¿Revolución o reforma?, la duda crucial
Claudio JacquelinJavier Milei se retira, ayer, del Hotel libertador rumbo a Ezeiza
La sorpresa que hace una semana produjo el triunfo, y, sobre todo, la magnitud porcentual de esa victoria de Javier Milei, se prolongó y acentuó a lo largo de los días a extremos no previstos, aunque por nuevas razones. Una singular paradoja envolvió al líder libertario inmediatamente después de su domingo triunfal y hoy resulta el gran enigma del gobierno entrante.
Contra lo que podía preverse, la enorme (y no pronosticada) diferencia de más de 11 puntos que logró sobre Sergio Massa no reafirmó ni aceleró los tiempos y la radicalidad de la propuesta con la que el libertario llegó a la política, hizo campaña y se consagró electoralmente.
Todo lo contrario. El paso del tiempo, las designaciones de futuros ministros y altos funcionarios, las marchas y contramarchas, la inclusión y el borrado de nombres de la lista de su primer gabinete alteraron el rumbo, las percepciones y las expectativas. La incertidumbre que el resultado había despejado volvió recargada. La última baja del segundo nominado para dinamitar o dirigir el Banco Central, Demian Reidel, solo sumó interrogantes. Al final del domingo, lo compensó con la foto junto a Luis Caputo en viaje hacia los Estados Unidos, aunque sin definir su cargo. Una imagen no vale más que mil palabras.
La excepcionalidad absoluta de la llegada de Milei al gobierno radica en un elemento mucho más potente que la extravagancia de su persona, la cortísima historia de su carrera política o la ausencia de una construcción partidaria. El triunfo del libertario sobresale e impacta tanto o más porque es la victoria electoral de una propuesta revolucionaria, que impulsa, como reza la definición clásica, un cambio profundo de estructuras, económicas, políticas, sociales y culturales. No es solo la economía.
Milei promete y encarna un auténtico intento de poner patas para arriba casi todo lo establecido y lo políticamente correcto. Impugna y propone reemplazar el sentido común imperante. Nada que se hubiera conocido en la Argentina en los últimos 70 años por la vía de las urnas, sin Fuerzas Armadas atrás ni el pueblo en las calles. Solo el lábil y heterogéneo pero mayoritario voto popular. Esa fue la oferta que se impuso y que su núcleo duro de votantes abrazó.
El devenir de los acontecimientos desde la noche del domingo 19, sin embargo, parece empezar a enmendar, al menos de arranque, ese furor revolucionario, para darle más bien un tono reformista.
Las transformaciones radicales y rápidas, empezando por dinamitar el Banco Central y eliminar el peso para reemplazarlo por el dólar, entraron a boxes para ser postergadas por la adopción de cambios graduales, que creen nuevas condiciones. Tal vez, con la esperanza de algún día concretar aquellos cambios disruptivos. Si entonces son necesarios o posibles. La realidad que se fue imponiendo en los primeros siete días al presidente electo no la determinaron solo los factores estructurales y exógenos, como son la desastrosa situación económica, financiera y social vigente. O la comprensión de que la realidad es más compleja y menos dicotómica de lo que creía. Tampoco la modeló el poder remanente de los derrotados en las urnas y de los casi seguros afectados por el proyecto victorioso, que amenaza con tocar intereses y terminar con privilegios.
La casta, para decirlo en el lenguaje del ganador, está aún golpeada por la derrota y la sorpresa del 55,69% obtenido por Milei y solo el 44,30% que sumó el peronismo unificado, asistido por votantes de izquierda y centroizquierda. El clima de opinión quedó paralizado por el aturdimiento que sucedió a la explosión. Aunque en las redes sociales y en episodios callejeros, por ahora aislados, hayan avanzado, inquietantemente, algunos vengadores libertarios para atacar a quienes se identifican con valores y opiniones opuestos a los suyos.
En la primera semana, la mayoría de las limitaciones provino de factores endógenos del espacio triunfante, que están modificando, antes de asumir el gobierno, la fisonomía y amenazando con reconfigurar la identidad construida desde que el libertario se asomó a la vida política, hace apenas tres años.
La dinámica de los acontecimientos, el sistema de toma de decisiones y la forma en la que se eligen y descartan tanto proyectos como candidatos a ocupar cargos sumaron sorpresa y zozobra al entusiasmo de muchos de los propios y desconcierto a los futuros opositores.
El vertiginoso tránsito que fue del ingreso en la política a la campaña y el triunfo electoral resultó mucho más expeditivo y sencillo de lo que están mostrando ser la gestión de la victoria, la construcción del equipo de gobierno y la llegada al poder.
Las tribulaciones y los problemas que emergen son el resultado de algo más profundo que no se reduce a la ruleta de nombres que salen y entran, que arrojan ganancias temporarias para unos y pérdidas definitivas para otros.
Frente a la mirada expectante de la mayoría de los tomadores de decisiones y formadores de opinión, solo los mercados reaccionaron mayoritariamente en sentido favorable en la primera semana del pradial libertario. Aunque no fue el caso de los bancos, afectados por el peso de la montaña movediza de que atiborra sus carteras.
La suba de acciones de empresas argentinas asoma como un acto de fe o una apuesta basada en la convicción de que los activos argentinos están demasiado baratos y que tienen un gran potencial de alza. “Alto riesgo y alta rentabilidad en potencia”, como lo definió un inversor. Habrá que ver cómo reaccionan los jugadores del mercado ante las últimas novedades, la falta de definiciones y algunos tropiezos.
Cuatro pasos cruciales
Lo que ha quedado demostrado hasta ahora es que, más allá de la muy genérica propuesta radical, hay muchos déficits puntuales. Y se sabe que Dios y el diablo están en los detalles. Son muchos los pasos que aún le quedan por dar a Milei para llevar a cabo su proyecto, sea revolucionario o reformista.
Primero, faltan aún el programa y los nombres de los ejecutantes principales de una partitura que tiene solo definido el estilo, pero que se escribe sobre la marcha y en función de las características personales de cada intérprete.
Luego, el presidente electo y su equipo deberán definir y diseñar las políticas públicas concretas por llevar a cabo. Como ya se advirtió, los proyectos y los tiempos de ejecución previstos cambian al ritmo en que se modifican nombres y equipos y se exploran alianzas políticas. Conflictos y tensiones están a la orden del día. El armado de un gobierno y, más aún, la construcción del poder son dificultades mayores.
En tercer lugar, Milei deberá asegurarse la viabilidad de sus proyectos, como mínimo, en el plano burocrático, legislativo y legal. El siguiente paso será contar con el soporte político para llevarlos a la práctica y exponerlos a la prueba de la realidad. Y, por último, tendrá que hacer que funcionen y tengan éxito. El decisionismo es solo voluntarismo si no se cuenta con el poder para pasar de la idea a la transformación de la realidad.
“Todavía hay muchos cabos sueltos”, reconocía ayer al fin de la tarde uno de los integrantes de la mesa más que chica del presidente electo. Demasiados para la magnitud de la transformación que se propone, la crisis existente con la que asumirá el gobierno y los desafíos que enfrentará dentro de solo 14 días.
Por ahora, lo acompañan y lo ayudan el aturdimiento de los derrotados, la sorpresa social y la expectativa que todo cambio de sentido genera. La reconfiguración del mapa político todavía ni siquiera empezó y la amenaza de reestructuración profunda de la maquinaria estatal mantiene en estado de parálisis a la mayoría de los actores.
Los que salieron preventivamente a amenazar con la resistencia se replegaron rápido, como el sindicalista aeronáutico Pablo Biró. No es que hayan revisado sus posiciones, sino que fueron advertidos de la extemporaneidad de su reacción. Apenas repliegues tácticos.
“Ya habrá tiempo de salir cuando lleguen al gobierno y avancen con sus proyectos, que seguro van a tener consecuencias negativas para muchos. Todavía no hay cosas concretas y hace nada que más de la mitad de la gente se manifestó en contra de lo que somos y representamos”, dice un oficialista que mira la realidad con un cronómetro político y un termómetro soLeliq cial. Tiene la ilusión de que el paso del tiempo y las medidas de ajuste y estabilización les devuelvan algún favor popular, aunque sin certezas de que vaya a ocurrir. El silencio manda.
El reordenamiento político partidario, además, está en etapa germinal. A la crisis de liderazgo, al fin de ciclo de estructuras que dominaron las últimas dos décadas y a la crisis de representación que atraviesa casi todo el establishment se les suma la fuerza de gravedad que empieza a ejercer Milei tras su consagración.
Si el libertario fue para muchos un significante vacío al que cada votante le daba su significado, a pesar de la nitidez de su propuesta y su ubicación en el espectro ideológico, la informalidad e inorganicidad de su espacio, sumadas a la escasez de representación parlamentaria y poco anclaje territorial formal, son una oportunidad para muchos actores en busca de su nuevo destino.
Esa condición objetiva es una ventaja que está intentando aprovechar Milei con la incorporación de dirigentes y técnicos, cuya coincidencia es la pertenencia a una centroderecha liberal o republicana, pero con diferentes orígenes partidarios. Macristas, peronistas cordobeses y federales están en la primera fila para cubrir vacantes. Pero entran y salen del organigrama del gobierno naciente sin certezas, mientras sus principales dirigentes presionan por mejores lugares con la promesa de darle a Milei sustento político. Sobran los mánagers y representantes de jugadores que buscan oportunidades y revancha en el campeonato que está por empezar.
La resolución de esa puja de mercado puede ser determinante para el destino del gobierno que está por debutar y es una ventana de oportunidad bastante estrecha. Milei deberá evitar chocarse con el marco o romper el vidrio. Será la primera prueba para una cintura política que no ha sido ejercitada.
Por ahora, el libertario se ha movido entre el intento de no quedar preso de ningún aliado de último momento (aunque el macrismo pareció sacar alguna ventaja inicial) y las restricciones que ha encontrado. La selección de recursos ha chocado demasiadas veces y demasiado rápido con incompatibilidades, conflictos o rechazos generados por algunos de los seleccionados. El caso de los economistas Reidel y Emilio Ocampo es paradigmático.
Una de las personas que conoce a Milei desde hace más tiempo lo califica de “estratega intuitivo”, una categoría que agrega originalidad a su peculiar currículum. Los movimientos de la primera semana como presidente electo, por lo pronto, han desconcertado a aliados y adversarios. Tal vez sea por aquella condición.
La duda de muchos de ellos es si está confundido o aprovechando la confusión de los demás, mientras define la estrategia y el signo de su gestión.
¿Revolución o reforma? La incertidumbre es la única certeza. Y esa es la cuestión.
Factores endógenos complicaron más a Milei que la realidad
No solo faltan nombres claves, sino el programa de gobierno
La fuerza de gravedad del triunfo abrió una ventana de oportunidad para sumar dirigentes
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Cristina Kirchner se resiste a ceder el control del Senado a Villarruel
El futuro del Congreso El kirchnerismo quiere hacer valer su condición de primera minoría en la Cámara alta e imponer al presidente provisional
Gustavo YbarraVictoria Villarruel, el miércoles, al salir de su encuentro con Cristina Kirchner
El Senado se prepara para convertirse en el escenario de una dura pulseada política. Por un lado, la resistencia kirchnerista, que planea liderar Cristina Kirchner y que se traducirá en la decisión de quedarse con la presidencia provisional y el control administrativo y parlamentario de la Cámara alta, y por el otro una diáspora de fuerzas políticas y monobloques que promete enfrentar la embestida peronista contra el gobierno de Javier Milei y a su vicepresidenta, Victoria Villarruel.
Ninguno de los dos sectores ha mostrado sus cartas todavía, pero ya se dejan sentir a ambos lados los sordos ruidos de los preparativos para el enfrentamiento. Por lo pronto, la confrontación fue postergada por una semana y recién el próximo 5 de diciembre se celebrará la sesión preparatoria del Senado. En esa reunión, que el Reglamento establece que debe hacerse el 29 de noviembre, jurarán los 24 senadores elegidos en octubre y se elegirán las nuevas autoridades del cuerpo.
Si bien lo niegan en público, la decisión del kirchnerismo de resistir en el Congreso desde el primer minuto la administración de Milei viene de vieja data. Antes del balotaje, incluso, las principales espadas de Cristina Kirchner en la Cámara alta advertían en conversaciones informales con sus colegas que no pensaban ceder el control del Senado ante una eventual derrota de Sergio Massa en la segunda vuelta. Aquel futuro se convirtió en presente.
La profundidad del golpe electoral fue de tal magnitud que Cristina Kirchner se vio obligada a reemplazar las frescas jornadas del otoño europeo, donde tenía previsto exponer el jueves pasado en una universidad de Nápoles, por el ambiente climatizado de su despacho del Senado para liderar un comité de crisis en el que el sector peronista que le responde diseña la resistencia a Javier Milei.
Durante toda la semana, como si de una versión femenina y moderna del conde de Montecristo se tratara, la vicepresidenta en retirada comenzó a planificar la venganza del kirchnerismo en tertulias que se extendieron hasta más allá de las 21, cuando los pasillos y la mayoría de los despachos de la Cámara alta ya estaban desiertos.
Los senadores Oscar Parrili; Anabel Fernández Sagasti; Juliana Di Tullio; el jefe de bloque, José Mayans, y Eduardo de Pedro, que asumirá el próximo 10 de diciembre, fueron algunos de los kirchneristas de paladar negro que se sentaron a hacer catarsis y a planificar el futuro con la vicepresidenta. No faltaron a la cita peronistas tradicionales, como el gobernador Gildo Insfrán. El formoseño, que demostró en el balotaje que ha hecho de la provincia un bastión inexpugnable para el peronismo, se encontró con una guardia periodística inesperada cuando entró al Senado el miércoles último. Es que, a la misma hora, estaba previsto el encuentro entre Cristina Kirchner y Victoria Villarruel para escenificar el inicio de la transición en la conducción de la Cámara alta. “¿Viene a ver a Cristina?”, le preguntaron. “No, no se olviden que mi provincia tiene dos senadores”, respondió, rápido de reflejos, el mandatario norteño. Lo cierto es que entre el despacho de Mayans y el de la vicepresidenta hay apenas un piso de diferencia y un ascensor en común.
Mientras el resto del peronismo todavía sigue indigestado con el golpe político del balotaje, el kirchnerismo ya empezó a planificar la resistencia. Es una manera de picar en punta en la carrera por imponer el perfil que adoptará el peronismo en su regreso al llano opositor, el segundo en ocho años bajo la conducción de Cristina Kirchner.
Control total
De hecho, el kirchnerismo del Senado planea hacer de cuenta que la derrota del domingo de la semana pasada no existió y pretende apoyarse en su condición de primera minoría para quedarse con todos los cargos estratégicos para asegurarse el control de la Cámara alta.
No solo piensan imponer a un dirigente propio en la presidencia provisional y, por lo tanto, en la línea sucesoria presidencial de Milei, sino que también pretenden retener las secretarías Administrativa y Parlamentaria, y convertir a Villarruel en una figura decorativa. El dato no es menor: ambas oficinas son claves en el manejo financiero de la Cámara y en el control del trámite legislativo de los proyectos, respectivamente.
“Si se quedaran con la Secretaría Administrativa, sería un verdadero golpe de Estado en el Senado. No pueden quitarle a Villarruel el control financiero de la Cámara, la dejarían sin poder alguno”, se sorprendió un legislador peronista de mil batallas en el Senado.
No es todo. También pretenden seguir manteniendo la mayoría de las presidencias y la supremacía numérica en cada una de las comisiones de trabajo legislativo, como ahora. En otras palabras, el kirchnerismo quiere tener la llave para decidir cuándo funciona, o no, una comisión y qué proyectos deberá discutir.
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El peronismo promete un escenario de conflictividad contra el nuevo gobierno
Apuntan a resistir las leyes y consideran que los nuevos liderazgos del PJ se definirán en el Congreso
Cecilia Devanna
Golpeado aún por la demoledora derrota en el balotaje, el oficialismo se prepara para dejar el poder envuelto en un manto general de incertidumbre. Una de las pocas certezas que maneja el peronismo es la promesa de un escenario de fuerte conflictividad si, como todo indica, el presidente electo, Javier Milei, cumple finalmente con el ajuste drástico que anunció en su campaña.
Esa conflictividad se verá en las calles, señalan, y adelantan que su primera trinchera contra los libertarios será el Congreso de la Nación, por donde deberán pasar buena parte de las propuestas del nuevo oficialismo. Allí, Unión por la Patria (UP) tiene la primera minoría en ambas cámaras, con 108 diputados y 33 senadores.
La duda vuelve a instalarse en el oficialismo a la hora de imaginar cuándo comenzará el avance del libertario y qué margen de resistencia tendrá el PJ. Esto, a la luz de dos realidades que no escapan a las distintas tribus de Unión por la Patria: la diferencia de puntos que consiguió Milei en el balotaje da cuenta de una enorme porción del electorado que votó “cambio y bronca” y que en principio apoyaría lo que haga el libertario; y la falta de un liderazgo nítido en el PJ para ordenar lo que viene. “Esta vez no nos estamos yendo del poder como una plaza multitudinaria como en 2015”, reconoció un kirchnerista de pura cepa, recordando la salida de la entonces presidenta Cristina Kirchner del poder. No obstante eso, 2016 y 2017 fueron años de duros repliegues y fracturas en el peronismo.
“Hay que ver qué pasa con el Congreso”, es una de las frases más repetidas sobre lo que viene para el PJ, que en principio afirma que seguirá “unido”. O, al menos, lo intentará ante un escenario que, insisten, lo ameritará. “Los primeros meses serán centrales para escuchar las voces más fuertes en el Congreso”, desliza un funcionario, para rápidamente sincerarse: “Pero también es un armado pobre [en referencia a las figuras que quedarán en ambas cámaras]. ¿Quién va a construir un discurso contra la privatización de YPF?”.
En el espacio hay confianza en que Máximo Kirchner tomará un papel más activo, similar al que tuvo cuando buscó erigirse en presidente del PJ bonaerense, antes de su renuncia a la presidencia del bloque, en enero de 2022, en rechazo del acuerdo con el FMI. Pero tampoco sobran las expectativas. Del otro lado, imaginan, habrá voces como la de Miguel Ángel Pichetto o Florencio Randazzo, que compensarán la falta de experiencia libertaria en el Parlamento.
En paralelo, esperan ver cómo procederá Milei. En líneas generales, creen que si bien desde su triunfo se muestra algo más “moderado” que en la campaña, buscará llevar a la práctica los ajustes que prometió y es allí donde surgirán los conflictos, tanto frente a sindicatos y movimientos sociales, ya en alerta. El libertario fue visto durante la última semana como “pragmático” y “mucho más menemista” de lo que pensaban. No faltaron menciones a la presencia en el equipo de Milei de un supuesto familiar de Roberto Dromi, el brazo ejecutor de las privatizaciones del presidente Carlos Menem.
Recordando esos años menemistas es que en el oficialismo creen que Milei prevalecerá “si logra sobrevivir al primer año”. Pero anticipan que la convulsión lo espera a la vuelta de la esquina. “A partir del 11 no va a tener plata para todo lo que se necesita. ¿Qué va a pasar ahí? ¿Qué va a pasar en las provincias si cumple con todo lo que dijo?”, se preguntan. “Se tensa todo y empiezan los problemas”, insisten. En ese punto, anhelan, deberán aparecer los liderazgos en el peronismo.
También se preguntan cómo funcionará la alianza de Milei con el sector de Pro encabezado por Mauricio Macri y Patricia Bullrich. Para el peronismo, que Bullrich esté de nuevo al frente de la cartera de Seguridad es una garantía de que habrá conflicto en caso de una alta movilización social. En esa línea el propio Sergio Berni, en diálogo pronosticó que se avecina un escenario de “ajuste catastrófico” y “mayor conflictividad” callejera.
Si la trinchera del Congreso dispara dudas sobre cómo funcionará el peronismo como oposición, el resto del escenario no ofrece mayores certezas. “Hoy no hay líder. El que mejor quedó parado es Axel [Kicillof], pero es el que peor la va a pasar estos cuatro años”, evaluó un alto funcionario del Poder Ejecutivo, preocupado por la suerte del gobernador sin los fondos que hasta ahora le sirvió la Casa Rosada. “Salvo que empiece a emitir patacones, no va a tener un mango para nada”, completó otro.
En paralelo, nadie cree que Massa vaya a tomarse vacaciones en la política, como dejó entrever en su discurso cuando admitió la derrota. “Es como cuando dijo que siendo ministro no podría ser candidato a presidente. O que no iba a ser presidente porque su familia le decía que no quería”, evaluó uno de los consultados.
Por el contrario, creen que apuntalará su Frente Renovador y, más temprano que tarde, volverá al ruedo, en especial ante los tiempos agitados.
Luego está la duda sobre lo que suceda con Cristina Kirchner, quien no tendrá cargo ni escaño. “Ella ya dio muestras de que quiere y puede correrse, pero hay que ver si lo hace”, sostiene alguien que la conoce desde hace muchos años. Esa misma persona asegura que el presente judicial de Kirchner, que podría acelerarse el año próximo, no es condicionante: “Convive con su panorama judicial desde hace 10 años, no la influye en su futuro político
Golpeado aún por la demoledora derrota en el balotaje, el oficialismo se prepara para dejar el poder envuelto en un manto general de incertidumbre. Una de las pocas certezas que maneja el peronismo es la promesa de un escenario de fuerte conflictividad si, como todo indica, el presidente electo, Javier Milei, cumple finalmente con el ajuste drástico que anunció en su campaña.
Esa conflictividad se verá en las calles, señalan, y adelantan que su primera trinchera contra los libertarios será el Congreso de la Nación, por donde deberán pasar buena parte de las propuestas del nuevo oficialismo. Allí, Unión por la Patria (UP) tiene la primera minoría en ambas cámaras, con 108 diputados y 33 senadores.
La duda vuelve a instalarse en el oficialismo a la hora de imaginar cuándo comenzará el avance del libertario y qué margen de resistencia tendrá el PJ. Esto, a la luz de dos realidades que no escapan a las distintas tribus de Unión por la Patria: la diferencia de puntos que consiguió Milei en el balotaje da cuenta de una enorme porción del electorado que votó “cambio y bronca” y que en principio apoyaría lo que haga el libertario; y la falta de un liderazgo nítido en el PJ para ordenar lo que viene. “Esta vez no nos estamos yendo del poder como una plaza multitudinaria como en 2015”, reconoció un kirchnerista de pura cepa, recordando la salida de la entonces presidenta Cristina Kirchner del poder. No obstante eso, 2016 y 2017 fueron años de duros repliegues y fracturas en el peronismo.
“Hay que ver qué pasa con el Congreso”, es una de las frases más repetidas sobre lo que viene para el PJ, que en principio afirma que seguirá “unido”. O, al menos, lo intentará ante un escenario que, insisten, lo ameritará. “Los primeros meses serán centrales para escuchar las voces más fuertes en el Congreso”, desliza un funcionario, para rápidamente sincerarse: “Pero también es un armado pobre [en referencia a las figuras que quedarán en ambas cámaras]. ¿Quién va a construir un discurso contra la privatización de YPF?”.
En el espacio hay confianza en que Máximo Kirchner tomará un papel más activo, similar al que tuvo cuando buscó erigirse en presidente del PJ bonaerense, antes de su renuncia a la presidencia del bloque, en enero de 2022, en rechazo del acuerdo con el FMI. Pero tampoco sobran las expectativas. Del otro lado, imaginan, habrá voces como la de Miguel Ángel Pichetto o Florencio Randazzo, que compensarán la falta de experiencia libertaria en el Parlamento.
En paralelo, esperan ver cómo procederá Milei. En líneas generales, creen que si bien desde su triunfo se muestra algo más “moderado” que en la campaña, buscará llevar a la práctica los ajustes que prometió y es allí donde surgirán los conflictos, tanto frente a sindicatos y movimientos sociales, ya en alerta. El libertario fue visto durante la última semana como “pragmático” y “mucho más menemista” de lo que pensaban. No faltaron menciones a la presencia en el equipo de Milei de un supuesto familiar de Roberto Dromi, el brazo ejecutor de las privatizaciones del presidente Carlos Menem.
Recordando esos años menemistas es que en el oficialismo creen que Milei prevalecerá “si logra sobrevivir al primer año”. Pero anticipan que la convulsión lo espera a la vuelta de la esquina. “A partir del 11 no va a tener plata para todo lo que se necesita. ¿Qué va a pasar ahí? ¿Qué va a pasar en las provincias si cumple con todo lo que dijo?”, se preguntan. “Se tensa todo y empiezan los problemas”, insisten. En ese punto, anhelan, deberán aparecer los liderazgos en el peronismo.
También se preguntan cómo funcionará la alianza de Milei con el sector de Pro encabezado por Mauricio Macri y Patricia Bullrich. Para el peronismo, que Bullrich esté de nuevo al frente de la cartera de Seguridad es una garantía de que habrá conflicto en caso de una alta movilización social. En esa línea el propio Sergio Berni, en diálogo pronosticó que se avecina un escenario de “ajuste catastrófico” y “mayor conflictividad” callejera.
Si la trinchera del Congreso dispara dudas sobre cómo funcionará el peronismo como oposición, el resto del escenario no ofrece mayores certezas. “Hoy no hay líder. El que mejor quedó parado es Axel [Kicillof], pero es el que peor la va a pasar estos cuatro años”, evaluó un alto funcionario del Poder Ejecutivo, preocupado por la suerte del gobernador sin los fondos que hasta ahora le sirvió la Casa Rosada. “Salvo que empiece a emitir patacones, no va a tener un mango para nada”, completó otro.
En paralelo, nadie cree que Massa vaya a tomarse vacaciones en la política, como dejó entrever en su discurso cuando admitió la derrota. “Es como cuando dijo que siendo ministro no podría ser candidato a presidente. O que no iba a ser presidente porque su familia le decía que no quería”, evaluó uno de los consultados.
Por el contrario, creen que apuntalará su Frente Renovador y, más temprano que tarde, volverá al ruedo, en especial ante los tiempos agitados.
Luego está la duda sobre lo que suceda con Cristina Kirchner, quien no tendrá cargo ni escaño. “Ella ya dio muestras de que quiere y puede correrse, pero hay que ver si lo hace”, sostiene alguien que la conoce desde hace muchos años. Esa misma persona asegura que el presente judicial de Kirchner, que podría acelerarse el año próximo, no es condicionante: “Convive con su panorama judicial desde hace 10 años, no la influye en su futuro político
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