Las claves de las elecciones en Uruguay: Las razones del triunfo de Orsi y los gestos de convivencia democrática de Uruguay
Con buena llegada a la gente, el exintendente de Canelones logró revitalizar el voto de izquierda
Ramiro Pellet Lastra
Orsi saluda a sus seguidores durante su discurso tras declararse presidente electo
MONTEVIDEO.- Uruguay tendrá nuevo gobierno a partir del 1 de marzo de 2025, cuando Luis Lacalle Pou le traspase la banda presidencial al opositor Yamandú Orsi, que se impuso en balotaje al candidato del oficialismo Álvaro Delgado por cuatro puntos de diferencia (49,84% a 45,87%).
El triunfo de Orsi suscitó de inmediato un mundo de análisis y especulaciones sobre las razones de la victoria de la alianza de izquierda, que vuelve al poder, así como el futuro de la derrotada coalición de centroderecha, que aspiraba a repetir la victoria de Lacalle Pou de 2019, y de los principales líderes políticos del país.
Las razones del triunfo
Además de los temas económicos y sociales, de nivel de satisfacción de los ciudadanos con el andar del país, como en toda elección, pesaron otros elementos. Entre ellos, como dice Martín Tocar en El País, la renovación del Frente Amplio. “Desde el llano opositor –más allá de las críticas del oficialismo a lo que vieron desde el inicio como ‘palos en la rueda’-, un trabajo de hormiga llevó a la revitalización de la izquierda y su musculatura”, explicó Tocar, reconectando con su base social. También tuvo que ver la buena llegada de Orsi a la gente, su atractivo político, superior al de Delgado, un candidato que como él mismo admitió no tenía carisma. Orsi se apoyó en su perfil de dirigente moderado y dialoguista, así como en sus credenciales como buen administrador en la intendencia de Canelones, el segundo departamento del país.
Los votos del ganador
La elección se anticipaba muy pareja, como habían sido las dos anteriores, que también se definieron en balotaje. Luis Lacalle Pou se impuso la vez pasada al frenteamplista Daniel Martínez por solo 37.000 votos, una diferencia que obligó a esperar más allá de la jornada del domingo. Orsi logró sacar diferencia con votos de los indecisos, pero también rescató voluntades de la coalición oficialista, que no logró retener el 100% de los votos obtenidos en la primera vuelta, lo cual se anticipaba crucial. Orsi rindió bien entre los votantes de Montevideo, el irreductible bastión de la izquierda uruguaya, así como en Canelones. También rindió bastante bien en el interior -donde domina la centroderecha-, y especialmente en el litoral. Así sumó el caudal que necesitaba para superar a su rival, incluso más cómodamente de lo que anticipaban las encuestas.
La interna del Frente Amplio
La compacta militancia del Frente Amplio, que tiende a ser más ardiente y animada que la de la coalición (no por nada Delgado confiaba en que lo votaría “la mayoría silenciosa), no quita que en el seno de la alianza de izquierda exista una variedad de sectores, ideologías y tendencias que no siempre saben entenderse, desde el extremismo de comunistas y socialistas a la moderación, mayoritaria, que en estos días encarna precisamente Yamandú Orsi, lejos de los dogmatismos de algunos de sus compañeros de ruta. Queda por ver si Orsi se erige como un líder con autoridad para resolver las disidencias, como lo fue Tabaré Vázquez.
El futuro de la coalición
La actual coalición de gobierno, que integran el Partido Nacional, el Partido Colorado, Cabildo Abierto, el Partido Independiente y el Partido Constitucional Ambientalista, entra en una fase desconocida para ellos. Creada en 2019, pasó su primera prueba ganando el balotaje de ese año y luego fue gobierno. Pero justo cuando sus miembros más destacados decían que “llegó para quedarse”, no pudieron superar el umbral de esta segunda elección. En la previa incluso se hablaba de actuar todavía más unidos, para ir a la primera vuelta de las próximas elecciones como un solo partido, y ahora habrá mucho por conversar.
Los líderes
El presidente Luis Lacalle Pou dejará el gobierno con altos índices de popularidad, cerca del 50%, una cifra solo comparable con las de Tabaré Vázquez y de José Mujica, dos de las máximas estrellas de la izquierda uruguaya. No cabe duda que será el referente de la centroderecha del país, y es posible que en ese rol aspire a buscar nuevamente la presidencia en el próximo período. A propósito de Mujica, con casi 90 años, y tras un activo rol en esta campaña en favor de Yamandú Orsi, ya habrá dado todo por su partido y se irá distanciando de la actividad, como él mismo anticipó durante la campaña cuando hablaba de su “despedida”.
El voto de Luis Lacalle Pou[e]
La convivencia
Como corolario de una campaña que se condujo con civilidad democrática, con respeto entre partidos, candidatos y militantes, la noche electoral se cerró con discursos de reconocimiento de los candidatos a los rivales, en la victoria y la derrota. Comenzando por Lacalle Pou, que minutos después del cierre de las urnas, con los resultados que indicaban la victoria de Orsi, le escribió un saludo de felicitación en su cuenta de X. “Llamé a @OrsiYamandu para felicitarlo como Presidente electo de nuestro país y para ponerme a las órdenes y empezar la transición apenas lo entienda pertinente”, dijo.
“Hoy la gente, los uruguayos definieron quién va a ejercer la presidencia de la república. Quiero mandar un fuerte abrazo y un saludo para Yamandú Orsi y para el Frente Amplio”, dijo por su parte Delgado. El candidato triunfante señaló a su vez que será “el presidente que convoque una y otra vez al diálogo” y recordó en el acto de celebración que “otra parte de nuestro país que hoy están con otro sentimiento (...) a ellos también los precisamos”.
En otro gesto de convivencia, Lacalle Pou invitará a su sucesor a la próxima reunión del Mercosur en Montevideo. “El 6 de diciembre es la cumbre del Mercosur, naturalmente debería acompañarnos el presidente electo y saber cómo piensa seguir el gobierno siguiente. Una cosa es un presidente y la transición que va a haber y las decisiones que se van a tomar”,
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La izquierda vuelve a gobernar Uruguay: por qué esta vez será distinto que con Mujica y Vázquez
En su regreso al poder, el Frente Amplio deberá afrontar un escenario político y económico muy diferente al de sus tres anteriores mandatos, sin mayoría parlamentaria, con un liderazgo dividido y una economía en crecimiento moderado
CORRESPONSAL EN URUGUAY Nelson Fernández
De la mano de Yamandu Orsi, la izquierda uruguaya enfrenta un nuevo desafío al volver al poder
MONTEVIDEO.– La izquierda uruguaya celebró su vuelta al poder con el desafío de gobernar en condiciones muy distintas a las que tuvo en sus tres períodos anteriores porque no tiene la mayoría parlamentaria asegurada; porque no tiene liderazgo general ni conducciones sectoriales consolidadas; porque no arranca con el empuje económico que recogió en 2005, y porque tiene enfrente a un caudillo popular y fortalecido, como el presidente saliente.
Cuando ganó las elecciones de 2004, llegaba al gobierno con mayoría propia en el Senado y en la Cámara de Diputados; tenía un potente líder popular como el médico socialista Tabaré Vázquez, que conducía con mano firme a la coalición de izquierda y llevaba catorce años como el político de mayor simpatía, contaba con balance equilibrado de sectores internos con líderes fuertes, y que llegaba en el levante histórico de producción y consumo.
Además, golpeados por la dura crisis de 2002, los partidos fundacionales habían quedado sin líder popular que pudiera construir una oposición fuerte.
Tabaré Vázquez fue presidente de Uruguay en dos periodos (2005-2010 y 2015-2020)AFP
El Frente Amplio había ganado en primera vuelta, sin necesidad de ir al balotaje, con una carga emotiva de esperanza y alegría que envolvía aquella victoria histórica.
La economía venía de un proceso especial: la recesión más larga de las conocidas, desde la primavera de 1998 hasta 2003, que en el medio había tenido el dramático golpe de la crisis financiera de 2002, que impactó con un récord de desempleo y el aumento brusco de la pobreza. El gobierno de Jorge Batlle había logrado una salida prolija y la economía volvió a crecer fuerte el año electoral, en un contexto externo favorable que se extendería durante más de una década y que abarcó los dos primeros períodos de gobierno frenteamplista (Vázquez 2005-2010 y José “Pepe” Mujica en 2010-2015).
El escenario hoy es muy diferente.
El Frente Amplio asumirá el desafío de presentar leyes tejiendo acuerdos, lo que no tuvo que hacer en sus tres períodos, y eso será tarea de líderes en construcción que hoy no están identificados con claridad.
Y enfrente tendrá un líder político que deja la presidencia con alta aprobación popular y que se convirtió en el principal caudillo partidario del ámbito partidario local, junto con el expresidente Mujica que tiene casi 90 años y cada vez que habla recuerda que se está despidiendo de la vida. “Mi futuro más próximo es el cementerio”, dijo el veterano político.
El expresidente uruguayo (2010-2015), José Mujica, levanta el pulgar después de emitir su voto durante la segunda vuelta presidencial en Montevideo el 24 de noviembre
La economía no tiene la fuerza de 2004-2014 y va con un crecimiento modesto, en un contexto que no aparece muy auspicioso, en un país de mercado interno muy acotado y sin acuerdos comerciales que le permitan lograr empuje extraordinario por exportaciones.
La democracia volvió con la elección de 1984 que ganó Julio María Sanguinetti, del Partido Colorado, y logró un acuerdo flexible con el líder del Partido Nacional, Wilson Ferreira, que se conoció como de “entonación nacional”.
En 1989 triunfó Luis Lacalle Herrera, del Partido Nacional, y ofreció un acuerdo amplio al Partido Colorado, que luego se limitó a un espacio de negociaciones llamado “la coincidencia nacional”.
Cinco años después volvió a ganar Sanguinetti y junto con el entonces líder blanco, Alberto Volonté, diseñaron “la coalición”, que también fue un ámbito de negociación entre los partidos fundacionales del país. En cada caso se trató de acordar la aprobación de leyes y la coparticipación en el gabinete ministerial.
Con la reforma constitucional de 1996 se instaló el régimen de balotaje y en la elección de 1999 ganó el colorado Jorge Batlle en acuerdo con el nacionalista (blanco) Luis Lacalle Herrera: un paquete de reformas legislativas para una ley “ómnibus” (varios temas) y un gabinete con ministros de uno y otro partido.
La Cámara de Senadores debate el texto de la reforma de la seguridad social.© Departamento de Fotografía del Parlamento del Uruguay
En 2004, 2009 y 2014, ganó el Frente Amplio con mayoría en ambas Cámaras y todos los proyectos se votaron por el oficialismo, sin negociación con la oposición.
En 2019 llegó al poder el blanco Luis Lacalle Pou con el respaldo de los colorados y otros partidos, lo que aseguró una bancada mayoritaria en ambas Cámaras y un gabinete partido entre los sectores de la “coalición” de gobierno.
Negociación
Luego de cuatro períodos de gobierno con mayoría propia del oficialismo, ahora el sistema político es diferente: la izquierda tiene mayoría en el Senado, mientras que en la Cámara baja ninguno de los dos bloques logra imponerse, lo que determina que habrá que negociar con la oposición.
El Senado se compone de 16 bancas del Frente Amplio y 14 de la Coalición Republicana (nueve del Partido Nacional y cinco del Partido Colorado); además está el voto de la vicepresidenta de la República, que preside la Cámara alta.
El Movimiento de Participación Popular (MPP) tiene 10 senadores, más un aliado de sector chico suma 11 bancas; el Partido Comunista de Uruguay (PCU) consiguió dos asientos (uno cedido al grupo radical de menor entidad), el Partido Socialista una banca y los Progresistas-Seregnistas (socialdemócratas) consiguieron otra. El sector de Cosse no tuvo votos para un asiento, pero la alianza con un grupo municipalista le dio ese escaño.
Celebraciones de los militantes del Frente Amplio en Montevideo..El País - Uruguay
De los 48 diputados del Frente Amplio, el MPP tiene 36 y un aliado con el que suman 37; el Partido Comunista, cinco; los moderados, cuatro, y otros dos de grupos chicos. Por lo tanto, el MPP controla 70% de la bancada del Frente Amplio
Pero la coalición de izquierda tiene un sistema para la toma de decisiones que en casos importantes, sale del ámbito parlamentario y se maneja en el Plenario Nacional, que se elige cada cinco años en elecciones internas. Ese plenario tiene 85 delegados de partidos y 85 de “militantes de base”, y ahí la mayoría es para los comunistas.
Por lo tanto, aunque el sector del presidente sea mayoritario en el Frente Amplio, deberá negociar en su interna, para luego con una postura común acordar con la oposición o parte de ella. Tendrá la tentación de “sumar” dos diputados para llegar a mayoría de la Cámara de Representantes, mediante coparticipación en cargos y aceptar planteos concretos.
Uruguay abre un tiempo político diferente a lo conocido; nada dramático, pero nuevo. El electorado manifestó la preferencia por la continuidad de políticas, pero la izquierda sentirá la necesidad de marcar su impronta, y eso no le será sencillo.
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