El debate inolvidable. Cigarrillos, furcios y “las nubes de Úbeda”
El primero televisado: Dante Caputo y Vicente Saadi, por el conflicto del Beagle
Jorge Martínez CarricartEl canciller Dante Caputo y el senador Vicente Leónidas Saadi, en el estudio D de Canal 13
El primer debate televisado de la historia argentina tiene fecha cierta: jueves 15 de noviembre de 1984. Fue transmitido por dos canales al mismo tiempo. En la pantalla de Canal 13, el generador de las imágenes, comenzó luego de Buenas Noches Argentina. Al final del noticiero, mientras pasaban los créditos, una voz en off anunció: “Quédese en El Trece para ver: ‘Debate canciller Caputo - senador Saadi”. A las 21, finalmente, el programa abrió con un primer plano del periodista Bernardo Neustadt, moderador del encuentro, en el estudio D del canal de Constitución. También tomó las imágenes ATC (hoy Televisión Pública).
“Hay silencio en el estudio, pero también hay nervios”, fueron sus primeras palabras. Describió el evento como “un episodio inédito e histórico”. Y fundamentó: “Nunca en la Argentina un hombre del poder, como el canciller Caputo, y un hombre del otro poder, como el presidente del bloque de senadores del justicialismo, la oposición, han decidido aceptar la idea esta, democrática pero limpia, de poder colocar y chocar sus ideas. Además, qué curioso, hoy 15 de noviembre de 1984 es el Día del Aire Libre… es como poder respirar, que los que no piensen igual se encuentren para mirarse, gritar, soñar, discutir”, dijo.
Antes de dar comienzo al debate, Neustadt reveló las reglas de juego. Primero aclaró que su función como moderador estaba limitada a ordenar los tiempos de las exposiciones. Y mostró a cámara un viejo cronómetro mecánico, con agujas. Contó que, de acuerdo con lo pactado previamente, los dos expositores habían llegado al estudio acompañados por sus asesores. “Diez cada uno”, dijo. Y aclaró que ninguno de ellos entraría en cámara. Al canciller lo acompañaban el diputado César Jaroslavsky, el publicista David Ratto, el vocero presidencial José Ignacio López y una diplomática de carrera, Susana Ruiz Cerutti.
Los tiempos fijados para el debate fueron muy distintos a los que se proponen hoy. Menos histéricos. Neustadt anunció que, en su primera intervención, cada uno de los disertantes tendría 20 minutos para exponer sus ideas. No podrían ser interrumpidos. Luego comenzaría una etapa más ágil, de “preguntas, repreguntas y reflexiones”, donde las exposiciones no podrían superar los 3 minutos. Y, al final, ambos contarían con 15 minutos para cerrar sus conceptos.
La escenografía fue pobre: dos escritorios enfrentados, con un cenicero y un vaso de agua cada uno, y dos pizarrones.
Un poco de contexto
El debate se realizó 10 días antes del plebiscito nacional “no obligatorio ni vinculante” del 25 de noviembre, que buscó revelar el parecer de los argentinos respecto de aceptar o rechazar el Tratado de Paz y Amistad firmado con Chile para resolver el conflicto del Beagle.
El acuerdo fue promovido desde la Santa Sede, tras la mediación del papa Juan Pablo II, que intervino para evitar lo que parecía inminente: la guerra entre la Argentina y Chile. En junio de 1984, tras un sinfín de idas y venidas, ambos países aceptaron en un principio la propuesta, pero el gobierno argentino quiso ratificarla a través de una consulta popular.
Dante Caputo promovía el voto por el “sí”, que apoyaba el acuerdo, mientras que Vicente Leónidas Saadi decía que su aprobación implicaba una entrega del territorio nacional. Había tres islas –entonces desiertas– en discusión: Picton, Lennox y Nueva. El caudillo catamarqueño advertía, también, qué implicaría esta resolución sobre el reclamo argentino en la Antártida. Promovía votar “no” o la abstención.
Saadi era un verdadero caudillo con asombrosa capacidad para construir y mantener el poder en su provincia, pero limitado en la oratoria y en la retórica. Durante 20 minutos leyó sus argumentos, sin detenerse ni siquiera para mirar a cámara. Dijo que el plebiscito era una trampa, anticipó que el resultado sería un fraude y acusó a Caputo de “traición a la patria”.
Dante Caputo no leyó. Le habló al televidente, mirando a cámara. Refutó la idea que desarrolló Saadi sobre “lo difícil que hubiese sido firmar un convenio con el gobierno de Pinochet” y le recordó que entre 1973 y 1976, durante el gobierno peronista, la Cancillería había firmado 6 convenios con Pinochet. Empleó solo 12 minutos.
En el segundo bloque llegaron las expresiones que harían historia. El canciller encendió un cigarrillo y desplegó tres cartulinas con mapas de la zona en conflicto. Defendió el principio
“bioceánico” por el que Chile no se puede proyectar sobre el Atlántico. Saadi lo interrumpió a los gritos, reclamando una respuesta a una pregunta que nunca había hecho, y comenzó a golpear la mesa.
Saadi: –Yo quiero que me conteste (...) Se va por las nubes de Úbeda.
Caputo: –Yo navego por las nubes cuando vuelo en avión… El canciller aprovechó el momento para mostrar su fina ironía: “Bueno, realmente, yo no tengo mejor abogado para la posición de Cancillería que el senador Saadi”, dijo.
Saadi: –¡Todo eso es pura cháchara!
El programa terminó a las 23.15.
Por ¿las nubes? de Úbeda
La palabra “cháchara”, poco común, fue bien utilizada por Saadi. Resiste las tres acepciones de la Real Academia Española: “Conversación frívola”, “Abundancia de palabras inútiles” y “Baratijas, cachivaches”. Fue Mario Sapag, el humorista de moda, destacado imitador, que en su posterior imitación de Saadi patentó el recordado “¡Basta de cháchara!”.
Lo que realmente descolocó a los lingüistas fue cuando Saadi acusó a Caputo de irse “por las nubes de Úbeda”. Evidentemente, Saadi quiso decir que Caputo evadía el foco del debate. Pero ¿de dónde sacó el dicho? El único origen posible es una expresión popular española, “irse por los cerros de Úbeda”, que refiere a una serie de situaciones en las que una persona divaga o se aleja significativamente del tema de la conversación que se está manteniendo.
Esta frase tiene su origen en el siglo XIII, en la localidad de Úbeda, provincia de Jaén, cuando estaba siendo reconquistada por los cristianos. Durante la batalla, un capitán llamado Álvar Fáñez desapareció y fue dado por muerto. Sin embargo, días después, reapareció sano y salvo. El rey Fernando III le preguntó dónde había estado, a lo que el militar señaló el horizonte y reveló: “Me perdí por aquellos cerros”. Su respuesta se volvió muy popular en la corte y, deformada a “irse por los cerros de Úbeda”, se usó para referir a actos de cobardía. Luego obtuvo el significado actual, el que quiso emplear Saadi, que se utiliza cuando alguien desvía una conversación.
El 25 de noviembre de 1984, la consulta popular arrojó un resultado contundente. El voto por el “sí”, el apoyo al Tratado de Paz y Amistad promovido por el gobierno de Raúl Alfonsín (que tuvo el apoyo de peronistas “díscolos”, como el gobernador Carlos Menem), cosechó el 82,6% de los votos. Mientras que el “no”, que refutaba el acuerdo, apenas alcanzó el 17,4%. La abstención no fue significativa.
En Catamarca, la postura defendida por Saadi sedujo apenas al 4,94%
http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA
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