NORMA ALEANDRO....ARTISTA EN TODO

Norma Aleandro “confiesa” otra pasión artística de toda la vida: la pintura
La actriz se expresa también en grandes óleos y dibujos mínimos, que da a conocer ahora en un libro con algunos poemas
Aleandro dibuja desde chica: “Es como andar en bicicleta”
Para Norma Aleandro, pintar, dibujar y escribir son actividades que la acompañaron toda la vida. Empezó de muy chiquita y después siguió haciéndolo, eso es lo que pasa con los artistas. “En las buenas, en las malas, aquí o allá, estuviera donde estuviera. Nunca dejé de hacerlo: por placer. No lo he hecho para afuera, para mostrar”, dice con pudor la primera actriz argentina, ganadora de todo el reconocimiento al que se pueda aspirar, también como guionista y directora de teatro. Quizá por eso, el camino del arte lo emprendió sin ambición –pero con talento–. Es un secreto que ahora confiesa, como dice el título del libro que reúne versos y por primera vez dibujos y pinturas, Confieso que pinto (Fera), en preventa online, porque la presentación en la galería Rubbers y la distribución en librerías quedaron en el limbo de la pandemia. “Es un librito que ha salido pícaramente a la calle. Los pícaros se me han escapado”, se ríe Aleandro al teléfono.
“Es como andar en bicicleta. Es algo personal que me gusta hacer, pero no voy a correr carreras de bicicleta. Es una compañía agradable”, dice. Norma ha hecho grandes óleos que se apilan en los rincones de su biblioteca, pinturas mínimas en papeles arrancados de libretas, dibujos rápidos mientras habla por teléfono, bocetos arriba de aviones y minuciosas escenas creadas a lo largo de los días en su buhardilla, que es el escritorio que está en el entrepiso de su dormitorio. También, muchos “dibujitos”, como dice ella, fueron hechos para regalar a sus amigos. Así, se fue corriendo la voz hasta que una de ellas, la arquitecta Daniela Davidovich, la llevó a Fera con sus versos y los dibujos metidos en un sobre y cuando las editoras los vieron no hubo dudas de que sería un libro.
Aleandro es dueña de un puntillismo figurativo y humorístico, con el que despliega un repertorio de personajes definidos, con ángel, como se dice en el teatro. La línea se le hace difícil. “Un día lo descubrí, no me preguntes cómo. Cuando empecé a trabajar con puntos me resultó más fácil, me ayuda a ir sombreando e ir armando la expresión de la cara. Yo arranco siempre por una cara y nunca sé cómo va a terminar, si es hombre o mujer, bello o no, con o sin compañía”, cuenta. Pinta después con óleo o lápiz.
Los viajes son una gran inspiración, pero ahora disfruta de la cuarentena. “No me gusta nada no estar en casa, soy una gallina de corral –cuenta–. Escribir y dibujar me hace muy bien, igual que meditar: me aliviana todo. Me saca cualquier pensamiento que no sea agradable. Me deja muy tranquila”.
El libro comienza con una serie de carnosas bailarinas, sensuales y alegres, que comenzó a hacer para un regalo de cumpleaños: “Lino Patalano, que es como un hermano, había tomado el Teatro Maipo y le hice unas gorditas para que bailaran ahí. Después de eso todos me piden que les haga gorditas”. Otro gran capítulo es la vida de los artistas, sus giras, cruza de circo con teatro. “Son como en realidad es la vida, una mezcla de gente”. También hay dibujos y versos agrupados que hablan de su casa, sus gatos, Oriente y mujeres-reinas. “Todo lo que necesito cabe en mi mano, si tomo algo más se caerá”, se lee al pie de una pintura de un gato en brazos.
Pinta como escribe: en libertad. “Es lo que va saliendo en el momento. Buscamos textos para acompañar las obras, sobre todo con humor. Quería que el libro lo tuviera”, explica. Sus versos y prosas ya han sido publicados en libros como Poemas y cuentos de Atenázor (Sudamericana, 1985), Diario secreto (Emecé, 1991) y Puertos lejanos (Océano, 2000), además de los guiones teatrales por los que ha ganado premios Argentores, reunidos algunos en De rigurosa etiqueta y otras obras (Temas, 2002).
Toda su producción literaria más reciente está en la nube, es decir, se puede escuchar leída por ella misma en el ciclo Norma en la nube, que comparte la señal Films&arts en forma de podcast en distintas plataformas.

 Son cuentos inéditos que lee desde su jardín, su biblioteca o su sillón, mientras acaricia a sus gatos y al perro, y muestra algunas de sus pinturas. “Fue por casualidad. Estaba leyéndoles un cuento a mi marido y a mi nieto Iván, que estaba de visita, y él me dijo que hiciera algo con esos papelitos que pierdo o tiro. Me dijo que hiciera un podcast y lo subiera a una nube, porque ¡yo siempre ando en las nubes!”, dice entre risas

. Con el nieto y un amigo grabó cien, y se ven o escuchan en Spotify, Google Podcasts, Apple Podcasts y Youtube.

M. P. Z.