Quién es Donald Trump, el “hombre teflón” que rompe los manuales de la política de EE.UU. y consiguió su revancha personal
El expresidente, una de las figuras más divisivas que haya visto el país, logró a los 78 años concretar en las elecciones un desquite contra quienes él califica como sus “enemigos”
Guillermo Idiart
Donald Trump llega para hablar durante un mitin de campaña en Michigan
MIAMI.- Cuando hace cuatro años Donald Trump perdió las elecciones ante Joe Biden, tras una turbulenta gestión, para muchos su carrera política parecía sentenciada. Más aún tras el inédito asalto al Capitolio de sus simpatizantes de extrema derecha el 6 de enero de 2021, cuando todavía era mandatario, múltiples investigaciones judiciales y el histórico veredicto este año que provocó un terremoto político en Estados Unidos, al convertirse en el primer expresidente del país declarado culpable por haber cometido un delito
Sin embargo, nada fue suficiente para desviar a Trump del camino que se había trazado hacía exactamente dos años, en noviembre de 2022. “Somos una nación en declive. El regreso de Estados Unidos empieza ahora mismo”, había afirmado en su lujoso club Mar-a-Lago, en Palm Beach, al anunciar su tercera candidatura presidencial. Allí, el magnate inmobiliario neoyorquino, una de las figuras más divisivas que haya visto la primera potencia global, calificó su estadía fuera de la Casa Blanca como “una pausa”.
El expresidente y candidato republicano, Donald Trump, en un mitin de campaña en Lititz.
A sus 78 años, el outsider y antisistema que con su impronta populista se adueñó del Partido Republicano, reconfiguró la política norteamericana desde 2016 y se convirtió en un faro para los líderes de la derecha global, buscaba un desquite personal tras no aceptar la derrota de 2020 (“fueron robadas”, denunció). Según el propio Trump, esta era la última vez que competirá para volver a la Casa Blanca. No hará falta otro intento.
Para el líder republicano fue la revancha contra quienes él califica como sus “enemigos”, una retórica amenazante que se intensificó a medida que se acerca el “día D”, lo que encendió las alertas sobre cómo podría usar el poder para atacar a sus oponentes en caso de lograr la victoria. Sus planes declarados de llenar una posible segunda administración de leales, que no le opondrían resistencia, no hacen más que fogonear la preocupación.
Donald Trump, en un acto de campaña en Gastonia, Carolina del Norte.
“En su primer mandato, se apoyó en el Departamento de Justicia para perseguir a sus rivales políticos, y prometió que si vuelve a ser electo, le ordenará hacerlo de nuevo”, señaló el politólogo Christopher Kelley, de la Miami University. “A diferencia de la primera gestión, en una segunda es más probable que nombre a personas en la Justicia que lleven a cabo sus deseos”, advirtió.
En una campaña plagada de controversias, con discursos de odio y retórica antiinmigración, Trump llegó a decir que si ganara las elecciones sería “dictador el primer día” del mandato, se refirió a sus rivales políticos como “alimañas” que hay que “erradicar”, atacó a jueces y fiscales, catalogó a los medios como “el enemigo del pueblo” y que usará todos los recursos para vengarse, y sostuvo que los inmigrantes indocumentados “envenenan la sangre del país”, además de acusar a migrantes haitianos de “comerse las mascotas” de los vecinos de Springfield, en Ohio. Una de sus principales promesas es lanzar un operativo de deportación masiva, “el más grande en la historia” de Estados Unidos.
“No recuerdo que en toda mi vida la retórica contra los migrantes haya llegado a ser tan fuerte durante unas elecciones”, señaló Yonatan Lupu, politólogo de la Universidad George Washington.
El polémico evento de campaña de Donald Trump en el Madison Square Garden, en Nueva York.
El multitudinario mitin en el Madison Square Garden en su ciudad -Trump nació en Queens, en 1946-, que pretendía oficiar de cierre de campaña, finalmente fue una descarga de furia, con discursos racistas y xenófobos de varios de sus oradores (como la descalificación de un comediante a Puerto Rico, “una isla flotante de basura”). Aunque muchos advirtieron por un impacto negativo para su candidatura, el “hombre teflón” -como ha sido llamado Trump- ya ha dado sobradas muestras de convertir reveses en oportunidades: a más imputaciones, más lealtad de sus fanáticos.
Veredicto en el horizonte
Trump llegó a las elecciones a la espera del veredicto el 26 de noviembre –una sentencia que debía ser antes de la votación, pero que se pospuso dos veces- por 34 delitos graves de falsificación de registros para influir en los comicios de 2016 al ocultar un soborno para silenciar a la actriz porno Stormy Daniels. El equipo del expresidente cuenta con varias tácticas legales para evitar que vaya preso. Pero, según expertos, su mejor carta de triunfo para enterrar los cargos depende del resultado electoral.
Donald Trump, durante el proceso legal en una corte de Manhattan, el 15 de abril de 2024.
Tras conocer el fallo del jurado, en mayo pasado, Trump calificó de “corrupto” al juez del caso, Juan Merchan, y afirmó que el proceso “estaba amañado desde el primer día”. Su teoría, sin mostrar prueba alguna, es que es objeto de una persecución política por parte de la administración Biden. Aquel día, con su repetida estrategia de victimización y presentarse como un mártir del sistema, desafió: “Esto es más grande que Trump y mi presidencia. El veredicto real lo dará el pueblo el 5 de noviembre”.
En otra época de la historia, tal vez hubiera sido imposible que un candidato en la telaraña judicial en la que él está tuviera posibilidades reales de ganar una elección en Estados Unidos (las encuestas anticipan una definición ajustadísima con Harris). Pero el dueño del emporio Trump, como en su sorpresivo triunfo de 2016 ante Hillary Clinton, volvió a romper los manuales de la política norteamericana, al sobreponerse a condenas por fraude fiscal, a dos impeachments en el Congreso (único presidente estadounidense en enfrentar dos), a escándalos sexuales y las acusaciones por su contribución al violento asalto al Capitolio, que dejó cinco muertos. En la campaña, supo sacar provecho del intento de asesinato que sufrió en un mitin en Pensilvania en julio, cuando un balazo le rozó la oreja derecha. “Por la gracia de Dios, ese villano no logró su cometido”, dijo.
Donald Trump, rodeado por agentes del Servicio Secreto, tras ser alcanzado por una bala en su oreja derecha en Butler, Pensilvania.
En un país marcado por la polarización extrema, nada parece afectar el nivel de apoyo que logra entre la mayoría de los republicanos, consustanciados en torno al lema “Make America Great Again”. En la interna partidaria nadie le pudo siquiera hacer sombra, y sus seguidores confían a ciegas en su manejo de la economía y su dureza para enfrentar la crisis migratoria en la frontera con México, principales ejes de la campaña.
Perseverante, Trump rompió otra marca política histórica en Estados Unidos que lleva 131 años sin quebrarse: se convertirá en el segundo presidente con dos mandatos no consecutivos. Hasta ahora, solo el demócrata Grover Cleveland (1885-1889 y 1893-1897) logró volver a la Casa Blanca tras perder en las urnas.
Estilo imprevisible y disruptivo
En su primer mandato, el primero de un líder sin ninguna experiencia política o militar en Estados Unidos, Trump cumplió una serie de los objetivos de corte conservador. Aplicó exenciones de impuestos corporativos, sacó al país del pacto nuclear con Irán y del acuerdo climático de París, y logró una mayoría conservadora en la Corte Suprema que finalmente anuló el derecho constitucional federal al aborto en Estados Unidos, al revocar la histórica sentencia Roe v. Wade, de 1973.
Protestas en Boston en rechazo al fallo de la Corte Suprema de Estados Unidos que revirtió el fallo Roe v. WadeJ
Con su estilo directo, imprevisible y disruptivo, Trump remodeló las alianzas de Estados Unidos y se acercó a líderes populistas. De hecho, en estos casi cuatro años fuera de la Casa Blanca, actuó como un líder en la sombra en asuntos internacionales. Incluso antes de que volviera a lanzarse como candidato, varios dirigentes extranjeros lo tuvieron muy en cuenta a la hora de calibrar sus relaciones con Estados Unidos. Un imán que se reforzó una vez que se transformó en el candidato republicano por tercera vez.
El candidato presidencial republicano y expresidente, Donald Trump, se reúne con el presidente ucraniano, Volodimir Zelensky en la Torre Trump, el 27 de septiembre de 2024, en Nueva York
Un desfile de líderes mundiales ha peregrinado a Mar-a-Lago o a la Torre Trump, de Nueva York, entre otros el presidente ucraniano, Volodimir Zelensky; el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y el primer ministro húngaro, Viktor Orban. Con Javier Milei tuvo su encuentro en Oxon Hill en la Conferencia de Acción Política de Acción Conservadora (CPAC), una meca de la derecha global. Con el líder ruso, Vladimir Putin, mantuvo al menos siete llamados en secreto desde que dejó el Salón Oval, según publicó el periodista Bob Woodward en su último libro, “Guerra”.
Donald Trump y Javier Milei, en su encuentro en Oxon Hill
“Muy inusual para un expresidente”, señaló a The New York Times Jeremy Shapiro, exfuncionario del Departamento de Estado y director de investigación del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores.
El showman que hace una década dio el salto a la política, que atrae el fanatismo de sus seguidores y que para sus críticos pone en peligro la democracia norteamericana, salió airoso de su último gran reto.
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El triunfo de Trump | Patricia Bullrich celebró el resultado en EE.UU. con críticas al periodismo y a los encuestadores
La ministra de Seguridad dio sus razones del resultado electoral; dijo que “se acabaron las narrativas de los grandes medios” y que “el capitalismo sigue vivito y coleando”; elogios al “liderazgo provocador” y el “nacionalismo inteligente” del ganador
Patricia Bullrich, en la jura de Gerardo Werthein
La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, expresó su beneplácito por el triunfo de Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos con un mensaje en redes sociales en el que criticó a los periodistas y a los encuestadores. Atribuyó el resultado a un triunfo del capitalismo y elogió el liderazgo “fuerte y provocador” del ganador.
El análisis de la ministra siguió a un mensaje previo en el que se suma a la celebración del presidente Javier Milei. En su visión, hay seis razones que explican lo que pasó en Estados Unidos, donde los pronósticos hablaban de una carrera incierta y absolutamente empatada. Trump se impuso con claridad en los estados clave, lo que aceleró su consagración en el colegio electoral. Hasta el mediodía del miércoles ganaba también el voto popular.
“Los periodistas ya no son el cuarto poder: se acabaron las narrativas de los grandes medios”, escribió Bullrich, en aparente alusión al apoyo editorial que le dieron a la demócrata Kamala Harris algunas grandes marcas como The New York Times. A diferencia de otras veces, hubo medios tradicionalmente cercanos a la visión demócrata que decidieron no pronunciarse, como The Washington Post. La prensa norteamericana tiene una larga tradición de publicar editoriales en los que se juegan por un candidato (sin que eso necesariamente inclinara la balanza del escrutinio).
La segunda reflexión de Bullrich apuntó a las encuestas, que a su juicio “ya no sirven como diagnóstico ni como termómetro”. Y añadió: “Los métodos conocidos de medición de opinión pública quedaron atrás, ya no tienen capacidad de predecir el sentir del electorado”. El debate está instalado desde anoche en Estados Unidos, aunque los profesionales del sector reafirman que los números finales se ubican dentro del margen de error de los principales sondeos. Trump logró imponerse en al menos seis de los siete estados pendulares, que definen la elección. Y en todos los casos lo hizo por un margen no mayor a los 3 puntos.
El tercer punto de Bullrich refiere a la famosa frase “es la economía, estúpido”, popularizada durante la campaña de Bill Clinton en los 90. “No hay nada que supere el peso de la economía. El bolsillo sigue siendo el factor clave para la mayoría de los votantes”, expuso la ministra de Seguridad y excandidata presidencial de Juntos por el Cambio.
Trump, a pleno festejo
La situación económica fue central en la narrativa de Trump, a pesar de que la salud de Estados Unidos en esa material parece razonablemente buena. El demócrata Joe Biden asumió en 2021 con una economía en recuperación desde los últimos meses del gobierno trumpista. Desde entonces, el PBI creció a una tasa promedio del 2,2% anual. El desempleo cayó de los 10 millones a alrededor de 5 millones en su punto más bajo, aunque hacia finales de 2024, la tendencia mostró un leve repunte y alcanzó los 6,83 millones de personas sin empleo. La pobreza también bajó. Sin embargo, el gran problema de la administración Biden ha sido la inflación. El índice interanual disminuyó al 2,5% este año, pero los norteamericanos todavía viven con los aumentos de precios anteriores y con el golpe inflacionario del 9,1% en junio de 2022. Hasta septiembre, los precios al consumidor eran casi un 20% más altos que en enero de 2021, lo que ha causado un fuerte descontento entre los votantes.
Bullrich resaltó como otro punto a favor de Trump que “el capitalismo sigue vivito y coleando: sigue siendo la estructura económica predominante y atractiva”. Le atribuyó así al republicano la representación capitalista, de la que nunca ha renegado el gobierno demócrata que integra Harris.
Otro de los argumentos que encontró la ministra para explicar el resultado tiene vinculación con los inmigrantes. Dijo que ellos “disfrutan del capitalismo cuando empiezan a trabajar: encuentran en el sistema capitalista oportunidades que valoran y disfrutan”. Alude probablemente al triunfo de Trump en zonas con grandes masas de inmigrantes, como el estado de Florida y en particular el condado de Miami-Dade.
Por último, destacó la figura de Trump de manera directa, al afirmar: “Los liderazgos fuertes y provocadores y el nacionalismo inteligente superan los nuevos derechos promovidos por la izquierda”. Fue un elogio por elevación a su jefe Milei, que un año atrás le ganó a ella y a Juntos por el Cambio la carrera presidencial, a pesar de que eran claros favoritos para derrotar al peronismo que representaba como candidato Sergio Massa.
Milei le regaló a su ministra un sello de aprobación. “Impecable”, puso en su cuenta de Twitter (X), al republicar el posteo de los seis puntos.
http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA
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