lunes, 2 de octubre de 2023

Tema de conversación


Tema de conversación
Pantallas. El encuentro entre el streamer con el crack de fútbol en su casa de Miami abrió interrogantes acerca de cómo el formato clásico de entrevistas adopta nuevos códigos en el ecosistema digital
 Franco Varise | Ilustración Pablo Lobato

Migue Granados, Messi y las polémicas concesiones que hace el streaming.
Migue habló con Messi. Humor, frescura, complicidad, cercanía, pantaloncitos cortos, la amplia sala del hogar del crack en Miami. Impecable. Todo “fue hermoooso”, “heeermoso, eh”, “qué hermosooo”, según las variantes adjetivadas que Migue despedía a mansalva al aire mientras Messi lo observaba con su cara de Messi. Había legítima emoción en el conductor, ¿quién podría juzgarlo?
Hasta que las terminales eléctricas del streaming se cruzaron en un confuso episodio. La entrevista o, mejor dicho, el diálogo con el deportista e ídolo más grande del mundo no solo estaba siendo transmitida por Olga, su canal de streaming en Youtube, sino también por la tubería de Nico Occhiato, Luzu TV, en la misma plataforma digital. O sea: la competencia decidió retransmitir al mismo tiempo la conversación de Migue con Messi sin mediar ningún cosquilleo de tipo ético. Algo así como si un canal de televisión de aire decidiera cortar su programación habitual para emitir simultáneamente lo que está pasando otra emisora. En el ámbito de los medios de comunicación tradicionales, sobre todo la televisión, sería impensado, dado que seguramente derivaría en una acción judicial.
La diferencias entre streaming y la televisión tradicional marcan el pulso de los consumos audiovisuales de la época. La batalla no es sólo por captar a la audiencia, sobre todo la más joven, sino también por sus rasgos culturales: en un rincón están los jóvenes -y no tanto- streamers, ingeniosos y empáticos y, en el otro rincón, los “rancios” conductores de TV que incomodan a los entrevistados, interrumpen, tienen malhumor y usan corbata. Ese sería un entorno imaginario en el que se dirime esta lucha que tiene protagonistas apologéticos y detractores de ambos lados.
En la superficie del ambiente de las plataformas, el nuevo paraíso del emprendedorismo periodístico, flota el espíritu de una comunidad donde ese tipo de actitudes, tal como retransmitir un contenido ajeno sin pedir permiso, no debería enojar a nadie. Al contrario, la acción es interpretada positivamente como una amplificación del mensaje original o de la copia original, según fuera el caso. Una combinación de tolerancia entre iguales y, sobre todo, la búsqueda de una viralización pirómana, quintaesencia del medio digital. Todo lo que potencie la figura del entrepeneur debe festejarse, no importa cómo: el Messi de Olga tuvo 308.183 usuarios viéndolo; el de Luzu TV (que era el mismo Messi, cabe aclarar), más de 58.175 espectadores.
Sin embargo, existe una competencia salvaje debajo de esa superficie buenista del streaming. Y a veces emerge sutilmente: “Podrían haber cerrado el opi y respetar que ese día era una fiesta nuestra -opinó Migue sobre el curioso episodio con Luzu TV-. Pero no está mal, ellos hablaron y dijeron que era la mejor entrevista que habían visto a Lío. En la tele eso no pasa, cuando pasa algo picante en otro canal hay programas que ni salen al aire”. Y agregó: “A mí me gustó que reaccionen, pero para algunos de mis compañeros no fue ético. Ellos son los número uno, ¿iban a hacer oídos sordos a lo que estaba pasando en otro programa, que iba a ser una bomba total? No, se sumaron a la joda. La Pergolinearon”.
En las redes sociales los seguidores del streaming aplaudieron la estrategia de Luzu TV, antes que condenar el hecho de que terminaran colgándose del contenido de otro. “Demuestra que esta industria es totalmente diferente al quilombo de la televisión”, dijo Migue inmediatamente después de transmitir la charla con Messi. Deslizó algunas críticas leves, es cierto, pero mantuvo los códigos del ecosistema mediatizado del streaming al que aprendió a entender y leer muy bien.
Miguel Granados no es un producto artesanal de los medios. Al contrario, como hijo del comediante Pablo Granados conoce perfectamente los mecanismos típicos del lenguaje tanto televisivo como radial. Estuvo en Peligro: sin codificar, Últimos cartuchos, Resacados YESPN Redes. Migue es un tremendo suceso digital. Tiene 37 años y es padre de una niña de cuatro meses, aunque es de suponer que el rango de edad de su audiencia promedia los 25 años. En sus últimos movimientos saltó de su podcast, La Cruda, en Spotify, a fundar en junio pasado, Olga, su canal de streaming en Youtube que cuenta con estudios propios y notables recursos.
Lo de Migue con Messi podría encuadrarse dentro del esquema de entrevistas no periodísticas que en el streaming protagonizan el fenómeno más notable de los últimos tiempos. Aclaración: la definición “no periodísticas” no es una ironía peyorativa. Sucede que en los medios digitales, suele aclararse como un valor agregado que ahí no hay periodismo ni periodistas, sino una suerte de entretenimiento informativo. En esas conversaciones largas, a manera de entrevistas clásicas, los invitados pueden explayarse sin que aparezca el factor de incomodidad que define al periodismo. No van a encontrarse allí con el temido “¿por qué?” al final de una frase ni tendrán que rebatir o explicar situaciones o datos frente a un interlocutor que los mira serio. En el streaming interesa la deriva y no el título.
El español Ibai Llanos, con una audiencia digital gigantesca, ya dio muchas lecciones de cómo funciona el asunto: hay que elogiar de manera abundante al huésped, ponerlo en un pedestal, dejarlo hablar de lo que quiera y, tal vez, en esa dinámica, al tipo se le termina cayendo alguna cuestión para un meme. Fin del asunto. Todos contentos. Ante esta nueva oferta de Ibais, empieza a ocurrir que las figuras consagradas del deporte, el espectáculo y la política prefieren refugiarse en el cifrado del streaming. Además, hay que decirlo, la televisión actual está muy lejos de un evento al estilo Frost/nixon, con lo cual el ambiente digital suele sacar bastante ventaja de las pretensiones periodísticas.
Corren tiempos de segmentación algorítmica donde ya no importa la edad de la audiencia sino sus preferencias sociales, de consumo e ideológicas. Y la mejor fórmula de entrar en esos círculos, atravesarlos con una narrativa que incida, sería no molestar mucho a nadie.
El formato trasciende el mero entretenimiento como el caso de Migue y Messi. Hay productos digitales, youtubers y streamers con enormes volúmenes de audiencia que apuntan al perfil de persona que antes se sentaba a ver entrevistas políticas o de interés general frente al televisor un domingo a la noche. Uno de ellos es Tomás Rebord, del Método Rebord, un programa que se emite a través de Youtube. Por allí pasaron altas personalidades de la política y otras escenas públicas. “La realidad es que lo que hago cuando alguien viene al Método es invitarlo a charlar, como si estuviera en mi casa. Para mí entrevistar no es un arte sagrado, es algo que puede hacer cualquiera”, explicó Rebord a la revista Rolling Stone.
El streaming presenta una perspectiva de expansión muy generosa para quién entienda su nomenclatura. No es para todos. Porque también hay que hacer concesiones poco sagradas. Por ejemplo, Migue Granados comentó que la charla con Messi se realizó bajo la condición de que el ídolo máximo tuviera la posibilidad de editar, sacar y cortar lo que no le gustara antes de su transmisión. Hubo tenues retoques, según aclaró Migue. Como corolario, el streaming no es la tierra santa que prometían
“Demuestra que esta industria es totalmente diferente al quilombo de la televisión”
“A mí me gustó que reaccionen, pero para algunos de mis compañeros no fue ético”

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