¿Qué puede hacer realmente la IA por nosotros? Quizá, salvarnos la vida
Un clásico: el malo de la película al final regresa para salvar a la humanidad; Schwarzenegger como el siempre emblemático Terminator, en 1984
Una encuesta reciente de Reuters/Ipsos muestra que el 61% de los estadounidenses cree que las redes neuronales son una amenaza para el futuro de la humanidad; aquí, algunos datos de los que se habla poco, pero que podrían demostrar que la situación es exactamente la opuesta
Ariel Torres
Los capitanes de la industria tecno acaban de reunirse en Washington para analizar con la política la manera de regular la inteligencia artificial. Léase Sam Altman (cofundador de OpenAI y la estrella del momento, por ChatGPT), Bill Gates (cofundador de Microsoft, que es su vez la mayor inversora de OpenAI), Elon Musk (fundador de X.ai), Satya Nadella (CEO de Microsoft), Sundar Pichai (CEO de Google) y Mark Zuckerberg (fundador de Facebook, ahora llamada Meta). Está bien, se entiende, antes de que los regulen fueron a autorregularse. Se reunieron con los legisladores a puertas cerradas. De manual
En el sentido de las agujas del reloj, Sam Altman, Bill Gates, Elon Musk, Sundar Pichai, Mark Zuckerberg y Satya Nadella
El asunto es sumamente intrincado, porque, dada la velocidad a la que funcionan las computadoras, ni siquiera las compañías que gestionan los modelos masivos de lenguaje (GPT, por ejemplo) saben en tiempo real el detalle fino de lo que ocurre en el interior de esas enormes redes neuronales. Podrían saberlo después, al analizar paso por paso todo lo que ocurrió en una mente sintética; uso la palabra mente en un sentido muy laxo. Pero se supone que regular es algo que no actúa a posteriori.
En todo caso, la presencia de todo ese poderío en Washington fue de lo más significativa y alimenta las teorías conspirativas en torno de la IA. En realidad, el asunto tiene tantas aristas que la palabra regulación, tal como la entendimos hasta ahora, suena delirante. Pero ya llegará el momento de ver qué hace la dirigencia con algo que, como la encriptación, escapa a su comprensión. (Anticipo a mediano y largo plazo: va a pasar con la IA lo mismo que ocurrió antes con el libro, las computadoras personales e Internet, entre muchas otras tecnologías. Es decir, primero las demonizamos y de pronto nos damos cuenta de que nos están salvando la vida. En el caso de la IA, literalmente.)
Para hacer un contrapunto con toda esta paranoia respecto de la inteligencia artificial –sobre todo la generativa, pero no solo la generativa–, me gustaría echar un poco de luz sobre el empuje fenomenal que estas tecnologías están dándole a la civilización ahí donde la civilización más lo necesita.
Empezaré por una pregunta que me parece fundamental: ¿por qué se gastaron miles de millones de dólares, sin costar el enorme costo humano de entrenar los modelos masivos de lenguaje, y se produjeron 50 toneladas de dióxido de carbono para conseguir algo que un recién nacido logra en dos años sin contaminar y a un costo infinitamente menor? Porque así funcionan las ciencias. La inteligencia artificial generativa es una prueba de concepto.
El desafío era este: ¿podíamos enseñarles a las redes neuronales a hablar? Eran capaces de hacer lindos dibujitos, música aburrida, jugar al ajedrez o al fútbol y leer patentes de autos. ¿Pero eran capaces de hablar? OpenAI demostró que sí y fue una divisoria de aguas, porque el lenguaje nos define como especie. Todos los seres vivos se comunican, pero solo el animal humano ascendió a la capacidad simbólica de la doble articulación del lenguaje. Y eso cambió todo. Las ecuaciones de la Relatividad General no son sino una forma de lenguaje humano. Así que, como pasó muchísimas veces antes, desde el electromagnetismo hasta el iPhone, primero creamos o descubrirnos algo y después vemos para qué sirve.
No, definitivamente el aporte principal de la IA no va a ser crear imágenes simpáticas o ayudarlo a tu hijo en la tarea de la escuela. Lo que me lleva a la siguiente conclusión: es muy temprano para saber todo lo que va a cambiar la IA. No lo sabemos. Reitero, no lo sabemos. Por eso hay este enjambre de gurús anticipando posibles usos de la IA. Porque no lo sabemos. Eso causa ansiedad y en esa ansiedad aparece el que suena a superado y te cuenta el futuro. Nunca jamás aciertan, pero ese es otro asunto.
Lo mejor es dejar los prejuicios de lado, comprender cómo funcionan en realidad estas tecnologías y cortar con la paranoia. Hay cosas buenas y hay cosas muy censurables; hay oportunidades y hay riesgos. Pasa siempre, desde que un homínido consiguió dominar el fuego, hace un millón de años. Si alguien quiere renegar de nuestro lado prometeico, adelante, suerte con eso. Lo que en general funciona mejor es el conocimiento. Es de lo que hay menos entre los que deciden, lamentablemente.
El acelerador del método científico
Con todo y lo dicho hasta aquí, la IA está haciendo en este momento aportes enormes en un gran cantidad de campos. Es más, y como sabemos desde hace rato, estos algoritmos ya están presentes desde Google Maps hasta las recomendaciones de Netflix o Spotify. ¿Pero eso es todo? No, precisamente. Detrás de la paranoia o de los espejitos de colores, silenciosamente, estamos usando IA para asuntos que son de verdad serios. Y cada día encontramos una nueva aplicación. Fijate.
Clima
Posiblemente nuestro problema más urgente, y buena parte de la lucha pasa por tres ejes en los que la IA puede ayudar muchísimo. La detección de patrones en datos masivos, para comprender mejor la atmósfera terrestre, que es de una complejidad inabarcable. Acelerar la búsqueda de la producción de energía limpia; es el caso de la fusión, y con IA se pueden probar soluciones mucho más rápido. Y reducir nuestro consumo de energía, de nuevo, analizado patrones y volviéndonos más eficientes. (Aparte de que deberíamos dejar de derrochar irresponsablemente.) Un par de ejemplos concretos. Por un lado, la IA está aprendiendo a pronosticar huracanes con cada vez más precisión. Por otro, Google publicó estos días un artículo de cómo, en África, uno de los continentes más brutalmente golpeados por el cambio climático, la IA ayuda a las comunidades a adaptarse a la nueva y salvaje meteorología.
Pangu-Weather de Huawei Cloud, un modelo de inteligencia artificial especializado en previsiones meteorológicas globales, ya está disponible en la web del Centro Europeo de Previsiones Meteorológicas a Medio Plazo
Salud
Una red neuronal puede ensayar nuevos medicamentos a una velocidad hasta ahora inédita, pero el asunto va más allá. Como copilotos de los médicos, son capaces, por ejemplo, de analizar radiografías (y otros diagnósticos por imágenes) para detectar tumores a una tasa y con una precisión sobrehumanas. ¿Ah, entonces son más inteligentes que los médicos? No, y por al menos cuatro motivos. Primero, la IA no sabe lo que está buscando; puede encontrarlo, pero es una red neuronal, no una persona. Segundo, los métodos de diagnóstico fueron creados por médicos. Tercero, estas redes neuronales han sido asimismo entrenada por médicos. Cuarto, no tenemos una buena definición de qué es inteligencia, así que sería bueno dejar de creer que la palabra “inteligencia” en “inteligencia artificial” significa lo mismo que en “Juancito es muy inteligente”.
Un grupo de estudiantes del colegio ORT creó una aplicación para detectar tuberculosis con inteligencia artificial
De nuevo de parte de Google, que está tratando de remontar la movida genial de OpenAI en noviembre de 2022, acá va una lista de 30 startups de salud que usan IA.
Nuevos materiales
Una red neuronal es capaz de probar moléculas sintéticas sin cansarse y, de nuevo, a una velocidad sobrehumana. Necesitamos nuevos materiales con la misma urgencia con la que necesitamos reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Quizá el más importante (por ahora) de los aportes que puede hacer la IA a la civilización es acelerar el método científico. El caso de los nuevos materiales es un ejemplo clásico. Aquí, un artículo de Nature sobre el tema, previo a la aparición de ChatGPT.
Terremotos
Hasta ahora hemos sido incapaces de predecir estos eventos catastróficos. En 2019 (eso es dos años antes de ChatGPT) apareció uno de los primeros artículos sobre la aplicación de detección de patrones y análisis de la física de los terremotos. Las redes neuronales (el MIT está ensayando con un tipo particular, llamado convolucional) entrenadas con datos sísmicos masivos podrían terminar con esta pesadilla que la humanidad ha sufrido durante toda su historia. La revista de la Asociación para el Avance de la Inteligencia Artificial tiene un artículo al respecto. Las redes neuronales también pueden usarse, por ejemplo, para entender algo que solo podemos deducir, empleando las vibraciones de las capas tectónicas. Aquí, un paper sobre cómo usar la IA para la detección temprana de terremotos.
Imagen de uno de los recientes terremotos de alta intensidad que ocurrió en Turquía; estos desastres han castigado a la humanidad desde siempre y todavía no sabemos cómo anticiparlos. Pero podría estar por cambiar
Cosmología
Por supuesto, la IA está dándoles una mano enorme a los astrofísicos, que tienen una enorme cantidad de información por analizar para entender qué ocurre más allá y cuál es nuestro lugar en el universo. Aquí, un artículo de la universidad de Pennsylvania, aunque era una práctica generalizada incluso antes de la aparición de ChatGPT.
El Telescopio Espacial James Web está abriéndonos los ojos hasta los límites mismos de lo que es posible observar, pero la IA debe usarse para procesar las imágenes que se obtienen...NASA/CHRIS GUNN
Esta lista, por supuesto, podría seguir durante tres horas. Es más que nada una muestra de que si dejamos de mirar encandilados el lado Hollywood de la IA quizá veamos que está bastante lejos de querer eliminarnos, y que, con todo y sus riesgos (no existe nada libre de riesgos), está destinada más a proveernos progreso que a causarnos daño.
http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA
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