martes, 8 de septiembre de 2020
ALEJANDRO BORENSZTEIN; ARGENTINOS A LAS COSAS,
Argentinos a las cosas
La Patria es el otro (si me vota)
Si el kirchnerismo quiere ocupar territorio progre va a tener que guardarse viejos afiches.
Antes que nada, debemos pedirle calma a todos los indignados por la desafortunada frase que el Presidente pronunció el viernes cuando dijo que “después de la pandemia habrá un banderazo de los argentinos de bien”.
Obviamente, de entrada uno podría decir que llamar “argentinos de bien” a los argentinos que te apoyan implica que todos los demás son “argentinos del mal”. Y por ende, algún distraído podría suponer que otra vez la Rosada está ocupada por alguien que apuesta a la división de la sociedad y al juego de amigo-enemigo.
En realidad, no da para tanta indignación. Sean más comprensivos. Bajen un cambio. El que habló de los “argentinos de bien” fue el Alberto de los Viernes, la línea interna más sufrida del albertismo. Hay que entender que Doña Cristina Hotesur de Los Sauces lo lleva al Presidente a patadas en el orto durante toda la semana. Cuando llega el viernes, el tipo se va con los muchachos al happy hour, se clava una birra, hace catarsis y por ahí se le escapa una frase inapropiada. Hay que ser piadosos y ponerse en el lugar del otro. Ya lo dijo alguien: “La Patria es el otro, siempre y cuando haya votado por el mismo inútil que voté yo. Si votó por el otro inútil, entonces no”.
Estos chisporroteos de cabotaje se sobredimensionan por el contexto en el que ocurren. Si bien la pandemia y las cuarentenas están confundiendo a todo el planeta, podemos afirmar sin dudar que la confusión en la Argentina ya venía de antes. Digamos que, con el Coronavirus, se aceleró un poquito.
Una de las pruebas más contudentes de esta confusión es que el gobierno suele decir, por ejemplo, que aquellos que se oponen a la reforma judicial son personas que al mismo tiempo están en contra de la cuarentena. Genial pirueta del relato.
¿Qué tendrá que ver el coronavirus con las maniobras oficialistas para evitar que Cristina sufra consecuencias penales por alguna eventual desprolijidad que pudo haber hecho sin querer? ¿A quién se le ocurre vincular la circulación comunitaria del bichito con el éxito hotelero de los Kirchner? Un disparate.
El problema es el de siempre: el kirchnerismo pone todo lo que ve enfrente en la misma coctelera porque eso es lo que hacen con ellos mismos. Son un combo. No podés pedir la hamburguesa sola. Viene con fritas y bebida. Y si no querés, la tenés que garpar igual.
Como tantas veces hemos explicado, el kirchnerismo es precio paquete. Todo entero. No hay debate. No te dejan discutir ni sacar lo que no te gusta. Si te cae bien Filmus tenés que comprar a De Vido, a José López, a Cristóbal López y a Boudou. No le podés decir al fiambrero “dame 200 de ese crudo, pero sacale la grasita”. Es todo o sos gorila vendepatria. Y en ese plan terminan desterrando la civilización republicana del siglo XXI.
Por eso se abrazan con Hugo Moyano y expulsan del país a Marcos Galperin. No tengo nada contra los espantapájaros, son divertidos. Pero a los efectos de generar confianza y atraer inversiones te la complican. Y como viene la mano, esta vez la complicación es cada vez mayor.
En un nuevo aporte a esa generación de confianza, ahora se puso de moda permitir la ocupación de tierras. Además de aprovechar la confusión para mezclar coronavirus con reforma judicial, también aprovechan para seguir usurpando los terrenos progresistas, donde habita gente pacífica, republicana y democrática que siempre estuvo a favor de la lucha por los DDHH, de la CONADEP, del Juicio a las Juntas, del derecho a debatir sobre el aborto, de YPF, etc. Y también de la cuarentena.
En cambio allá, donde nació y siempre habitó el kirchnerismo, no es así. Allá Cristina les prohibió hablar del aborto durante 12 años. El mismo Parrilli fue el miembro informante del menemismo en la privatización de YPF. Néstor y Cristina apoyaron todas las privatizaciones. No abrieron la boca cuando aquel gobierno del que formaban parte todos ellos, incluido Tío Alberto, promulgó los indultos a los genocidas. Ni mu. Se quedaron todos allá en su barrio, aplaudiendo, disfrutando, haciendo plata. A los territorios progresistas no vinieron ni a pasear. Estaban todos allá, amuchaditos, calentitos, felices con la derecha. Eran familia.
Sólo recuerdo unos pocos rebeldes comandados por Chacho Álvarez que decidieron abandonar el territorio menemista y alquilaron en el barrio progresista. Era el Grupo de los 8. Pero hace rato que ya no se los ve por acá.
En esta nueva oleada de ocupación de tierras, se quieren venir al progresismo. No hay problema. Tenemos lugar para todos, pero hay que ponerse en la cola y cumplir con las reglas.
Por ejemplo, acá no hay ni verticalismo ni autoritarismo ni nada de eso. Acá vos gritás “Isabel Conducción” y no te invitan más a los cumpleaños.
Y también hay que respetar las jerarquías y las trayectorias. Ya no vamos a discutir ni la orden del gobierno peronista de aniquilar la subversión ni la disparatada idea de que iban a usar a Perón para hacer la revolución socialista. Dejemos esos papelones atrás.
Sin embargo, me acuerdo cuando hace algunos años, mientras acá en el barrio progresista le prodigábamos respeto y cariño a Bergoglio, allá en el barrio de Cristina y sus amigos andaban insultándolo y diciendo que el tipo fue cómplice de la dictadura. Hay videos.
Acá se respeta la cuarentena. Hace seis meses que estamos encerrados tomando vitamina C. Pero no nos gusta que se quieran llevar puesto al procurador de la Nación sólo porque el tipo no frena a los fiscales que acusan a Cristina. Tenemos la colección completa de los cuadernos de Centeno.
El conflicto sobre este tema puede escalar indefinidamente. Para suavizarlo, mejor expliquémoslo otra vez en tono de comedia del cine nacional. Picantita.
Recordemos que cada vez que hablamos del presidente Fernández, todos pensamos en Rolo Puente, ¿¿ok??
En esta peli, entran corriendo unos pibes de La Cámpora al Instituto Patria. Con dos de Menudo y tres de Parchis, ya resolvimos el casting.
En la oficina principal vemos a Moria indicándole a Rolo Puente que hay que apoyar la toma de tierras porque Vidal no hizo nada en tantos años de gobierno en la provincia.
Rolo trata de cambiar de tema y le cuenta que, para conseguir los votos que les faltan y aprobar la reforma judicial, le ofreció a Lavagna un Regatta del 2002 con el motor rectificado que le sobró de la época en la que él vendía autos usados.
Los de La Cámpora interrumpen la escena alarmados: “¡¡Los Mapuches quieren tomar el Hotel Alto Calafate!!” Moria enfurece, saca un wakie talkie de entre las tetas y grita: “¡¡Llamen a Berniiii!!!” Cae una puerta y aparece Victor Bo con la camisa a medio abotonar haciendo de Berni. “Hola, soy Berni, Sergio Berni… pero pueden llamarme Tiburón”. Dejemos para la semana que viene la continuación de la película y volvamos al relato principal.
Si el kirchnerismo quiere ocupar territorio progresista va a tener que guardarse los viejos afiches de Stroessner, Franco, Castro, Chávez, Maduro, Kadafy, Ahmadinejah y tantos otros. Acá somos todos hinchas de Felipe González, Mitterrand, Sanguinetti, Tony Blair, Henrique Cardozo, Shimon Peres y Barack Obama. Y también somos todos hinchas de Tabaré Vázquez, ese gran presidente uruguayo progresista al que el kirchnerismo le declaró la guerra.
Ustedes estaban con Menem. Nosotros con Alfonsín.
Sin embargo, aunque los kirchneristas sigan siendo los impostores del progresismo, igual los vamos a recibir porque para nosotros, los capangas de este rioba, la Patria verdaderamente es el otro.
Bienvenidos a la tierra del progresismo. A la cola, papá.
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