Cómo funciona la oferta en el mercado
Juan Carlos de Pablo
Si se obliga a poner un precio muy bajo a un bien, entonces el productor fabricará menos, explica De Pablo.
FRANCESCO VITO
Economista 1902–1968
Economista 1902–1968
Nacido en Italia, estudió en la Universidad de Nápoles y en la Católica del Sacro Cuore de Milán. Presidió la Federación Internacional de Universidades Católicas. Escribió el libro Economía política
¿ Qué les parece que el Estado fije en $10 el precio máximo para los autos de alta gama?, les pregunto a los alumnos. Silencio total. Entonces, los pincho diciéndoles que de esta forma todos los seres humanos podrían acceder a un bien apetecible. “Así es”, se animan a decir algunos. Pero hay un problema, y es que nadie estaría dispuesto a fabricar y vender dichos autos a ese precio. Esta es la versión económica de aquello de que “se necesitan dos para bailar el tango”. En la actualidad, la porción del análisis de la oferta más relevante es la que se pregunta por los cambios que cabe esperar a corto y a largo plazo, y frente a modificaciones transitorias y permanentes de la demanda.
Al respecto conversé con el italiano Francesco Vito (1902 – 1968), graduado en la universidad de Nápoles y en la Católica del Sacro Cuore de Milán. Al terminar sus estudios en el exterior, enseñó en esta última durante el resto de su vida, ocupando el rectorado a partir de 1959. Presidió la Federación Internacional de Universidades Católicas y fue consultor de la Comisión Pontificia para la preparación del Concilio Vaticano II. Su Economía
Política era utilizado por Francisco Emilio Valsecchi, en el curso de microeconomía que dictaba en la UCA, a comienzos de la década de 1960.
–Según Hernán Pablo Llosas, usted es uno de los líderes del pensamiento económico italiano del siglo XX. ¿Por qué?
–Hernán, siempre tan generoso. Dediqué mi vida académica a la búsqueda de un sistema económico que estuviese libre de los defectos que para mí tienen tanto el capitalismo, como una distribución del ingreso que considero no equitativa, como el comunismo, como la falta de libertad y de respeto por la persona.
–Dentro de lo cual buscó adecuar aspectos del análisis económico anglosajón.
–Así es. Los economistas anglosajones no se ocuparon mucho de los mercados monopólicos y oligopólicos, probablemente porque los mismos no eran muy importantes en sus respectivos países. En Europa en general, y en Italia en particular, los mercados internos son pequeños. En consecuencia, las situaciones monopólicas son una realidad insoslayable. Encontré que la proporción de monopolios no atribuibles a la intervención estatal, había aumentado considerablemente en las primeras décadas del siglo XX. Para solucionar el desafío propuse crear “corporaciones”, organismos oficiales dedicados a controlar que los privilegios que gozaban los carteles y otras asociaciones de empresas, redundaran en beneficio de consumidores y asalariados. Antes de ser aplicado hoy, todo esto debería ser actualizado.
–El coronavirus genera cambios en la demanda de bienes. ¿Qué respuesta cabe esperar del lado de la oferta?
–En un gráfico en cuyo eje horizontal se miden las cantidades fabricadas y vendidas, y en el vertical los precios, la curva de oferta tiene pendiente positiva. Lo cual implica que solo existirá mayor disponibilidad de un bien si aumenta su precio. Pero la economía no es geometría, usa la geometría para entender cómo se modifican las decisiones humanas frente a los desafíos.
–Explíquese.
–Primero le explico cómo surge la curva de oferta, en un contexto competitivo. En un barrio existen tres pizzerías. A los dueños de cada una de ellas les pregunto lo mismo: ¿cuántas pizzas vendería usted hoy, a determinado precio? Sumo las tres respuestas y obtengo un punto de la curva. Luego modifico el precio, vuelvo a preguntar y repito el procedimiento; uniendo los puntos obtengo la curva.
–¿Por qué se requiere un precio mayor para que aumente la cantidad ofrecida?
–Vuelva a leer mi respuesta anterior. Repare en el hecho de que dije “hoy”. Esto es lo que en economía se denomina el plazo corto o inmediato. Las curvas de oferta tienen pendiente positiva, principalmente porque solo los mayores precios posibilitarán incorporar a la oferta a los productores que operan con maquinaria más antigua, están ubicados más lejos de los centros de consumo, etcétera. En economía se define el largo plazo como aquel período en el cual los productores que tienen mayores costos copian lo que hacen los más eficientes, incorporando equipos nuevos, cambiando algunas fuentes de aprovisionamiento.
–Esto se realiza a través de las inversiones.
–Efectivamente. El cambio tecnológico no cae del cielo, como el Maná, sino que aparece incorporado en la maquinaria más moderna, en el entrenamiento del personal, etcétera, todo lo cual requiere inversiones. Al respecto nunca está de más remarcar que el de inversión es un acto instrumental: nadie fabrica helados porque le gusta comerlos o para regalárselos a los consumidores; sino porque piensa que, si todo sale como lo imaginó, podrá usufructuar los frutos del esfuerzo y los riesgos asumidos.
–La respuesta de la oferta también depende de si el cambio de la demanda es considerado transitorio o permanente.
–La maquinaria nunca es totalmente específica. Claro que con una fábrica de bombas atómicas difícilmente se puedan fabricar barbijos; pero, de repente, con una fábrica de pantalones se puede. Cosa que está ocurriendo, aunque la transformación implique incurrir en mayores costos, porque hay que utilizar maquinaria inventada para otra cosa, entrenar personal, etcétera. Lo que no cabe esperar es que un fabricante de pantalones instale máquinas diseñadas para fabricar barbijos.
–¿Por qué no, si la demanda aumentó fuertemente?
–Porque se trata de un aumento transitorio de la demanda. Algún día desaparecerá el maldito coronavirus, o se inventará la vacuna que lo neutralice, y desde entonces la demanda de barbijos volverá a la normalidad.
–Parecería que la distinción entre transitorio y permanente es muy importante.
–Lo es. Ningún vendedor de flores encarga la misma cantidad que vendió para el Día de la Madre para entregar una semana después; ningún hotelero de Manhattan sueña con cobrar durante la segunda quincena de enero de cualquier año lo que puede cobrar en la noche que va del 31 de diciembre de un año al 1 de enero del siguiente.
–Con las decisiones públicas, ¿debería ocurrir lo mismo?
–Sí, pero con frecuencia en la práctica esto se olvida. ¿Cuántos siglos hace que se habla de guardar en los años de vacas gordas para no tener que sufrir tanto en los años de vacas flacas? Cuando no se ahorra en las buenas, las crisis pegan de manera plena, porque no hay cómo amortiguar los impactos sobre la base de fondos previamente acumulados. Ustedes se acuerdan de esto cuando tienen que renegociar la deuda, pero criticaban por insensibles a quienes alertaban sobre las implicancias de gastar la totalidad de los ingresos públicos, aun los derivados de precios internacionales extraordinarios, de vuestros productos de exportación.
–Don Francesco, muchas gracias.
“¿Cuántos siglos hace que se habla de guardar en los años de vacas gordas, para no tener que sufrir tanto en los años de vacas flacas?”
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