domingo, 1 de octubre de 2023

¿ VOS CONOCÍAS EL COSPLAYERS? EL DEMENTE; SI...




Cosplay argentino. Cómo es la práctica de origen japonés que arrasa en el país y cautivó a Javier Milei
Cincuenta mil personas pasaron el último fin de semana por la convención Anime-Con, en la Rural, para disfrazarse de diversos personajes del manga y el animé: cómo llegó este lado del mundo la disciplina nacida en Tokio
Cecilia Di Tirro
La semana pasada 50.000 personas coparon la Rural durante 3 días, en el marco de la segunda edición de la Anime-Con. Prima hermana de la Comic-Con (que desde 2013 celebra la cultura pop incluyendo hits editoriales y audiovisuales americanos, y que tuvo 80.000 visitantes en su última edición), esta nueva apuesta hace foco en el manga y el animé, productos japoneses de los que se desprende otro fenómeno en auge: el de los cosplayers. En este último caso, se trata de hombres y mujeres, niños y adultos, que se visten como sus personajes favoritos y convierten esa práctica en una forma de vida.
Los cosplayers se caracterizan como sus personajes favoritos
El merchandising, un punto fuerte de la convención que se celebró en la Rural
“Para diferenciar los términos de manera sencilla podemos decir que el animé es el dibujo animado japonés –lo que la mayoría conoce como dibujito–, y el manga es la historieta japonesa, lo que a veces llamamos cómic”, explica Roberto Schenone, uno de los organizadores de la Anime-Con.
En general, los cosplayers realizan sus propios vestuarios
Estas ferias, en las que se comercializan merchandising y publicaciones, comenzaron en Tokio a mediados de los 70, y allí también empezó la práctica del cosplay: jóvenes que se acercaban a esos encuentros con vestuarios que emulaban la ropa de los protagonistas de las historias más taquilleras del momento.
Cuanto más se parezcan, en look y representación, a sus personajes, mejor
En la Argentina son cada vez más comunes las convenciones, ferias y fiestas en las que los aficionados al cosplay se juntan y demuestran su talento para la confección de los outfits: si bien se pueden alquilar trajes de los personajes más populares, parte del encanto del cosplay es dedicar tiempo a la realización de los atuendos. Los entusiastas suelen diseñar, cortar y coser sus propios vestuarios. Para eso, buscan telas y pelucas en el barrio del Once, o encargan accesorios en plataformas de importación como Aliexpress.
Effe (@effe.darko), cosplayer desde los 13 años, no se ofende si un novato menciona la palabra “disfraz”, pero aporta algunas claves: “Cosplay es la fusión de dos términos en inglés: costume y play. No es solo disfrazarse. Es jugar con los disfraces. Ponerte realmente en la piel de ese personaje que estás representando”. Para ella el cosplay significa “dejar de ser yo por un rato. Generar emoción. Es un flash cuando alucinan con mi vestuario o cuando se emocionan porque reconocen al personaje que interpreto”.
Muchos aseguran que lo que más le gusta de esta tendencia es jugar a ser otros por un rato
Luciana (@lulinel.cos) refuerza la idea: “La diferencia con el disfraz es que al look se le suman la interpretación, las poses, la actitud. Irónicamente, haciendo de otra es cuando más me siento yo”.
Para Roberto Schenone, la presencia de los cosplayers es fundamental en estos eventos. “El cosplay es algo vital tanto en Anime-Con como en Argentina Comic-Con y otras experiencias similares en el resto del país. Se trata de darle a la gente un espacio seguro para expresarse libremente, mostrarse, no importa la edad que tengan. No hace falta que seas un profesional. Podés encontrar elementos sencillos en tu casa e interpretar al personaje que más te gusta. Después obviamente están los cosplayers profesionales. La mayoría de los que asisten a estos eventos son cosmakers, es decir, hacen sus propios vestidos”.
"No hace falta que seas un profesional. Podés encontrar elementos sencillos en tu casa e interpretar al personaje que más te gusta", dicen los organizadores de Anime-Con
Maximiliano Verón (@maxivcosplay) tiene 35 años. Hasta los 30, asistía a eventos y miraba a los cosplayers con curiosidad, sin imaginar que se animaría a ser uno de ellos un tiempo después: “Unos amigos me incentivaron y cuando me metí no hubo vuelta atrás. De lunes a viernes trabajo en una cadena de despacho de ambulancias, nada que ver. Esto para mí es un cable a tierra. Es la posibilidad de disfrutar interpretando a los personajes de mi infancia”. Es muy común entre cosplayers esa diferencia entre la vida civil y la artística, pero eso no significa que su pasión sea un secreto. Supremaxy se decidió en plena cuarentena: “Consumo animé desde chiquita. Siempre me quise vestir y representar a mis personajes favoritos. No me animaba por la presión social, pero en pandemia, a través de TikTok, conocí a creadores de contenido que mostraban el diseño de los trajes, el proceso de confección, el paso a paso del armado, del peinado y del make up. Eran como yo: iban a la facultad, eran ingenieros, bioquímicos, personas que en principio uno no imaginaría haciendo esto y que sin embargo lo mostraban y disfrutaban a full. Y ahí dije: ‘¿Por qué no?’”
El origen local
Pero, ¿cuándo y cómo llega a la Argentina esta “tradición”? Aunque no es algo excluyente, la mayoría de los cosplayers de entre 20 y 30 años se definen como fanáticos del animé, y ahí hay una pista. Entre fines de los 90 y comienzos de los 2000, se popularizaron algunas series animadas como Dragon Ball, Sailor Moon, Caballeros del Zodíaco y Ranma ½, emitidas en los primeros canales de cable infantiles. Los niños y adolescentes de aquella época que siguieron esas sagas comprendieron, con la llegada de internet, que las series eran solo la punta del iceberg de una vasta industria cultural que desde Japón comenzaba a expandirse hacia el resto del mundo. Así comenzó el interés por los mangas (que en muchos casos eran origen o inspiración de los productos audiovisuales), y por el resto de las prácticas con las que los fanáticos demuestran su admiración.
Los muñecos de manga y animé tomaron la delantera en los puestos de venta de la Anime-Con
A esto se le suman otros aspectos de la cultura y la industria japonesas a los que fuimos permeables: la gastronomía (y, aclaremos, no todo es sushi, ya que crecen las propuestas para probar ramen, curry nikkei o dulces como croyaki y taiyaki) y otras con más incidencia económica, como la de la industria de los videojuegos. Según el Gaming Report 2022 del IAB Argentina ( Interactive Advertising Bureau), 4 de cada 10 argentinos son usuarios y si bien está creciendo la economía local del conocimiento, a la que se inscriben programadores y creadores de contenido digital, Japón sigue siendo la referencia en cuanto a narrativas, consolas, dispositivos electrónicos y apps.
I Don’t Like Mondays, la banda de J-pop que convocó a una cantidad descomunal de seguidores
Juan Ignacio Quiroga es editor de Ivrea, la editorial especializada en manga más grande de Argentina, tal vez la empresa nacional que mejor capitalizó estas manifestaciones de la cultura pop oriental. Comenzaron en 1997 publicando la revista Lazer y al año iniciaron operaciones en España. Tienen 320 títulos publicados, un número que podría considerarse modesto para una editorial, si no se tuviera en cuenta que muchos de esos títulos tienen centenares de tomos. Todo lo que publican en el país se produce con staff argentino (traductores, correctores, diseñadores), en imprentas porteñas y bonaerenses. Dice Quiroga: “Esta movida empezó hace poco más de 20 años. Aquellos que eran chicos entonces ahora son adultos con dinero para comprar cosas a las que antes no podían acceder. Muchos son padres inculcando el gusto por el manga y el animé a sus hijos. Todo en conjunto hace que el manga y el animé dejen de percibirse como productos de nicho y empiecen a verse como lo que son: un medio más para contar historias”. En Japón, el 40% de las ventas de la industria editorial impresa proviene del manga. Desde 2020, pandemia mediante, alcanzaron cifras récord por 3 años consecutivos. Ese ascenso se refleja también en la Argentina. A Ivrea se suman otras editoriales, como Panini Comics Argentina, Ovni Manga (que comenzó como licenciataria de Marvel pero en 2017 sumó éxitos japoneses) o la recién llegada Distrito Manga, filial argentina del sello manga de Penguin Random House.
El furrie es un personaje tipo “mascota”, con trajes que ocultan la cara y la cabeza del intérprete
En esta edición de Anime-Con, los personajes más representados por los cosplayers fueron los de One Piece, cuya serie versión live action está hoy en el top ten de Netflix Argentina. De hecho, la plataforma tuvo una presencia central en la convención con su stand, y tiene al animé como una de las categorías principales de su contenido. En este sentido, vale aclarar que la existencia de versiones animé (ya sea como serie de TV, miniserie para streaming o película) puede disparar la demanda de una obra gráfica.
Un patio de juegos en la convención que se celebró en la Rural
La audiovisual, la editorial y la gamer son las industrias vinculadas a la cultura pop japonesa que más movimiento generan. Pero hay, también, otros oficios, empleos y negocios alrededor del fenómeno: tatuadores Japan style, ilustradores, estilistas, creadores de contenido digital, emprendedores textiles. Los cosplayers son la parte más visible de la movida, pero aún es muy precoz la incidencia que tienen en lo económico. Invierten bastante tiempo y dinero en su montaje o en entradas a convenciones (este año los precios del ingreso básico a Anime-Con rondaron los $6900 y $12.000) y no suelen recibir retribuciones. Si bien cada año van apareciendo más posibilidades de generar ingresos (presencias en eventos, servicios de confección de trajes o pelucas, tutoriales de maquillaje, representación de marcas), es, al menos por ahora, el deseo de ponerse en la piel de sus personajes favoritos lo que los motoriza. Quizás, como sugirió en una entrevista Juan Cruz Komar (futbolista de Rosario Central), los cosplayers tienen mucho en común con los hinchas de fútbol: fanáticos consumidores de una industria millonaria e internacional que visten como sus ídolos y llevan su pasión a todas partes.
Los exponentes de la política local
En las últimas semanas, el término cosplay llegó a la sección política de los diarios (quizás por primera vez para algunos lectores) a partir de la creciente participación en la escena pública y mediática de Lilia Lemoine, militante de La Libertad Avanza, candidata a diputada por la Provincia de Buenos Aires y parte del círculo de confianza del líder del espacio, Javier Milei, candidato a presidente de la nación.
Lilia Lemoine, candidata a diputada por la Provincia de Buenos Aires por La Libertad Avanza, junto a Javier Milei, candidato a presidente, caracterizado como el Capitán Ancap
Lemoine, con 120.000 seguidores en Instagram, se define como cosplayer (su nombre artístico es Lady Lemon) y reivindica esa identidad cuando se lo señalan de manera peyorativa. Reconoce, con orgullo, que incluso pudo vivir de su pasión, cobrando por stories al representar marcas y viajando como invitada a convenciones internacionales. El rumor, nunca confirmado, es que fue ella quien sugirió a Javier Milei dejarse las patillas en honor a Wolverine, uno de los protagonistas de la saga X-Men (interpretado por Hugh Jackman en su versión cinematográfica).
El nombre artístico de Lilia Lemoine es Lady Lemon
Lo cierto es que en 2019 Lemoine convenció al candidato presidencial de crear un alter ego, el Capitán Ancap (contracción de Anarco Capitalista), que junto a ella, la Generala Ancap, grabaron videos para sus redes luciendo un vestuario confeccionado con todos los elementos de los superhéroes: antifaz, capa, escudo, armas y, claro, una actitud desafiante.

http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA

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