lunes, 11 de marzo de 2024

VIOLENCIA NARCO


Rosario, bajo amenaza narco: el negocio del terror
Detrás de los crímenes que provocaron conmoción hay una trama mafiosa que atraviesa el tejido social
Germán de los Santos
Protesta de taxistas en Rosario por el asesinato de un colega, el cuarto en un mes..Federación Nacional de Peones de Taxis (FEPETAX)

ROSARIO.- Rosario se transformó en una ciudad impredecible. En unos minutos todo puede crujir. Las balas y el terror pueden irrumpir sin aviso en cualquier momento y en cualquier lugar, y transformar una tarde apacible en un día cargado de miedo, de sangre. Este sábado el gobernador de Santa Fe, Maximiliano Pullaro, vio una escena de ese tenor con sus propios ojos. Camino a su casa en las afueras de Rosario, apareció en avenida Circunvalación una tela colgada de uno de los puentes, con amenazas contra él y el ministro de Seguridad. El mensaje parecía profético en su contenido al asegurar que iban a seguir matando “inocentes”.
El miedo es un negocio que mueve mucho dinero. Sin esa reacción primaria que se busca encender en la sociedad, los grupos narco no podrían mostrar su poder y recaudar fondos que después se reinvierten en el circuito financiero informal, que en Rosario es muy sólido. El miedo es la matriz del negocio mafioso.
Los grupos criminales deben alimentar todo el tiempo ese terror que es el que busca condicionar decisiones políticas, obtener dinero a través de aprietes y negociar con sectores policiales momentos de paz. La violencia se transformó en un commoditie.
Quienes lo ejercen no son grupos mafiosos sofisticados, que tienen estrategias depuradas y profundas, sino sectores marginales que planean lo elemental. Golpear con sangre para obtener réditos. El problema a lo largo de la última década es que el Estado no logró neutralizar esas acciones rústicas y elementales. La pobreza y la creciente marginalidad hicieron crecer esos grupos que usan a adolescentes a quienes los atraviesa a nivel cultural ese mundo del hampa, que tiene como principal aspiración llegar a tener una moto y un arma en la cintura. Pibes cuyo destino probable es la cárcel o el cementerio, sin escapatoria.
Este esquema criminal que creció a lo largo de la última década nunca se pudo desmantelar. Y fue una de las pocas cosas que creció y se consolidó en el país. Esa mano de obra elemental logró sacudir otra vez una ciudad donde hay entre policías y gendarmes más de 8500 efectivos de fuerzas de seguridad.
Los líderes de las bandas están presos en penales federales y los cuadros medios en prisiones santafesinas. Cargan condenas extensas. El Estado hasta ahora se había desentendido de los criminales después de que su destino fuera la cárcel, tras juzgarlos y condenarlos. Pero el fenómeno de Rosario marcó que ahí comienza otro problema que enfrentan la mayoría de los países de la región: cómo evitar que el Estado les ofrezca protección dentro de la cárcel para seguir con sus negocios mafiosos.
Tres días después de que el gobierno de Santa Fe y la ministra de Seguridad Patricia Bullrich se jactaran de un descenso de los homicidios en febrero, con cifras que sorprendían -de 33 asesinatos en ese mes en 2023 a 7 este año-, pero no tenían demasiada explicación, la violencia narco en Rosario logró paralizar la ciudad con nuevas ráfagas de terror. Los crímenes de dos taxistas, en los que se usó la misma partida de municiones, que pertenecen a la Policía de Santa Fe, y el ataque a balazos a un chofer de la línea K, que está en grave estado, provocaron el efecto buscado: terror.
Pullaro pasó los días más agitados desde que asumió. Desde el martes no tuvo espacio para pensar en otra cosa que no pasara por la necesidad de que Rosario recobre la calma. El jueves a la noche, después de que atacaran a un colectivero a balazos, cuando el ómnibus iba lleno a las 19, se convenció de que el plan era una especie de “terrorismo urbano”. Llamó a Patricia Bullrich y le dijo que había que tomar medidas extraordinarias. Estaba en riesgo la gobernabilidad. La ministra le propuso reasignar gendarmes de otras provincias y el envío de soldados del Ejército, un plan que ya había delineado en la campaña electoral. Pero el gobierno se encontró con la resistencia del Ministerio de Defensa. Los militares no quieren intervenir en la lucha contra el narcotráfico. Bullrich tuvo palabras duras, fiel a su estilo frontal. El viernes finalmente se decidió que la participación del Ejército será con el aporte de 150 vehículos para ayudar en el despliegue de gendarmería, que hasta el viernes solo operaba en cuatro barrios de Rosario.
Bullrich tiene un viejo reclamo con Santa Fe, que lo explicitó en su paso anterior por el Ministerio: tienen que cambiar y sanear una policía atravesada por la corrupción y la connivencia con el narcotráfico. Pullaro recostó su confianza sobre la fuerza sin mirar las oscuridades que persisten históricamente. Considera que no es el momento de introducir mayores cambios en medio de la crisis.
Rosario, mientras tanto, espera recuperar la paz. Los últimos días no dieron tregua: el miedo hizo su negocio.

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Colgadas en un puente. Antes de que lleguen más gendarmes aparecieron nuevas amenazas contra Pullaro
En un puente ubicado en la avenida Circunvalación hallaron una bandera con fuertes advertencias contra el gobierno
Germán de los Santos
El nuevo mensaje mafioso en contra del gobernador Pullaro.
En una avenida importante de Rosario, como es Circunvalación, apareció colgada este sábado en uno de los puentes que atraviesan la arteria una tela con amenazas contra el gobernador Maximiliano Pullaro y el ministro de Seguridad Pablo Cococcioni. El contenido del mensaje advertía que iban a seguir “las muertes de inocentes”, en referencia a los dos taxistas asesinados esta semana y al ataque a tiros contra el chofer de la línea K, que se encuentra en grave estado tras recibir el disparo de un sicario en la cabeza. Unas horas antes de que empiece a desplegarse el nuevo operativo de seguridad, en el marco del comité de crisis, que está encabezado por Pullaro y Bullrich, y tendrá la participación del Ejército en materia logística, la aparición de la amenaza fue interpretada como una provocación de los grupos criminales al gobierno.
El mensaje fue colocado en un lugar estratégico, debido a que es una ruta muy transitada y constituye uno de los accesos más importantes de la ciudad. La bandera fue encontrada por una patrulla de Gendarmería que se encontraba en la zona.
Esta nueva amenaza está relacionada con el malestar de los presos de alto perfil de la cárcel de Piñero, que enfrentan fuertes restricciones e intensas requisas, a partir del 12 de diciembre pasado, cuando se realizó un reagrupamiento de los internos. Las medidas dentro de la penitenciaría se agudizaron el sábado pasado, luego de que fuera baleado un ómnibus que trasladara a guardiacárceles. El ataque fue planificado y se realizó con disparos a la altura de la cabeza de los agentes que iban en el ómnibus. Solo un guardia resultó herido de manera leve, al sufrir el roce de un balazo en la cabeza.
Dos días después la tensión subió luego de que asesinaran a dos taxistas y luego atacaran a un colectivero. Los dos primeros fueron ejecutados por un sicario que usó la misma arma y balas con el sello de la Policía de Santa Fe. Este viernes se produjeron 20 detenciones y decenas de allanamientos para dar con los autores materiales.
Los homicidios provocaron que la ciudad de Rosario quedara paralizada el jueves. La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, y Pullaro coincidieron en que se trataba de actos terroristas.
“Si no ponemos un freno urgente, la violencia va a seguir escalando. Rosario sangra. Y no necesita un simple torniquete para mejorar. Necesita una cura definitiva. Por eso vamos a ir a fondo. Con firmeza, sin que nos tiemble el pulso”, afirmó este sábado la titular de la cartera de Seguridad.
La bandera estuvo colgada pocos minutos antes de que fuera sacada por fuerzas de seguridad
Bullrich remarcó que el comité de crisis va a estar integrado por el gobernador de Santa Fe, los jefes de las cinco Fuerzas Federales y representantes del ministerio nacional. “Vamos a tomar las medidas necesarias para que todo hecho de violencia perpetrado en la vía pública o en el interior de lugares públicos sea inicialmente considerado como un intento de aterrorizar a la población o condicionar a las autoridades y, por tanto, se denunciará como un acto de terrorismo”, advirtió.
La preocupación del gobierno apunta a que esta serie de ataques ocurridos en las últimas horas, que catalogan como “terrorismo urbano”, fueron orquestados con una mayor planificación y sofisticación que los atentados y amenazas que se suceden desde el 12 de diciembre, cuando Pullaro decidió reagrupar los presos de alto perfil del penal de Piñero, donde están alojados los cuadros medios de las bandas más importantes.
La mirada del gobierno es que los asesinatos de los dos taxistas y el ataque al chofer de ómnibus de la línea K, que ocurrió cerca de las 19 del jueves, buscaron paralizar la ciudad, al generar un estado de conmoción que llevó a que los centros de salud de la ciudad cerraran sus puertas este viernes ante el temor a sufrir atentados, algo que ya ocurrió hace unos meses.
En los casi tres meses de gestión de Pullaro lograron bajar la cantidad de homicidios. Febrero fue el mes donde más se evidenció el descenso, con seis asesinatos, frente a 33 que se cometieron en el mismo periodo el año pasado. Cuando asumió el actual gobernador informó que en la calle había solo 12 patrulleros por turno. Ahora, según el gobierno, esa cifra se estiró a 130 móviles, pero nada parece alcanzar en Rosario, donde de golpe entre el martes y el jueves todo pareció romperse en mil pedazos, tras los dos asesinatos a taxistas en los que se usaron balas de la Policía de Santa Fe y la misma arma. El jueves a la tarde un joven paró un ómnibus de la línea K, en Mendoza y México, en el oeste, y disparó directamente contra la cabeza del chofer, que sufrió heridas de gravedad y se encuentra en coma farmacológico en estado reservado.
En medio de esta situación, el ministro de Seguridad de Santa Fe, Pablo Cococcioni, adelantó que se tomarán medidas “para restablecer la paz social” en Rosario, tras la ola de homicidios y balaceras que se registraron en los últimos días. “Tenemos que ganar mucha más presencia policial en la calle, así que se va a volcar efectivos de otras secciones”, indicó el funcionario santafesino, y remarcó que “va a haber un refuerzo de fuerzas federales”

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