domingo, 17 de noviembre de 2024

OPINIÓN Y EL MEDIO ES EL MENSAJE


El bombero apagó el incendio, pero el futuro es un enigma

Jorge Fernández Díaz
En la jerga de los bomberos profesionales al fuego desatado le dicen la bestia. La Argentina era, sin exageraciones, un edificio en llamas y nosotros nos estábamos quemando vivos. El bombero ingresó con su brigada, apagó en un año el incendio –quedan igual algunos focos ígneos– y nos salvó de morir calcinados. Se le agradecen los servicios prestados en esta emergencia: fueron eficientes, y los números inflacionarios están a la vista; también la baja del riesgo país y la provisoria estabilidad del dólar, y los tibios pero certeros frenos a la abismal caída económica con la que se pagó toda esta impresionante operación de enfriamiento. A eso podemos añadir que encontró una manera un tanto silvestre pero bastante efectiva de gobernabilidad espasmódica con blindaje circunstancial de vetos y con improvisación de boicots a distintas movidas opositoras en el Parlamento; les dobló el brazo a los piqueteros y sindicalistas más activos y corruptos y recuperó una cierta sensación de orden público. Es un balance coyuntural, precario y lleno de argumentos discutibles, pero al menos la bestia parece acorralada. El edificio, como consecuencia de las maniobras, quedó destruido por dentro, lleno de escombros humeantes, parece por momentos inhabitable, y ahora surgen dudas acerca de si el socorrista será capaz de pasar a una segunda fase: sanar a los heridos, contusos y chamuscados, y reparar y reconstruir con idénticas pericia y premura la casa de los argentinos.
Milei no quería guiar corderos sino despertar leones. Pero en el primer año de gestión solo consiguió una manada disciplinada de corderos acríticos que únicamente tiran tarascones a los desobedientes.
Aquí es donde comienzan a advertirse los problemas mayores, tanto en los recursos intelectuales –atados a dogmas– para llevar a cabo semejante faena de resurrección, como en el diseño final que anida en la cabeza del jefe de la autobomba. Un ejemplo muy significativo surgió esta misma semana, cuando Federico Sturzenegger tuiteó lo que parecía una boutade; el Presidente de la Nación la respaldó, no obstante, como una de las nuevas verdades mileístas: “Para cada necesidad, habrá un mercado”. Esta “genial frase”, según Milei, es la inversión de la famosa máxima evitista: “Donde existe una necesidad nace un derecho”. Ambos aforismos –uno modulado desde el mercado total y otro articulado desde el estatismo más cerril– son igualmente equivocados. Del segundo está plagada de penosa evidencia la historia reciente; del primero puede decirse que ignora el hecho de que las naciones más desarrolladas progresaron con economías mixtas y que muchas necesidades no encuentran su mercado, precisamente porque nadie puede obtener allí una rentabilidad contante y sonante. Un puente, una escuela o un hospital pueden ser esenciales para determinadas poblaciones, pero pueden no constituir un buen negocio para ningún privado que deba construirlos. El libertarismo es una fe extrema –el peronismo chavista también lo era–, y entonces se vislumbran ciertas dificultades: los hombres de empresa –librados a sus balances y a su lógico provecho– no lograrán por sí solos arreglar muchos de los tantísimos objetos rotos del edificio carbonizado.
Otro de los interrogantes se vincula con la cariñosa relación entre Javier Milei –su gabinete de groupies celebró el triunfo electoral en Estados Unidos con corbatas rojas– y su ídolo Donald Trump, que tiene como idea nodal ser un industrialista y aumentar –con escandaloso dirigismo– aranceles para impedir que otros países penetren con sus productos en el mercado norteamericano. El trumpismo se considera un cruzado contra “la teología del libre comercio radical” (sic). Milei y Trump se tienen gran simpatía, pero solo se parecen en algunos asuntos secundarios, si se comprende la importancia capital de esta gran contradicción entre un anarcocapitalista y un proteccionista nato: ambos replican las danzas tan poco afortunadas de mediados del siglo pasado, cuando la derecha subdesarrollada –muy obsequiosa– prometía apertura total, y la derecha imperial –muy agradecida– colocaba sus capitales y excedentes, pero a su vez cerraba sus compuertas.
Cuidado con permitirle al “salvador de la patria” que haga lo que quiera con la patria. Todos podemos pagar muy caro esa distracción, esa indulgencia tan humana como peligrosa
El mundo cambió, pero algunas cosas nunca cambian. Tampoco la incomodidad que para el populismo de derecha de todas las latitudes representa la democracia republicana, esa estrecha camisa de contrapesos que le impide ser libre para imponer sus ideas hegemónicas. A propósito, ya por estos lares algunos cuadros académicos afines al León han reivindicado la ocurrencia de emprender una reforma constitucional para instaurar un Nuevo Orden. Veinte años pidiendo que se respete la Constitución nacional, que era violada todas las semanas por el kirchnerismo, y ahora resulta que esa misma Constitución es socialista y debería ser reemplazada. ¿No es gracioso? No, en verdad no tiene la menor gracia. Tampoco que el Gobierno haya resuelto, en nombre de toda la sociedad, que el cambio climático es indubitablemente una estafa, obviando así catástrofes que padece a diario el planeta y contradiciendo relevantes trabajos científicos hechos en las capitales más sofisticadas de Occidente; o que los aborígenes carecen de derecho a reclamo en cualquier caso, o que las mujeres y las niñas no deben ser protegidas de la “violencia en los espacios digitales”. Esta última votación en la ONU nos dejó incluso lejos de Estados Unidos e Israel y de otros 168 países, y en una posición cercana –aunque menos negadora– a Corea del Norte, Irán, Nicaragua y Rusia, que solo se abstuvieron. Es que esta hiperderecha argenta tiene una soberbia increíble y, sobre todo, varias verdades reveladas, y estas siempre conducen a una ideología única y tienden a generar, en nombre del bien, un sistema sin alternancias ni disidencias, la propensión a explicarle al mundo cómo debe manejarse y un notable culto a la personalidad. Milei no quería guiar corderos sino despertar leones. Pero en el primer año de gestión solo consiguió una manada disciplinada de corderos acríticos que únicamente tiran tarascones a los desobedientes. Quizá no le interesen realmente a nadie estos reparos y escrúpulos republicanos en los oscuros corredores de nuestro maltrecho edificio, puesto que cuando uno salva el pellejo por muy poco tiende a olvidar los detalles, disculpar a los pecadores e incluso concederles erróneamente alguna razón que no tienen. Los vecinos están muy agradecidos con el bombero y ruegan que el fuego no se reinicie. Es comprensible, pero cuidado con permitirle al “salvador de la patria” que haga lo que quiera con la patria. Todos podemos luego pagar muy caro esa distracción, esa indulgencia tan humana como peligrosa.

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¿Y si Mirtha invita a la TV a Cristina Kirchner?

Pablo Sirvén

Néstor Kirchner, Mirtha Legrand y Cristina Fernández de Kirchner
Muchos televidentes desearíamos ver un mano a mano entre Cristina Kirchner y Mirtha Legrand. La decana del espectáculo argentino no suele guardarse nada y dispara con munición gruesa a la hora de preguntar. La doblemente expresidenta y exvice tampoco se amilana fácil y últimamente se muestra más afilada en sus topetazos a la distancia contra el presidente Javier Milei, la Justicia y los “díscolos” de su ideología.
Sería un colosal espectáculo televisivo que arrojaría muchos títulos periodísticos. Un verdadero duelo de titanes destinado a perdurar en el tiempo en infinitas repeticiones.
Pero ¿es esto posible? En primer lugar, hay que recordar que CFK ya ha estado sentada a la mesa de la gran estrella más de una vez. Vale la pena googlear cuando estuvieron invitadas juntas nada menos que la flamante presidenta (de facto) del Partido Justicialista y Elisa Carrió. Demostraron, en aquella ocasión, gran empatía entre ellas. Corrían los tiempos de Carlos Menem y ambas eran legisladoras que se llevaban de maravillas, lejos de la enemistad definitiva que desarrollaron a partir de las sucesivas denuncias de la líder de la Coalición Cívica contra el kirchnerismo. La siguiente vez que Cristina Fernández estuvo cara a cara con Mirtha fue cuando fue invitada con su marido, Néstor Kirchner, el 15 de mayo de 2003. Pocas horas antes, Menem había renunciado a competir en segunda vuelta con el santacruceño y este había sido consagrado automáticamente presidente electo. Fue el día en el que Legrand descerrajó su célebre y clarividente frase “Se viene el zurdaje”, que a Néstor no le molestó tanto como a su esposa.
Aun así, meses más tarde, el 20 de diciembre de 2003, se repitió la misma mesa, ya con Kirchner en ejercicio de la primera magistratura del país. En esa ocasión, el matrimonio presidencial impuso ser local e invitó a la diva de los almuerzos a emitir su programa desde El Calafate y ella volvió a la carga para preguntarle al anfitrión si le había molestado el pesado rótulo de “zurdaje” que le había impuesto a su gestión.
Pasó mucha agua bajo el puente: a fines de 2007 culminó el único mandato de Néstor Kirchner y asumía su mujer. Con el correr del tiempo, Legrand fue subiendo su voltaje crítico y desde las usinas mediáticas de aquel poder empezaron a atacarla de manera encarnizada.
Lejos de recular, Mirtha objetó muy fuerte, en 2014, cuando ya transcurría el segundo gobierno de CFK, ciertas actitudes presidenciales. “No podés bailar en Plaza de Mayo cuando se han muerto trece personas”, la condenó en alusión a las víctimas fatales en medio de las protestas policiales en Tucumán, Córdoba y otros distritos, en diciembre de 2013, mientras la Presidenta danzaba con El Choque Urbano y tocaba el tambor, en Plaza de Mayo.
De todos modos, cada tanto, en su programa, y en otros, expresaba su deseo de entrevistar a la primera mandataria. “Me gustaría preguntarle –decía por entonces– si es una mujer feliz, que no se enoje, que sea más paciente, que nos digan la verdad, que no nos mientan, que visite hospitales, que visite las escuelas, que no haga actos partidarios”.
Jamás pudo entrevistarla cuando CFK estuvo al frente del país. Ni tampoco después. En 2017 lo reveló al aire: su producción se había comunicado con Oscar Parrilli por ese motivo y el silencio volvió a ser la única respuesta. Fue el año en que se tensó más el distanciamiento, particularmente cuando Cristina Kirchner definió a ML como una “mala persona” al recordar que había sugerido que Néstor Kirchner no estaba dentro de su ataúd. Y Mirtha se la devolvió sin piedad: “Mala persona es dejar un país empobrecido con gente que robó por todos lados, a la que no le alcanzaba las manos para robar”.
La novedad es que al conocerse este miércoles la confirmación de la condena de CFK a seis años de prisión por la causa Vialidad y su inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos, la titular del PJ dijo: “La verdad de la milanesa es que me inhabilitan de por vida porque en el fondo, los Copitos de Comodoro Py y, sobre todo, sus jefes; tienen miedo de que yo tenga la suerte de Mirtha Legrand que con sus 97 años, además de estar espléndida físicamente, tiene una lucidez que ya algunas de treinta querrían.”
Más allá de ser cierto lo expresado por la expresidenta, implica un pronunciado y sugestivo giro de opinión, tras tantos cortocircuitos previos.
“Aprendí que en política los agravios prescriben a los seis meses”, dijo hace algún tiempo CFK. ¿Querrá firmar un armisticio con la conductora? ¿Y para qué? ¿Fantasea, acaso, la señora de Kirchner con estar a solas en un programa con Mirtha Legrand como parte de la impetuosa subida de perfil que lleva adelante?
Lo cierto es que la conductora se enteró de lo que había dicho la exfuncionaria un par de días más tarde y aún no emitió públicamente ninguna consideración al respecto. No aludió al tema en su programa de anoche, aunque fuera del aire deslizó ácidamente algún comentario ante sus invitados.
Este martes cuando el equipo de producción de ML se reúna para ver por dónde seguir, ¿estará en la mesa de discusión la posibilidad de invitar a Cristina Kirchner?
Es un escenario que hasta ahora no habían previsto, pero si llega a haber acuerdo –las dos arriesgarían mucho, pero también tendrían mucho para ganar–, el rating estará asegurado.


http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA

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