viernes, 28 de agosto de 2020

LA OPINIÓN DE PABLO SIRVÉN,


El raro arte del disimulo en Télam
PABLO SIRVÉN ESTALLÓ CONTRA ALBERTO FERNÁNDEZ Y EL PRESIDENTE LO CRUZÓ
Pablo Sirvén Foto de Télam con la que la agencia informó sobre la marcha del lunes
Mientras los principales portales informativos llamaban la atención sobre la “cláusula Parrilli”, agregada entre gallos y medianoche en el dictamen legislativo por mayoría para reformar la Justicia, como una brutal manera de amedrentar a magistrados y periodistas, la agencia oficial Télam titulaba, silbando bajito: “El proyecto de reforma judicial quedó en condiciones de ser aprobado en el Senado”.
Solo en el noveno párrafo de la crónica respectiva aludía muy al pasar, y como quien no quiere la cosa, a que “la oposición cuestionó la inclusión de la palabra ‘mediáticos’”, sin ahondar en las razones de la controversia. Sucedió algo parecido con el congelamiento de tarifas de telefonía, internet y cable, y su declaración como servicios públicos esenciales. Tampoco incluyó en sus despachos las voces disonantes en la materia. Nota aparte en cambio sí tuvo para que se explayara a gusto la diputada Fernanda Vallejos, entusiasta autora y precursora de la idea hace un par de meses. Ídem, Gustavo López, del Enacom.
El arte del disimulo en cualquier noticia poco favorable al oficialismo es una destreza de la nueva administración, que marca cierto contraste sutil con la etapa desembozadamente militante de la agencia en tiempos de Cristina presidenta, cuando el Nestornauta funcionaba a manera de logo en el cabezal del sitio.
Se intenta así complacer en parte al albertismo, que trata de tener más moderados modos que el ala ultrakirchnerista del Frente de Todos, pero que también debe impostar cierta rudeza para conformar a su principal “cliente interno” que es quien ideó la fusión entre diversos peronismos para reconquistar el poder: la vicepresidenta Cristina Kirchner.
El verano es silbar | Ideal
 Ese esmerado bordado para esconder los flancos más débiles de las acciones oficiales debajo de la alfombra vira hacia maneras más toscas cuando se trata de polémicas protagonizadas por la oposición. Ejemplo: minimizó la cobertura del 17-A, que fue peyorativa y la ilustró con una de las pancartas más agresivas (un cartel que decía “48% de imbéciles”, en alusión a los que votaron al actual gobierno). Y en cuanto pudo, la desplazó del primer plano para poner en su lugar las disculpas del jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, al personal de salud “por no haber podido evitar la marcha”, textual que abrió el portal durante varias horas.
Télam depende del secretario de Medios y Comunicación Pública, Juan Francisco Meritello, que comandaba el holding comunicacional oficialista octubre. Por momentos prueba establecer vasos comunicantes con el otro extremo de la grieta. No es raro, por eso, que se enorgullezca de la impecable cobertura de la marcha opositora que hizo esa medianoche el noticiero de la TV Pública, conducido por Daniel López, que sobrevivió a los cambios del 10 de diciembre. 
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Meritello propició que para el reciente 75º aniversario de la agencia, los saluditos en video no se limitaran a los propios, sino que también se sumaran algunos notables referentes de la oposición. Algo que no fue bien recibido por los sectores más ultras de la redacción, todavía en carne viva por el pésimo plan de achique encarado por el gobierno anterior, con 357 despidos, revertidos en gran parte por orden judicial y por un durísimo plan de lucha que eyectó a las autoridades de ese medio y a sus editores más leales hacia una redacción paralela en Tecnópolis. Aquellos que empatizaron más con la gestión anterior no la están pasando bien a partir del cambio de mandos.
Desde la anterior gestión kirchnerista, a los medios oficiales se los rotula de “públicos”, una caracterización que les queda grande ya que siguen siendo esencialmente gubernamentales. Los temas de género, lenguaje inclusivo y derechos humanos tienen lugares destacados y persistentes en la dieta diaria de noticias que ofrece. Además cuenta con el apartado “Confiar” para detectar fake news y denunciarlas.
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El arte del disimulo que ejerce Télam requiere de un ejercicio intenso de la omisión. Ejemplo: titula “Rafecas aclaró que sigue firme en su aspiración de acceder a la Procuración General de la Nación”, pero no desarrolla que el actual magistrado no quiere que se toque la mayoría de 2/3 que haría falta para elegirlo. otro caso: al dar a conocer el aumento en los combustibles, subrayó en una misma crónica en cuatro (4) ocasiones que era el primer aumento desde diciembre. Esa delicadeza para amortiguar los costados inconvenientes de las decisiones oficiales no se extiende a la principal fuerza de la oposición. “La factura de gas en hogares creció más del triple durante el macrismo”, tituló casi al mismo tiempo sin que viniera al caso.
La directora de Télam es Bernarda Llorente, que secundó a Claudio Villarruel en el manejo de la programación de Telefe hasta 2009. Desde entonces hicieron un giro en sus carreras al conducir programas radiales, con un claro sesgo político militante. Llorente agradeció hace pocos días desde su cuenta de Twitter el curso de periodismo digital que la agencia le encargó dictar a una connotada panelista de 678.
La agencia oficial esconde lo que no favorece al Gobierno y no ahorra críticas a la oposición

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