sábado, 30 de noviembre de 2024

La ciudad secreta: entre los túneles de las quintas de Flores y el pasaje La Porteña






La ciudad secreta: entre los túneles de las quintas de Flores y el pasaje La Porteña
Los túneles de Flores
En pleno barrio de Flores, por debajo de la Escuela Técnica Fernando Fader, se abre un conjunto de túneles subterráneos que conectan el viejo Palacio Las Lilas con la Basílica de San José de Flores.
Jessica Blady
Bajo las calles de Buenos Aires hay una ciudad secreta. Un entramado de túneles arcaicos, como los ubicados en la Manzana de las Luces, cuya antigüedad se remonta a finales de 1600 o principios del siglo XVIII. Hasta el día de hoy, la procedencia y la finalidad de esta red subterránea sigue siendo un misterio, y su indagación resulta aún más complicada si medimos el inevitable paso del tiempo que obstaculizó y modificó sus atributos originales, muchas veces reemplazados por un esqueleto de cañerías, la construcción de los subterráneos y los cimientos de las edificaciones más modernas, indiferentes de la belleza y de la historia que esconden en sus entrañas.

Remodelación de la fachada de la Manzana de las Luces
Entre las hipótesis que manejan los historiadores, se cree que los túneles –al menos los de la Manzana de las Luces– fueron levantados por los jesuitas con la finalidad de establecer conexiones entre los edificios más importantes de la orden. Otras conjeturas apuntan al contrabando de mercaderías, aprovechando la cercanía del fuerte (actual emplazamiento de la Casa Rosada) con el puerto; a la defensa o una vía de escape frente a una eventual invasión enemiga; y hasta la utilización por parte de alguna secta o logia relacionada con la masonería. También existe la teoría de que ciertos sectores marginados de la sociedad los usaban como escondite, de manera similar a las catacumbas parisinas. Imposible saberlo a ciencia cierta.
Los lugares subterráeos
Cerca del Casco Histórico de Monserrat, en el límite con San Telmo, se pueden visitar los túneles del zanjón de Granados, la obra de recuperación arqueológica (privada) más importante de la Ciudad, que alberga el sistema de desagües más antiguo de Buenos Aires. Más acá en el tiempo, trazado en 1912 e inaugurado cuatro años después durante la presidencia de Victorino de la Plaza, se destaca el túnel del Ferrocarril Oeste (FCO): un canal de vía única pensado para unir el puerto de Buenos Aires con Once. El corredor atraviesa la Casa Rosada y las profundidades del Congreso descendiendo por la avenida Rivadavia, aún más abajo de la línea A del subterráneo; y cuya finalidad era la circulación de distintos tipos de trenes, que algunos pasajeros todavía recordarán, gracias a un servicio frecuente entre la localidad de Castelar y Puerto Madero, durante la década del noventa.
El Zanjón de Granados, una visita imperdible a los viejos desagües de la ciudad
El barrio de Flores también atesora bajo sus calles un pedacito de la Buenos Aires colonial. Para ser más exactos, en el número 54 del pasaje La Porteña funciona la Escuela Técnica n°6 Fernando Fader, que pasó a ocupar su sede actual –el famoso ‘Palacio Las Lilas’– en 1927. El edificio, cuya construcción es anterior al año 1885, esconde sus propios misterios, como los intrincados túneles que recorren varias cuadras hasta la Basílica de San José de Flores y, según cuentan aquellos que pudieron recorrerlos, todavía exhiben los vestigios de la época: en las paredes de uno de ellos se pueden ver los grilletes que se usaban para los esclavos a finales del siglo XIX.
Pueblo de quintas y túneles secretos: la enorme chacra de Diego Flores
Oficialmente, Flores nunca fue fundado como barrio, pero su ‘fecha de nacimiento’ está ligada a la creación del Curato de San José de Flores, el 31 de mayo de 1806 (aprobada por la Legislatura porteña en el año 2000). Su nombre, como muchos distritos porteños, se desprende del antiguo dueño de las tierras que, a principios del siglo XIX, ya eran conocidas por la enorme chacra de Juan Diego Flores.
Mucho cambió desde aquel pueblo a la vera del Camino Real del Oeste (la actual avenida Rivadavia), parada obligada de las carretas rumbo a Luján y Mendoza, y lugar de veraneo de familias patricias y personajes ilustres de la historia argentina –Juan José Paso, Ambrosio Mitre (padre de Bartolomé), Manuel Dorrego, Juan Manuel de Rosas– que hacían gala de sus quintas, muchas de las cuales todavía sobreviven… como el Palacio Las Lilas.
Una foto antigua del "Palacio Las Lilas"
La mansión de estilo Tudor fue mandada a construir por Mr. Robert Agar, un acaudalado ciudadano escocés (o inglés, según las fuentes) y funcionario del Ferrocarril del Oeste, cuyo apellido se relaciona con la firma de maquinarias agrícolas y agroquímicos Agar Cross y Cia. En 1885, ‘Las Lilas’ –originalmente bautizada como Hollymount– ya ocupaba el predio constituido entre las actuales calles Condarco, Yerbal, Terrada y la avenida Rivadavia (por aquel entonces se llamaban Chacabuco, Buenos Aires, Alsina y Camino Real), rodeada de jardines con cercos de madreselvas y plantaciones de paraísos, plátanos, acacias y aromos.
El momento de esplendor no duró mucho y las casaquintas comenzaron a desaparecer bajo el avance de la urbanización de la zona. Vaya a saber por qué, los Agar vendieron la propiedad alrededor de 1910 y la fastuosa residencia pasó a manos del Dr. Joaquín Gnecco, padre de la odontología legal argentina, perteneciente a una antigua familia radicada en el barrio. Gnecco “refaccionó íntegramente el escritorio y biblioteca… agregando un ascensor para elevarse a la pasarela superior que rodeaba todos los lados. Fue en ese tiempo una de las más completas bibliotecas privadas médico-científica del país, alcanzando más de 15.000 volúmenes. La casona era tan grande que tenía montado su consultorio y quirófano allí”, asegura un artículo publicado en 2019 por la Revista de la Asociación Médica Argentina.
Un año antes de la muerte del doctor, los terrenos de la quinta se subdividieron en 29 lotes para viviendas, pero Las Lilas se salvó de la desaparición. Sin embargo, debido a esta transformación debieron sumar la construcción de un pasaje central para facilitar el acceso a la casona; inicialmente se lo denominó Intendente Noel, y dos años después pasó a llamarse La Porteña, en homenaje a la primera locomotora que circuló por Buenos Aires. Tras la muerte de Gnecco, su viuda, María Teresa Bermúdez de Gnecco, decidió arrendar la propiedad al Club de Flores, que funcionó en dicha sede entre los años 1918 y 1923. El 9 de noviembre de 1924 se subastaron los lotes adyacentes y en 1926, el Ministerio de Justicia e Instrucción Pública adquirió la mansión de doña María, donde un año después se establecería la Escuela Profesional N°5 de Artes Decorativas y Aplicadas a la industria Femenina –predecesora de la actual Escuela Técnica n°6 Fernando Fader–, con entrada por el n° 54 del pasaje La Porteña.
El acceso al ex Palacio Las Lilas se realiza por el 54 del pasaje La Porteña.
El misterio del pasaje La Porteña
El pasaje La Porteña se extiende a lo largo de una sola cuadra, entre Yerbal y Rivadavia. No hay grandes edificaciones, solo viviendas y, por supuesto, la entrada de la escuela Fader, que se destaca de la mano izquierda. Horacio Molino, en un nota para Flores de Papel | El periódico de San José de Flores, cuenta que en el año 2000 el Centro de Gestión y Participación no. 7 solicitó “que se tratara de averiguar si eran verdad los rumores sobre la existencia de un túnel o de alguna construcción subterránea existente debajo del colegio”. En una primera inspección se descubrió un hermoso aljibe en pleno patio y, debajo de él, una enorme cisterna en casi perfecto estado de conservación.
“El conjunto de aljibe, cisterna, el albañal que trae agua desde la terraza, el pozo de decantación, la escalera circular, todo intacto, eran realmente algo soberbio para una ciudad que destruyó casi toda evidencia material de los sistemas de abastecimiento de agua del siglo XIX”, escribe Molino, describiendo una construcción bajo tierra que supera los dos metros de diámetro y hasta los cinco de alto; el único conjunto de este tipo entero y bien preservado en la ciudad.
El aljibe, testigo de la historia subterránea de Buenos Aires, es conservado en el patio del ahora Colegio Fader.Patricia Gallardo (Contenidos Digitales)

Plano de la planta baja del Colegio Fernando Fader con el acceso a la cisterna. Foto: Archivo Museo de Flores.
Escalera curva que desciende a la cisterna.
Albañal de entrada de agua y agujero circular del aljibe superior
El pasaje La Porteña fue recuperado y puesto en valor.
El hallazgo convirtió a la escuela en un hito porteño, que en el año 2005 pasó a ser parte de la Guía del Patrimonio Cultural de Buenos Aires, lo que le dio reconocimiento oficial a su existencia e importancia. Los profesores más antiguos de la Fader, y aquellos que pudieron recorrer los túneles cuando se abrieron al público, aseguran que el edificio está conectado por un pasadizo con el ferrocarril y que el túnel del aljibe recorre varias cuadras bajo tierra hasta llegar a la Iglesia de San José de Flores. Lamentablemente, si bien el lugar atravesó una limpieza de escombros allí depositados, el piso de baldosas francesas de Marsella y el pozo para acumular la tierra en suspensión sufrieron daños irreparables, quizás en el ímpetu de la búsqueda de un tesoro escondido que jamás existió.
Foto antigua de la Iglesia San josé de Flores.
El folklore florense sostiene que cada una de las quintas del barrio tenía su túnel privado que remataba en la Basílica. Es decir, existía un ‘túnel madre’ que llegaba hasta la iglesia y a partir de este se abrían diferentes brazos. Pero, ¿para qué se utilizaban? Hay dos teorías bien marcadas, según el Museo Barrio de Flores. Unos afirman que tenía una función política, de escape, ya que ayudaban a los habitantes a refugiarse de los malones que asediaban la zona, y permitía ‘la salvación en la iglesia’. La otra hipótesis sostiene que eran utilizados por los dueños de los caserones para dirigirse a la misa del domingo y de regreso a sus casas, cuando los terrenos, luego de las lluvias, se hacían intransitables... o, tal vez, a los ricachones de la época no les interesaba mezclarse con la plebe.
La fachada actual de la Basílica de San José de Flores

http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA

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