viernes, 29 de noviembre de 2024

RETRATOS Y POLÍTICA


Retratos regios: el rey Felipe VI y la reina Letizia, según la mirada de la fotógrafa Annie Leibovitz
Integran la colección real del Banco de España, que pagó por el encargo a la prestigiosa artista 137 mil euros; el ángulo de la toma, el vestido de Balenciaga y por qué la fotógrafa Annie Leibovitz “rompe el protocolo” con este trabajo majestuoso
Daniel Gigena
Retratos del Rey Felipe VI y la Reina Letizia realizados por la fotógrafa estadounidense Annie Leibovitz para el Banco de España; ambas fotografías formarán parte de la galería de retratos oficiales tras exhibirse en público hasta marzo
Este lunes, se mostraron a la prensa los retratos fotográficos hechos por la fotógrafa estadounidense Annie Leibovitz (Connecticut, 1949) a los reyes de España, Felipe VI y Letizia, encargados para inmortalizar a los monarcas en la colección de retratos reales del Banco de España, que pagó a la artista 137.000 euros. Es la primera vez que se utiliza la fotografía para la “inmortalización” (por medio de la imagen) de los reyes españoles. El desplazamiento de la pintura por la fotografía en la tradición de los “retratos regios” podría interpretarse como un signo de “plebeyismo” en la Casa Real de España. Sin embargo, para el díptico, la reconocida y multipremiada fotógrafa se inspiró en los grandes retratistas españoles como Francisco de Goya y, en especial, Diego Velázquez, autor de Las meninas y retratista, entre otros, de Felipe IV, la reina Mariana de Austria y la reina Isabel de Borbón, antecesora en el trono del actual rey (el artista supo captar la pompa real con la sensación de cercanía). Gracias a sus majestuosas fotos, de 223,52 x 170,18 cm cada una, Leibovitz se volvió trending topic en redes sociales.
En 2013, el entonces príncipe y Letizia le habían entregado a Leibovitz, que fue pareja de la escritora Susan Sontag (autora de Sobre la fotografía), el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades; en aquella ceremonia, Felipe VI dijo que era una fotógrafa “universal” y una de las personas “que con más intensidad y con más sentido estético ha desarrollado su obra”. Leibovitz les devuelve ahora sus imágenes tomadas con un ángulo bajo y horizonte inclinado, que agrega dramatismo y realce a la escena. Los retratos se hicieron el 7 de febrero, en el salón Gasparini del Palacio Real, construido durante el reinado de Carlos III.
En pose natural, con uniforme de gran etiqueta y varias condecoraciones, el retrato de Felipe incluye un espejo, "símbolo de la verdad"
El rey Felipe VI, de pie y con una pose natural, viste el uniforme de gran etiqueta del Ejército de Tierra, de color azul marino, y sobre la guerrera luce el fajín de seda de color rojo de Capitán General y varias condecoraciones; cruzada sobre el pecho, la banda de la Gran Cruz de la Orden de Carlos III. En el retrato aparecen elementos del retrato clásico, según explicó a la prensa la historiadora del arte española Yolanda Romero, curadora de la muestra La tiranía de Cronos, en que la se exhiben las fotos hasta el 29 de marzo de 2025. “El espejo, que es un símbolo de la realidad y la verdad; la mesa [en la que el rey apoya una mano], una lámpara de araña, el reloj, una puerta abierta con cortinajes”, detalló Romero. El espejo del salón se abisma en la imagen; a diferencia de lo que pasa en Las meninas, no se perciben rastros de Leibovitz.
En el de la reina, con más luz natural que el del rey, Letizia aparece “despojada de la diadema real y la banda de Carlos III”, dijo la curadora, e indicó que lleva puesto un vestido negro y una capa de gala en seda rojiza, de los años sesenta, ambos del diseñador español Cristóbal Balenciaga, cedidos por la Fundación Antoni de Montpalau. También luce un collar de chatones -que el rey Alfonso XIII le había regalado a su esposa Victoria Eugenia de Battermberg-, aros de brillantes y un anillo en el dedo índice, de la casa Coreterno, que lleva inscritas las palabras “Amor che tutto move” (”El amor todo lo mueve”), frase inspirada -no textual- en el último verso de La Divina Comedia, de Dante Alighieri: “L’amor che move il sole e l’altre stelle” (”El amor que mueve el sol y las demás estrellas”).
“Annie Leibovitz trabajó con plena libertad”, afirmó Reyes, y contó que la fotógrafa decidió “romper el protocolo” y despojar a la reina de la diadema. Letizia siguió las indicaciones de Leibovitz hasta lograr la impactante pose y el rey llevó tres clases de prendas: “El uniforme, el chaqué y un frac”, dijo [quedó el uniforme]. “Leibovitz es muy meticulosa, hizo muchas pruebas y ha elegido hasta los marcos”, agregó la curadora.
Impactante, Letizia, con un vestido negro y una capa roja de Balenciaga
“Son obras muy pictóricas, envolventes, realizadas en tela, impresas en Estados Unidos y de edición única”, explicó Romero, que consideró que la fotógrafa había sabido recoger la tradición de los “retratos regios” y renovarla.
El díptico, que parte de una misma escena (el sillón a la derecha en la foto de Felipe VI “continúa” a la izquierda en la de Letizia), constituye el primer conjunto de retratos para el que se ha utilizado la fotografía. La colección del Banco de España refleja la historia de la Casa Real de España desde 1782, por iniciativa del rey Carlos III, cuando nació como el Banco de San Carlos.
Estos retratos, que estarán en la sala del Consejo del Banco de España, se incorporan a la colección junto a los de Carlos III realizado por Goya; el de Carlos IV de Mariano Salvador Maella; el Isabel II, de Federico de Madrazo, el de Alfonso XIII, pintado por José Villegas y Cordero o más reciente, el de los reyes Juan Carlos I y Sofía realizado por Carmen Laffón.
Los retratos de Leibovitz se hicieron con motivo del décimo aniversario del reinado de Felipe VI, a lo que se añaden los veinte años de matrimonio con Letizia Ortiz.
No es la primera vez que Leibovitz retrata a reyes. En dos ocasiones fotografió a la reina Isabel II: en 2007, en el Palacio de Buckingham, donde mostró la pompa y el boato de la corte, y en 2016 en el castillo de Windsor con sus nietos y bisnietos, su marido, la princesa Ana y sus perros corgis. También retrató a Richard Nixon al abandonar la Casa Blanca, a la familia Obama, a Hillary Clinton y al expresidente de la Unión Soviética Mijaíl Gorbachov.
En 2003, los reyes de España (entonces Juan Carlos I y Sofía) encargaron al grupo Mondongo retratos suyos y del entonces joven príncipe. Los artistas argentinos usaron, irónicamente, vidrios pintados (“espejitos de colores”) y también se inspiraron en Velázquez. “Escogimos el vidrio porque tiene que ver con el reflejo -dijeron-. En Las Meninas, de Velázquez, los reyes están reflejados. Además, los reyes funcionan como espejo en el cual se quiere reflejar el pueblo español”.


&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&

Groseros agravios y falsas imputaciones a un muerto ilustre
Juan Antonio Portesi


La política argentina se convirtió en una cloaca desde la cual se escuchan, ven y leen groseros agravios. La violencia verbal desatada nos retrotrae a los peores años de la vida argentina, cuando luego de las palabras vinieron las muertes, las bombas, la metralla, los secuestros, los atentados, asaltos a los cuarteles y una represión canallesca por parte del Estado, primero por parte de una organización paraestatal, la AAA (gobierno peronista de 1974/76)y luego de la dictadura militar, llamada “Proceso de Reorganización Nacional” (desde 1976 en adelante), con miles de desaparecidos y muertos.
Ahora tenemos a los trolls, desde donde se ataca con violencia y, la enorme mayoría de las veces, sin tener razón. Falta la valentía de dar la cara y exponerse a la discusión, ya que no aceptan el diálogo.
Pero eso no es lo más grave, no. Lo injustificable es tener a un presidente de la república que ha hecho del insulto y el agravio su arma preferida, violando el juramento de cumplir y hacer cumplir la Constitución nacional, cuyo Preámbulo establece que se sancionó “...con el objeto de constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior...”, entre otros objetivos. Obvio resulta que el Presidente no cumple con este cometido.
Su crítica brutal a determinadas líneas políticas no ayuda a la paz social ni a compartir esfuerzos en busca de un mejor presente y futuro para una sociedad repleta de problemas y carencias.
Ha elegido especialmente intentar destrozar a la UCR con groseros agravios a la memoria de Hipólito Yrigoyen y particularmente a Raúl Alfonsín, intentando cooptar a algunos que militan en sus filas pero que no tienen la convicción necesaria para defender la esencia de uno de los escasos grandes partidos políticos del mundo, que, constituido en el siglo XIX, se encuentra en constante actualización y que brindó al país ciudadanos ejemplares para presidirlo en cinco mandatos.
El contenido social-liberal-democrático del radicalismo molesta a todos quienes desde su fundación optaron por otras vías y otras ideas, ya sean los nacionalistas de tinte fascista del golpe de Estado de 1930, el fraude brutal hasta 1943. Distinto fue el golpe del GOU de 1943, cuyos ejecutores intentaron, y en alguna medida lograron, apropiarse de las banderas radicales, sumando radicales de la Junta Renovadora a un gobierno que terminó siendo una dictadura.
Luego otra dictadura, la corporativa de Onganía, antirradical por donde se la mire, y los PJK y sus intentos de seducción –a veces exitosos– de dirigentes radicales, hasta llegar al señor Milei, quien aborrece a esta expresión de libertad, y en particular a sus grandes líderes, con acciones y decires propios de un análisis más que político vinculado a una disciplina de la medicina. Dos expresiones entre las muchas efectuadas desde el poder nos llevan a advertir la magnitud de las falsedades con pretensión de agravio, aunque agravia quien puede y no quien quiere.
La primera tiene que ver con la descalificación que se intentó respecto de Hipólito Yrigoyen diciendo en 2024 que hacía un siglo se inició la decadencia argentina, justamente en 1924, cuando presidía la república Marcelo Torcuato de Alvear, cuyo sexenio marcó los mejores años de la historia argentina, como lo atestiguan todos los indicadores a los que se quiera referir y consultar. Es verdad histórica.
Pero la inquina con Yrigoyen choca con una opinión diametralmente opuesta, que fue la del cura Brochero, quien luego de una larga entrevista con don Hipólito, al salir manifestó que había hablado con un santo. El segundo ataque sin sentido fue a Raúl Alfonsín, acusándolo de todos los pecados posibles, y en especial de haber sido golpista contra De la Rúa.
Pero esa falsa opinión no se compadece para nada con la del propio De la Rúa, quien al referirse a don Raúl al ocurrir su deceso dijo que era su amigo, luchador con valores republicanos, democráticos, éticos que bregó por el respeto, por la paz, la solidaridad y la unión nacional, destacando sus luchas juntos (reportaje de Rodolfo Barili en Telefé). Es impensable que, si hubiera existido la conjura a la que se alude desde el resentimiento, hubiera sido posible que pronunciara esas palabras.
Es útil, cuando se producen afrentas a la memoria de un grande, conocer la opinión de figuras destacadas e indiscutidas de la vida institucional de las naciones democráticas, y así puedo referirme a la opinión de diversas personalidades. Luis Alberto Romero, por ejemplo, y su exposición en Raúl Alfonsín visto por sus contemporáneos, tomo III (compilación de mi autoría, editado por Lumiere en 2024, págs. 13 a 32, “Yrigoyen y Alfonsín: dos experiencias democráticas”).
O Julio María Sanguinetti: “...Más allá de su peripecia política, sin fisuras en su convicción democrática ni repliegues en conducta, en la perspectiva del tiempo se nos agranda, más que nunca el ejemplar humano...” (ver Retratos desde la memoria, Penguin Random, Montevideo, 2019, y Raúl Alfonsín visto por sus contemporáneos, tomo I, 2022. pág. 17).
O Joaquín Almunia, exsecretario general del PSOE: “...Su coraje y su tenacidad ante los grandes obstáculos a los que tuvo que enfrentarse, su habilidad para doblegarlos y superarlos, y su talante dialogante y humanista convirtieron a Alfonsín, y no exagero en afirmarlo, en el dirigente latinoamericano más apreciado en España por aquellos años” (op. cit., pág. 24). Su ejemplo, prosigue, debe servir de inspiración “para los actuales políticos en activo, y especialmente para las generaciones más jóvenes...” (op. cit. pág. 26).
José Sarney, a su vez, sostiene: “Raúl Alfonsín deja el testimonio de una vida ejemplar, que entra ahora para la eternidad de la historia como el patriota, el apóstol de la democracia, con la honradez de su trayectoria sin mácula, de su intransigencia con el quiebre de sus principios y valores morales. Nos deja el legado de haber elevado su voz de fuego y pasión como el abogado de la libertad. Fue el hombre que ayudó a cambiar, con Sanguinetti, su compañero en este sueño, la historia del continente, con la esperanza de la integración, idea generosa e irreversible... Raúl Alfonsín estará presente como monumento eterno de este futuro. Alfonsín luchó, como defensor fanático de esta causa, para derrumbar todas las dictaduras de América del Sur, peleando por la libertad, con su posición de ciudadano correcto, idealista, ¡luchador audaz, padre de la nueva democracia argentina, orgullo de su pueblo...! ”(Raúl Alfonsín visto por sus contemporáneos, tomo III, pág. 352).
Y James (Jimmy) Carter: “La figura de Raúl Alfonsín quizá sea alaborígenes gún día completamente comprendida. Es mi ferviente anhelo que así lo sea. No significa esto que no sea merecedor de todos los honores que se le han dispensado. Sucede que esa valoración está muchas veces influenciada por su rectitud moral, y no es debidamente dimensionada. Él marcó una bisagra no solo en la historia de su país, sino que cambió el mapa político de todo el continente. Debería para esto recordarse en dónde estaba la realidad geopolítica de América del Sur en aquellos años: la Argentina era un avispero, y de pronto apareció este abogado y se consolidó como una formidable fuerza política en base a su propio mérito, con discursos extraordinarios y una teoría de Estado Nación que claramente no había tenido (ni los tiene aún) precedentes en la historia de ese país... combinando conceptos de Platón, citando a Lincoln y enarbolando el pensamiento de Montesquieu, y todo esto lo estaba haciendo en un momento divisorio, un momento de esos que sabemos afectarán el porvenir de manera indefectible... Por eso intuyo, y en realidad puedo asegurarlo, que su propósito verdadero era la refundación de la Argentina, no haciendo acopio de poder, sino consolidando las instituciones y la carta magna de su país. Es por eso por lo que debe, o debería en realidad, ser valorado, porque fue un revolucionario, no en el sentido romántico o utópico de una revolución, sino en el sentido de las ideas. Raúl Alfonsín fue un revolucionario del pensamiento político del siglo XX, y su estatura moral e intelectual es comparable a las mas encumbradas figuras de la democracia universal, no solo del siglo XX, sino de todos los anteriores” (documentación obrante en el Centro Carter, Atlanta, Georgia).
Después de esto, cualquier intento de morder el bronce de la figura de Raúl Alfonsín será vano.

http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.