre el cambio climático.
Aunque Milei llegó al poder como una figura que prometía combatir “la casta”, varios votantes cuestionan alianzas y decisiones que parecen contradecir ese mensaje. Dolores, abogada, lamenta que el gobierno no haya impulsado la ley de “ficha limpia” para impedir que personas condenadas puedan competir por cargos públicos. En la misma línea se pronunciaron María Inés y Horacio, este último un ingeniero jubilado, que cuestionó el persistente interés del Presidente en postular al juez federal Ariel Lijo en la Corte Suprema. Los tres son votantes macristas que en el ballotage se inclinaron por el libertario.

Las críticas a su estilo personal se multiplican en su electorado. Tomás, un productor y estudiante de 22 años considera que Milei “necesita un asesor de imagen”. Ferrero, en tanto, afirma que el Presidente “no encuentra la forma de transmitir sin ser tan agresivo”. “A mi también me gustaría decir lo que él dice, pero él es el Presidente”, sintetiza.
“Veo demasiados roces dentro de su propio gabinete”, suma María Inés. “Este tipo de cosas deben moderarse y deben moderarse también los roces con los aliados”, considera. Es algo que también objetó Micaela, una abogada de 27 años a quien le llamó la atención la discusión entre el binomio presidencial. “Pensábamos que era una fórmula bastante sólida”, sostiene sobre los contrapuntos públicos protagonizados entre Milei y su vicepresidenta, Victoria Villarruel.
El desafío: sostener el apoyo
A un año de gestión, Milei sigue siendo una figura polarizante. Mientras algunos votantes aseguran que lo volverían a apoyar, otros evalúan tímidamente otras opciones. Para muchos, sin embargo, la alternativa es impensable. “Lo voté porque era lo más distinto a lo que había”, asegura Julieta.
El sondeo coincide con los números de las encuestas, que muestran que la imagen del Presidente y su gestión tuvieron un leve repunte en estos últimos meses. En noviembre, y por segunda vez consecutiva, el Gobierno mejoró su evaluación en el índice de confianza que elabora la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT), al registrar en noviembre un 9,86% más que en octubre tras siete meses en caída. La medición tiene una escala de 0 a 5 y en noviembre registró un índice de confianza de 2,66 puntos. En octubre, se había ubicado en 2,43 puntos. El porcentaje de noviembre “supera el promedio de confianza de la era Milei, de 2,52 puntos durante los 12 meses de gestión”, dice el informe de la UTDT, confeccionado a partir de datos que recoge la encuestadora Poliarquía.
Según un informe elaborado por Isonomía, la consultora dirigida por Juan Germano, Pablo Knopoff y Rodrigo Martínez, el 61% de las personas cree que el país está mejor que hace un año y el 75% cree que estará mejor dentro de un año. Según ese estudio, la “esperanza” es la emoción que más aparece en el electorado libertario con un 42%, seguida de “expectativa”, con 17%.

Entre los logros económicos, los costos sociales y las tensiones políticas, Milei enfrenta el reto de consolidar su liderazgo y sostener la confianza de quienes apostaron por un cambio radical. El futuro de su Gobierno dependerá no solo de sus decisiones, sino también de su capacidad para cumplir con las expectativas de un electorado que, aunque diverso, comparte la certeza de que el país puede salir adelante.
Argentina, mientras tanto, sigue siendo un país en construcción, y Milei, su arquitecto más controvertido, enfrenta el reto de transformar la esperanza inicial en progresos duraderos.
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Un ahijado de Servini con cuatro cargos en la Justicia Federal
Hernán Cappiello
Ramiro González es fiscal federal por cuatro: es el fiscal federal para asuntos electorales tanto en primera instancia como ante la Cámara Nacional Electoral; es fiscal federal penal de Comodoro Py, y es el titular de la Unidad Fiscal para la Investigación de Delitos contra el Medio Ambiente (Ufima).
Con 60 años recién cumplidos y festejados en una fastuosa fiesta que contó con la actuación de Cristian Castro, González concitó al atención de la Procuración, de sus colegas y de la prensa. Su madrina política y judicial es la jueza federal María Servini, de quien tiene una fotografía en su despacho.
González fue su secretario, y de Servini le heredó su habilidad para los asuntos de la política.
En pareja con su mujer desde hace casi dos décadas, tiene dos hijas de este matrimonio y otras dos de uno anterior. Las diferencias con su expareja terminaron dirimiéndose en los tribunales. De esa época data una investigación por enriquecimiento ilícito iniciada por un anónimo que terminó con su sobreseimiento tras un peritaje contable del cuerpo de peritos de la Corte.
González, con oficinas en el quinto piso de Comodoro Py 2002, es titular de la Fiscalía Federal Nº 7 de la Capital Federal desde mayo de 2012. Sin embargo, su acceso por concurso no fue para ocupar la fiscalía que ocupa actualmente.
El fiscal gusta de hacer deporte y juega al fútbol una vez a la semana en el equipo de abogados a los que conoce de la época que ingresó a tribunales. En los campeonatos suele viajar por el país y hasta compitió en Marruecos en un torneo mundial. El manager del equipo es Guillermo Coppola, exrepresentante de Diego Maradona.
El juez federal Ariel Lijo, quien tiene ascendencia sobre algunos magistrados federales, integra ese equipo. Lijo juega de arquero y González se destaca como delantero, dicen quienes lo conocen. Hincha de San Lorenzo, se ve todavía con sus antiguos colegas que hoy son jueces o abogados que dejaron la carrera judicial.
González vive entre Chascomús y Buenos Aires y su fanatismo por los deportes se extiende al básquet y al ciclismo, que practica alrededor de la laguna de su pueblo. Cuando no hace deportes es porque está en el kinesiólogo, ironizan quienes lo conocen. Coppola, invitado a su fastuosa fiesta de 60 años en el Salón Rut Haus de la Costanera, fue justamente quien trajo a Cristian Castro a cantar el feliz cumpleaños, dicen sus allegados. El equipo de fútbol pagó los músicos, agregan los amigos del fiscal.
En la Justicia critican lo inoportuno del festejo, considerando que se dio en coincidencia con la indagatoria de Alberto Fernández por violencia de género. Fuera de tribunales, llamó más la atención la magnitud de la celebración, más que el timming.
Cerca del fiscal se justifican diciendo que la organización del festejo arrancó en mayo, cuando la causa no existía. No obstante, esos amigos consideran que la filtración de la fiesta es un “carpetazo” que adjudican al ex hombre fuerte de la SIDE kirchnerista Fernando Pocino, enfrentado durante años con Antonio “Jaime” Stiuso, jefe operativo de la central de espías por década, y cercano a Coppola. González, a quien todos –menos Servini– apodan Rama, es el fiscal electoral del juzgado de Servini tras la muerte de su colega Jorge Di Lello.
Componedor, afable, según lo describió un juez, González ingresó en la Justicia en 1988 como meritorio, trabajó en los tribunales de instrucción y, cuando pasó a la Justicia Federal, ingresó como secretario administrativo de Servini. Desde entonces selló un vínculo indestructible con la jueza. González le dio refugio en la Unidad Fiscal de Medio Ambiente al fallecido fiscal Eduardo Miragaya, amigo de Servini, cuando arreciaban las denuncias en su contra por pertenecer a la AFI. Miragaya quedó envuelto en varias polémicas por su doble papel, como la maniobra para apartar al juez Sebastián Casanello del caso Lázaro Báez, donde la Justicia comprobó luego que se utilizaron falsos testigos para perjudicar al juez
Un ahijado de Servini con cuatro cargos en la Justicia Federal
Hernán Cappiello
Ramiro González es fiscal federal por cuatro: es el fiscal federal para asuntos electorales tanto en primera instancia como ante la Cámara Nacional Electoral; es fiscal federal penal de Comodoro Py, y es el titular de la Unidad Fiscal para la Investigación de Delitos contra el Medio Ambiente (Ufima).
Con 60 años recién cumplidos y festejados en una fastuosa fiesta que contó con la actuación de Cristian Castro, González concitó al atención de la Procuración, de sus colegas y de la prensa. Su madrina política y judicial es la jueza federal María Servini, de quien tiene una fotografía en su despacho.
González fue su secretario, y de Servini le heredó su habilidad para los asuntos de la política.
En pareja con su mujer desde hace casi dos décadas, tiene dos hijas de este matrimonio y otras dos de uno anterior. Las diferencias con su expareja terminaron dirimiéndose en los tribunales. De esa época data una investigación por enriquecimiento ilícito iniciada por un anónimo que terminó con su sobreseimiento tras un peritaje contable del cuerpo de peritos de la Corte.
González, con oficinas en el quinto piso de Comodoro Py 2002, es titular de la Fiscalía Federal Nº 7 de la Capital Federal desde mayo de 2012. Sin embargo, su acceso por concurso no fue para ocupar la fiscalía que ocupa actualmente.
El fiscal gusta de hacer deporte y juega al fútbol una vez a la semana en el equipo de abogados a los que conoce de la época que ingresó a tribunales. En los campeonatos suele viajar por el país y hasta compitió en Marruecos en un torneo mundial. El manager del equipo es Guillermo Coppola, exrepresentante de Diego Maradona.
El juez federal Ariel Lijo, quien tiene ascendencia sobre algunos magistrados federales, integra ese equipo. Lijo juega de arquero y González se destaca como delantero, dicen quienes lo conocen. Hincha de San Lorenzo, se ve todavía con sus antiguos colegas que hoy son jueces o abogados que dejaron la carrera judicial.
González vive entre Chascomús y Buenos Aires y su fanatismo por los deportes se extiende al básquet y al ciclismo, que practica alrededor de la laguna de su pueblo. Cuando no hace deportes es porque está en el kinesiólogo, ironizan quienes lo conocen. Coppola, invitado a su fastuosa fiesta de 60 años en el Salón Rut Haus de la Costanera, fue justamente quien trajo a Cristian Castro a cantar el feliz cumpleaños, dicen sus allegados. El equipo de fútbol pagó los músicos, agregan los amigos del fiscal.
En la Justicia critican lo inoportuno del festejo, considerando que se dio en coincidencia con la indagatoria de Alberto Fernández por violencia de género. Fuera de tribunales, llamó más la atención la magnitud de la celebración, más que el timming.
Cerca del fiscal se justifican diciendo que la organización del festejo arrancó en mayo, cuando la causa no existía. No obstante, esos amigos consideran que la filtración de la fiesta es un “carpetazo” que adjudican al ex hombre fuerte de la SIDE kirchnerista Fernando Pocino, enfrentado durante años con Antonio “Jaime” Stiuso, jefe operativo de la central de espías por década, y cercano a Coppola. González, a quien todos –menos Servini– apodan Rama, es el fiscal electoral del juzgado de Servini tras la muerte de su colega Jorge Di Lello.
Componedor, afable, según lo describió un juez, González ingresó en la Justicia en 1988 como meritorio, trabajó en los tribunales de instrucción y, cuando pasó a la Justicia Federal, ingresó como secretario administrativo de Servini. Desde entonces selló un vínculo indestructible con la jueza. González le dio refugio en la Unidad Fiscal de Medio Ambiente al fallecido fiscal Eduardo Miragaya, amigo de Servini, cuando arreciaban las denuncias en su contra por pertenecer a la AFI. Miragaya quedó envuelto en varias polémicas por su doble papel, como la maniobra para apartar al juez Sebastián Casanello del caso Lázaro Báez, donde la Justicia comprobó luego que se utilizaron falsos testigos para perjudicar al juez
http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA
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