lunes, 29 de abril de 2024

CRISIS UNIVERSITARIA Y SALTAR LA BANCA( CON LIBRO )


Crisis universitaria: carreras largas, abandono y los “nuevos adolescentes”, entre los desafíos pendientes
La pelea entre el Gobierno y las casas nacionales de estudios superiores, que tuvo su punto cúlmine en la masiva marcha de la semana pasada, abre la puerta para analizar los problemas que aquejan al sector, más allá de la falta de fondos
Luciana Vázquez
La masiva marcha por el financiamiento de las universidades nacionales marcó un punto de inflexión en la relación entre la educación superior y el Gobierno
“El abandono”. Ante la pregunta sobre cuál es el principal desafío de la universidad pública en la Argentina hoy y hacia el futuro, esa respuesta, alumnos que no logran terminar sus estudios, se repite entre especialistas en educación superior y protagonistas del sistema universitario. En medio de la crisis que llegó a su punto culminante la semana pasada, ¿surge una ventana de oportunidad para plantear los problemas, fortalezas y posibilidades futuras de la universidad pública en la Argentina? La democratización del acceso a la universidad tiene pendiente reforzar las chances de los más pobres. Y en el egreso, esa democratización tarda en llegar: los estudiantes más pobres abandonan antes y se gradúan menos. También son los que suelen convertirse en “estudiantes crónicos”.
Un dato es elocuente para sintetizar el panorama. Entre 2006 y 2017, a pesar del crecimiento de la matrícula universitaria, casi no hubo cambios en la proporción de argentinos con educación superior completa: “un primer dato que alerta sobre el problema de la graduación entre los jóvenes”, según plantea un trabajo de investigación la especialista Ana García de Fanelli. En Chile, en cambio, esa proporción aumentó 14 puntos porcentuales en el mismo período.
¿Más universidades, como las polémicas universidades del conurbano, es la mejor solución? ¿O el foco debería estar en las tecnicaturas de los institutos terciarios? Exponer mejor los datos del sistema universitario, ¿puede ayudar a la hora de elegir una carrera? ¿Permite encarar el primer año con expectativas más ajustadas a la realidad y mejor preparados?
Más allá del gran tema del financiamiento y su control y del tema salarios y la situación de los docentes universitarios, la educación superior estatal afronta desafíos estructurales. Esos que no se solucionan solamente con la suba del presupuesto educativo en momentos de boom económico. La mirada de expertos en el campo de la educación superior y de sus protagonistas, tanto de la vida universitaria como de la terciaria no universitaria, confluye en el punteo de algunas de las transformaciones pendientes. Hay coincidencias en el diagnóstico: puertas afuera, la escuela secundaria y sus deudas. Puertas adentro, la duración de las carreras, su diseño, que también impacta en las clases medias más o menos altas que van a la universidad, y los mecanismos de ingreso en general y de los “nuevos adolescentes” en particular. El Ciclo Básico Común (CBC), ¿un “modelo agotado”?
Universidad pública: ¿democrática en su acceso, pero restringida en su egreso?
Rol social por un lado, rol educativo por el otro: la universidad pública está firme en su objetivo de incluir a la mayor cantidad de alumnos posibles y educarlos con el menor costo directo para cada uno, la famosa gratuidad, financiada indirectamente vía el sistema impositivo. Los datos duros muestran que la masividad está asegurada, y que la expansión de la matrícula es un hecho. Entre 2012 y 2021, según cifras del Ministerio de Educación divulgadas en 2023, la cantidad de ingresantes a las universidades nacionales de todo el país, públicas y privadas, creció en un 67,6%
El estado del sistema universitario


Fuente: pedido de acceso a la información pública al Ministerio de Educación (2023)/
En la actualidad, las 65 universidades e institutos universitarios públicos tiene una matrícula de 2.162.947 estudiantes, sumando carreras de grado, las más masivas, además del pregrado y el posgrado: representa el 80% del total de los 2.714.277 estudiantes de todo el sistema de universitario público y privado del país.
En cambio, las universidades privadas absorben el 20% de la matrícula restante, es decir, un total de 551.330 estudiantes. Entre 2010 y 2022, la matrícula en la universidad pública de grado creció un 41,99%. La matrícula privada, un 37,05%.
Pero no todas son buenas noticias. Los datos también demuestran que no está resuelta la síntesis de masividad con eficiencia para graduar a las mayorías en tiempo y forma. El dato más preocupante es la graduación en el tiempo teórico de duración de las carreras de grado: en 2021-2022, el mismo informe muestra que en las universidades públicas, solo se graduó el 23,7%. En las privadas, el porcentaje de graduados de carrera de grado llegó al 40,8%. Así consta en la “Síntesis de información. Estadísticas universitarias. 2021-2022″, elaborada por el Ministerio de Educación en 2023.
La evidencia deja expuestos los problemas de la universidad pública argentina. La comparación con el sistema privado encuentra una salvedad atendible: las lógicas de funcionamiento opuestas entre la universidad pública y las privadas predeterminan, en parte, sus resultados. El arancelamiento y los exámenes de selección en el ingreso, muy arduos en aquellas universidades que privilegian la excelencia académica, implican una restricción a la cantidad de alumnos del mundo universitario privado. Aún en las universidades privadas con sistemas de becas, el factor meritocrático pone un tope a la cantidad de ingresantes más desventajados. Menos masiva, más restringidas, las universidades privadas esquivan la presión que representa la masividad.
Pero ese solo factor no alcanza para explicar los resultados de la universidad pública argentina, sobre todo en estudiantes de nivel socioeconómico más bajo. La comparación con países vecinos, más efectivos graduando pero también incluyendo a los más pobres en la universidad.
Con un porcentaje del 13,2%, la Argentina lidera sobre Chile y Uruguay en el porcentaje de población que cursó estudios superiores, pero no los completó. En esos dos países, ese porcentaje se reduce al 8,5% y 8,4% respectivamente. En estudios superiores completos, la Argentina queda más rezagada, con un 20,7% de su población con ese nivel educativo, a 2017: en Chile, ese porcentaje era del 25%.
De la desigualdad y secundario en deuda. ¿Qué puede hacer la universidad pública?
“Un tema de preocupación general es la dificultad para permanecer en la universidad: el abandono se produce ya desde el primer año de la carrera, cuando se da la tasa más alta de deserción”: lo explica Fanelli, doctora en Economía por la UBA, también socióloga por Flacso, una de las expertas más destacadas en educación superior y en estudios comparativos internacionales en ese campo. Es investigadora del Centro de Estudios de Estado y Sociedad (Cedes). Los más afectados en ese primer año, los que llegan con menores recursos educativos desde el secundario, coinciden con los de menor nivel socioeconómico.
Mientras que en el primer año de la carrera, los estudiantes del primer decil, los más pobres, representan el 7,9% de los alumnos matriculados y los del décimo decil, los de mejores ingresos, representan el 5,3%, llegado el quinto año de la carrera, esas proporciones cambian dramáticamente: los más ricos pasan a representar el 12,7% del estudiantado a expensas de una pérdida contundente de alumnos del decil más pobre. Llegado el quinto año, los más vulnerables apenas representan un 1% de la población universitaria. El quinto decil mantiene una proporción relativamente estable, entre un 10% y 12%, a lo largo de los cinco años. Los datos provienen del documento “Desigualdad educativa en el nivel superior”, publicado por Argentinos por la Educación en 2022 sobre la base de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH).
Las deudas pendientes de la escuela media argentina condicionan el camino hacia la universidad. Fanelli da evidencia sobre ese impacto negativo. Cuando se considera solo a los alumnos graduados en tiempo y forma del secundario argentino, la tasa de egreso universitario se asemeja a la de Chile, por ejemplo.
“La universidad no ha encontrado todavía las herramientas para tratar el impacto del secundario en el problema de la permanencia y el abandono. Y eso no está desligado del tema del costo”, plantea Fanelli. Cualquiera de las opciones para acompañar a los estudiantes con menor caudal de aprendizaje, las que proponen cursos de nivelación, pruebas diagnóstico, tutorías o becas para estudiantes más vulnerables, requieren financiamiento. Todo para compensar los déficits del secundario. “Chile es más exitoso en la graduación universitaria porque tiene más logros en la escuela media”, dice.
La UBA, ¿entre la masividad y el CBC como filtro culposo?
“El modelo CBC está agotado”, afirma sin vueltas Danya Tavela, diputada nacional por la provincia de Buenos Aires, dirigente radical de Evolución Radical, el partido de Emiliano Yacobitti, el polémico vicerrector de la UBA que se convirtió en el actor principal de la pelea contra el ajuste del Gobierno a las universidades. Tavela fue rectora de la Universidad Nacional del Noroeste de la Provincia de Buenos Aires (Unnoba) y secretaria de Políticas Universitarias en la presidencia de Cambiemos.
“Hace quince o veinte años que el CBC tiene el mismo problema. Es como la ruedita del hámster: un 30% lo supera y sigue en carrera; otro 30%, lo deja y el otro 30% se queda dando vueltas en el mismo lugar sin poder avanzar”, grafica.
“Se está dando un nuevo perfil de alumno: “el alumno adolescente”, muy inmaduro. Cuando entra en un medio como el CBC, sumamente competitivo, y sin son de sectores más bajos, peor, no está en condiciones de afrontar el CBC”, señala Tavela. Las universidades privadas, en cambio, le dan continuidad a una organización estilo escuela secundaria, diferencia.
La UBA es la universidad más masiva y al mismo tiempo, la más prestigiosa del sistema público: su matrícula tiene 385.048 alumnos; de lejos, le sigue la Universidad de Córdoba, con 179.667 estudiantes. En el plan de estudios, el CBC es parte de la carrera en las facultades de la UBA. Se presenta como un año de nivelación de los aprendizajes para continuar los estudios en cada área. En la práctica, es un fuerte filtro que no cambia el destino de los sectores menos equipados desde el secundario, que quedan en el camino. “Deberían ponerle ‘curso de ingreso’ y listo”, plantea un estudiante que prefiere el anonimato: “Quedaría más claro para todos. Pero la UBA le huye a cualquier indicio que signifique “meritocracia”, agrega.
El ingreso masivo en el CBC perjudica las cifras de egreso de la UBA, que parece entonces menos eficiente. Por eso, la semana pasada, Yacobitti planteó públicamente que el CBC no es “la carrera” sino un “año de nivelación”. En su ejemplo, la Facultad de Ciencias Sociales, la tasa de egreso es del 35% si se incluye el CBC, pero del 52% si se lo deja afuera. Es decir, el vicerrector de la UBA reconoció tácitamente la falta de eficiencia del CBC para nivelar conocimientos y permitir a los alumnos avanzar hasta la graduación.
Según cifras de la Secretaría Académica de la UBA, la tasa de egreso sobre los ingresantes del CBC cinco años después, a 2019, era apenas del 33%. La tasa de egreso sobre ingresantes a las facultades, los que ya aprobaron el CBC, era del 62%, por encima de la tasa de egreso de las universidades privadas.
Por su parte, Fanelli destaca una herramienta argentina para alentar los estudios universitarios de los más vulnerables. “Las Becas Progresar son muy interesantes, pero por los montos, los estudiantes no pueden dejar de trabajar. Sí pueden resultar un estímulo”, explica. Ese punto es central: los estudiantes argentinos de nivel socioeconómico más bajo, que llegan peor surtidos del secundario, son los que necesitarían una inmersión full time en la vida universitaria. El CBC no les alcanza. “Necesitan más tiempo para poder compensar el mal secundario que tuvieron. Una buena beca les permitiría no trabajar o trabajar menos”, sintetiza Fanelli. Pero, precisamente, son los que más tienen que dividir su tiempo entre los estudios y el trabajo.
¿Más universidades en el conurbano o más flexibilidad y carreras más cortas?
“El bajo nivel de la secundaria no depende de las universidades, pero sí el tipo de oferta académica: se sigue ofreciendo lo mismo de siempre a alumnos que están cambiando de perfil, que trabajan y estudian y no solo por necesidad. Eso desincentiva seguir estudiando”, plantea la doctora en Educación Mónica Marquina, miembro de la Coneau.
Marquina plantea una distinción. Por un lado, sostener las carreras tradicionales largas, aquellas de cinco o seis años teóricos que habilitan profesionalmente como Medicina, Derecho, ingeniería, entre otras. Por el otro, un sistema universitario flexible que funcione como “puerta giratoria”, con pasajes del nivel terciario al universitario, más títulos intermedios e incluso, certificación de conocimientos para aquellos que dejan las carreras antes de terminar.
El caso testigo son los estudiantes de ciencias de la computación, que suelen abandonar tentados por un mercado laboral que los demanda y paga bien: después de cursar varios años, dejan la Facultad de Ciencias Exactas sin llevarse ninguna certificación.
También insiste con un sistema de créditos. La gestión educativa de Jaime Perczyk avanzó con esa posibilidad, aunque Marquina no está de acuerdo con el formato decidido, que puso un tope. Según Perczyk, el desafío de la universidad pública también pasa por ahí, por aumentar la graduación mejorando la oferta, con carreras intermedias y más vinculación con el mundo del trabajo.
“La Argentina debería empezar a pensar el sistema universitario como un canal de ingreso y luego, de transferencia de créditos del sistema superior no universitario al universitario”, plantea el doctor en Educación por la State University de New York y profesor full time de la Universidad Di Tella, Marcelo Rabossi, especialista reconocido en educación superior. Para Rabossi hay que volver a poner el foco en las 2.275 instituciones de educación superior no universitarias que dependen de las provincias. “Los pregrados universitarios y las universidades del conurbano compiten muchas veces innecesariamente con esas instituciones que hay que aprovechar mejor”, propone. De hecho, entre 2010 y 2022, la matrícula de los pregrados de las universidades públicas creció un 133,36%.
El tema de las universidades del conurbano despierta polémicas. La cuestión es si crear y construir universidades en cada distrito más desaventajado acerca la universidad a los más pobres. La primera universidad del conurbano es la Universidad de Lomas de Zamora, creada en 1972. La política universitaria nacional confía en esa idea de la expansión territorial desde entonces, y se intensificó desde la década del ´90, cuando se crearon seis universidades en el conurbano, las de más trayectoria: La Matanza y Quilmes, en 1989; San Martín, 1992; General Sarmiento, en 1993; Lanús y 3 de Febrero, en 1995.
¿Alcanza la cercanía geográfica para aumentar la inclusión y graduación? ¿O el secundario disminuye también ese atajo? Las pruebas Aprender 2016, con resultados por distrito en cada provincia, mostró que en La Matanza, por ejemplo, el 38%de los estudiantes del último año estaba en niveles básico o por debajo del básico en matemática.
¿O hay estrategias mejores, como una información más clara sobre la exigencia de los cursos de ingreso o la salida laboral? “Soy fanática de la tasa de abandono y de graduación como dato a conocer”, afirma Fanelli. En Chile, ejemplifica, el sitio “Mi futuro laboral” permite conocer la tasa de graduación universitaria de las carreras, salarios promedios, tasa de ocupación. “Todo el sistema universitario tiene que mejorar su información y mostrarlo mejor a las familias”, sintetiza.


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“Hicimos saltar la banca”. El director de cine que descubrió un método para ganarle a la ruleta y amasó fortunas en los casinos
Gonzalo García Pelayo, el hombre que venció a los casinos más importantes del mundo
Gonzalo García-Pelayo está presentando sus películas en el Bafici, pero en el pasado ideó un sistema de probabilidades que aplicó junto a su familia y con el que se convirtió en el terror de las salas de juego

Germán Wille
Gonzalo García-Pelayo, español, de 76 años, actual residente de la ciudad de Buenos Aires, es un hombre polifacético. “Si hablamos de profesión, mi profesión primera es director de cine”, asegura cuando se le pregunta cómo se definiría. En esa faceta, él se encuentra en estos días presentando siete de sus películas más recientes en el Bafici. Sin embargo, García-Pelayo, a lo largo de su vida, se dedicó a otras tantas actividades: fue productor musical (se dice que es el padre del rock andaluz), conductor radial, presentador de televisión, escritor, productor cinematográfico, especialista en criptomonedas y manager de toreros.
Pero más allá de todos los rubros en los que se destaca, hay una distinción especial que este sevillano de espíritu inquieto lleva consigo como uno de los mayores sucesos de su vida. Es que Gonzalo García-Pelayo logró cumplir con un imposible: ganarle al casino. Y más de una vez. Lo hizo de manera legal, ya que creó su propio sistema para vencer a la ruleta. De este modo, a comienzo de la década del 90, junto a integrantes de su familia que se convirtieron en su equipo, García Pelayo hizo saltar la banca en varias ocasiones en las salas de juego más importantes del planeta. Además de hacerlo ganar una millonada de dinero, la proeza de este prolífico cineasta y eficaz tahúr se transformó en un fenómeno único, que fue registrado en un libro y hasta en una película, The Pelayos, rodada en el año 2012.
Gonzalo García Pelayo presenta en el Bafici siete de las películas de su serie 10 + 1, que consiste en 10 flmes filmados en un año
El nacimiento de un método
García-Pelayo recibe  en su departamento del sur porteño. Español de nacimiento, pero ciudadano del mundo, el hombre se encuentra viviendo en Buenos Aires en estos tiempos por su carrera cinematográfica. De hecho, esta semana él es una de las figuras estelares del Festival de Cine Independiente de Buenos Aires (Bafici) donde, en la flamante sección “Retrospectiva del presente”, presenta sus últimas películas, que son el fruto de su experiencia 10 + 1, en la que realizó 10 filmes en 12 meses, una maratón cinematográfica que ya había realizado en España poco tiempo atrás. García Pelayo habla de algunas de sus películas –Dos hermanas, Salón de uñas, Eloísa y las niñas toman un helado–, pero sabe, inexorablemente sabe, que la charla va a ir por la senda de su hazaña familiar en el casino. Y lo admite con sinceridad: “Películas hace mucha gente. Ganar a la ruleta, nada más hemos ganado nosotros. Sé que despierta interés porque es único”.
–Gonzalo, ¿cómo fue ese momento en que se dio cuenta que se podía vencer a la ruleta?
–Bueno, yo iba al casino de manera aficionada. Entonces hago la cuenta de que la ventaja del casino no es tan grande en la ruleta. Cada bola tiene una oportunidad en 37 de salir y ahí está la ganancia del casino, ya que el casino paga 36. Esa falta, eso que te paguen una ficha de menos es la probabilidad del casino, su ventaja, que es exactamente de 2,7 por ciento. Que es poco. En la lotería de España, por ejemplo, la ventaja es de 35 por ciento. También en un bingo.
Gonzalo García Pelayo descubrió que no todos los casilleros de la ruleta eran exactamente iguales, había diferencias físicas entre ellos que podrían influir en el lugar en el que acabaría depositándose la bola arrojada por el croupier
–Es decir, como era de esperar, el casino siempre lleva la ventaja, ¿o no?
–Sí, pero en la ruleta, como puede pasar en otros juegos, no se requiere habilidad, pero sí conocerla e intentar revertir esa desventaja que existe contra el jugador ¿Cómo es esto? Que si el casino te paga 36 de 37, si algún casillero de la ruleta tiene una probabilidad, en lugar de uno en 37, de uno en 35, que es posible, eso puede revertir la ventaja.
–¿Y cómo sabemos cuál es ese casillero que puede revertir la ventaja?
–La ventaja es saber que la ruleta no es perfecta. Si ponemos 37 relojes en hora, en la semana alguno habrá atrasado y otro adelantado. Entonces, los casilleros de la ruleta tampoco van a ser todos iguales. Habrá alguna desviación física, simplemente, por la circunstancia de que el casillero sea un poquito más grande o más pequeño, la bola se irá a otro más cercano que la recogerá. O las paredes pueden estar más duras. No es lo mismo tirar la bola aquí en la madera que en el mármol, rebotará distino. Todas las circunstancias físicas pueden influir. Supuse eso. Me organicé y vi que efectivamente ocurría.
En lo profesional, pese a dedicarse a infinidad de actividades, Gonzalo García-Pelayo se define a sí mismo como director de cine
–¿Cómo se organizó?
–Empecé a tomar estadísticas. Pero para ello tenía que ver jugar unas 5000 bolas en la ruleta y anotar los números que salían. Para eso hay que estar como 15 días trabajando en el casino, que es una tarea en la que requiere de seis a siete horas diarias, para seguir el ritmo. Eso te da la posibilidad de ver el alma de la ruleta, y ves que hay números que salen más de lo que le permite la suerte. Llegué a encontrar casilleros que salían una vez de 28.
–¿Eso significa revertir la ventaja?
–Sí. Quiere decir que en 28 bolas que juegues, debes de percibir una vez un premio de 36. Es decir, hay ocho puntos de ventaja. Son los casilleros maravillosos. No digo que todos sean así, pero si se hace una mezcla de los que tienen uno en 28 y los que tienen uno en 35, si sabemos de verdad identificarlos, nos da una ventaja del seis por ciento neto. Más del doble de la que tiene el casino.
Todo listo para actuar
Tras la estricta observación de las ruletas del casino Gran Madrid, de Torrelodones, con las estadísticas en mano, había llegado el momento de actuar. Para ello, Gonzalo se rodeó de gente en la que sabía que podía confiar: su propia familia. De esta forma, el líder del clan, junto a sus cinco hijos, sus sobrinos y otros parientes formaron el grupo que más adelante pasaría a la historia como “los Pelayos”. Era el mes de septiembre de 1991 cuando empezó a escribirse la leyenda del hombre que supo, a fuerza de ingenio y constancia, torcerle el brazo al azar.
Para comenzar con la aventura en la sala de juegos madrileña, se necesitaba una inversión inicial. Para ello, el cineasta e ideólogo del plan vendió los derechos de un documental sobre animales salvajes que había filmado en África. US$2200, aproximadamente, fue la cifra con la que iniciarían su recorrido los Pelayos. Un número que no pararía de crecer. En Madrid y luego en otros casinos.
Gonzalo García-Pelayo descubrió que la ruleta tenía imperfecciones físicas que podrían ayudar a que la bola caiga en determinados números con mayor frecuencia 
–¿Cómo era el abordaje de los casinos?
–Formamos un equipo dirigido por Iván, mi hijo mayor, y por su primo Jaime para organizarnos y jugar en varios casinos al mismo tiempo. Había, en tiempos de los Juegos Olímpicos de Barcelona, por ejemplo, un equipo en Madrid y otro en Barcelona. Siempre hablamos de casinos grandes, que tienen seis mesas de ruleta, tampoco vale para cualquier casino. Hay un grupo que está los 15 días de estudios, de análisis. Ese equipo que ha tomado las bolas se va para que no los identifiquen y llegan caras nuevas.
–Llega el momento de apostar, ¿Cómo lo hacen?
–El nuevo equipo se pone a jugar los números que hemos detectado como los que más salen, los que tienen una posibilidad de 35 o menos. Si hay seis mesas, lo ideal es que haya seis jugadores. Se ponen a jugar de manera fija. Las jornadas son de unas seis o siete horas, seis noches por semana. En cada bola se apuesta entre nueve a doce números. Cuando la ruleta está mal (bien para nosotros) tiene un desequilibrio compensado. Es decir, tiene una tercera o cuarta parte de números que son mejores, luego tiene una tercera o cuarta de números que son peores y una parte central en que los números salen al ritmo que tienen que salir.
Los casinos elegidos por los Pelayo tenían que ser grandes y tener al menos unas cinco o seis ruletas
–¿Influye la forma en que tira la bola el croupier?
–Empecé pensando que el croupier daba cierta ventaja porque tenía una tirada automática. Estoy seguro que eso seguirá funcionando así porque cuando quise estudiarlo me di cuenta de que lo que realmente tenía tendencia era la propia máquina. A lo mejor en la tirada del croupier sí que hay posibilididades de que tenga una probabilidad, pero es intuitivo, no lo he estudiado.
Saltar la banca
Los Pelayos fueron recorriendo con su método de la ruleta distintos casinos europeos. Y ganaron dinero en casi todos. De acuerdo con el documental Desafiando a las Vegas, de History Channel, sobre las peripecias del juego de esta familia, el clan había obtenido con su sistema medio millón de dólares sólo en el casino de Madrid. A eso hay que sumarle las salas de juegos, de, entre otras ciudades, Copenhague, París, Amsterdam y Viena. En estos dos últimos lugares llegaron a tener dos de las noches más espectaculares de todo su raíd de ganancias.
–¿Hicieron saltar la banca muchas veces?
–Sí, bueno, saltar la banca es un mito que se inventó en Montecarlo, para márketing, para darle el gusto al aristócrata que cerraba una mesa, porque el casino tiene una especie de reserva legal que cada mesa tiene que tener una cantidad de fichas para responder al juego. Si creen que hay una anomalía después de perder, ellos tienen derecho a cerrar la mesa para ver si ocurrió algo ilegal y le ponían una manta negra a la mesa. Eso no lo he visto, lo he leído. Era una cosa mítica, pero sí hicimos saltar la banca. Con nosotros tuvieron que reponer las fichas inciales más de una vez. Es el caso de Viena, por ejemplo.
–¿Cuál es la sensación que se tiene luego de ganarle al casino de esa manera?
–Es una sensación de mucha plenitud, que se repite en grandes triunfos de la vida de una persona. Esa es la mejor palabra, plenitud.
–¿Cuánto tiempo estuvieron con este sistema?
–Unos tres o cuatro años.
Gonzalo García-Pelayo vive actualmente en Buenos Aires, donde se dedica a rodar y producir películas
–¿Y por qué terminaron?
–Bueno, empezaban a complicarse mucho las cosas. Empezaron los casinos a darse información. Una vez llegamos a Rotterdam y alguien que entendía el idioma escuchó: ‘Ya están aquí'. Para contarlo está muy bonito pero ya no nos gustaba que tuvieran tan claro quiénes éramos nosotros. En Austria, después de tener una buena noche no nos dejaron jugar más. Nos pidieron amablemente que abandonáramos el lugar.
–¿En Madrid también les prohibieron la entrada?
–También. Pero hemos luchado judicialmente y hemos ganado. No pueden en absoluto ofrecerte juego y luego decirte que no. Solamente les interesa que jueguen cuando pierdes. Es anticonstitucional. No te pueden discriminar. Además, lo nuestro es totalmente limpio. El Tribunal Superior de Justicia de España dijo no solamente que nuestro juego era limpio sino inteligente. Yo solo miro la ruleta, saco las conclusiones y las aplico. No pueden oponerse a eso. Faltaba más.
–Además de todos los casinos que mencionamos, los Pelayo estuvieron también en Adelaida, Australia. Y no podía faltar la visita a Las Vegas ¿Cómo fue la experiencia en la meca del juego? ¿Resultó adecuado el método?
–Sí, el problema es que allí las ruletas tienen doble cero. Significa que te pagan 36 de 38. Se nota mucho que es muy difícil. A Las Vegas hemos ido un plan de veces con el plan de pagarnos el viaje. Teníamos miedo por las películas un poco míticas de una cierta violencia que creo que no la había. Allí te pueden decir que no entres al casino, tienen el derecho legal porque es la principal entrada económica del estado de Nevada. Entonces lo protegen de esa manera que es casi anticonstitucional. Pero nos pagamos la estancia allí. Una vez con la ruleta y una con el Poker. Aprendimos a jugar póker en Las Vegas. Fuimos buenos alumnos de buenos jugadores que jugaban allí.
Gonzalo García-Pelayo y su hijo mayor, Iván, escribieron un libro sobre la historia de sus andanzas en los casinos del mundo..Ecolectura
–¿Alguna vez pusieron el ojo en un casino argentino?
–Nunca jugamos en Argentina aunque visité casinos como Mar del Plata, por supuesto, y también Neuquén. Ahora visité el casino del barco, en Buenos Aires, pero he ido a reconocerlo, a tomar nota. En plan de como amigos.
En total, en todas sus incursiones por los casinos del mundo, los Pelayos pudieron alzarse con cerca de un millón y medio de dólares de ganancias.
El libro y la película
Por supuesto, una historia tan rica como la de esta familia que descubrió hacia dónde saltaba la bola de la ruleta no podía pasar desapercibida. Además del mencionado documental sobre el clan que se convirtió en el terror de los casinos, también hay un libro, escrito por Gonzalo y su hijo Iván, que explica los pormenores de esta epopeya lúdica.
La fabulosa historia de los Pelayos, se llama esa obra, que inspiró también una película española dirigida por Eduardo Cortés. Este filme, llamado The Pelayos, que según Gonzalo es “85 por ciento real y 15 por ciento para dotarlo de efecto dramático” (siempre con los números) está protagonizado por Lluís Homar, en el papel de Gonzalo y Daniel Brühl (el actor de Good Bye Lenin) en el rol de Iván.

–Gonzalo, ¿es cierto que ahora los casinos tienen ruletas Antipelayos?
–Es así. Son ruletas que pueden girarse internamente. Entonces en el casillero donde antes estaba en el tres mañana puede aparecer en el 22. Por eso, como se necesitan 15 días de tomar números para encontrar una tendencia, si te cambian en el medio la ruleta hay que volver a empezar. Es una ruleta de una marca inglesa que se crea especialmente contra nosotros.
–¿Hay manera de distinguir una de esas ruletas?
–Sí. El color que tiene cada casillero no es el mismo que tiene el número, sino que es verde. En las ruletas normales, el casillero tiene un fondo rojo cuando el número es rojo y un fondo negro cuando es negro. Solamente el cero tiene el verde. Pero si tu giras eso, resulta que aparecería el verde en otro sitio que no sea el cero. En ese caso no se puede girar. Entonces, para girar sin que haya una complicación de tipo estético ponen todos los casilleros verdes. Cuando todos los casilleros son verdes, es la ruleta Antipelayos. Y esas son las que están aquí en el barco de Buenos Aires. Son todas de fondo verde ¡Cuidado, jugadores! Y pusieron esas ruletas antes de que llegáramos nosotros. Han puesto el remedio antes de la enfermedad.
Las ruletas "Antipelayos" presentan el fondo de los casilleros de color verde
–Tantos años después de esta aventura, ¿la familia Pelayo sigue unida?
–Sí, muy unida. Ahora estamos muy contentos porque cuatro de nosotros venimos a rodar con Lucía Seles (cineasta argentina a quien García-Pelayo le produjo de películas con su sello Gong Argentina) una película que empieza a realizarse el próximo 1° de mayo. Hemos hecho la primera parte con ella y ahora rodamos la segunda parte, en La Plata.
–Además del dinero y la plenitud por las victorias, ¿qué le dejó la experiencia de la ruleta?
–Fui un buen alumno en el bachillerato. Tenía las matemáticas normales frescas pero cuando empecé a pensar en la ruleta me reforcé y me metí en el mundo de las probabilidades. Allí descubrí cosas muy interesantes que me han cambiado la manera de ver no solo el juego, sino la vida. Saber que la suerte tiene un límite, por ejemplo, que es una cuestión de filosofía, me ha cambiado la manera de ver el mundo. La probabilidad te lo cuenta y te lo dice, solo tengo que aplicarlo, en el juego y en cuestiones vitales que tienen que ver con eso: la suerte tiene límites.
–También en el terreno filosófico, usted tiene una frase que asegura que se aprende cuando se pierde
–Eso es claro. La única ventaja que tiene perder, que no es agradable nunca, es que se aprende. El juego grande, importante, es el ajedrez. Cuando ganás crees que eres un genio que haces todo bien. Pero cuando se pierde, el que ha ganado repasa la situación con el que ha perdido, que no se ha dado cuenta que ha estado en situaciones malas. Nosotros también tuvimos errores al principio, no lo teníamos tan claro. Hemos ido limpiando los errores precisamente en los momentos de pérdida y eso en la vida es exactamente así.
Gonzalo García Pelayo, el hombre que venció a la ruleta
Gonzalo García-Pelayo culmina la charla en un taxi. Allí se ha subido junto a su hijo Iván, recientemente llegado a Buenos Aires, para ir al Centro Cultural San Martin, una de las sedes del Bafici, donde proyectan una película de un amigo suyo. Allí, siempre distendido, cuenta cuando se reunieron con los actores que trbajaron en The Pelayos para que ellos capturen los rasgos de cada miembro del clan, anticipa de qué se va a tratar la próxima película que protagonizará en La Plata –“Soy un gallego de Lugo dueño del bar Ritz de esa ciudad”– y hace bromas con su hijo.
En todo momento se nota que es un hombre que está siempre activo, con algún proyecto entre manos. Así lo demuestran las más de 30 películas que rodó en su vida y la cantidad de actividades que desarrolló y continúa desarrollando. No para nunca. En sus jóvenes 76, salta de un casillero al otro como la bola de esa ruleta cuyo destino un día aprendió a dilucidar.

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