lunes, 9 de octubre de 2023

EN BUSCA DEL COLEGIO... ¿IDEAL?

 Qué hay que tener en cuenta a la hora de inscribir a nuestros hijos
Las consultoras educativas recomiendan comenzar la búsqueda con dos años de anticipación y, en el caso de las escuelas privadas, prestar especial atención al valor de las cuotas y su proyección
Texto Laura ReinaMuchos padres deciden que sus hijos hagan la primaria en una institución privada y la secundaria, en una pública
“Empecé la búsqueda sabiendo que el colegio ideal no existe”, asegura Juliana Vázquez, ingeniera química y mamá de Pedro, de 12 años, que en 2025 empezará la secundaria. Aunque a su hijo le falta transitar los últimos años del nivel primario –donde estuvo desde jardín de infantes– Juliana ya está teniendo entrevistas con varios colegios secundarios. Por momentos, confiesa, la tarea se le presenta abrumadora. “Siento que estoy más confundida que antes de empezar. Pedro va a un primario que me encanta, pero no tiene secundaria. Cuando lo inscribí no me pareció importante, pero ahora lo lamento. Estoy yendo a varias entrevistas porque en muchas escuelas hay que dar examen de admisión y el tiempo corre”.
Cada vez que se acerca esta época del año, para algunas familias el reloj parece acelerarse. Los colegios tanto públicos como privados ya empezaron su período de inscripción al ciclo lectivo 2024 y el tiempo acecha. En ese mar de opciones que parecen infinitas –escuela pública o privada, con pedagogía clásica o alternativa, bilingüe o con idioma como asignatura, doble turno o jornada simple, con orientación a humanidades o más tecnológica– los padres y madres en condiciones de elegir una escuela para sus hijos suelen perder el rumbo.
Las consultoras educativas, que orientan y asesoran en la elección, recomiendan empezar la búsqueda con un mínimo de dos años de antelación y preguntarse qué proyecto educativo imaginan y valoran para su hijo y recién después vincularlo con un colegio. Muchos se enamoran de ciertos nombres –por el marketing o porque cursaron en esa institución– o incluso porque varios conocidos fueron o irán allí, pero puede que no sea el adecuado para su hijo.
“No se trata de comparar colegios, sino de encontrar el adecuado para cada niño o niña. Por eso no sirve pensar si una escuela es buena o mala, sino focalizar en la relación entre ese colegio y el chico”, plantea Silvia Iturriaga, directora de la consultora El libro de los colegios, que asesora desde hace más de 30 años a familias y también realiza búsquedas de perfiles docentes para instituciones.
Las claves
Los especialistas consultados resumen las claves en tres aspectos: “Primero, no dejarse llevar por las modas o los nombres; segundo, observar al hijo, cómo es, qué necesita, qué le gusta y tercero, hablar con padres y madres que tengan hijos estudiando en las instituciones que interesan e ir a la salida para escuchar, mirar y preguntar”. También recomiendan hacer una curaduría de no más de tres o cuatro establecimientos antes de pedir las entrevistas. Más de esa cantidad no solo puede resultar tedioso: también puede ser un signo de que no se sabe qué se está buscando.
Otro tema insoslayable es el económico. Por eso, para las instituciones privadas, además de preguntar el valor de la cuota actual y la proyectada para febrero 2024, indagar sobre cómo han sido los aumentos y cómo se ha comportado el colegio frente a la inflación; si reciben o no subsidios de parte del Estado y de cuánto. También conviene conocer el valor de los otros niveles, si es que los tiene: el inicial puede parecer accesible (una estrategia que aplican varias escuelas para atraer alumnos), pero no así la primaria y la secundaria, y si la idea es que el chico permanezca toda o gran parte de su vida escolar allí, es un detalle a tener en cuenta.
“El tema económico está más presente que nunca, ya que la escalada inflacionaria hace que las familias sean más previsoras y cuidadosas con sus elecciones. Un dato que siempre se tiene en cuenta es el nivel arancelario general y si va de la mano de los ingresos y expectativas económicas familiares”, reconoce Martín Zurita, secretario ejecutivo de la Asociación de Institutos de Enseñanza Privada de la Provincia de Buenos Aires y de la Junta Nacional de Enseñanza Privada (Aiepba). De todas maneras, agrega, las familias siguen haciendo un esfuerzo para mandar al mejor colegio posible a sus hijos.
En los niveles ABC 1, sobre todo, la pregunta no es cuánto sale la cuota, sino qué diferencial brinda: “Vienen, nombran un colegio muy reconocido y preguntan si realmente vale lo que sale. Quieren saber si solo están pagando el nombre o lo que el colegio ofrece”, sostiene Iturriaga.
Los filtros
El primer gran filtro se da entre los colegios de gestión pública o de gestión privada. Y el segundo, en el tipo de pedagogía: tradicional, tradicional con orientación bilingüe, o alternativa (como Waldorf, Montessori o Reggio Emilia). Otra cuestión a tener en cuenta es si se opta por una formación laica o religiosa y también qué tipo de cultura institucional –entendida como el conjunto de experiencias, hábitos, costumbres y creencias– es la que le da sentido a ese colegio. Por ejemplo, hay escuelas que son más laxas con respecto a ciertas normas y le dan mayor participación en la toma de decisiones a padres y alumnos, a través de comisiones especiales.
Claro que la búsqueda –y los objetivos– se presentan diferentes en cada etapa escolar: “A nivel general, en jardín y primaria se valora más la cercanía física y las familias son más receptivas a pedagogías alternativas. En los últimos años ha habido un mayor interés de las personas que viven en zona norte en estas escuelas porque se han instalado varias por allí. En Capital, en cambio, casi no hay”, dice Iturriaga, que agrega que a medida que el hijo avanza en su educación y llega a los últimos años de primaria o pasa a secundaria ‘se acaba el recreo’. “No se sostienen ese tipo de pedagogías y esos mismos chicos deben prepararse para asistir a otro tipo de colegio.”
Al llegar a la secundaria la situación cambia: se abre un abanico de opciones que van desde colegios universitarios de gestión pública o privada, hasta bachilleratos internacionales, escuelas técnicas o con instituciones con orientaciones hacia áreas artísticas o deportivas. Es el momento donde las familias recurren, en mayor medida, al asesoramiento. “En secundaria se abren las opciones porque en los estatales hay muchas opciones que en el privado no existen. Y en algunos chicos ya aparecen ciertas elecciones artísticas o de deporte y necesitan escuelas que los acompañen. También sigue siendo muy buscado, aunque no es para todos, el colegio universitario”, dice la especialista.
Soledad Morales, mamá de Isabel y Lorenzo siempre tuvo claro el camino: primaria en un colegio privado bilingüe, secundaria en uno de gestión pública. “Nos parecía mejor que el secundario fuera en otro ámbito, sobre todo por lo social y lo cultural. Me di cuenta, además, de que la secundaria en muchos colegios privados está sobrevalorada, no brindan un diferencial respecto de un buen colegio de gestión pública porque la educación en general decayó. Salvo algunas escuelas que están fuera de mis posibilidades económicas, académicamente no son mejores”, plantea Soledad.
Sin embargo, aunque el plan original se ejecutó a la perfección, Soledad dice que hubo algunos cambios: “Isa va al Lengüitas y la idea era que Lorenzo hiciera lo mismo. Pero después vimos que no era el colegio para él, que es mucho más hábil en Matemática, y terminamos eligiendo una escuela técnica –cuenta–. Fue súper acertado: no me los imagino en la secundaria del colegio al que iban. Lo que sí tengo que reconocer es que tienen menos clases y hay muchas horas libres, en la escuela privada no faltan tanto los profesores y todo se acomoda mejor”.
Garantizar la mayor cantidad de días de clase es, de hecho, la principal razón para elegir una escuela privada, según un trabajo conjunto de la UADE y la consultora Voices! En ese documento, el 63% de los consultados sostuvo que la elección estaba basada en evitar la pérdida de días de clases a causa de paros o por el ausentismo docente. La calidad de la educación fue mencionada por el 62% y la pedagogía que se aplica por el 28%. Más atrás aparecen la infraestructura (24%), buenas referencias sobre la comunidad de familias que asisten (20%), el bilingüismo (17%), la calidad de los docentes (11%) y el prestigio del colegio (solo el 8%).
A la hora de las entrevistas en la escuela, muchas familias preguntan por la propuesta pedagógica. “Es una de las cuestiones que más salen en las charlas”, aporta Zurita.
“A mí lo que más me sorprende no es lo que preguntan, sino lo que no preguntan”, sostiene Iturriaga, que dice que muy pocos padres indagan sobre la estructura docente. “No se les ocurre averiguar qué pasa si una maestra se enferma, si hay alguien que la pueda sustituir. Hay escuelas que tienen esos recursos ‘extra’ y otras que no están preparadas –sostiene la especialista–. Y no es algo de las estatales. También hay ausentismo a nivel privado porque el contrato psicológico entre docente y escuela se ha degradado. Suponer que una institución privada tiene asegurado su plantel, es una utopía”.
Otras preguntas posibles son saber si la escuela cuenta con tutorías y espacio de apoyo escolar para los alumnos, las metodologías de trabajo, la bibliografía y el sistema de evaluación. Y por último, conocer si el colegio posee algún programa de intercambio con otros países y en qué ámbitos se insertan sus egresados. 

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