Un melodrama sobre la incertidumbre
Alejandro LingentiMiradaFabian encarna a una mujer en una revolución íntima
Rose
(Francia/2021). dirección: Aurélie Saada. Guion: Aurélie Saada, Yaël Langmann. FotoGraFía: Martin De Chabaneix. edición: Françis Vesin. elenco: Françoise Fabian, Aure Atika, Grégory Montel, Damien Chapelle, Mehdi Nebbou, Pascal Elbé, Anne Suarez. duración: 102 minutos. caliFicación: apta para mayores de 13 años.
Actriz, escritora y compositora, Aurélie Saada debuta como directora con esta película emotiva que tiene en el centro de la escena a la Rose del título, una mujer mayor que sufre el cimbronazo de la muerte de su marido después de 50 años de matrimonio. La interpretación de Françoise Fabian (la misma protagonista de Mi noche con Maud de Eric Rohmer, una actriz argelina que hoy tiene 90 años) es el centro de gravedad de una película que revela el amor de su realizadora por sus raíces judías y las tradiciones del norte de África con las efusiones propias del melodrama clásico.
Al horizonte brumoso que aparece con la ausencia de su compañero de toda la vida se suman las complicaciones que Rose debe enfrentar en las relaciones con sus hijos, que también tienen más de un problema de orden afectivo y muchas veces fallan, incluso cuando su pretensión ostensible es ayudar. La secuencia de la cena que su hija Sarah (Aure Atika), una coreógrafa de vida sentimental inestable, planifica como un necesario momento de distracción y termina siendo un salvavidas de plomo es un buen ejemplo de esos desajustes.
Pero a pesar de los tropezones lógicos, Rose también descubre que tiene un futuro, por más modesto que sea. En algún coqueteo fugaz con un hombre más joven e incluso en la evocación de los momentos felices que alguna vez vivió con intensidad encuentra motivaciones para seguir adelante. Oscila entre esa expectativa y las vacilaciones, y Françoise Fabian encarna muy bien esa dualidad.
El resto de los personajes, en cambio, pierden algo de eficacia por estar dibujados con trazos demasiados gruesos, como si estuvieran pensados exclusivamente para crear un entorno funcional a un único objetivo. Todo gira alrededor de Rose, está suficientemente claro: una mujer anciana que debe sobrevivir en una sociedad que idolatra cada vez más la juventud, las apariencias y el rendimiento.
“Rose es la historia de una revolución íntima, de alguien que al cumplir 80 años se da cuenta de que no es sólo abuela y viuda, sino también mujer. Y que tiene derecho a disfrutar de serlo y a sentir deseo hasta el final”, declaró la cineasta en una entrevista que dio cuando su ópera prima fue presentada en el Festival de Locarno, donde fue una de las favoritas del público. Una reivindicación de la concentración en el presente, en suma. “Quizás esa sea la clave de la felicidad: no saber, no anticipar, no esperar algo que ya está planeado. Simplemente vivir”, propuso también Saada esa vez.
Su sensibilidad femenina y su implicación personal en el proyecto son palpables. Símbolos concretos: los créditos del film incluyen su receta de makroud, una tentadora galleta rellena de dátiles, y una cena donde lo que se dice y lo que se come tiene la misma relevancia porque la que estuvo a cargo del fastuoso banquete fue Chloé Saada, gran chef y hermana de la directora, que va dejando huellas de su propia experiencia en todo el relato. Como conclusión, la historia de Rose puede ser la de todos.
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